Cine Político: Enfoques, Historia e
Ideologías (II)
Si bien los cineastas comprometidos con la
izquierda italiana se acogieron a una forma de autocrítica, señalando las
deficiencias e incapacidades del activista, así como la imposibilidad de
traspasar el círculo del poder para hacer “el cambio”, también realizaron una
labor intensa de proselitismo –muy válida- que acompañó y suscribió los cambios
políticos que posteriormente se dieron en Italia, donde el partido comunista
alcanzó el poder por medio del voto. Pero el cine siguió, en Italia, una
evolución mas complicada, en muchos sentidos.
El cine de esa época se nutrió de muchas
tendencias que reflejaban la complejidad política y social y no siempre fue
realizado por militantes, sin embargo tenía un contenido profundamente
político. Al respecto, el cine de Bernardo Bertolucci nos sirve como ejemplo,
ya que no tiende tanto a representar sobre la pantalla conflictos de orden
político (referidos a un momento concreto de la lucha de clases, por lo menos
no como lo planteaban sus colegas militantes), como a la exposición y análisis
de aquello que está precisamente detrás de un determinado comportamiento de
clase, ha saber: la ideología.
Bertolucci, hijo del poeta Attilio, al
principio se sintió también atraído por la poesía, pero en 1961 abandonó sus
estudios de literatura moderna en la Universidad de Roma para trabajar como
asistente de dirección de Pier Paolo Pasolini en "Accattone": debutó
con el largometraje "La commare secca", con argumento y guión de su
maestro, que también le ayudó a dirigir la película; al año siguiente dirigió
"Partner", versión libre de "El doble" de Dostoievski; En
1964 dirigió “Antes de la revolución” (Prima della rivoluzione), una de las
obras juveniles más intensas de esos años; En 1970 dirigió "La estrategia
de la araña" (Strategia del ragno) y “El conformista” (Il conformista), la
primera inspirada en Borges y la segunda en una novela de Moravia: se trata de
dos títulos fundamentales -según algunos críticos, los más inspirados- de su
filmografía, que anuncian la conocidísima "Último tango en París (Ultimo
tango a Parigi)" (1972), una de las películas de mayor éxito en la
historia del cine, que en Italia sufrió un sinfín de problemas con la censura.
En 1976 dirigió “Novecento”, una
película épica que narra las luchas de los campesinos en Emilia y que pretende
crear un gran fresco histórico. “La luna” (1979) es un melodrama atípico en el
que se mezclan la droga y el incesto con el fondo de la música de Verdi;
“Historia de un hombre ridículo” (La tragedia di un uomo ridicolo, 1981) es un
retrato agudo y penetrante de la contemporaneidad italiana, con tonos que van
de lo grotesco a lo desconsolado; Con “El último emperador” (L'ultimo
imperatore, 1989) gana de nueve premios Oscar entre ellos el de la mejor
dirección e inicia una trilogía de singulares realizaciones con el sello del
autor pero con resultados desiguales: “El cielo protector” (Il tè nel
deserto,1990) y “El pequeño Buda” (Piccolo Buda, 1993). En 1996 volvió a Italia
y filma “Belleza robada (Io ballo da sola), la delicada historia de una
iniciación sexual ambientada en una magnífica villa de la zona del Chianti, en
Toscana. En cambio “L’assedio” (1998) -rodada con un presupuesto limitado y
lograda precisamente por ello- relata la historia de un pianista enamorado de
su asistenta extranjera, que consigue conquistar el cariño de la mujer
vendiendo todos sus bienes para salvar al marido de ella, prisionero político.
En 2002 rodó en París “The Dreamers”,
una relectura muy personal de los temas relacionados con la rebelión juvenil de
1968. Actualmente sigue su carrera y anuncia para este 2007, “Bel Canto”.
La cuestión a considerar es el lugar que
ocupa el cine de Bertolucci dentro de la oleada del cine político surgida
durante esos años. Se puede decir que este cine, el de los 60’s y 70’s se
divide en dos grandes componentes, tanto desde el punto de vista de contenido
como del estilístico: el llamado “cine político” que pretende cuestionar el
sistema en que se desenvuelve, y el cine político “cívico o social”, limitado a
una constatación de la realidad en que se produce, sometido por lo general a
las coordenadas de la cinematografía tradicional. Hay quienes ven en el
carácter del cine de Bertolucci, un “cine de clase”, por su inserción en una
realidad de clase que es aquella a la que pertenece el propio autor. Aceptando
que, el origen de clase de la obra de arte sea indiscutiblemente, según
Gramsci, el mismo al que pertenece el intelectual o el artista que la realiza,
ello no representa de por sí un juicio de valor. El problema del cine político
no radica tanto en que éste parta de una realidad burguesa y que, a su vez, sea
ésta el objeto de su análisis, sino de la posición que adopten esas películas
respecto a la burguesía. En síntesis, se puede debatir si además de ser un cine
desde y sobre la burguesía, también es un cine para o bien contra la burguesía.
Aquí podríamos apuntar que el cine es un
arte de altos costos y extrema dificultad técnica. Pocos son los casos de cine
que se realizan sin el apoyo o participación de las burguesías poseedoras de
estos recursos. El cine es una industria de gran importancia económica, lo
mismo el llamado “cine comercial” que el “cine de arte”. Ambos deben
“recuperar” lo invertido para poder seguir existiendo. Quien provee los
recursos –el productr independiente, compañías, cooperativas, el estado o
mecenas particulares, etc.- también adopta una posición política o ideológica…
afectada por su origen principal, el económico y no al revés, como comúnmente
se piensa. Consecuentemente, y esta es una interpretación personal, Bertolucci
nos muestra, con su diversidad de temas y preocupaciones, que: todo el cine “es
político”.
Pero él no fue único, porque el fenómeno se presentó en una etapa
de transición, evolución y grandes cambios en la realidad y muchos otros
artistas hicieron el registro fiel y puntual de forma muy individual. En la
próxima entrega hablaremos de ellos: Marco Ferreri, Paolo y Vittorio Taviani,
Liliana Cavan, Marco Bellochio.
Autor: Rafael Fernández Pineda. Cancún,
Quintana Roo. México.