Despedida.

Por Bulmaro Landa Quezada.

Me encontraba aún convaleciendo física y anímicamente de ésa larga enfermedad, después de tantos meses en el hospital, me imaginaba que ésa era la sensación de quien sale de la cárcel después de purgar una condena, había que reorganizar todo, retomar el camino, planear, no había mucho tiempo, porque la amenaza pesaba sobre mi como espada de Democles, se presentaban varias posibilidades, las más atractivas eran viajar, pero ¿a donde?, ¿al norte? o, ¿al sur?, la brújula apuntó al norte y la nieve y las bajas temperaturas fueron la distracción ideal, así como la posibilidad de practicar un idioma diferente, todo funciono perfectamente, incluso el haberte encontrado y el haber probado de tus mieles, fue un año fantástico, todo era diferente, hubo de todo, boda, aquel trío en la fiesta, paseos y un continuo aprender de ambas partes, pero era preciso regresar, diste a luz a muestra primera hija y comenzó la discordia, misma que duro tantos años, solo catorce meses después llegaba nuestro segundo hijo, que a pesar de todo también nació aquí, y comenzaron los convenios, nuevo departamento, nuevos amigos y por fin un nuevo país, que fuera terreno neutral, todos disfrutamos el cambio, además del diplomado, el hablar una tercera lengua y el viajar Europa fue algo que todos disfrutamos, valoramos éste terruño, en donde hay calor y las gentes también son cálidas, así es que emprendimos el regreso, y un año más tarde llegó nuestro tercer hijo, siguiendo varios años de trabajo intenso, mejorando nuestro estatus con ésa gran casa, con el inmenso jardín que tanto disfrutamos con los hijos, carros último modelo, vacaciones, un gran guardarropa, centros nocturnos, vida social, éxito profesional y todo cuanto podías imaginar, pero la espada de Demócles estaba sobre mi cabeza, yo había tenido algunas recaídas, con visitas cortas al hospital, hasta que un día, llegó ése día, y el mal regreso, ésta vez dejando secuelas irreparables, desde entonces nada fue igual, todo cambió, el encanto se rompió, ésa mañana nos despedimos, pero yo no sabia que seria para siempre, después tu nota de despedida, diciendo que nos veríamos para trámites legales, y efectivamente así fue, por lo que no tuvimos tiempo de despedirnos, y como es de personas decentes despedirce, hoy quiero hacerlo y decirte que eres una excelente maestra, que me enseñaste cosas bellas, y que aprendí muy bien mi lección, que aún extraño tu voz baja dándome las buenas noches y que cada mañana pido a dios por ti.

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