Epistolario personal y reflexiones.
Por Dr. Francisco Alsina, San Juan, Argentina.

Invitado por Bulmaro, a quien agradezco su confianza en mí, les remito en este correo que cuenta con la correspondiente autorización de la señora Teresa Ballo, dama española que tuvo a bien extenderla sin dificultad alguna, ante mi petición.
Este correo forma parte de mis recuerdos al poco tiempo de quedar ciego en 1999, luego que me inicié en la internet, en el año 2000.
Consideren a éste como un aporte personal que abro explícitamente al conocimiento y opinión de todos ustedes, donde manifiesto mi razonamiento experiencial ante un acontecimiento inesperado y menos deseado que se presentó en mi vida y cambió todos mis planes de futuro.
Según las expectativas generadas por las opiniones de los oftalmólogos antes de las operaciones quirúrgicas, quince o 20 días después de las mismas podría ver, no como antes pero tampoco solamente como la visión bulto,
clasificación de la que tomé conocimiento después de operado.
El hecho que narro en mi correo dirigido a Teresa Ballo data del periódo comprendido entre la segunda y tercera operación, a las que sucedieron otras tres, aunque el razonamiento aludido fue mucho más lerdo y data después de
la sexta operación y marzo del año 2000.
Me queda por aclarar que antes vivía en Río Grande, Provincia de Tierra del Fuego y ahora y aunque transitoriamente, lo hago en San Juan, Provincia de San Juan, y que la dirección electrónica actual es:
Alsinaf@uolsinectis.com.ar
Donde quedo a las órdenes de todos ustedes.
A continuación pego la correspondencia referida:

Sent: Saturday, December 29, 2001 12:23 AM
¡Permíteme algo más!

¡Hola Teresa! Quizás ni te imagines la satisfacción que encontré en tus palabras porque dentro de la simpleza de tu mensaje se traslució para mí la grandeza del alma que supo descubrir detrás de mi correo a un ser humano,
como lo somos todos los discapacitados. Mira, cuando una de esas noches de pesadillas que tuve al comienzo me desperté y levanté sin reconocer donde estaba y que solo sabía que estaba de pie porque sentí el piso en las
plantas de mis pies pero no veía nada ni sabía hacia donde ir, ni la hora que era, nada de nada, solo un vacío lleno de oscuridad y de silencio, me desesperé tanto que empecé a los gritos. Más tarde, cuando ya pude razonar
un poco me preguntaba que habría hecho tan malo en mi vida para que Dios me castigara así. Después de mucho razonar y meditar, hoy, le doy gracias a Dios porque me ha mostrado un mundo nuevo en el que también puedo amar a mi prójimo brindándoles mi servicio destinado a su bien. No sé quién es mi prójimo, ni donde está, pero lo adivino allí, detrás de esta oscuridad que me rodea y, sin conocerlo lo amo, porque se que en lo más íntimo de su
ser, necesita sin pedir, grita sin gritar, llora sin llorar y tiene una enorme esperanza de que se le reconozca y trate como un ser humano distinto, no solo de carne y huesos, sino también con inteligencia, voluntad, emociones y
fundamentalmente vida que quiere vivir. Si el resto del mundo se dá cuenta de esto, los discapacitados habremos dado un paso maravilloso hacia la plenitud de nuestras vidas, distintas, es verdad, pero no menos llenas de
alegrías y oportunidades que valen la pena vivirse. Dejaremos de ser objeto de lástima, de indiferencia, de segregación o de justificación para ciertas actividades de investigación como especímenes raros, para transformarnos en verdaderos actores de nuestras propias vidas, interactuando en plenitud de
dignidad, incluso con quienes pueden llevar una vida normal. Quizás tu te preguntes porque te cuento esto a tí. Pués porque adivino que tu eres una persona normal y vuelvo a repetir algo que ya dije anteriormente, no le tengo miedo a las palabras, tuviste la valentía y el sentido común de escribirme y si es cierto lo que adivino, el término
normal no lo uso con ningún tipo de despecho sino porque efectivamente entiendo que eres así pero, y he aquí lo importante, te has comportado como mi prójimo y como tal también eres objeto de mi amor fraternal.
Espero que me entiendas como me parece que entendiste el mensaje que le mandé a Puni. Aprecio tu voluntad de comunicarte conmigo y te reitero que me ha hecho mucho bien tu mensaje. Esperando que no sea el último contacto, te saludo afectuosamente. Francisco alsina, Río Grande, Tierra del Fuego, Argentina.
Desde España te devuelvo el saludo, tras volver de vacaciones. He permanecido quince días en Túnez. Me gusta frica, continente devastado por la avaricia de los países que le tuvieron bajo protectorado, dejándolo luego
caer en la desolación por no haberles enseñado a funcionar con autonomía. Túnez es de los pocos que ha sabido amoldarse con tolerancia a las necesidades que requieren las nuevas sociedades de forma que se ven tan
distintas formas de evolución de la cultura musulmana que te permite sentir como podemos convivir siendo tan distintos en armonía. Esto que te cuento me parece que tiene un paralelismo con la discapacidad: todos, individuos y colectivos la padecemos, generada y ampliada por el mismo hecho de vivir y por el estado del conocimiento,
tanto nuestro como ajeno, sobre cómo afrontarla y evolucionar desde ella en autoconocimiento, comprensión de los demás y sabiduría y autonomía que la aceptación del sufrimiento nos facilita para trascender nuestros propios
límites. Tú, tras haberte adaptado a tu limitación, utilizas la tecnología para lograr el máximo de tu autonomía y hablar en el mundo sin fronteras que te proporciona Internet y tocando el corazón de los demás. Eres un claro
exponente de amor, comprensión y aceptación de nuestras limitaciones. Te felicito. Francisco sigue evolucionando para lograr ser el faro aunque no veas la luz. Muchas gracias por haberme hecho vibrar en tu experiencia.
Teresa Ballo Hasta aquí la correspondencia. Cordialmente, Francisco Alsina, San Juan, Argentina.

Febrero de 2003.

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