Para Andrea Romero, con mucho cariño y
de corazón.
Eres así, como el sol y la luna al mismo
tiempo,
como una lluvia en medio del desierto;
como una nube que me brinda protección,
como una brisa fresca que da alivio a mi
corazón.
Eres como un ave que vuela junto al río,
mientras dejas tu canto sobre los
vientos,
con el cual se concede paz más allá del
firmamento;
la cual perciben aún los que están
muertos.
A pesar de los campos y océanos que nos
separan,
cuando sonríes, oh mi ángel, se alegra
mi alma;
porque aunque no estemos cerca en este
suelo,
ambos vivimos bajo un mismo cielo.
Eres la reina de la eternidad,
una luz que jamás se apagará;
una estrella que siempre brillará,
eres quien me da dicha y felicidad.
Eres como esos campos que cubiertos de
trigo,
deslumbran con su belleza a todo ser
vivo;
eres como aquella flor caída de los
cielos,
que al llegar a la tierra ha traído
consuelo.
Le he preguntado a un ángel si en la
tierra aún hay belleza,
quien me dijo: ay, si lo supiera;
pero al volar hacia los cielos y
preguntárselo a nuestro padre,
el le dijo: tú la conoces, su nombre es
Andrea.
Por eso es que siento,
que entre la tierra y los mares,
los cielos y los ríos,
no hay nada más hermoso, que cuando
estoy contigo.
18.01.2010
Autor: Mauro
Muscari. Buenos Aires, Argentina.