AQUELLA NOCHE

 

La noche de un día cualquiera, recordaba Brisa que corría el año 1981, la casa se hallaba en silencio, las luces ya apagadas, los niños, sus padres y esposo dormían plácidamente. Se recostó en la cama para fumar un cigarrillo, luego de la última pitada lo apagó ‚ y se deslizó ‚ sobre las sábanas hasta que su cabeza quedó apoyada en la almohada.

Estaba con los ojos cerrados esperando el sueño que como siempre tardaba en llegar.

De repente sintió que cerca, mejor dicho que a pocos centímetros de su cama alguien la observaba. Sin que ella lo hubiera oído llegar.

El temor se apoderó de Brisa, no atinaba a nada, quería gritar pero la voz no salía de su garganta, pensó‚ despertar a su compañero, tampoco podía hacer ningún movimiento.

En esta situación no pudo precisar cuanto tiempo transcurrió, tal vez segundos, minutos, o una eternidad.

Con el coraje que da el miedo lentamente fue abriendo los ojos y lo que vio no podía creerlo. La imagen de un hombre todo vestido de negro, con un atuendo que le cubría hasta los pies. Por las rendijas de las persianas se filtraban unos hilos de luz pero toda la habitación se hallaba a oscuras, a pesar de eso pudo ver sus ojos clavarse en los de ella.

Su mirada era muy dulce, su valor se aumentó aún más y estirando su mano tomó la perilla del velador y la oprimió con fuerza, cuando la habitación se iluminó aquella imagen se esfumó en el aire.

Es cierto el sueño siempre tardaba en llegar, pero esa noche tardó mucho más, se quedó‚ pensando en lo sucedido y no podía encontrar una respuesta coherente a todas las preguntas que se agolpaban en su mente.

Al llegar el día siguiente a nadie comentó‚ lo que había sufrido en la noche pasada. Pero aquella jornada fue larga y llena de inquietudes, a cada momento se repetían todas las escenas vividas en soledad y miles de preguntas rondaban dando vueltas y vueltas en su cabeza. ¿Vendrá ésta noche otra vez? ¿Quién es, qué quiere de mí, me hablará o se quedará callado?

Esperó‚ ansiosamente que se repitiera la rutina del hogar, la familia ya descansando. Se recostó‚ para fumar, y todo se repitió invariablemente, con la última pitada apagó el cigarrillo y se deslizó por las sábanas hasta que su cabeza quedó apoyada sobre la almohada y él llegó, nada cambió, todo fue igual, sin ninguna variación. Aunque ella no tuvo miedo, y levantando los párpados lo miró‚ un largo tiempo, prendió la Luz y se esfumó en el aire.

Desde entonces cada noche de cada día Brisa lo esperaba, ya sin miedo, tampoco prendía la luz para que se fuera, pues de todos modos el se marchaba cuando quería, en total silencio como al llegar.

Después de un par de años su vida dio un vuelco muy grande, por primera vez se separó de su madre y se fue a vivir a su propio hogar. Y a la nueva casa nunca fue a visitarla aquel ser tan increíble. Siempre volvía a aquel lugar, que era la casa de su madre, se quedaba a dormir y esperaba que él apareciera, pero ya no lo hizo nunca más.

Siete años después de haber dejado la casa de su madre para ir a vivir a su propio hogar, sucedió un acontecimiento que decidió a su hijo mayor a volver a la casa de la abuela.

Javier se enamoró de una niña, digo de una niña porque solo tenía catorce años de edad. El amor o la inconsciencia de la juventud los colocó después de más de un año y medio frente a una responsabilidad muy grande. Llegaría al mundo su primer hijo, Ezequiel, el primero pues luego tuvieron dos más.

A Marta que así se llama su nuera su padre la echó de su casa, a pesar de que su hijo quería hablar con él para casarse con su hija. Cuando su madre se enteró de lo sucedido le ofreció al nieto techo, abrigo y todo el amor para él, su mujer y su hijo.

Hace poco más de un mes y medio largo, fue a quedarse unos días con Ellos, ellos son: Javier, Marta, Ezequiel, Matías, Agustín y su madre. Una noche de esas se quedaron en el comedor después‚ de cenar, conversaban mientras tomaban mate, no sé por que razón la conversación derivó en hechos extraños que ocurrían en ese lugar y también en su barrio los había. De pronto su asombro no tuvo límite, cuando su nuera mencionó que a ella se le aparecía un ser muy extraño, no lo hacía todas las noches pero sí a menudo.

 Marta le dijo que nunca sintió miedo, su curiosidad se aumentó sobre manera, quería saber si era el mismo ser que tantas noches la había visitado a ella. Con cierto temor le preguntó‚ tímidamente:

-¿Cómo es él?

Entonces ella empezó a describir muy segura de lo que contaba, ya su asombro no tuvo límite al comprobar que se trataba de la misma aparición. Le dijo:

-Es un hombre de estatura baja, estaba vestido todo de negro y con una capa que le llega hasta los pies.

Volvió a preguntar ya mucho más intrigada:

-¿Te habló alguna vez, viste su mirada?

-No, no me habló en ningún momento, pero si pude ver su mirada por largo tiempo. Era muy dulce y parecía acariciarme con ella.

Por cierto comprobó‚ que se trataba de la misma visión, ya no tuvo dudas, no había sido un sueño suyo repetido por muchas noches en que el insomnio la atormentaba poniéndola muy nerviosa. No estuvo dormida en ningún momento, solo tenía los ojos cerrados, pero nunca lo oía llegar, presentía su presencia y su mirada sobre ella. De todas maneras, jamás podrán saber de qué se trata. ¿O tal vez sí?

 

Autora: Ariagna. Buenos Aires, Argentina.

margarbes@yahoo.com.ar

 

 

 

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