La niña solitaria perdida en el bosque.
Había una vez una niña llamada cielo que vivía en el bosque, era amiga
de todos los animales, en especial de un mono chango; Ella le llamaba Roqui, Iban de un lado para otro, siempre juntos. Cielo
tenía una casita en medio del bosque, rodeada de árboles, flores y muchos
pajaritos que alegraban todas las mañanas y tardes con su canto; a la hermosa
niña que cantaba y bailaba junto con su mono, parecía como si hablara su
idioma, pues todos le obedecían.
Un día por la tarde, Cielo
decidió salir a recorrer el bosque acompañada de su amigo Roqui,
se fueron caminando por un camino un poco cerrado por hierba y árboles; se
alejaban cada vez más de su casita. Cuando quiso regresar ya era de noche, así
que se dispuso a buscar un lugar donde quedarse. Siguieron caminando, cuando de
repente, vio un lago maravilloso, donde la luna y las estrellas se reflejaban
en el agua cristalina; era un espectáculo increíble que jamás había visto,
volviéndose a su amigo le dijo:
Ya viste amigo qué lindo es
todo esto, ¿Qué te parece si hacemos un campamento?
¡Sí!, contestó muy
emocionado, haremos nuestra casita para dormir de ramas para que no nos de
frío.
Cielo dijo: también haremos una fogata, pescaremos en el lago y
asaremos los peces.
Se dispusieron a preparar su casa de acampar, en seguida
encontraron dos varas que servirían para la pesca. Cuando ya habían preparado
su dormitorio y hecho la fogata, se dirigieron al lago para pescar. Cielo se
sorprendió al ver tantos peces de mil colores.
Cielo dijo:
“Creo que este lago es mágico, pues al fondo se ve como se mueven
los peces, las piedras parecen perlas, el agua hace burbujas al chocar con
ellas, los peces dan vueltas y vueltas como si dieran gracias por tan
maravilloso lugar”.
Cielo levantó la mirada un poco triste, pensando que tal vez este
sitio pronto desaparecería, pues la contaminación incontrolable que hay en el
mundo acabaría con toda la naturaleza, pero pronto bajó la mirada; Viendo a su
amigo como se divertía, con las hojas, las flores y el pasto que había
alrededor, entonces decidió jugar con su amigo y disfrutaron de todo mientras
existiera, jugaron hasta la media noche, el cansancio los hizo ir a dormir.
Al otro día, cuando empezaba a amanecer, el sol hizo
despertar a Cielo; en seguida se puso de pie observando como todo tomaba color
en ese lugar. No se cansaba de observar tan bello espacio.
Llegó el momento de marcharse, dirigiéndose a su amigo le
dijo:
“Es tiempo de regresar a casa”.
Roqui dijo:
¿Crees que podríamos quedarnos un tiempo más?
Cielo respondió:
“Creo que no, pues pronto vendrán las lluvias y no tenemos
donde refugiarnos. Vámonos”.
Dirigiéndose al camino, se detuvo un momento viendo varios
senderos; de repente le entró la duda por cual camino irían, se puso la mano en
la frente, diciendo:
“Creo que estamos en un gran conflicto, ahora no sé por cual
camino ir”.
Roqui dijo:
“¡Chanfle! ¿Y ahora qué aremos?”.
Cielo dijo:
“Tenemos que encontrar la solución, nos tenemos que acordar
por cual camino entramos”.
Roqui dijo:
“Cuando llegamos era de noche, será muy difícil saber cuál
era, parece un arcoíris de caminos, pues cada uno tiene flores de diferente
color”.
Cielo dijo:
“¡Eso es, cómo no me había fijado en eso!,
solo tenemos que acordarnos de qué color eran las flores del camino por el que
entramos”.
Cielo detuvo su mirada, recorriendo uno a uno los caminos,
de repente abrió sus ojos grandes, cuando vio un árbol gigante que atravesaba
sus raíces por uno de los senderos.
“Sí, ahora recuerdo que el camino por el que llegamos, estaba muy cerrado por hierba y árboles”.
Roqui dijo:
“¡Tienes razón!, recuerdo que en esa raíz nos detuvimos”.
Cuando cielo vio el rastro, caminó hacia el sendero tomando
la misma posición en la que llegaron. Miró el lago diciendo:
“Desde aquí vimos las estrellas y la luna como se reflejaban
en el agua, ahora es el sol el que se refleja dándole vida al lago y a las
flores, se ven las ranitas como se acomodan en las piedras que están alrededor
de la laguna para tomar el sol, miles de pajaritos de diferentes especies y
colores cantan, se siente el calor del sol que poco a poco hace que las flores
despidan su delicioso aroma; las mariposas van saliendo de entre los árboles y
matorrales enredados unos con otros, como si formaran cuevas entre ellos, donde
se esconden animales diferentes, como armadillos, conejos, zorros, que salen a
tomar agua y a buscar alimentos”.
Cielo respiró profundo, llenando sus pulmones de oxígeno limpio y
fresco, volteó mirando a su amigo junto a ella, le tomó la mano haciendo una
reverencia con mucho respeto y amor a la Naturaleza; Se dieron la vuelta y se
echaron a correr, coleccionando piedritas y flores silvestres que encontraban
por el camino.
De repente, Roqui tropezó, encajándose
una espina en la pata, impidiendo que siguiera caminando.
Cielo dijo:
“No te preocupes amiguito, yo te cargaré hasta llegar a casa para
sacarte esa espina”.
Cielo no había caminado mucho y ya no pudo dar un paso más,
bajando a Roqui de sus brazos le dijo:
“¡Amigo, sí que pesas mucho!, tomaré un descanso y te vuelvo a
cargar”.
Roqui dijo:
“Yo creo que no es necesario que me cargues, si me tomas de un
brazo podré caminar con un solo pie”.
Cielo, con una sonrisa dijo:
“De acuerdo”.
Siguieron caminando sin
dejar de disfrutar la naturaleza, entre risas y juegos, por fin llegaron a
casa, Cielo puso un banco para que su amigo se sentara, y se dispuso a
revisarle la pata; al poco rato le encontró la espina, la retiró y curó la
herida. Roqui quedó como nuevo, solo reposó un rato y
volvió a correr y saltar como si nada le hubiera pasado.
Cielo dijo:
“Qué paseo tan lleno de aventuras hemos tenido, es hora de
preparar la cena; prepararé unos ricos camotes para Roqui
y para mí, a mis amigos los pajaritos les daré semillas, así todos comeremos
muy felices”.
Todos comieron y disfrutaron aquella cena tan deliciosa, así
vivieron por siempre felices y unidos.
Moraleja: Cuando una amistad es
verdadera se puede disfrutar de las cosas que tenemos a nuestro alrededor y
superar cualquier problema que se nos presente.
Autora: Teresa de Jesús Madrigal Garibay. . Colima, Colima.
teresadejesusgaribay@gmail.com