EL VERDADERO REY

 

Siempre se dice que el hombre es el rey de la naturaleza y por extensión el soberano en su hogar. Quizá en tiempos no muy lejanos así fuese, pero en la actualidad otra cosa ocurre.

 

En nuestra sociedad hoy son los hijos y no los padres quienes encuentran en la casa un verdadero hotel cinco estrellas. Muchos de ellos tienen En el cuarto televisión, equipo de sonido, teléfono y zona de alimentación. Los que no, encuentran tales servicios en espacios comunes del establecimiento.

 

No tienen que preocuparse por artículos de aseo ni por vestuario o calzado. Todo corre por cuenta de sus padres o tutores, quienes diariamente evalúan tales necesidades y las cubren antes de que los “pequeños amos” ni siquiera las noten.

 

Y ni qué decir de los recursos para que ellos puedan cumplir con sus compromisos académicos, sociales o recreativos: pasajes, fondo para regalos, presentes o cumplidos, materiales de estudio como libros de texto o fotocopias, Internet, CDs, telecomunicaciones, etc. El computador, los juegos virtuales, los implementos deportivos e incluso la bicicleta, moto o auto también se deben considerar como algo urgente a proveerles para que alcancen los logros propuestos.

 

Claro que lo anterior sólo consta como un rubro en las finanzas paternas.

 

En este maravilloso hotel el servicio al cuarto está al orden del día: en la mañana incluye despertador puntual, cariñoso y persistente.

 

A la hora que lleguen, sea al mediodía o en la noche encuentran su cama hecha, la ropa limpia, planchada y en su lugar. El polvo es retirado cada mañana sin falta, y la ropa sucia desaparece como por encanto. Los artículos que en la mañana dejan desparramados por todas partes son puestos diligentemente donde les corresponde.

 

A cualquier hora que lleguen se les ofrece una bebida fría o caliente según la ocasión, y la comida siempre está lista, caliente y al gusto. Ah, y el servicio incluye recogida y lavado de la loza.

 

Y qué decir de los costos ínfimos que tiene este servicio sin igual: que estudien, que se formen para su propio y único beneficio... es decir que en un mañana puedan tener asegurado el futuro.

 

Pero en muchos casos, se diría que no todos pero sí en la mayoría de ellos, los “pequeños amos”, ¿o sería mejor decir tiranos?, son exigentes, desagradecidos y altaneros.

 

Ellos no ocultan que se creen de mejor clase que sus progenitores, ¡y con el derecho para reclamarles y echarles en cara que bastante tienen con sacar buenas notas!

 

Pregunto ¿qué pasó con los alegres encuentros familiares en la mesa donde se compartía penas, incertidumbres y alegrías?

 

¿Dónde quedó el armonioso trabajo de equipo y las jornadas familiares de fin de semana para hacer arreglos y mejoras en casa?

 

¿Dónde fue a parar el respeto y agradecimiento por el sacrificio y las largas jornadas de los viejos que con tanto amor nos ponen todo en la mano?

 

Y como si fuera poco, esos beneficiarios del sudor y esfuerzo de los enjutos padres, ni siquiera llevan por unos minutos en sus hombros el féretro de quienes en vida ofrendaron sangre, sudor y lágrimas para que ellos llegaran donde hoy están. ¡Y después de las exequias van a reclamar herencia!

 

Cuanto daño les hemos hecho al permitir que crean que tienen sólo derechos y no deberes.

 

Autor: Rubén Darío Montoya N. Medellín, Colombia.

sinlimites1410@yahoo.com

 

 

 

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