ELECCIONES 2009: SALDOS Y PERSPECTIVAS

 

El contexto de las elecciones del 5 de julio

 

Las elecciones del pasado 5 de julio de 2009 se realizaron en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente del país. Más allá de la profunda crisis económica y del rezago social acumulado a lo largo de tres décadas, todos los indicadores apuntalan el riesgo de una situación de ingobernabilidad, sin que se advierta en el horizonte algún intento por construir un espacio de entendimiento que enfrente la polarización política y el fracaso de un modelo económico que se ha colapsado.

La economía no sólo no crecerá sino caerá por lo menos en ocho puntos, lo que significa que el desempleo abierto pasará de 2 millones 400 mil mexicanos sin trabajo registrados al cierre de junio, a cerca de 3 millones de desempleados en 2010, ya que tan sólo este año se perderán un millón de empleos. La actividad industrial se ha desplomado en más de 13% durante el primer cuatrimestre, al igual que la industria manufacturera, que ha caído en 18%. Esto alentará el crecimiento de la economía informal —la que representa ya 29% de la actividad económica del país y da ocupación a más de 12 millones de mexicanos—, así como los flujos migratorios hacia Estados Unidos, donde, dicho sea de paso, las remesas que envían los trabajadores mexicanos desde ese país se desplomaron en 11%.

Los poderes fácticos consolidan sus posiciones y privilegios. En tanto el titular de Hacienda señala una caída de 20.6% en los ingresos del sector público en mayo y de 28% en la captación de impuestos y derechos por la venta de productos petroleros, las grandes empresas evaden al fisco. La evasión alcanzará los 172 mil millones de pesos, particularmente por concepto de IVA y por los regímenes fiscales especiales calificados como “gastos fiscales”. Así, empresas como Wal-Mart, Bimbo y Coca-Cola seguirán pagando entre 1% y 2.5% de impuestos sobre sus ganancias, a lo que se suman las millonarias devoluciones de impuestos a empresas de este tipo.

El Estado se ha debilitado en tanto los grupos de facto militan activamente en la política con candidatos propios en distintos partidos, lo que sería un signo positivo de no ser, como en el caso del duopolio de las televisoras, por el uso indebido de una concesión pública para denostar la política, los partidos y las instituciones públicas, intentando erigirse en “guía moral” de la sociedad.

La violencia y la inseguridad crecen. Delitos que habían sido controlados, como el secuestro, repuntan, en tanto la violencia ligada a la delincuencia organizada pone en riesgo a la democracia y supera las 12 mil ejecuciones en lo que va del sexenio, de las cuales 769 se registraron en junio, el mes más sangriento de los últimos años.

La militarización y la presencia de las fuerzas federales avanzan en el territorio nacional, sin frenar la violencia. El Ejército mexicano asume responsabilidades que competen a la autoridad civil, y lo mismo persigue dirigentes sociales en Guerrero que hace decomisos de piratería.

La derechización y las tentaciones autoritarias se profundizan. Tras la intención de “guanajuatizar” al país se encuentra no sólo la prohibición de besarse en lugares públicos, penalizar el aborto, perseguir a la diferencia, sino la búsqueda de una legitimidad fundada en el autoritarismo. De ahí la intención de dotar de atribuciones al Ejército en materia de seguridad pública, lo que viola la norma constitucional y restituye la intervención de las Fuerzas Armadas en los asuntos políticos del país, al otorgárseles facultades, por ejemplo, para restablecer el orden público.

La corrupción y la impunidad prevalecen como signo del régimen político. Además de los negocios al amparo del poder público, se soslayan y protegen actos arbitrarios de las viejas estructuras corporativas y cacicazgos priístas en diversos estados, y sucesos que agravian a la sociedad, como el incendio de la guardería en Hermosillo, donde no se deciden a fincar responsabilidades.

Esta situación presenta una disyuntiva en torno a los escenarios de desenlace de esta crisis: si al igual que a finales de los años 50 y especialmente en 1968, los reclamos democráticos se toparán con las puertas cerradas del autoritarismo, o si es posible avanzar hacia construir una salida democrática que conduzca al cambio de régimen político, en el que además de replantear el modelo económico se redefinan las reglas de la convivencia política, en el marco de una lucha contra la desigualdad. Escenarios que no modifican necesariamente con la nueva mayoría constituida por el PRI en la próxima Cámara de Diputados.

 

Las lecciones de la elección 

 

La elección del 5 de julio dejó tras de sí un sinnúmero de lecturas y lecciones no sólo para la izquierda sino para todo el espectro de las fuerzas políticas y        para la sociedad.                  

 

1. Como se esperaba, la elección registró un bajo índice de participación. Si bien la jornada electoral se desarrolló de manera regular, salvo incidentes muy graves en los estados de Guerrero antes y durante la jornada electoral y en el Estado de México, ésta representó un profundo cuestionamiento al régimen político, a los partidos y a la situación imperante en el país.

 

El alto abstencionismo y el incremento significativo del número de votos nulos; es una llamada de atención que hay que entender como un cuestionamiento y un voto de castigo al sistema de partidos y a las instituciones electorales.

 

2. La reforma electoral no cumplió con su objetivo central. Más allá de los obstáculos impuestos al régimen de coaliciones y a la participación de los candidatos independientes, así como del descrédito de las instituciones electorales, en particular del TRIFE por su recurrente intromisión en los asuntos internos de los partidos, fue incapaz de contener y regular el papel del dinero y la participación de los poderes fácticos.

 

La reforma no sólo no reguló el papel activo de los medios de comunicación, sino que éstos la incrementaron, triangulando contratos, encubriendo propaganda como noticias, promoviendo candidatos y partidos afines, lo que pone en evidencia la necesidad de una reforma a los medios de comunicación como parte central de la agenda legislativa.

 

3. El PAN sufrió un estrepitoso desplome en su posicionamiento político y electoral. Con excepción de Sonora, prácticamente perdió todas sus posiciones, registrando la mayor caída electoral de su historia, al pasar de 206 diputados en 2006 a 127 en 2009, perdiendo las gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, y las principales ciudades que gobernaba en el Estado de Jalisco, México, Morelos y otras   entidades.

 

Esta derrota del PAN debe considerarse como un referéndum reprobatorio y una clara derrota de Felipe Calderón, ya que incluso el propio PAN hizo de ésta una elección plebiscitaria al sustentar su campaña en el apoyo al “presidente en su lucha contra el crimen”.

 

La derrota del PAN se acompaña de una recomposición de las relaciones de los poderes fácticos con los partidos de la derecha, y si bien los medios de comunicación se beneficiaron -pese a la reforma- con la canalización de mil 200 millones de pesos de propaganda oficial, éstos no fueron suficientes para evitar el corrimiento de los poderes fácticos, en especial de los medios de comunicación, hacia el PRI, ante la incapacidad e inoperancia del panísmo, que no les garantiza estabilidad en la conducción del país.

 

5. Por su parte el PRI se ha reposicionado electoralmente y si bien capitalizó la incapacidad del PAN, el descontento con la crisis y la ausencia de una izquierda opositora con una propuesta clara, su nuevo posicionamiento no obedece necesariamente a una mayor aceptación en el electorado. Por el contrario, ante la ausencia de los ciudadanos en las urnas, fueron las estructuras corporativas, los que se impusieron y llevaron a la conformación de una nueva mayoría en la Cámara de Diputados –absoluta por su alianza con el PVEM al sumar a los 233 diputados priístas los 22 del PVEM- bajo el control de los gobernadores priístas que impusieron la estructura del aparato partidario, sus estructuras corporativas y el peso del dinero y sus cacicazgos.

 

Es la derecha con matices en un discurso que se presentará como del centro progresista, pero es a final de cuentas un lamentable vuelco al pasado.

 

6. El PRD, obtuvo un fracaso electoral, al caer al 12 por ciento de la votación nacional. Ello representa una severa caída en la representación del PRD en la Cámara de Diputados, que pasará de 127 a sólo 72 diputados, en una legislatura en la que continuará predominando la alianza entre el PAN y un priísmo desbordado.

 

La caída es mayor al analizar el comportamiento del voto perredista por estado, donde se registra una caída desproporcionada en su posicionamiento regional: en algunas entidades (Campeche) se cae hasta el sexto lugar de la votación, y al menos en siete entidades (Aguascalientes, Baja California, Colima, Chihuahua, Durango, Nuevo León y Sinaloa) cae al quinto lugar, al igual que en Coahuila, Guanajuato Jalisco, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán, donde ocupa el cuarto lugar. Manteniendo sólo el primer lugar en 4 entidades (Baja California Sur, Distrito Federal, Michoacán y Zacatecas), lo que significa que estados gobernados por el PRD caen a la segunda posición (Chiapas y Guerrero) junto con Nayarit y Tabasco.

 

Sin embargo estos no son los datos más desalentadores, pues el colapso en las elecciones municipales, hacen que al amanecer del 6 de julio, el PRD había dejado de gobernar a cerca de ocho millones de mexicanos, lo que cierra un año lamentable para la plataforma política que representan para la izquierda los gobiernos municipales que encabeza, ya que de julio de 2008 a julio de 2009 el PRD pasó de gobernar 409 municipios a 346, y de gobernar 25 millones 400 mil mexicanos a 17 millones 855 mil.

Ante estos resultados, la izquierda y en particular el PRD, requieren revisar con serenidad sus resultados y hacer un análisis de fondo en torno al largo proceso de distanciamiento, no solamente del partido respecto a sus militantes, sino de su     electorado. Es preciso reconocer que más allá de la falta de unidad interna y del desenlace de la cuestionada elección interna, fracasó la línea política y la estrategia electoral impulsada durante la campaña. Se careció de una propuesta clara y el discurso del partido no impuso agenda, fue ambiguo y eludió la diferenciación con los otros partidos, e incluso la propia campaña en los medios lejos de promover la propuesta partidaria y a los candidatos se desperdició en la promoción personal.

 

Tres heridas del PRD

 

Los resultados son también reflejo de que las cosas no están bien, no hay una conducción política clara, se privilegian más las componendas dentro de los grupos, se cierra los espacios a la participación de muchos militantes que han buscado la opción en las filas de otros partidos políticos.

 

El caso de Iztapalapa es revelador. La estructura del partido se rebeló contra una resolución del Tribunal Electoral que intentó imponer una candidatura que no contaba con la simpatía de los militantes. La diferencia en la votación es elocuente.

 

Ésta recomposición tiene que atender tres asuntos fundamentales:

 

a)      La falta de definición de una línea política que refleje las necesidades de los sectores mayoritarios del país y de un proyecto claramente definido con la democracia, la izquierda y las transformaciones que México necesita.

b)      El secuestro del partido por las corrientes que impiden que el grueso de la militancia participe en la toma de decisiones, la integración de la dirigencia y las candidaturas a los órganos de representación popular, los que se definen a partir de cuotas de las corrientes, y

c)      El divorcio del partido respecto a la sociedad. El PRD se ha con vertido en un partido que vive hacia dentro, que privilegia su vida interna y que no se vincula hacia fuera con los intereses reales de la gente, sus organizaciones y movimientos.

 

Al mismo tiempo se debe tener claro que una crisis de esta magnitud y naturaleza no se resolverá en la vieja lógica de las purgas y renuncias que caracterizaron durante décadas la práctica sectaria de la izquierda. La migración de militantes hacia otros partidos da cuenta de un severo problema de exclusión de un sinnúmero de militantes, ya que de acuerdo con información del PRD, al menos 648 militantes del partido participaron como candidatos a diputados federales de otros partidos –incluidos el PAN y el PRI- sin considerar a quienes lo hicieron en las elecciones locales concurrentes, por lo que no es buscando responsables fuera o dentro del partido como se va a resolver este problema, pues se tiene que reconocer que lo que nos ha llevado a esta situación es resultado de un largo proceso de deterioro de la vida interna del partido; que se ha agotado el modelo de partido seguido hasta ahora, y que existe un divorcio, tanto en el discurso como en la acción, del PRD respecto de las preocupaciones de la sociedad.

 

No es posible que el partido continúe con una vida tribal donde no hay rotación de dirigentes, donde se excluye a los miembros del partido, donde el discurso es ajeno a los problemas de la sociedad, en medio de una crisis económica, de deterioro de la vida institucional, de un clima de violencia e inseguridad, que requiere de tomas de posición puntuales.

 

No funcionó la dirección actual, ni el discurso que se planteó, ni la actitud de colaboración con el Gobierno Federal, y por el contrario se ha desdibujado nuestro discurso sin diferenciarnos de los otros partidos, se ha perdido la iniciativa política y la visión crítica que ha caracterizado a la izquierda, en momentos en que el movimiento social exige un cambio de actitudes en todos los partidos.

 

La actual dirección no puede seguir actuando de manera excluyente, menos aún cuando la mayor parte de los triunfos de mayoría que se obtuvieron fueron justamente de un sector distinto del partido.

 

Nos pusieron en manos del tribunal, se comprometió la autonomía e independencia del partido frente a un órgano del Estado y hoy pagamos las consecuencias. Sin embargo, es posible y es necesaria esta renovación, a ella todos debemos contribuir pensando en el futuro de la izquierda como un referente nacional alternativo.

 

El PRD requiere de una verdadera renovación, y esta tendrá que darse desde la base del partido, de abajo hacia arriba. No es posible pensar en superar esta crisis, como siempre, a partir del acuerdo cupular, entre los principales dirigentes o las corrientes, sino con el establecimiento de una vida democrática a su interior y asumiendo que esta derrota electoral exige una renovación ética en el partido, un cambio cultural que conduzca al desmantelamiento de los grupos de interés y de los grupos que han sometido el interés partidario a los gobiernos estatales, para dar paso a nuevas prácticas políticas que permitan recuperar nuestro vínculo con la sociedad. Se requiere reconstruir y afirmar nuestra identidad con el partido por encima de la identidad con las corrientes.

 

Al mismo tiempo el PRD debe recuperar su vocación unitaria. La izquierda no se agota en nuestro partido, e incluso en los partidos con los que nos hemos aliado anteriormente (PT, Convergencia) por lo que se debe promover una apertura hacia la construcción de nuevas alianzas y compromisos con las izquierdas del país para construir nuevas modalidades orgánicas y frentistas para actuar políticamente de cara al 2012. Los resultados nos indican que si el PRD se divide y no toma la iniciativa unitaria, no tendrá viabilidad como proyecto alternativo en el país. Una posibilidad es la conformación de un Frente Político Electoral de las Izquierdas hacia las elecciones del 2012, el cual tendría condiciones reales de competitividad pues al tomar en cuenta la suma de votos del PRD, PT y Convergencia se obtiene un 18% que constituye una plataforma de arranque básica.

 

Ante ello, convoco a los militantes y simpatizantes del PRD y de otras expresiones de la izquierda a iniciar un proceso de reflexión para repensar el papel que se debe cumplir frente a la crisis en el país, sus retos y perspectivas, y a conformar un amplio Movimiento Nacional por la Renovación de la Izquierda que nos permita crear un espacio de encuentro, dentro y fuera del PRD, para impulsar estas transformaciones.

 

Hacia una política legislativa

 

Para la próxima legislatura en el Congreso de la Unión, se requiere de una política legislativa integral para los representantes populares del PRD. No basta con un listado de temas que requieren un cambio en el marco jurídico; más allá de una agenda legislativa tradicional, es preciso definir el papel que deben cumplir los legisladores de izquierda considerando:

 

        Que se trata de una legislatura de fin de sexenio y por lo tanto es la legislatura de la sucesión presidencial.

 

        Que se trata de la legislatura que atenderá los asuntos de la más profunda crisis económica del país, la crisis de violencia e inseguridad y la que enfrenta el profundo deterioro de la vida institucional y de la moral de las instituciones públicas.

 

        Que en esta legislatura la correlación de fuerzas es favorable a la derecha, que presumiblemente consolidará la alianza del sector neoliberal del priísmo con Calderón y que intentará imponer la continuidad de la llamada reforma estructural, lo que implicará una confrontación que requiere acompañarse del movimiento social, para frenar las medidas impopulares que se pretenda imponer, promoviendo a la vez iniciativas que estén acompañadas del movimiento social para darles viabilidad.

 

        Que este grupo parlamentario requiere promover y posicionar una propuesta alternativa de nación, como plataforma legislativa y electoral hacia 2012. Esta visión propositiva no debe confundirse con un cretinismo parlamentario, donde se piense que sólo con la negociación con los partidos de derecha y sus gobiernos se podrán lograr cambios favorables para la sociedad.

 

Nuestra política legislativa debe comprender un código de ética de los legisladores de izquierda, apegándose a valores y principios que den pauta a una conducta ejemplar de los legisladores del PRD en su desempeño público que se caracterice por:

 

1.      Austeridad

2.      Transparencia del uso de recursos (la cámara tiene el primer lugar de opacidad en la percepción de la gente)

3.      Rendición de cuentas real, no con publicaciones de informes ni con la promoción de la imagen personal

4.      Vínculo con la sociedad, a través de mecanismos verificables de gestoría eficaz y de representación real de las demandas de los grupos locales y nacionales de los diferentes sectores.

5.      Agenda vinculada con las necesidades de la sociedad, convocando a sectores sociales e instituciones académicas a participar en el contenido de las iniciativas y concitar un apoyo social para darles viabilidad.

6.      Ejercicio pleno de las facultades de control sobre el Poder Ejecutivo Federal (presupuesto, gasto público, comparecencias) conformar espejos en cada una de las áreas del ejecutivo para cuestionar y confrontar proyectos y posiciones diferenciadas del proyecto.

 

Impulsar un trabajo legislativo con una política integral implica abordar por lo menos los siguientes siete ejes:

1. La crisis económica y los problemas del desarrollo con equidad. Tomar iniciativas que además de atender la situación coyuntural de la crisis y la necesidad de un programa de emergencia, permita abordar aspectos fundamentales para el desarrollo del país. El Estado debe asumir su responsabilidad social y la rectoría de la economía para abatir los graves problemas de inequidad y pobreza que vive la mayoría de la población, proponiendo cambios en las políticas públicas que permitan la construcción de nuevos derechos, la redistribución del ingreso, medidas fiscales equitativas, el fomento a la producción y abasto de alimentos, el desarrollo regional, el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas, y una política social a favor de los grupos más desprotegidos.

2. Los problemas de seguridad pública y el combate al crimen organizado. Enfrentando de manera integral acciones que, sin conculcar derechos y garantías de los ciudadanos, permitan la profesionalización de los cuerpos de seguridad, la prevención del delito, las tareas de investigación e inteligencia policial; así como el desarrollo de nuevos instrumentos para desmantelar el poder económico del crimen organizado, asumiendo que los problemas que se derivan del narcotráfico son asuntos que deben abordarse como asuntos de salud pública, falta de oportunidades y exclusión social que impide la inserción de los individuos en la sociedad.

3. La ampliación de las libertades democráticas, los derechos ciudadanos, el desarrollo humano y la equidad de género. Fomentando el desarrollo de una cultura democrática con valores como la tolerancia, el respeto a la diversidad, el reconocimiento, promoción y defensa de los derechos humanos de las mujeres, en particular para decidir sobre su propio cuerpo, combatiendo toda forma de exclusión, discriminación y violencia, así como en la defensa de los derechos de los pueblos indios y las minorías. Eliminando la desigualdad que se establece desde las relaciones de poder y en la toma de decisiones. Promoviendo la igualdad de oportunidades, así como acciones afirmativas que faciliten el ejercicio del derecho a educación, salud, empleo y a una vida sin violencia, como parte de una política pública para reducir la pobreza e instaurar un desarrollo sostenible.

 

4. Impulsar la reforma del Estado. Impulsando un nuevo federalismo basado en el equilibrio entre poderes; la descentralización del poder público y el fortalecimiento de los gobiernos locales y de la vida municipal; la Constitución Política del Distrito Federal, así como el ejercicio de una nueva generación de derechos ciudadanos que favorezcan el ejercicio de la democracia directa y la construcción de ciudadanía.

5. Desarrollo sustentable y protección de los recursos naturales. Incorporar la dimensión ambiental como un eje fundamental de nuestro trabajo legislativo. La izquierda debe abanderar la defensa del capital natural de nuestro país, promoviendo iniciativas y acciones que permitan revertir los daños ambientales derivados de la acción del hombre, proteger los recursos naturales existentes como base del desarrollo actual y futuro del país, haciendo un uso racional de los mismos para garantizar el desarrollo de las futuras generaciones.

6. Debate político y alianzas con la sociedad: Retomar uno de los rasgos distintivos de la izquierda que permitieron su arribo a la lucha parlamentaria: hacer de la Cámara de Diputados un espacio de debate público; una caja de resonancia de las preocupaciones de la sociedad, superando el divorcio que existe con el movimiento y las causas sociales; promoviendo un discurso que coadyuve en la conformación de un proyecto alternativo de nación y a la creación de una opción capaz de conducir los destinos del país.

7. La defensa de los gobiernos locales y municipales de la izquierda, de su autonomía, sus presupuestos y recursos, de nuestro proyecto de gobierno, en un escenario de recurrentes agravios y restricciones financieras unilaterales.

Debemos proponernos alcanzar reformas y transformaciones sustantivas en la vida pública del país, y al mismo tiempo establecer una clara alianza con los movimientos que se dan desde la sociedad.

Para ello no se parte de cero, existe previamente un largo debate en torno a la reforma del estado y lo que debe considerar una agenda de compromisos legislativos de la izquierda. En ambas hemos participado un buen número de intelectuales, académicos especialistas, legisladores y dirigentes políticos, en especial de las izquierdas, que sintetizan años de elaboración y discusiones, que son un punto de partida en la definición de nuestra agenda legislativa. Qué y cómo negociar

En este contexto el debate no es sí se continúa o no la vía de las reformas, pues ésta es la ruta que hemos elegido en nuestra lucha democrática. Pero debemos asumir que las grandes transformaciones que se han logrado en México han sido resultado de la lucha social. Que los partidos somos importantes para organizar a sectores de la sociedad y dar cauce a sus inquietudes, pero es insuficiente. Que la lucha electoral y parlamentaria son muy importantes, pero tienen limitaciones, y que los cambios profundos se logran a partir de posiciones y equilibrios de fuerza construidos desde la sociedad.

Para ello es indispensable la unidad de los legisladores de la izquierda en el Congreso de la Unión, el cual será el escenario de una disputa política frente a la derecha representada en una mayoría priísta en alianza con Calderón y el PAN, que puede vincular el quehacer legislativo con los movimientos sociales, con una visión abierta, plural y alternativa como corresponde a una izquierda democrática.

Es claro que tenemos diferencias al interior del partido. Éstas las he expresado y he defendido públicamente mis ideas. El momento político exige actuar con responsabilidad. Escalar la confrontación interna significa allanar el camino a la derecha en el Congreso y continuar con la regresión democrática en el país y en la espiral de retroceso electoral de nuestro partido. Nuestro adversario está claramente identificado, es la derecha autoritaria y conservadora representada por el PAN y el PRI, que han conducido a la ruina a nuestro país.

¿Se puede negociar con ellos? La respuesta va más allá de la voluntad política de hacerlo y dependerá tanto de la correlación de fuerzas dentro y fuera del Congreso de la Unión, como de las garantías para el cumplimiento de los acuerdos. Así, el problema a resolver es: qué, cómo y en qué condiciones se negocia. En primer término el PRD debe definir sus parámetros de negociación identificando los temas y asuntos en que no habría posibilidades de conceder ningún tipo de acuerdo, reconociendo que al igual que los otros partidos existen temas ideológicos y programáticos irreductibles, como la despenalización del aborto para el PAN o el IVA en alimentos y medicinas para el PRD.

 

De la misma manera es necesario esclarecer que la negociación es la construcción de un acuerdo que da satisfacción a las partes que lo construyen, donde no se doblega a ninguna de ellas ni se regatea un toma y daca, con lo que se evita una de las peores prácticas parlamentarias que es el mercadeo legislativo: “tu me apruebas una y yo te apoyo en otra”, que tanto ha desvirtuado el trabajo legislativo en el país.

 

Para resumirlo en una frase: Necesitamos tanto parlamento como sea posible y tanta movilización como sea necesaria.

 

Julio 11,2009

 

Autor: Alejandro Encinas Rodríguez. Morelia, Michoacán. México.

 

 

 

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