Para Yamila Viana, quien me abrió las
puertas del palacio del amor.
Dejo parte de mi gloria
grabada en el recuerdo,
dejando en la historia
vivir mi amor eterno.
Eres aquella sílaba
caída de un poema,
que aún tenía vida
perdida en la arena.
Eres agua de un río
que recorre el desierto,
creado en un rocío
engendrado por el viento.
Del reflejo de tus labios
estampado en el agua,
bebiendo hallé alivio,
a mi alma desdichada.
En la sombra de tu cuerpo
puedo encoger mis alas,
al amparo del cruel tiempo
que quiere matar mi alma.
Pero tú, mi bien amada
al tiempo lo has vencido,
cruzándole la espada
para ser feliz conmigo.
Con un puñado de letras
que Dios me lanzó del cielo,
escribo para que sepas
lo mucho que yo te quiero.
Eres tú mi primavera
después de un cruel invierno,
eres tú la que no era
la luz de un sol eterno.
28.11.2010
Autor: Mauro Muscari. Buenos Aires, Argentina.