EL PERDÓN
Por Sandra Patricia Aguilar Núñez.
Señor, no soy lo que quiero ser.
Seguramente no soy lo que debo ser,
pero gracias, gracias infinitas,
porque hoy por hoy,
ya no soy lo que era ayer.
EL RESENTIMIENTO.
El resentimiento es el veneno que uno se toma,
pensando que hiere al otro.
De acuerdo con Raquel Levinstein, el resentimiento como su nombre lo indica, es: VOLVER A SENTIR, es decir traer el pasado al día de hoy.
Cuando volteas al ayer para aprender de él, es cuando aprendes, es tu mejor universidad. Pero cuando volteas al ayer para contaminar el presente, es simple
y sencillamente resentimiento.
El resentimiento no discrimina tiempo. Se nutre del pasado, a donde va a llenarse de vergüenza, de odio y de dolor y, corre angustiado. Llevándote de la
mano hacia el mañana atemorizado por lo que aún no llega.
El resentimiento pone en marcha la actividad caótica y destructiva de la mente, una y mil veces, tantas como el resentimiento navegue por el mar infinito
de tus sentimientos y emociones.
El resentimiento no tiene perspectiva de comparación, simplemente vuelve a vivir el ayer, te hace resentir el pasado, contaminando tu hoy. (Magnificando
el evento).
El resentimiento prolongado, debido a un daño que no podemos olvidar, es una toxina que envenena no solamente la memoria de la persona, sino también a todo
el sistema humano, Envenena la vida de tribus, de naciones, de familias, de amigos, así como la vida de individuos lastimados. Del resentimiento se pasa
la animosidad y de esta a la rabia, la que puede enloquecer a la gente.
PERDONAR
Perdonar a los demás es el primer paso, para perdonarnos a nosotros mismos.
Gerrald G Jaamposlsky se refiere a la oportunidad de perdonar de este modo:
Perdonar nos libera; detiene nuestras propias batallas interiores nos permite dejar de reciclar nuestra ira y la culpa.
Perdonar nos permite saber quiénes somos realmente. Con el perdón en nuestro corazón podemos experimentar nuestra verdadera esencia como amor.
Perdonar es la mejor medicina para sentirnos fundidos en uno solo con los demás y con todo lo que es vida.
Perdonar tiene el poder de curar tanto la vida interior como la vida externa; puede cambiar el modo de vernos a nosotros mismos y a los demás, cambiar la
manera en que experimentamos al mundo; y eliminar de una vez y para siempre los conflictos internos que arrastramos día a día.
Perdonar es un proceso transformador; en un abrir y cerrar de ojos podemos liberarnos del paradigma que hemos construido alrededor del mundo exterior, que
nos propone la necesidad de buscar fuera de nosotros la verdadera felicidad.
Perdonar es sentir la compasión, la ternura, y la consideración que siempre están en nuestro corazón, sin importar lo que pueda ocurrir en ese momento en
el resto del mundo.
Perdonar es el camino para llegar a la paz y felicidad internas, el camino que conduce al alma.
A través del perdón recibimos todo lo que puede anhelar nuestro corazón; quedamos liberados de nuestros temores, de la ira, y del miedo para experimentarnos
como uno solo con los demás y con nuestra fuente espiritual.
Lewis B, Smedes describe cuatro etapas del perdón:
La primera etapa es el dolor.
Cuando alguien te causa un gran dolor es difícil que lo olvides.
La gente nos lastima porque cree que nos lo merecemos, su intención es la del castigo justo o daño.
Las personas lastiman compulsivamente. Cuando un borracho o un drogadicto lastima a otra persona por su compulsión a una adicción.
Las personas lastiman por excesos de sus problemas. Nuestra intención no es lastimar a las personas, que parecen estar en el lugar y tiempo equivocados.
Las personas nos lastiman con sus buenas intenciones. A veces cometes actos que en lugar de ayudar a la gente la lastimas. Una vez invité a una amiga a
dar un curso, tiene la capacidad para hacerlo y le iba "llegar un dinero extra" resulta que la persona que nos tenía que pagar el dinero se puso celosa
de ella porque su pareja la elogió demasiado, y la molestó tanto con sus actitudes que terminó por rechazar el pago del servicio ya dado.
La gente nos lastima con sus errores. Los médicos, quieren curar a sus pacientes; los maestros queremos ayudar y educar a nuestros alumnos; el abogado pretende
ayudar al cliente, sin embargo, nuestros errores profesionales lastiman al otro.
Todas estas son heridas injustas.
La segunda es el odio.
A veces odiar nos hace sentir tan mal, que lo niegas, lo escondes en lo más profundo del alma y para ir al camino del perdón debes de reconocer el odio
como parte de tu esencia humana o de estar vivo, de sentir; si no reconoces tu odio o tu rencor ¿ Cómo vas a perdonar? Lo malo es dejar que ese odio crezca
dentro de ti y te envenene el alma y enferme tu cuerpo físico.
Infierno o libertad, resentimiento o perdón.
La tercera la curación.
El autor refiere que mires con "ojos mágicos" a la persona y saque de la memoria la acción que hizo en tu contra, separa a la persona que te ocasionó el
daño, toma el dolor que sientes y déjalo ir como se escaparía una mariposa en tus manos.
Yo pienso que no debemos usar los "ojos mágicos", sino los ojos de la realidad, que asumamos el evento desde su verdadera dimensión de las cosas, aceptando
la responsabilidad de nuestra participación en el evento y llenarnos de poder al dejar de ser víctimas. Es difícil y doloroso, pero no imposible.
Cuando perdonas a alguien dice el autor por haberte lastimado, realizas una cirugía espiritual dentro de tu alma, cortas el mal para poder ver a tu "enemigo"
a través de la mirada mágica (yo creo debe ser la real) que cura tu alma.
También dice, y con eso estoy de acuerdo; el primer regalo que obtenemos en una nueva forma de percepción.
Cuando perdonamos a la gente, gradualmente empezamos a ver una verdad profunda que subyace de ellos, una verdad que nuestro odio no nos permite ver, una
verdad que solo podemos vislumbrar cuando podemos, hacemos una separación de lo que ellos y lo que nos han hecho.
Cuando el perdón nos hace vislumbrar la verdad de nuestros enemigos hace que un nuevo sentimiento hacia ellos nazca en nosotros.
Sabrás que el perdón ha empezado, cuando recuerdes a aquellos que te han lastimado y sientas el poder de desearles el bien.
La cuarta La reunión.
La sinceridad y la honestidad de las dos partes son fundamentales en esta etapa. Debes ser sincero hacia lo que has sentido, Debe haber una comprensión
hacia la realidad que produjo el daño, deben ser sinceros hacia lo que van a escuchar.
Debe haber sinceridad hacia el futuro compartido. El autor refiere que hay teólogos que refieren que si la reunión no se hace, el perdón no se completa
y pone de ejemplo Paul Tillich quien dice que: "El perdón genuino es participación, reunión que vence el poder de alejamiento". "El perdón no se cumple
sino hasta que la gente se reúne en una relación renovada".
Puede ser una reunión física o espiritual. El acercamiento puede ser real o imaginario.
EL autor dice que el perdón no se termina cuando la gente a la que hay que perdonar ha muerto, No estoy de acuerdo. Tuve una experiencia personal que me
lo demostró: Mi abuelo había muerto hace ya tiempo. Él quiso alguna vez abusar de mí, hubo manoseo y ciertas caricias, pero no llegó a más. Por algún tiempo
me sentí realmente ultrajada, violada, (magnifiqué el evento). Yo no me le acerqué más. Una tarde practiqué un ejercicio sobre el perdón; en una parte
del ejercicio tenía que abrazar a la persona, sencillamente no pude y lloré al darme cuenta de la poca capacidad que tenía para perdonar. Al llegar a mi
casa ya noche, volví a hacer el ejercicio y con toda mi voluntad por enfrente abracé a la persona. Me dolió y me costó trabajo pero elegí perdonar. (Por
eso perdonar es un acto volitibo o voluntario). En eso sentí como una sensación de paz envolvía mi cuerpo y mi espíritu. Y creo que mi espíritu quiso más
de eso, porque empezaron a presentarse una serie de personas ya muertas entre ellas el abuelo pidiendo perdón ante mí. Me pasé toda la noche conversando,
perdonando y también yo pidiendo perdón. A la mañana siguiente estaba cansada pero con una paz interna increíble.
"La amabilidad y la ternura son hermanas del perdón".
Gerald G. Jampolsky el Perdón se da en dos momentos: Etapa de preparación y modificar creencias.
El autor propone pensar en estos puntos al momento de meditar, para lograr la paz y armonía:
Mantente abierto a la posibilidad de modificar lo que piensas sobre el perdón.
Aceptar, considerar que no eres sólo un cuerpo, sino un ser espiritual que vive temporalmente en un cuerpo.
No valores la autocompasión.
No valores ser una persona que reparte culpas.
Elige ser feliz en lugar de "tener la razón".
Disponte a dejar de ser una víctima.
Haz de la serenidad de espíritu tu única meta.
Considera que cada una de las personas con las que te encuentres, es un maestro del perdón.
Convéncete de que aferrarte a agravios y pensamientos rencorosos es una manera de sufrir.
Reconoce que el dolor emocional que sientes en ese momento es ocasionado por tus pensamientos.
Convéncete que tienes la oportunidad de elegirlos pensamientos que albergas.
Convéncete de que aferrarte a la ira no te traerá lo que realmente quieres.
Convéncete de que te beneficia tomar decisiones basadas en el amor y no en el miedo.
Convéncete de que no hay valor alguno en castigarte.
Convéncete de que mereces ser feliz.
En lugar de creer que las personas te agreden, piensa que se sienten temerosas y que te están pidiendo ayuda para amar.
Busca valor para renunciar a todas tus críticas.
Cree que el amor es la medicina más poderosa que hay en este mundo.
El paso de la acción: elegir el perdón.
La palabra clave aquí es la voluntad, para transformar tu ira en amor, buscando la ayuda de tu fuente divina; ya no meditando sino actuando sobre estos
puntos.
Decide que no vas a sufrir por el boomerang de tus pensamientos rencorosos. Puede resultar útil escribir una carta a una persona que deseas perdonar, Expresa
tus sentimientos y luego romperla.
Puede resultar curativo escribir poesía para perdonar. Pon tus pensamientos y sentimientos en palabras íntimas bien expresadas.
Sé claro con tu única meta que es la serenidad de espíritu y no cambiar ni castigar a la otra persona.
Inclínate por ver a la persona que te hirió como un maestro, que te da la oportunidad de aprender verdaderamente en que consiste el perdón.
Recuerda que en el proceso de perdonar a la otra persona te estas perdonando a ti mismo.
Comienza a practicar y descubre el valor de que al bendecir a la otra persona, te estás perdonando a ti mismo.
Recuerda que al perdonar, no estás demostrando tu acuerdo con la otra persona, ni condonando su comportamiento hiriente.
Disfruta de la felicidad y la paz que te procura perdonar.
Los pasos que marca Jampolsky pueden complementar de una forma concreta los cuatro que marca Smedes. El primero en las dos primeras etapas de Smedes; y
el segundo de Jampolsky en las últimas dos etapas de Smedes.
¿Y cuando nosotros necesitamos ser perdonados?
El otro lado de la moneda.
EL ARREPENTIMIENTO.
Para ser feliz, lo único que tengo que hacer es renunciar a la crítica".
Para Smedes también existen 4 niveles en el arrepentimiento que son:
A nivel de Percepción.
El primer momento de despertar es cuando podemos ver nuestra propia acción a través de la mirada del otro. Podemos ver y percibir que la otra persona está
herida y está en lo cierto cuando afirma que lo que le hicimos fue un acto malo, injusto e intolerable.
A nivel de Sentimiento.
Ahora avanzamos hacia la percepción del dolor. En este nivel sentimos el dolor, que provocamos al otro; compartimos la herida que infligimos. De alguna
manera, este nivel consiste en entrar a su alma de la otra persona para compartir su sufrimiento. El nombre familiar de ese dolor es "culpa".
A nivel de Confesión.
Cuando nos confesamos ante la otra persona, no admitimos simplemente que hicimos algo; le comunicamos a la otra persona que herimos nuestro propio dolor
- exactamente el mismo que infligimos – y solicitamos desesperadamente su perdón.
La confesión entre amigos es sumamente difícil, es mucho más fácil confesarnos ante Dios que ante un hermano herido. Y la profundidad del a confesión es
proporcional a la profundidad de la herida.
Al confesarnos nos ponemos en manos de la persona a la que herimos, y nos acercamos solo con la esperanza de recibir en cambio una señal de amor. La confesión
es el estruendo del corazón que se desmorona.
A nivel de Compromiso.
Si sabemos y sentimos genuinamente el daño que cometimos, también nacerá de nosotros el profundo deseo de no volver a lastimar. De esa manera, deviene una
promesa.
CONCLUSIONES:
Muchas veces esperamos que el otro se arrepienta ¿Valdrá la pena perdonar, si el otro no se arrepiente?, sí porque el mayor beneficio lo tendremos nosotros
porque es nuestra curación física, emocional y espiritual.
Perdonar es la mayor manifestación de amor a nosotros mismos y a los demás.
Perdonar nos fortalece, emocionalmente y espiritualmente.
Perdonar es un acto voluntario por lo tanto pertenece a las más altas esferas del "ser" humano.
Perdonar es un acto liberador.
El perdón es un proceso los autores lo describen mediante la descripción de sus etapas.
Si la gente que perdonamos quiere permanecer en donde está, permitámoslo. Cada uno de nosotros debe volar solo a su libertad.
BIBLIOGRAFÍA:
JAMPOLSKY G. Gerald. "El Perdón" la mejor de las medicinas". Ed. Alamah Santillana México D. F. 2004.
LEVISTEIN Raquel. "El infierno del resentimiento y la Magia del Perdón". Ed. Panorama México D. F. 1997.
LEWIS B. Smedes. "Perdonar y Olvidar, Cómo curar heridas que no merecemos". Ed. Diana México D. F. Décima im