LA DEPENDENCIA

 

         La dependencia, es una incapacidad añadida a la que casi todos nosotros padecemos; pero, si quien nos ayuda es una persona inteligente y más o menos equilibrada y educada, se empeñará en que los que necesitamos de los demás, no nos demos cuenta de esa dependencia, quitará importancia a los favores que nos tenga que hacer, para que nuestro ego, no sea lastimado ni se vulnere nuestra sensibilidad.

Actuando con tacto y delicadeza, para no herir nuestra susceptibilidad, y que no nos sintamos tan dependientes de los demás.

         Mas, incluso dentro de nuestra familia, ¿Cuántas veces nos vemos favorecidos, por individuos que hacen notar que nos ayudan? Estas personas, discapacitadas de mente y espíritu mezquino, solo pretenden nuestra gratitud permanente, y se les nota, a simple vista u oído, que aparentan lo que no sienten… Hasta tienen envidia del afán de superación de los carentes de algún sentido corporal, y como no son capaces de darse cuenta del esfuerzo y tesón que los discapacitados tenemos para encauzar nuestra vida, e incluso les molestan los triunfos conseguidos, pues ellos, no son capaces de luchar por nada, y el rencor les roe el alma, y dan a conocer su ayuda interesada, para que teniendo en cuenta nuestra inferioridad física, les estemos eternamente agradecidos, rindiendo vasallaje a su fingida benevolencia.

         Pero su desmedida vanidad, les hace olvidar que más pronto o más tarde, a ellos también les llegará la enfermedad… Dice un refrán castellano, que a todo cerdo le llega su San Martín, y entonces estos desaprensivos, notan también su incapacidad, que sus fuerzas y movilidad les abandonan, y tal vez necesitan la ayuda de los que antes fueron injustamente menos preciados y a quienes hicieron notar su inutilidad física… Se vuelve la tortilla, lo que era blanco, ahora es negro… y desacostumbrados a superar obstáculos, se convierten en seres carentes de vigor físico, dejándose llevar por la inercia, y en ocasiones los débiles protegen a los fuertes caídos, y quienes nos ayudaron son ahora el objeto de nuestra atención solidaria; vencidos por el mal… incapacitados… en algún rincón de su alma, palpita el reproche y el remordimiento del sufrimiento que causaron a quienes consideraban inferiores e inútiles… y pensarán que ahora ellos lo son mucho más, y su orgullo herido, tal vez les haga comprender, que el amor a los semejantes es la mayor fuente de virtud y tranquilidad de conciencia.

Sí, aunque parezca muy extraño, son miembros de la familia o personas allegadas, las que más nos perjudican con esta actitud, ya que si los padres nos protegieron de modo especial por nuestra incapacidad, ayudándonos más que a los demás hermanos, estos se revelarán en su interior, por esa predilección paterna o materna, y sentirán celos o envidia, y más, si son obligados a atendernos o cuidarnos, esta rebeldía oculta, seguirá su curso, hasta que ya en la adultez, saldrá a flote, para hacernos sentir que el apoyo de la gente es por lástima, y el rencor contenido durante años, les impulsará a su mal comportamiento, haciéndonos ver su protección obligada para crear malestar, en nosotros.

Y nos harán sentir que nos falta algo que disminuye nuestras aptitudes.

¡Qué independencia da la fortaleza física, frente a la falta de visión o la inmovilidad!     Espero que no se me tache de injusta, por esta opinión parcial, pues hay gente buena y dispuesta a sacrificar hasta su propia vida, lo cual es injusto e inmerecido; y ningún discapacitado debe aprovechar la bondad de un amigo o familiar, para esclavizarle a su capricho, y explotar su generosidad.

Pues no está de más decir que también hay minusválidos caprichosos y egoístas, que se creen el centro de atención, y que los demás han de estar a sus pies, para atenderles y complacerles en sus menores deseos.      Todos debemos aspirar a ser, lo más independientes posible, sin perjudicar a nadie; pero sin aguantar las actitudes adversas hacia nosotros. No olvidemos que todos somos iguales en conjunto; pero cada cual tiene su propia idiosincrasia.

 

Autora: Puri Águila. Barcelona, España.

puriaguila@telefonica.net

 

 

 

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