CINE POLÍTICO: AUTORES DEL COMPROMISO I

 

Marco Ferreri (Milán, 1928 - París, 1997), Paolo y Vittorio Taviani (San Miniato, Pisa, 1931 e 1929), Liliana Cavani (Carpi, Modena, 1933), Marco Bellocchio (1939) conformaron una nueva generación de cineastas que, desde perspectivas distintas, abordaban el presente con una mirada lúcida y minuciosa. Nacidos en la década de los 30’s, eran aun muy jóvenes cuando el neorrealismo italiano estaba en su auge y era una vanguardia significativa por su contenido social y mostraba los caminos del compromiso como una obligación ética. De esta manera estos directores, junto a Bernardo Bertolucci –el mas joven de todos, nacido en el 42- son conocidos como: los “Autores del Compromiso”. Inician sus carreras con un examen crítico de la realidad -social y político- luego van derivando, como Bertolucci, hacia un espectro más amplio que, irremediablemente desembocara en el “reclamo” político como vía de resolución. Crítica objetiva sin muchas propuestas; amargo desencanto por las utopías y una especie de “renuncia” y desesperanza. La característica común podría ser la angustiosa convicción existencialista, que se infiltra en toda la segunda mitad del siglo XX, que decreta: “…la imposibilidad de la libertad, antes de la posibilidad…” (Sôren Kierkegard).

 

El más atípico y sorprendente es seguramente el milanés Marco Ferreri. Llegó al cine realizando cortometrajes publicitarios y luego en producción. En España conoció al humorista Rafael Azcona, con el que dio vida a una extraordinaria colaboración artística: de esa época fueron “El pisito” (1958), “Los chicos” (1959) y “El cochecito” (1960), las tres “comedias españolas”, marcadas por un corrosivo sarcasmo antiburgués.

 

Tras su experiencia en España, regresó a Italia y rodó una serie de películas cortantes y amargas como: L’ape regina” (1962), una sátira anticatólica en la que se mofaba de la institución del matrimonio con tal malicia que motivó a la censura a imponer cortes a la película y modificar el título; En “Se acabó el negocio” (La donna scimmia 1963), desarrolla una amarga y lúcida parábola sobre las relaciones entre los sexos dominadas por la explotación del más débil –el magnífico final fue amputado por decisión del productor; En “Dillinger ha muerto” (Dillinger è morto) va sobre la sociedad neocapitalista, un ensayo inolvidable sobre la soledad del hombre contemporáneo en la sociedad capitalista; “La gran comilona” (La grande abbuffata, 1973), arremete contra el consumismo generado por el bienestar. El cine de Ferreri, que suscitó a menudo las iras de los censores, tuvo una profunda repercusión utilizando las armas del sarcasmo y del rechazo de fáciles consuelos metafísicos, a veces esterilizados por un escepticismo de fondo que representa su limitación más evidente. Concluyó su carrera con una nota de melancolía: “Nitrato de plata” (Nitrato d’argento, 1995), el adiós a un cine que ya no existe. Hasta aquí el breve recorrido por la obra de este cineasta genial e inclasificable

 

Los Taviani:

Los hermanos Paolo y Vittorio Taviani debutaron con la intensa “Hay que quemar a un hombre” (Un uomo da bruciare, 1962), inspirada en la vida del sindicalista Salvatore Carnevale. Cinco años más tarde rodaron “Sovversivi” (1967), el testimonio de la crisis de la izquierda tras la muerte de Togliatti, mientras que “Sotto il segno dello scorpione” (1968) es un apólogo que se proponía analizar el contraste entre utopía y realidad en la lucha política. La temática de la revolución está presente en “No estoy solo” (San Michele aveva un gallo, 1971), una soberbia adaptación del relato de Tolstoi “Lo divino y lo humano”. Lo mismo en “Allonsanfan” (1974), con una relectura del melodrama viscontiano desde la óptica de una consciencia histórica diferente. La película siguiente “Padre patrón” (Padre padrone, 1977), que ganó la Palma de Oro en Cannes, relata la lucha de un pastor sardo contra las reglas feroces de su propio universo patriarcal, mientras que “La noche de San Lorenzo” (La notte di San Lorenzo, 1982) narra en forma de fábula un acontecimiento marginal en Toscana poco antes de la Liberación. “Kaos” (1984) es una atractiva película de episodios -basada en “Novelle per un anno” de Pirandello- que alcanza su culminación poética en la magnífica aventura de la isla de la piedra pómez. A partir de ahí la inspiración de los Taviani procedió alternativamente, entre logros “Las afinidades electivas” (Le affinità elettive, 1996), adaptación de la obra homónima de Goethe, y guiños al mercado internacional “Good morning, Babilonia” de 1987, tropezando incluso con auténticos fracasos (la torpe reflexión sobre el poder corruptor del dinero en “Fiorile” de 1993 y la vuelta muy poco convincente a la obra de Pirandello con “Tu ridi”, 1996. Últimamente, estos directores han elegido la vía de la televisión, firmando una respetuosa relectura de “Resurrección” (Resurrezione, 2002) de su querido Tolstoi: el resultado es notable e indica un camino a recorrer para un cine que se puede expresar mejor fuera de las razones del cine comercial.

 

Accesibles en sus comienzos, se tornan complejos y “difíciles” para el público común y corriente que asiste al cine en busca de solaz y esparcimiento. Son tachados de pesimistas, catastrofistas y, lo peor, de: elitistas e indescifrables. Incómodos al sistema comercial. Pero, sin duda, son una opción de recuperación de valores éticos y, su mayor logro, marcan el paso de las vanguardias en el campo de la estética.

 

Con Liliana Cavani y Marco Bellochio, finalizaremos una etapa de un cine fascinante, comprometido y… político.

 

Autor: Rafael Fernández Pineda. Cancún, Quintana Roo. México.

fernandezpr@hotmail.com

 

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