VISOESPACIALIDAD EN FACEBOOK: ¿ÁNGEL O DEMONIO?

 

Para iniciar con este análisis habría que delimitar de forma clara los alcances de la visoespacialidad como categoría de ordenamiento en facebook, pues si nos remitimos al concepto original de la oftalmología: la visoespacialidad es “el objeto en el espacio entendido no solo como el lugar donde está sino el tiempo del objeto en ese espacio. Tiempo de movimiento, tiempo de permanecer, tiempo en el cual, nuestros ojos deciden hacia donde ir y nuestras piernas o brazos esperan para ser accionado” [1] sin embargo lo que se pretende es analizar e identificar como la visoespacialidad funciona como régimen de datavigilancia [2] y ordenamiento en Facebook como escenario donde se disponen y visibilizan las personas de forma deliberada o inconsciente.

Para tal efecto, hay que separar por un instante a los dos componentes que integran este concepto para posteriormente alcanzar una asimilación holística de su significado.

En cuanto a lo visual podemos decir que es el régimen ocularcéntrico, reino imago que se ha constituido como la vía dominante de percepción, representación y abstracción; pues actualmente todo lo que es captado a través de los ojos está revestido de un halo de credibilidad casi irrefutable, ya que, si se lo puede ver es considerado como verdad y sino recordemos por un instante aquella frase de William Randolf Hearst: “envíame las fotos y yo produciré la guerra”[3]. Con este pensamiento queda de manifiesto que las personas poseen una necesidad imperiosa de ver las cosas para considerarlas como verdaderas

En otras palabras, al establecerse la sociedad actual como un cuerpo dominado por la imagen, esta encuentra el escenario perfecto para perpetuar su existencia, con la aclaración que no es una sola imagen la que se proyecta, difunde y reproduce, sino que son millones de imágenes digitales y análogas las que invaden el espacio público y hasta el interior de cada persona, las mismas que presentan una realidad alterna, mejorada e hiperbolizada que los seres humanos vivimos día a día; es decir que este conjunto de imágenes nos presentan un paraíso audiovisual donde los sueños, los anhelos, las esperanzas, lo inverosímil cobra vida y se vuelve el modelo vivencial percibido por el ojo, en forma de gestos, movimientos y ademanes que gracias a las tecnologías de la información y comunicación son hipervisibilizados en las pantallas de los televisores, smartphones u ordenadores y que tal vez se transformen en elementos o modelos sociales que son emulados por los públicos, quienes aseguran el predominio y perpetuación de la imagen, ya que esta se constituye como la ventana por la cual el ser humano tiene su primer acercamiento con el mundo exterior, permitiéndole conocerlo, transformarlo y extasiarse de su color, forma, quietud y su movimiento, por tanto “El siglo XX supone el triunfo absoluto de la imagen en sus diferentes versiones. Lo que antes había sido una manifestación elitista y casi marginal en la comunicación humana ha ido ganando protagonismo hasta llegar a desplazar a la tradición escrita a un lugar subordinado. Desde las producciones cinematográficas hasta la extraordinaria difusión de la fotografía, desde la omnipresente televisión hasta el descubrimiento del arte por el gran público, todo este universo de imágenes nos arrebata y nos inunda” [4]

Mientras que, la espacialidad se la podría entender como ese lugar seleccionado por la mirada para el emplazamiento de una persona o un objeto con fines determinados, es decir que este lugar es el sitio elegido para ser visibilizado desde un locus de enunciación de poder, decimos de poder pues desde esta instancia se determinará el emplazamiento del otro a manera de una estratificación societal tal como ocurre con el panóptico “forma luminosa que baña las células periféricas y deja la torre central opaca, distribuyendo a los presos, que son vistos sin que vean, y al observador cualquiera, que lo ve todo sin ser visto” [5]. En otras palabras, la espacialidad alude a ese lugar donde los sujetos son emplazados por intereses del poder, claro que la teoría del poder en el Facebook no se cumpliría literalmente, puesto que si bien esta plataforma nos permite verlo todo, no significa que existen celadores y reos que cumplen el rol de opresores y oprimidos, sino más bien coexisten personajes que disfrutan de ver y ser vistos.

Ahora bien, y retomando el concepto de visoespacialidad, podríamos entenderlo como el lugar donde se ubica a los sujetos por medio de la mirada y como este emplazamiento los estratifica en el mapa social.

Es así que para desarrollar esta premisa tomaremos a Facebook como el sitio donde se suscitan estos emplazamientos a través de la visoespacialidad de sus usuarios, pues en la contemporaneidad, donde las nuevas tecnologías de la información y comunicación han tenido un ascenso y difusión vertiginoso en la sociedad global, surgen la visibilidad e hipervisibilidad [6] como resultados del auge tecnológico, pues gracias a las NTIC las personas pueden verlo todo, pero al unísono son observadas en su mínimo detalle, tal como acaece con las redes sociales y de forma particular con Facebook, que se presenta como el gran escaparate de la vida de las personas: cumpleaños, festividades, eventos artísticos, momentos familiares, pasatiempos favoritos, entre otros son los detalles que se pueden encontrar en el perfil de los subscritores de esta red, la cual es definida por su inventor Mark Zuckerberg como “[…] una herramienta que permite tener una fotografía acertada de lo que está pasando en la vida de alguien. De cómo le van las cosas”[7], lo que facilita la tarea de vigilancia social, ya que al exponerse voluntariamente, la observación casi estaría legitimada socialmente, obligando a casi todos a inducirse en este juego de la sobre exposición y acusar de desubicado al individuo que no forma parte de esta red visibilizadora, que ahora incluso permite crear vínculos sentimentales, los cuáles serán más exitosos mientras se exponga a la persona y su intimidad a través de textos, fotografías y videos que serán una vitrina de exhibición de nuestra región posterior, aquella que antes era privada y tan solo era para nosotros, pues ahora esa zona íntima personal es la que se da a conocer a través de cualquier recurso audiovisual, fotográfico o multimedia. Entonces, podemos decir que “los individuos quedaron atrapados en un nuevo sistema de poder en el que la datavigilancia implica un medio de control. Dejaron de ser testigos del gran espectáculo desplegado ante ellos para, por el contrario, convertirse en objeto de múltiples puntos de mira que, a través del ejercicio diario de la vigilancia, les dispensaba de la necesidad de espectáculo”[8]; es decir, los sujetos que están insertos en este panoptismo se han convertido en el centro de atención, pues son ellos quienes con sus prácticas voluntarias o involuntarias de visibilización dan el espectáculo para el resto de personas que contemplan y sacian su hambre voyerista; en otros términos, el panóptico “ya no funciona sólo por control disciplinario, sino por fascinación y seducción”[9], tal como sucede con la televisión o como las salas de cine que, “sólo se basa en la alteración del sistema panóptico: ya no se trata de uno que ve a todos, sino de todos que lo ven a uno; en este aspecto, toda sala de cine obliga a ver, cosa que puede resultar dolorosa, como ya indicó Stanley Kubrick en La naranja mecánica”[10].

Entonces, diremos que los medios de comunicación con su surgimiento, evolución y globalización han permitido que las sociedades estén sometidas a una hipervigilancia continua que a veces será sutil o en ocasiones será frontal, pero a final de cuentas lo único que se ratifica es el fenómeno de hipervisibilización al que está expuesta la gente gracias al desarrollo tecnológico a nivel mundial.

En definitiva, Facebook es el mundo de la visoespacialidad, puesto que, sus usuarios se regocijan en ver al otro, tal vez con fines recreativos, quizá por vigilarlos o simplemente por ocio; no obstante, el ver y ser visto se convierte en una dinámica legitimada en la sociedad, claro que esta exposición icónica de las personas derivará en conductas, comportamientos y en conformaciones de grupos que poseen características en común, es decir que esta asociatividad se da en base a la visoespacialidad, pues al ver como se emplazan los sujetos en la esfera Facebook, se origina un fenómeno de atracción identitaria, ya que al compartir formas de exposición en esta red se originan vínculos visoespaciales, afectivos, culturales entre los subscritores de esta gran vitrina digital.

En definitiva Facebook está sujeta a la visoespacialidad como la orquesta a su director, pues la visoespacialidad se avizora como la normativa tácita que todos siguen porque la respuesta que tienen las personas está supeditada a lo que ven y donde lo ven, ya que la forma en que se ubican en esta ventana digital les permitirá establecerse como sujetos pertenecientes o no a grupos particulares, asimismo esta mostración voluntaria es captada por la visión de todos, provocando disímiles reacciones que pueden ir desde la aceptación, admiración, rechazo, empatía, o cualquier otra respuesta que sea producida por la imagen y ubicación del otro.

En síntesis la esfera Facebook se podría resumir con la frase “veo y luego existo”

 

Bibliografía:

1.       Carulla Monserat, Visoespacialidad: ¿Para qué?, Bogotá, en http://www.susmedicos.com/art_visoespacialidad.htm

2.       Deleuze Giles, Foucault, Barcelona, Paidós, 1986.

3.       Ford Aníbal, La marca de la bestia: Identificación, desigualdades e infoentretenimiento en la sociedad contemporánea, Bogotá, Editorial Norma, 2001.

4.       Imbert Gérard, La sociedad informe: Posmodernidad, ambivalencia y juego con los límites, Barcelona, Icaria, 2010.

5.       Mattelart Armand y Mattelart Michelle, Historia de las teorías de la comunicación, Barcelona, Paidós, 1997.

6.       Pérez Jiménez Juan Carlos, Imago Mundi: La cultura audiovisual, México DF, FUNDESCO, 1996.

7.       Ramonet Ignacio, La golosina visual, Madrid, Editorial Debate, 2000.

8.       Thompson John, Los medios y la modernidad: Una teoría de los medios de comunicación, Barcelona, Paidós, 1998.

9.       Varela Julia, edit., Sociología e información, Madrid, La Piqueta, 2002.

10.    Winocur Rosalía, Robinson Crusoe ya tiene celular: la conexión como espacio de control de la incertidumbre, México DF, Siglo XXI Editores, 2009.

 

 

Autor: Lcdo. Lenin Alejandro Carrera Oña. Quito, Ecuador.

 alejokyl@hotmail.es

 

 

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