Mi Primer Paseo.
Este cuento aparece a raíz de un paseo escolar,
organizado por la Institución donde la niña Rafa, de ocho años
de edad, mi nieta, estudia con mucho éxito; se propone narrar tal cual
las aventuras por las que ha pasado desde el inicio, con sus nervios puestos de
punta, por ser la primera vez que sale con sus compañeros y compañeras a una
sana distracción en el campo.
Así mismo, narra sus primeras e inquietantes
impresiones, hasta llegar al momento más sublime del paseo, el mismo que la
sume en un momento de profunda alegría y felicidad plena.
Hoy, desde que desperté, una emoción muy grande me
inquietaba.
Hoy, lunes 10 de julio del 2023, por primera vez, pude
realizar un paseo campestre al Fundo San Vicente de mi ciudad.
En la puerta del colegio, nos esperaba un inmenso bus,
que trasladaría al grupo de veintiocho niñas y niños. En forma ordenada, la
Miss, nos hizo subir y tomar el asiento respectivo, no sin antes recibir las
indicaciones de seguridad que deberíamos tomar en cuenta, para no sufrir algún
contratiempo.
Salimos a las 8.30 de la mañana y de inmediato, empezó
a manifestarse la algarabía, es decir, cada quien
quería expresar sus inquietudes, por lo que la Miss tuvo que intervenir
diciéndonos que mantuviéramos calma; sin embargo, se podían escuchar
comentarios de los compañeritos que viajaban en la parte posterior.
Llegamos a las 9.15 de la mañana al Fundo nombrado.
Todos nos encontrábamos muy contentos y felices por ser la primera vez que, en
grupo salíamos a este recreo grande, como lo habíamos llamado; sin embargo, el
nerviosismo invadía mi tranquilidad; en todo momento traté de permanecer serena pero, no pude controlar mi alegría, era algo que
invadía mi interior.
Al comienzo me entró un miedito, después se me pasó,
lo mismo les ocurriría a todo el grupo, poniéndose
nerviosos pero, contentos con una alegría desbordante.
Al llegar, nos encontramos con un inmenso campo, con
muchos árboles de gran tamaño, así como diversidad de muy bonitas flores;
también, pudimos ver gran cantidad de animales de diversas especies, cada
especie en su respectivo lugar con un espacio suficiente como para que se
pudieran desplazar cómodamente.
Lo primero que nos hizo hacer nuestra Tutora, señorita
Rossy, fue hacernos tomar nuestros alimentos, para
que tengamos energías, -nos dijo-, y, seguidamente, haríamos el respectivo
recorrido por todo el parque
Empecé a divertirme de la mejor manera, gozando de la
presencia de infinidad de animales de diferentes razas. Pude ver vaquitas,
toros, cabritas, ovejitas, algunas con sus crías; también pude ver y acercarme
a ellos y darles de comer la alfalfa que el granjero me alcanzó, llenándome de
nervios, un cebú, animal que me impresionó por una cosa sobresaliente en su
lomo, después supe el nombre, es la “giba”.
Fue muy divertido ver tantos animalitos encerrados en
un inmenso establo, donde cada uno permanece en su respectivo lugar, sin que
nadie molesté a nadie; es decir, sólo están los de su misma raza y especie;
pude ver que había orden entre tantos animalitos y lo que más me gustó es un
caballito pequeño y otros grandes, pudiendo un señor que cuida el establo
ayudarme a montar en el caballito pequeño para cabalgar; al inicio me dio
cierto temor pero, poco a poco se me pasó ese miedo.
Al ver las vacas, me acordé cuando yo era más pequeña,
pude ver cómo le sacaban la leche de sus mamas que son grandes, fue
impresionante. Me gustó cuando pasamos un puente de madera sobre una acequia
muy ancha que se movía fuertemente al momento de pasar al otro lado, esto nos
divertía mucho.
He podido observar animales pequeños como, cuyes,
conejos; había animalitos que trepaban los árboles, la Miss nos dijo que se
llamaban ardillas, cuando nos quisimos acercar, se corrieron como asustadas.
Intempestivamente las alegrías se estaban terminando,
porque, la Miss nos llamó a todos los compañeritos para que estemos juntos y se
procedía a dar por finalizado el paseo; así mismo, nada entendíamos de lo que
estaba pasando, porque hablaban en forma misteriosa y en voz baja; una de
ellas, con voz quebrantada, como queriendo llorar nos dijo: ya es hora de
irnos, nada más.
Nos embarcamos con el debido orden, comentando lo que
cada una de nosotras había experimentado, pero, después, todo se convirtió en
silencio sepulcral, hasta llegar a nuestro colegio
Había un misterioso silencio que reinaba en todo el
recorrido de retorno, algo pasaba, no sé qué… En los siguientes días había
cierta inquietud por querer saber respecto a aquel misterioso silencio al
retorno de nuestro paseo, no logramos respuesta alguna; es decir, nunca nos
enteramos de aquel misterio que a todos inquietaba, tal es así que, hasta los
profesores que no habían participado de la excursión también trataban de
enterarse. En fin, algún día se sabrá, no hay nada oculto bajo la luz del sol,
salvo El santo grial o la copa de “La última cena” que Jesucristo utilizó, no
se sabe dónde está, ni quién la tiene.
Autor: R. R. B. (Rafa)
Enviado por: Héctor
Paredes Cuadros. Arequipa, Perú.