ALGUNAS NOTAS SOBRE ALFREDO ZITAROSA.

 

Extraídas de la página de Internet:

http://www.zitarrosa.org/

 

por Marie Díaz.

 

Introducción.

 

Publicar un homenaje a Alfredo Zitarosa es fruto de algunas coincidencias: él es uno de los cantantes favoritos de Marie Díaz y de Bulmaro Landa, Alfredo

nació en Uruguay y vivió algún tiempo en México, Marie nació en Uruguay y Bulmaro en México, y para estrechar los lazos de amistad entre nuestros países,

así como entre nosotros hicimos éste trabajo conjuntamente.

 

Marie cuenta: tengo un amigo que fue compañero de andanzas de Alfredo, por el se de su gran corazón, este amigo que se llama Hugo Toja, tenía una niña enferma,

la mayor se llamaba Natalia, Hugo no tenía dinero, y aquí no había recursos técnicos, tampoco había mucha espectativa de éxito pero aunque la madre se

había resignado y cuidaba de los otros tres, Hugo fue por muchos lados con el dinero y el apoyo de Alfredo buscando la salud y la vida para su hijita.

 

Todo fue largo y penoso pero Hugo se quedó con la felicidad de haber hecho cuanto se podía y se sentía confortado recordando la risa de su hija frente a

un juguete que jamás había visto.

 

En fin esas cosas que no figuran en ninguna nota, pero que como seres humanos sabemos valorar.

 

Me gusta su canto.

 

Alfredo fue un hombre pulcro en sus presentaciones, él que era quien cantaba y exponía con su buena educación y voz calmada, siempre se mostró correcto

y jamás faltó el respeto por nadie.

 

Fue generoso, tal vez poco previsor, sus hijas reúnen todo cuanto es posible para rescatar de la fama de su padre los beneficios económicos que puedan en

una sociedad que da mucho ruido y pocas nueces.

 

Los amigos fueron muchos pero al final, su familia quedó no muy bien sostenida económicamente.

 

Falleció víctima de cirrosis y todos lamentamos su ausencia, pero quienes debieron ser leales amigos... ya sabes que muchas veces el agradecimiento y la

lealtad no están presente cuando deben.

 

Bulmaro dice: Alfredo Zitarosa es uno de esos personajes que estará por siempre junto al pueblo, al uruguayo, al mexicano, al de España y al de toda América

latina, su voz profunda, llena de sentimiento supo transmitir el sentir de la gente, lo recuerdo siempre serio, siempre correcto, en sus artículos periodísticos,

en sus grabaciones y en sus presentaciones en Radio Universidad y Radio Educación..

 

Alfredo Zitarrosa (1936-1989). Autor y cantor latinoamericano de reconocida trayectoria. Una de las figuras más representativas de la cultura popular uruguaya.

Nació en Montevideo pero vivió gran parte de su infancia en el interior. Siendo locutor radial, en su juventud ya escribe y se inicia como periodista,

colaborando, entre otras publicaciones, con el semanario Marcha. Escribe poemas y cuentos y su libro inédito Explicaciones gana el Premio Municipal de

poesía de 1959. Mucho más tarde publicaría el libro Por si el recuerdo, conteniendo cuentos escritos en el transcurso de tres décadas. Escribió para Ya,

en la sección El oficio de cantor, donde expone diversos aspectos de su principal oficio, notas que continúa en el Excelsior de México. Más tarde escribe

para La Hora Cultural en una sección denominada Fábulas materialistas, donde su erudición y un humor, a veces negro, a veces límpido, ofrecía prosas muy

gustadas por los lectores.

 

Insólitamente, este cantor que solamente hallará su parigual en Gardel, dudaba de sus condiciones, no se veía como nacido para el canto. Sin embargo desde

su debut en 1963 lo seguirán el éxito, reconocimientos y distinciones, presentaciones internacionales y una discografía numerosa; más de veinte LP editados

entre Uruguay, Argentina, España, México, etc., donde brillan más de un centenar de obras como Guitarra Negra, El violín de Becho, Doña Soledad, Pa que

se va, Crece desde el pie, Milonga para una niña, Adagio en mi país etc.

 

Aunque prohibido desde 1971 por sus convicciones políticas, deberá autoexiliarse en 1976, durante los difíciles años de la dictadura. Argentina, España

y México le darán alojamiento y Venezuela le brindará un pasaporte y lo distingue con la orden Francisco de Miranda. Allí donde Zitarrosa estuvo, dejó

su mensaje como verdadero embajador cultural, en cada canción. Allí sonaron, en su inmensa voz, su profunda convicción humanista, su definido pensamiento

bolivariano y artiguista, su corazón libertario. Pero en su pecho, en lo más profundo de su ser, estaba, acompañándolo siempre, su pueblo oriental, presente,

directa o indirectamente, en todos sus poemas y canciones. Ese mismo pueblo que lo recibe a su regreso en 1984, en una multitud que celebra calurosa el

reencuentro. Ese mismo pueblo que lo guardó en su corazón, para quedarse allí, para siempre.

 

Alfredo Zitarrosa

 

Esta reseña es una ampliación basada en currículum para prensa (México, c.1982).

 

Nace el 10 de marzo de 1936 en Montevideo, capital del Uruguay, pero vive en el interior del país hasta su adolescencia.

 

Su repertorio es de  raíz campesina. Parientes músicos y cantores por línea materna informan su desarrollo artístico.

 

Se inició como cantor el 20 de febrero de 1964 cuando Cesar Durand, en el Perú, por ser su amigo y creer en sus aptitudes, lo programo de sorpresa en un

programa de canal trece (Panamericano) de Lima.

 

De regreso al Uruguay, cantó después en radio Altiplano de La Paz (Bolivia), hasta entonces había sido periodista y locutor radial trabajando en varias

emisoras, principalmente El Espectador CX10 de Montevideo. Más tarde sería contratado como cronista del semanario Marcha.

 

Su debut en Montevideo como cantor tuvo lugar en el auditorio del SODRE (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica) en 1964.

 

Su primer disco aparecido en el mercado (Canta Zitarrosa) abrió el camino de la difusión de la música de este género en su tierra, compitiendo con los Beatles

(Se hizo famosa su Milonga para una niña) y a favor de otras producciones nacionales como las de Viglietti y Los Olimareños, tan representativos como él

de el sentir nacional.

 

En opinión de algunos, es mejor compositor que intérprete, aunque resulta indudable que mucho le siguen por su voz. No es instrumentista, aunque a veces

se acompaña con la guitarra; en cambio si compone a favor de la guitarra que, según él, es la autora de sus canciones.

 

Desde 1965 hasta 1988 grabó aproximadamente cuarenta discos larga duración, en diferentes países, fundamentalmente en Uruguay y Argentina.

 

En vida recibió algunos premios, distinciones: Artigas de la Asociación Folklórica del Uruguay, Medalla de oro por Plus-marcas absolutas de venta en 1966,

67 y 68 en su país. Plaqueta y disco de oro de los medios y la industria discográfica uruguaya en 1969, mención de honor en Lima (1972), Medalla de plata

en el primer festival de folklore latinoamericano de Salta (1966), Premio Municipal de poesía inédita (Montevideo, 1958), Condecoración Francisco de Miranda

por el presidente de Venezuela en 1978, Discos de oro en ventas por sus placas Canta Zitarrosa y Del amor herido en 1987, etc.

 

Debido a su militancia política y aunque estaba prohibido en su país a partir de las elecciones de 1971, salió al exilio en 1976 para radicar en España

donde estuvo residiendo hasta el día en que el ex-presidente uruguayo (embajador a la sazón de su país) abandonó la representación diplomática del Uruguay

en la península. Desde abril de 1979 vivió en México, donde aparte de cantar, desarrolló actividades periodísticas en el diario Excelsior y en Radio Educación

con su programa Casi en privado.

 

Graba y edita varios discos en España, México y Venezuela, entre 1976 y 1983.

 

En esa época aparecen los primeros libros de corte biográfico sobre Zitarrosa: en España El cantor de la flor en la boca, por Enrique Estrázulas y en México

Zitarrosa y sus canciones, por Saúl Ybargoyen Islas.

 

Regresa del exilio el 31 de marzo de 1984, recibido por una multitud que lo aclamaba y que lo acompañó, desde el aeropuerto, por todo Montevideo.

 

Una vez en su tierra realiza conciertos por todo el interior del país y edita nuevos trabajos.

 

En 1988 presenta su libro de cuentos; Por si el recuerdo (Editorial Trilce) en el que recopila historias escritas durante sus últimos treinta años. Es su

único libro como tal (sin contar cancioneros y entrevistas).

 

Fallece en la ciudad de Montevideo el 17 de enero de 1989.

 

En 1995, gracias a los primeros trabajos de investigación del Archivo Zitarrosa, se edita el CD Zitarrosa siempre: Los inéditos. Sellos MANDINGA-ORFEO.

(El sello MANDINGA fue gestionado por las hijas del cantor en base a su voluntad.)

 

En 1998, tras labores del Archivo Zitarrosa, se editó, a través del sello MANDINGA, y con la distribución de la revista POSDATA, de Uruguay, una serie de

colección; La creación por dentro: Los Archivos Inéditos de Alfredo Zitarrosa. En estos 12 volúmenes se encuentran grabaciones de ensayos, temas inéditos,

entrevistas, actuaciones históricas en Australia, Chile y Uruguay. Presentando al público otras facetas mas profundas del cantor. En 1999 se edita, a través

del diario Página 12 de Argentina, una serie de 5 volúmenes, con similares contenidos. A fines de 2001 se edita en Montevideo la serie de libros Obras

de Alfredo Zitarrosa en cuatro volúmenes, co-edición del Archivo Zitarrosa y Ediciones de la Banda Oriental.

 

 Músicos, investigadores y periodistas han dedicado espacios para recordar la figura de Alfredo Zitarrosa. Programas especiales de radio y televisión. Artículos

de prensa. Libros; entre los que se destacan como los más amplios sobre su vida: Alfredo Zitarrosa. Su historia casi oficial , por Eduardo Erro (1995)

y Cantares del alma, por Guillermo Pellegrino (1999).  Diversos homenajes: 1990 (Cilindro municipal, Montevideo), 1990 (Teatro San Martín de Buenos Aires),

1989 (Universidad Nacional Autónoma de México), 1995 (Obelisco de Montevideo), 1997 (Teatro Ópera de Buenos Aires), 1999 (Obelisco de Montevideo), 2000

(Plaza Fabini de Montevideo). Así también le han rendido homenajes el Poder Legislativo Uruguayo, Juntas Departamentales, la Legislatura de la Ciudad de

Buenos Aires, entre otros tantos eventos de reconocimiento.

 

Destacados artistas le han dedicado canciones y poemas en homenaje suyo: Hamlet Lima Quintana, Naldo Labrín, Víctor Heredia, Teresa Parodi, Carlos Díaz

Caito, por mencionar solo algunos. Y sus canciones han sido grabadas por numerosos intérpretes, desde Mercedes Sosa (Argentina) hasta María Dolores Pradera

(española), pasando por Soledad Bravo (Venezolana) y Tania Libertad (Peruana), conjuntos relevantes como Los Fronterizos , Los Chalchaleros , El Cuarteto

vocal Zupay , Huerque Mapu , Los Andariegos , Los Trovadores , Sanampay , Los Sabandeños , Quilapayun , etc., en diferentes lugares y coyunturas.

 

Alfredo Zitarrosa (o del amor herido)

 

Por Washington Benavides

 

Prólogo del libro Obras de Alfredo Zitarrosa Vol. 1: El Oficio de Cantor / Canciones

 

Releo, con sobrecogimiento, aquella carta de la década de los sesenta que me envió un cantor montevideano ceremoniosamente encabezada De mi mayor consideración

y que rápidamente entraba en tema: tengo el honor de saludarlo y presentarme usted no me conoce sin mediación de otros preliminares, para testimoniarle

en primer lugar el placer con que he leído su librito Las Milongas, todo un aporte, cálido, de alto nivel, al acervo literario nuestro... . Por esa carta,

escrita en junio, comenzaba nuestra relación con Zitarrosa. De su relectura, se desprende una imagen casi permanente: el decoro, el respeto, su cultura

(siempre desmentida por Alfredo), su afán de escribir y musicalizar en uruguayo, su tensa cuerda existencial. Por eso, después que tantas notas justas

o pifiadas han recorrido el diapasón del país, revisar papeles y memorias, discos y cartas, imágenes y poemas, nos trae (nos aproxima) a la verdadera dimensión

de Zitarrosa. En un libro inédito, el poeta Ricardo Scagliola, escribió: EL EXILIO DE ZITARROSA: No hizo más que caminar las calles de Montevideo por todo

el Mundo.

 

Creemos que el poeta dio en la tecla (al menos la tecla esencial) de los fervores del Cantor. Por eso titulamos este trabajo: Alfredo Zitarrosa (o Del Amor

herido). Un constante, permanente fluir de melancolía (viril) destiló en sus canciones. No significa esto definir a Zitarrosa como la melancolía del canto.

Esta fluye (acaso sin él quererlo en sus mejores logros) pero también está el cantor cívico, el poeta impugnador de los asesinos de la belleza y la humanidad.

Quiero partir de estas mínimas bases, intentando la imagen totalizadora de un creador. Gonzalo Torrente Ballester, escribiendo sobre el gran poeta portugués

Fernando Pessoa, sobre su complejidad y sus heterónimos, nos dice: De lo que no hay que asombrarse, al hablar de Pessoa, al tratar de entenderlo, es de

los heterónimos. Tampoco se recomienda buscarles una explicación por la vía de la anormalidad, menos aun de la excepcionalidad, y quien le aplique los

criterios sociológicos al uso, o bien los psicológicos, puede estar seguro de equivocarse [...]. Lo que a mí me parece más conveniente es, ante todo, prescindir

del asombro, y, cuando nos es dado, recordar cada cual su propia infancia, si es que la ha tenido... Después, renunciar a ciertas nociones queridas y al

parecer inamovibles, como la unidad de la persona y su estructura compacta, y, finalmente, aceptar que la vida de cada uno está compuesta, no sólo por

lo que fue y lo que hizo, sino (ante todo) por lo que pudo ser y por lo que soñó hacer (teniendo, por supuesto, muy en cuenta, lo que no quiso ser y lo

que no quiso hacer, si bien imaginados, el ser y las acciones) [...]. La vida de cada hombre (un cuerpo y muchas personas) es la lucha incesante de lo

imaginario-real contra lo posible-ideal: al fin casi siempre vence lo peor . Nos interesó la transcripción, no porque se ajuste (como anillo al dedo) a

Zitarrosa, sino porque propone bases mínimas para entender a un creador de aguas profundas, a un hombre excepcional.

 

Alfredo nació el 10 de marzo de 1936 en Montevideo. Vivió gran parte de su infancia, sin embargo, en el Interior. Una poetisa minuana me contó que su hermana

(maestra) siempre recuerda a Alfredo: un niño callado y cortés, estudioso y muy lector. Sobre sus padres, apenas existen referencias directas en su obra

(en Guitarra Negra menciona al padre, en más de una canción, indirectamente canta a su madre). Con Numa Moraes hicimos una canción, Doña Glyde , que pretende

ser el retrato de mi madre. Alfredo cuando la escucha (Numa ya no estaba en Uruguay) llora y casi en un susurro nos dice: Voy a cantarla, ésa es también

mi madre .

 

Zona esa no desvelizada, la de su infancia, la de la relación familiar. Vuelto a Montevideo, el adolescente Alfredo trabajará en oficios diversos: vendedor

de muebles, de suscripciones a una sociedad médica, oficinista. Planea sobre el teatro pero aterriza en la locución radial, donde su hermosa voz de barítono

crea una línea de voces publicitarias. Por esos tiempos veinteañeros, ya escribe y se inicia como periodista colaborando, entre otras publicaciones, con

el semanario Marcha. Son memorables sus entrevistas a Juan Carlos Onetti y Atahualpa Yupanqui. Escribe poemas y cuentos y su libro inédito Explicaciones

gana el Premio Municipal de poesía de 1959. Algunos poemas de ese libro aparecieron en la revista Aquí Poesía de Nov. Dic. de 1962.

 

Canta Zitarrosa

 

Así se llamará su primer disco L.P. (1966). Para acceder al canto profesional, Alfredo dará mil vueltas, se detendrá muchas veces. Porque, insólitamente,

este cantor que solamente hallará su parigual en Gardel, dudaba de sus condiciones, no se veía como nacido para el canto.

 

Tendríamos que agregar que estas serias dudas sobre sus condiciones no aparecen en el comienzo de su carrera para desaparecer, borradas, por la capacidad

indudable demostrada y con creces. Nada de eso. Quienes tuvimos el privilegio de ser sus amigos, a través de décadas, volvimos a escuchar de labios del

cantor, más de una vez, sus dudas sobre su labor, sus interrogaciones auténticas sobre su trabajo. La autocrítica de Alfredo llegó a ser casi destructiva.

Solamente así, con tan terrible juez adentro, pueden entenderse sus objeciones a excepcionales logros de su arte, como Stefanie o El candombe del olvido,

cuando renegaba de las mismas, aduciendo que nada de bueno había podido hacer durante los desgarradores años del exilio. El lector que nos esté siguiendo

estará (acaso) sorprendido de que alguien (en este caso el propio autor) ofrezca reparos a esas dos canciones (también a otras) fundamentales. Los pesos

que ganó con el Premio Municipal de Poesía, le sirvieron para viajar a Perú. Él deseaba llegar a Cuba, pero por entonces no pudo. Y ahí en el Perú, en

1963, enfrentado a problemas económicos serios, canta en televisión. Alfredo contó su experiencia peruana: No tenía ni un peso, pero sí muchos amigos.

Uno de ellos, César Durand, regenteaba una agencia de publicidad, y, por sorpresa, me incluyó en un programa de TV y me obligó a cantar. Canté dos temas

y cobré 50 dólares. Fue una sorpresa para mí que me permitió reunir algunos pesos... .

 

Cantará luego en radios de La Paz (Bolivia) y debutará en Montevideo en el Auditorio del SODRE en 1964. Luego vendrá una invitación a Cosquín; un programa

televisivo, Generación 55, que dirige, y, en 1966, para el sello Tonal: Canta Zitarrosa. Y como para muestra sobra un botón, adviértase el comienzo de

su presentación en la contratapa de su primer L.P.: El sello Tonal me encargó la redacción de este texto. Obviamente, por tratarse de mí, no voy a hacer

la presentación que se estila en estos casos, y si bien puedo decir que conozco al cantor, al autor de algunos de estos temas, al sujeto que resulto ser,

en cambio no voy a poder asegurar que canta ni que compone como se debe. Ni siquiera lo hace como quiere, debo señalar más bien, y en resumen agregaría

que compuso y cantó como pudo, los temas de este disco, que lo representan bastante bien.

 

Cuando se recorre la ficha técnica de ese disco y su repertorio ( Zamba por vos, Milonga para una niña, La coyunda, Si, te vas), las guitarras de Hilario

y Ciro Pérez, la fiel presencia de Yamandú Palacios, imagino que el lector habrá pensado en la autocrítica antes mencionada. Otra advertencia: Alfredo

iniciará con este disco una respetuosa presentación de los instrumentistas (cosa ignorada antes en los discos) y luego agregará con destaque el cuerpo

técnico. Es bueno que este rasgo que a muchos hoy le parecerá algo lógico se haya iniciado en los trabajos de Alfredo.

 

Tendríamos que agregar que desde su primer trabajo importante, este cantor se plantea su oficio y la intención del mismo: Por si quedan interesados en esta

charla y continúo porque éste es un tema muy debatido ahora concluiré diciendo que, en lo que se refiere a mi ubicación dentro de la nueva generación de

cantores y/o compositores, no comparto el purismo de algunos ni el eclecticismo poco fundado de otros muchos. Canto como puedo, volvería a decir, como

siento y quiero cantar. Aparte las teorías y posturas estéticas o históricas que puedan adaptarse con respecto al canto nuestro, considero ser el más importante

aquel supuesto que hace a la libertad de creación.

 

En 1967 graba su primer L.D. para el sello Orfeo, sello que acaparará gran parte de su producción en varios discos. En la presentación reaparecen las precisiones

del artista: Este disco fue grabado en los estudios Odeón Argentina, aunque no sea muy formal andarlo conversando, lo cierto es que el cantor no grabó

en las mejores condiciones. Los guitarristas, en cambio, estaban «como fierro». A ellos les debo lo mejor de estas grabaciones; juzgará el oyente.

 

A la referencia elogiosa de sus instrumentistas, acompañará ahora la referencia al técnico de sonido, precisando que en las circunstancias actuales el técnico

de grabaciones es un protagonista tan importante como los propios intérpretes. Su sentido socializante de la grabación de un disco, acaso también de toda

interpretación en público, se confirma en sus palabras: Se trabajó en equipo, con sentido profesional. Se viajó a Buenos Aires en equipo. Y esto sucedió

por primera vez desde que existe la gran industria fonográfica en el Río de la Plata, entendiéndose por tal primicia la circunstancia de que sea un oriental

cantor, con cuatro guitarras orientales, el que salga a conquistar (si puede) el mercado porteño con nuestro cancionero oriental. También en la misma presentación

señala el cantor que mi último acto de agradecimiento ha de ser, pues, para ese público, así como también a usted, amigo, personalmente, le están dedicadas

estas grabaciones. Quisiéramos detenernos a glosar estas palabras, porque ellas marcan definiciones que jamás, bajo ninguna presión, abandonarán la trayectoria

de este artista. El respeto a sus instrumentistas, valorándolo como un equipo, el respeto al técnico, el destaque a lo profesional de su tarea, el saber

que si ha sobresalido se lo debe a un público que ha entendido su mensaje ávido de sinceridad, pero sin olvidar al receptor individual, el hombre (genérico)

que escuchará sus grabaciones y juzgará. El hombre que (también) objeta estas versiones grabó piezas como Del amor herido, P al que se va (verdadero himno

del desexilio), Mire amigo, y Coplas orientales por cifra y milonga.

 

Con respecto al folklore nuestro, Alfredo, en su primer L.D., había cerrado su presentación de manera definitiva: Lo demás son nuestras raíces y ésas, en

mi caso, doy fe, están profundamente hundidas en nuestra tierra.

 

Hugo Toja, su amigo, que también supo pertenecer a la cofradía de los representantes de Zitarrosa, recuerda en Brecha de enero de 1989 aquella quijotada

de El Flaco de La Claraboya Amarilla: Esa fue una época del país en la que todavía no se vislumbraba lo que vendría después. El Flaco, si bien ganaba buena

plata, la gastaba, la prestaba, y pagaba los vidrios rotos de La Claraboya (aunque ya no tenía vínculo alguno con ella). Pero yo diría que era muy feliz.

A su manera, porque también tenía sus días nublados o se ponía en negativo y decía que cantaba cada vez peor, que le quedaba para poco, que iba a poner

una carpintería, o un criadero de perros ovejeros alemanes o a ejercer yo que sé cuántos oficios distintos, porque la gente no se da cuenta de lo mal que

canto yo.

 

También aporta Toja, de sus memorias, una anécdota que recojo, porque claramente se entiende con el poema citado de Scagliola; cuando Zitarrosa vuelve a

Argentina desde México, y puede cantar allí, ante miles de argentinos y uruguayos, visiblemente emocionado, les pide autorización para seguir cantando

[...]. Se instala en Buenos Aires hasta que una amiga locutora lo llama por teléfono: Alfredo, en Montevideo se están pasando canciones tuyas te desproscriben

de las radios ¡Entonces quiere decir que también puedo volver!.

 

En 1968 graba el L.D. Yo sé quién soy. En su presentación se reiteran los agradecimientos a sus instrumentistas y a los técnicos de grabación así como también

a los escritores que aportan textos a este trabajo: Carlos Bonavita y Eliseo Salvador Porta. Pero admite discrepancias sobre dos temas de su autoría y

así escribe: Por lo demás ilonga Pájaro y La canción del Cantor, pueden suscitar el repudio airado de las milongas ortodoxas y sus cultores. Riesgo que

corro a conciencia, pareciéndome lícito sin embargo haberlas escrito, por lo que dicen y por lo que resueltamente quisieron ser.

 

Alfredo, maestro de milongas, supo decir que la milonga era el blue de Montevideo en cuanto a sus extensas posibilidades de concepción e interpretación.

En esta placa comienza el apareamiento musical de milonga y son, que no solamente se juntan en una feliz casualidad, sino que adquieren un hondo simbolismo

en cuanto a lo que el propio texto de Milonga Pájaro sostiene: y hasta Cuba con amor... .

 

En 1969 graba Zitarrosa/4, con diseño hermoso de su amigo Blankito. Otra vez la grabación en los estudios Odeón de Buenos Aires; se reiteran en la presentación

avatares de la grabación y de la preparación de los temas incluidos en el disco. Dice Zitarrosa sobre el mismo: tuvimos una idea clara del conjunto recién

al final, esuchando el resultado de varias sesiones... . Fiel a su filosofía de trabajo destaca a sus instrumentistas, al técnico de grabación, y a Sarandy

Cabrera y Martín Ardúa (seudónimo de Julián Murguía), los poetas que colaboraron con sus textos (casi siempre modificados, levemente, por Alfredo).

 

Con toda razón destaca del disco El violín de Becho, claro está que no por sus valores relevantes autorales, sino por la labor del maestro Carlos García

y los violines verdaderos incluidos en la versión. Hablando del personaje de la canción Becho nos dice: Becho es uruguayo y paseó su violín por toda Europa.

Alguna vez con él grabamos una milonga improvisada que yo hubiese querido fuese el origen de un auténtico «jazz» del sur, nuestro, del Plata. Aquel proyecto

no se pudo concretar.

 

También notables, aparecen en esta placa Canción para un niño, la sutil y subliminal No se puede, la entrañable A vos Patria, confirmaciones de la creciente

intensidad creadora de Zitarrosa.

 

En los ya difíciles años del comienzo del 70, graba Milonga Madre; en la presentación destaca los arreglos instrumentales de Carlos García y advierte que

es la primera vez que «Milonga del solitario» se graba con violines. Hemos querido rendir homenaje en esa forma a Don Atahualpa Yupanqui aunque junto a

su fama universal nuestro aporte para muchos osadía no signifique casi nada. En esta placa surgen temas inolvidables, como Para Manolo, retrato admirable

del bolichero gallego, gran amigo del cantor; la propia Milonga Madre o interpretaciones de obras ajenas con un tratamiento personal inconfundible: Pobre

Joaquín, de Lena, o Milico e Pueblo, de Viglietti y Capagorry.

 

En 1971 firma la excepcional placa Coplas del canto. En una breve nota, Alfredo señala que los poemas musicalizados fueron escogidos por Efraín Quesada,

quien también adaptó a varios. Alfredo, como de costumbre, mete manos sutiles y cambia, siempre acertadamente, algunos textos. Obsérvese la lista de poetas

musicalizados: José Alonso y Trelles, Carlos Roxlo, Fernán Silva Valdés, Bartolomé Hidalgo, Francisco Acuña de Figueroa, Juana de Ibarbourou. Todos ellos

con la doble adaptación Quesada-Zitarrosa y musicalizados por éste, a no ser Silva Valdés, con la célebre musicalización del argentino Ginastera. También

aparecen canciones enteras de Alfredo como la conmovedora Dulce Juanita o Mariposa negra.

 

En 1973, año crucial para la reciente historia de nuestro país, Alfredo graba para Hemisferio S.R.L. en producción de Cantares del Mundo S.R.L., su Zitarrosa/7.

Adagio en mi país. Fui yo el encargado de presentar ese L.D. y transcribo este trabajo: Siempre que pienso en Zitarrosa me vuelve a la memoria una imagen

que el gran cantor me provocó, en un lejano recital, fervoroso de público, allá en Tacuarembó; dije entonces que toda canción cobraba, como tocada por

una magia terrena, un algo, un no sé qué dorado y cordial, en el envión sombrío y generoso de su voz. Creo que el amigo que escuche este disco sentirá

esta fascinación que opera sobre nuestro corazón inevitablemente. Porque si otra cosa precisa definición en el arte de Alfredo es señalar el centro, el

origen de tanta fuerza musical; no quedan dudas, sus fuerzas provienen de su corazón. Corazón oriental que se entrega en los cada vez más amplios círculos

concéntricos de su canto [...]. Es probable que este disco sea heterogéneo, que carezca de unidad. Mejor así. Que como la turbulenta vida que vivimos,

que como este presente, magma, semilla acaso de la mejor aurora, nos alcance este disco viejas y nuevas canciones. Que se unan, en esta luna negra de acetato,

ese guitarrero que cantó por él en Perú y tanto bien le hizo, y el actualísimo, impresionante Adagio en mi país.

 

Sí, Alfredo Zitarrosa, como lo dijiste: El pueblo es luz y seguirá cobijando tu canto, creciendo con tu voz, que busca esa mano de obrero. Porque eres y

lo serás siempre el mayor obrero de nuestro canto. Venga esa voz, tu voz, ésa que dije, generosa y sombría como un poncho patria.

 

Más allá de la emoción que transcriben esas palabras de la presentación, la placa abundaba en momentos excepcionales de la voz y el mensaje del cantor.

Ya hablamos de la canción epónima. Curiosamente, Zitarrosa la compuso para un dúo femenino uruguayo, Marga y Betty , que nunca llegó a grabarla. Pero también

está La canción y el poema, música de Alfredo sobre texto de gran calidad de Idea Vilariño, y está nada menos que Romance para un negro milonguero, uno

de los puntos más altos en la carrera autoral de Zitarrosa. Sin embargo, escuché a un comentarista radial señalar lo impropio del nombre, puesto que según

el crítico no es un romance el texto de la canción, formalmente.

 

En 1974 y para el sello Microfón graba en Argentina Zitarrosa/74. Las Diez décimas de saludo al público argentino operan como una presentación de la placa.

Décimas que Alfredo estrenara el 23 de enero de 1974 en el Teatro Enrique Santos Discépolo de Buenos Aires. Allí sonaron, en su inmensa voz, su profunda

convicción humanista, su definido pensamiento bolivariano, su corazón libertario. Pero en su pecho, en lo más profundo de su ser, estaba, acompañándolo,

su pueblo oriental, presente, directa o indirectamente, en todos su poemas y canciones. En estas décimas estaba también premonitoriamente la difícil década

vivida, y afortunadamente, pronosticaba tiempos mejores que por comparación con aquellos indudablemente se han alcanzado. En esa placa grabó seis temas

de unos desconocidos muchachos tacuaremboenses: Carlos Benavides, Eduardo Larbanois. Allí estaban: Guitarrero viejo, La ronda catonga, Chamarrita de una

bailanta, Muchacha campesina, Como un jazmín del país y Defensa del cantor. Esta última canción, de la autoria de Carlos y Washington Benavides, acarreó

múltiples problemas, cuando la placa fue grabada por el sello Clave en Montevideo. Sus autores fueron detenidos y no la pasaron nada bien.

 

El propio Zitarrosa fue detenido durante veinticuatro horas, y prácticamente obligado a marcharse del país.

 

Su discografía, en adelante, será fuera del país hasta el augural De regreso, de 1984. Grabará temas fundamentales como Guitarra negra (España, 1977), luego

reeditado en México, así como Adiós Madrid (España, 1979), Candombe del olvido (España, 1979), fuera de múltiples antologías que recorrieron el mundo.

Creemos que en Guitarra Negra se concentra la mayor intensidad y el mayor lirismo de Alfredo. Los textos, dichos por su autor, con un fondo de implacable

milongueo, son la poesía más auténtica que escribió Zitarrosa, y a la par, el más entrañable testimonio de los horrores de exilio. Escuchando Introducción

, Allanamiento, La casa, Uruguay for Export, Flor Show, Mis alas, La mariposa, Hago falta y Exhortación y propósitos, no solamente comprendemos la veracidad

del poema de Ricardo Scagliola, sino, también, cómo la voz de un hombre puede ser la voz de su pueblo, sin exageración y sin colores partidarios (aunque

los haya), sin sobrevaloraciones ni mitos. El quemante decir de Alfredo era la voz de muchos, de la inmensa mayoría de los del exilio y el insilio. Juan

Carlos Onetti escribió una vez: Al primero nos lo obligaron a conocerlo desde el liceo. Era cegado y recorría poblados, villas y ciudades, recitando sus

libros que tenían dos siglos de separación. Este se llamaba Homero. Luego, una larga teoría de rapsodas, juglares, etc. Mucho tiempo después, en los pagos

de Zitarrosa aparece el payador, bohemio y trashumante, sin más oficio que tocar la guitarra y cantar. Hombre muy bien recibido en las estancias y llamado

el poeta. Ahora tenemos cantores, inteligentes y cultos, que saben mirar alrededor y cantar lo que ven; personalmente, separo a Zitarrosa por su talento

y por su envidiable capacidad de llegar al público y hacerlo sentir. Ya lo dijo Machado: Qué más quisiera que escribir para el pueblo.

 

Vuelto a su Montevideo, Alfredo quiere, a la par de reeditar Guitarra Negra, editar Guitarra Blanca con la colaboración de una serie de escritores uruguayos.

El proyecto original se desvía, y, al final, se edita con el nombre de Hoy desde aquí acompañando en la misma placa a la reedición de Guitarra Negra, editado

por el sello Orfeo (1985), con textos de Eduardo Galeano, Ángel Oliva, Juan Capagorry, Milton Schinca (dichos por los autores), Pablo Neruda dicho por

Zitarrosa y Hoy desde aquí, de Alfredo, dicho por Nancy Marino. En otro giro de su labor musical, graba su Melodía larga I (1984) para el sello La Batuta.

Melodía larga I es trabajo instrumental. Y nuevamente, Alfredo habla de trabajo grupal en la concreción de dicho tema, explícitamente, en una nota al pie,

donde nos dice: Melodía larga queda abierta, en el registro autoral, a los colegas Alfredo Gómez, Julio Cobelli, Hugo Jasa, Raúl Medina y Julio Castillo.

Por eso va señalada como Melodía larga I. Disponen ellos, si quisieran frecuentar en el futuro dicha propuesta, de los siguientes opus posibles ..) En

las canciones del disco surgen el candombe Crece desde el pie, como la flor natural del disco, y Milonga para Beethoven, obras que prueban la fecundidad

creadora de Alfredo. Y una vez más si necesitaba probanza jugándose por los jóvenes creadores al grabar dos temas de la autoría de Mario Carrero.

 

En Melodía larga II, para el sello Orfeo, graba la Melodía larga III llamada Truco NO, la Melodía larga II, temas instrumentales, y algunas canciones de

otros autores, como la sobrecogedora, de Manuel Picón, dedicada al gran futbolista brasileño: Garrincha, de trágico fin; y la milonga de Don Ata: Sin caballo

y en Montiel.

 

En otro orden de su creación, vuelto a su país, Zitarrosa colabora en La Hora Cultural con una sección denominada Fábulas materialistas, donde su erudición

y un humor, a veces negro, a veces límpido, ofrecía prosas muy gustadas por los lectores. Pero un 17 de enero de 1989, aquella mariposa negra se le posó

en la frente y lo despertó a la otra vida. A una de aquellas, que Don Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre señalara, la sobrevida de la

memoria, y nosotros agregaríamos: la sobrevida de su obra. Por eso, en esta ciudad que amó tanto, alguien escribió un graffiti memorable el mismo día de

su entierro: Cantate una Zitarrosa, el texto junto a una inconfundible figura de Carlos Gardel. Horacio Buscaglia, en medio del entrevero doloroso que

lo acompañó en su entierro, reflexionó: Zitarrosa era Gardel.

 

En un poema escrito mucho antes, su amigo Enrique Estrázulas había dicho:

 

no te extrañes de nada

 

Alfredo Zitarrosa

 

Mi memoria es un ánfora como una catedral:

 

sé que tu corazón no cabe en los parlantes

 

en los países sordos de alta fidelidad

 

no cabe tu piedad por una araña

 

Ni tu clemencia por los que te matan.

 

Yo escribí para Brecha, y desde Tacuarembó, lo siguiente: Por el desgarrón, como a través de una tela de viejo circo veo: un disco del sello Tonal: El canto

de Zitarrosa. Contiene: Milonga para una niña, El camba, y Recordándote; tiene una fecha de expedición: 20 de noviembre de 1966. Veo, después, una noche

de Tacuarembó en la casa de Ildefonso Esteves, cenando con un hombrecito tieso y serio, junto a un asombrado adolescente de Curtina. Era en el setenta,

y por primera vez nos juntábamos Numa, Alfredo y yo. Sé que la fascinación de artista a artista fue inmediata entre Numa y Alfredo. Amistad-hermandad que

los ligó siempre, pese a todas las vicisitudes personales o compartidas. Por el desgarrón veo a Alfredo; es en 1973 en Tacuarembó, escucha cantar a ignorados

jóvenes norteños, sorbe un mate y una lágrima cruza su rostro moreno. Por el desgarrón veo discos, poemas, ensayos, grabaciones, recitales, partidas de

truco (Alfredo siempre jugaba en serio) asados, madrugadas. Veo los rostros de antes y de ahora: Nacho, el Quique Estrázulas, Capita; una madrugada en

Las Toscas; Numa, Víctor, Jorge, Juan o Beto por Malvín.

 

Veo casetes que se filtran por entre la dura malla de la dictadura y traen su voz, sus canciones, sus dudas y esperanzas desde España o México. Los músicos

que aquí peleaban contra viento y marea conocen conocieron el plasma de esos envíos. Alfredo fue ferozmente autocrítico. Conmigo se explayaba. Dudando.

Y no era falsa modestia. Era modestia real y la tormenta siempre presente en el verdadero creador. Estoy haciendo lo necesario y lo hago bien Esto bien

lo sabe el que se desespera trabajando su arte. Alfredo era (es) un poeta. Él se negaba a aceptarlo. Decía que hacía algunas letras y que a veces le pegaba.

Su música es inconfundible, como sus arreglos. Algunos jóvenes músicos disentían de sus líneas arreglísticas. Creo que eso era (es) normal. Pero muy pocos

rechazaban su forma de cantar, sus textos. Inconformable con sus conocimientos, siempre me reclamaba algo así como una guía de lecturas, porque él leía

muy desordenadamente (como la mayoría de nosotros). Siempre estuvo dispuesto a dar una mano (o las dos). Dándole el espaldarazo a jóvenes músicos y cantores,

solicitándoles comedidamente su autorización para grabar alguna de sus obras, prologando sus discos, aquí o en el extranjero. Tuve el privilegio de que

grabara muchos textos míos. En su voz eran poesía. Pero sigo mirando por el desgarrón: estamos mateando juntos, con Carlitos, Larbanois, Darnauchans. Estamos

componiendo un disco con Numa y Zita. Escribimos, enmendamos; se canta, se discute, se vuelve a las guitarras o el guitarrón. Se suman Toto Méndez, Ortega,

Morales y Julio. De pronto, la materia, informe, la materia de la forja, adquiere una precisa y definitiva resolución, el cuarteto acompaña a Zitarrosa,

la canción no resuelta estaba ahí, esperando que Alfredo y sus guitarras la sacaran del pozo. Quiero citar una vez más a João Guimarães Rosa en su discurso

de la Academia pensando en su predecesor. Porque las hago mías y las destino a eso que nos ocurrió en enero de 1989: «De repente, murió: que es cuando

el hombre llega entero, pronto de sus propias profundidades. Se pasó para el lado claro. La gente muere para probar que vivió. Pero qué es el pormenor

de ausencia Las personas no mueren. Quedan encantadas. A los que lo conocimos, más allá de sus discos y recitales, ese pormenor de ausencia nos duele,

sin embargo.

 

Alfredo Zitarrosa: Su Historia Casi Oficial. (Extracto)

 

Por Eduardo Erro

 

Del libro: Alfredo Zitarrosa: su historia casi oficial. Ed. ARCA, Montevideo, 1995.

 

Extracto publicado en el diario La República, Montevideo, el 17 de enero de 1998.

 

El 10 de marzo de 1936 la señora Blanca Iribarne daba a luz un hijo natural a quién llamó Alfredo. A muy temprana edad pasó a vivir con el matrimonio Durán-Carbajal,

cuyos integrantes Carlos y Doraisella, fueron considerados por Alfredo como sus verdaderos padres..."Mi padre y su Baldomir, mi madre y su hemiplejía"...dijo

en 1977 al estrenar su impresionante Guitarra Negra. O cuando en 1980 en México escribió: "... Chamarrita de los milicos está dedicada a mi padre; la escribí

de un tirón el mismo día que nació mi hija mayor... Carlos, quien habiendo sido hijo de coronel, había terminado de 'milico' en los años 40... no era mi

padre y yo lo sabía. Era muy viejo para ser mi mejor amigo, pero cuando ya viudo me pidió que no lo abandonara, sentí que más que mi padrastro era mi hermano,

y lo acompañé hasta el final...".

 

Sus primeros años transcurrieron en el pueblo de Santiago Vázquez, muy cerca del río Santa Lucía. En los veranos sus vacaciones cursaban por el departamento

de Flores, donde José Carbajal (hermano de Doraisella) trabajaba al servicio de los Irazábal. Ese entorno le dio a Alfredo un gran conocimiento del hombre

de campo, a quien entendió, comprendió y por sobre todas las cosas fue fuente inspiradora de buena parte de su obra. Más de una vez dijo: "No soy folclorista;

soy cantor popular uruguayo, y mi canto es fundamentalmente de raíz campesina; todo es milonga, milonga madre, madre incluso del tango y del candombe...".

 

A los 8 años de edad "me enfrenté por primera vez con un micrófono en CX 44 Radio Monumental: las madres pagaban 10 pesos y los niños cantábamos los miércoles

en el programa 'El precoz tenor' dirigido por Fernando Orejón. De ahí recuerdo a Jorge Riverón y a Manolo Guardia".

 

De infancia cristiana, tomó la primera comunión en 1943 y llegó a monaguillo en tiempo de la escuela primaria. A esa edad, cuentan sus ex-compañeros, era

común ver a un Alfredo que se divertía más con un microscopio que con una pelota de fútbol (en el exilio, sin embargo, fue una pelota y no un microscopio

una de las pocas cosas que puso en su maleta al partir de Carrasco). Pero sin dudas, su maestra de 4º año, Esmeralda Iralde, forjó buena parte de la personalidad

cultural de Zitarrosa: "Ella me enseñó a gustar de Fidias, de Beethoven, me enseñó a usar el microscopio...".

 

En la edad liceal, Blanca Iribarne se casa con un ciudadano argentino de apellido Zitarrosa. De ahí adopta el apellido por el que todos lo conocemos. Coincidencias

de la vida: el argentino Zitarrosa se llamaba Alfredo. Del matrimonio Zitarrosa-Iribarne nace la única hermana de Alfredo: Cristina Zitarrosa. Sus años

liceales transcurren por el Liceo D.A. Larrañaga, el nocturno del Liceo Zorrilla, la Facultad de Humanidades.

 

A los 18 años ya huérfano de padres adoptivos y viviendo con su madre en la calle Yaguarón, y... "a raíz de una conversación telefónica con el novio de

una amiga de mi madre de apellido Herrera si mal no recuerdo", es propuesto para dar una prueba en CX 10 Radio Ariel. Salva la prueba, es locutor, y hasta

que se aparta de esa profesión luego de ininterrumpidos 10 años, su voz se escucha por CX 32, 36, 14, 18, 20, 8 y cabina de Canal 4 Montecarlo.

 

Polifacético como muy pocos uruguayos, excepcional autodidacta, lector empedernido y con una cultura infrecuente entre sus colegas, gana en 1958 el premio

municipal de poesía. El tribunal estaba integrado por Juan Carlos Onetti, Laura Cortinas y Vicente Basso Maglio, poeta simbolista, anarquista, que escribía

los editoriales de CX 14 que Alfredo leía. En 1961, fallece Vicente Basso Maglio: el editorial de la radio diría que el programa cesaba por la muerte de

su autor. Alfredo publica una carta en los semanarios Sol, Marcha y Lucha Libertaria, donde dice: "El programa no había cesado por la muerte de su autor,

sino que el autor había muerto por cese de su opinión". Por el contenido de esa carta y por otros detalles fue "cesado con renuncia" en CX 14. Años más

tarde, por el contenido de esa carta, es contratado por Carlos Quijano como periodista de Marcha.

 

Con lo que cobró por la indemnización, proyectó un viaje a la Cuba post Batista; sin embargo solamente llegó hasta Perú donde trabajó como periodista en

"7 días" y "Oiga" de Lima. "Dejé ese empleo para irme con un gringuito que estudiaba antropología, en su automóvil por la Panamericana hasta México, donde

un amigo, el gordo Dotta, me mandaría los pasajes para ir a Cuba. Pero a último momento, al gringuito no le dejaron sacar el vehículo, que era un jeep,

porque era un material de deshecho del ejército peruano. El lo vendió, se fue en avión a EEUU, y yo quedé en 'banda', sin viaje, sin dinero y sin empleo.

Un amigo, César Durán, sin conocimiento mío, me anuncia como cantor en el show de Tulio Loza en el canal 13 Panamericano de Lima; canté dos canciones:

Guitarrero y Milonga para una niña, cobré 50 dólares y ahí debuté como cantor". "Sin embargo mi primera canción la compuse por 1960: Recordándote, una

zamba compuesta como si la cantaran Los Chalchaleros y dedicada a un compañero de CX 14 que estaba ennoviado con una amiga mía".

 

"Al regresar a Uruguay, fui locutor de cabina y luego locutor de cámaras en Montecarlo TV Canal 4. También escribí cuentos en Acción y fui periodista en

Marcha, donde por encargo de Hugo Alfaro, entrevisté a Silvie Vartan, George Maharis, Don Atahualpa, Onetti, Gabito, etc.". Por esos años se edita el primer

disco de Alfredo, un disco doble, lo que en esa época se conocía como "extended simple". En la cara A figura Milonga para una niña y El Camba; en la cara

B, Mire amigo y Recordándote.

 

A partir de ese momento, infinidad de canciones y decenas de discos se editarían en Uruguay, Argentina, España, Venezuela, México, Chile, que se escucharían

por todas partes del mundo. Países tan disímiles en costumbres e idiomas como Australia, Canadá, Italia, EEUU, Francia, Brasil, Alemania, y todos los países

de habla hispana, conocieron, disfrutaron y aplaudieron a este artista. Algunos países, a nivel oficial, desprendidos de toda connotación que sea exclusivamente

artística, lo recuerdan y ubican en su justa medida, más aún que en su propia tierra natal.

 

Una de las más grandes alegrías de Alfredo, la vivió el 27 de enero de 1970 cuando nace su hija mayor: Carla Moriana. Se había casado con Nancy Marino el

29 de febrero de 1968 ("así festejo cada 4 años"). Casi cuatro años después de haber nacido su primera hija, repite esa alegría, el 12 de diciembre de

1973, cuando nace su hija menor, María Serena. Sus dos hijas fueron inspiradoras de dos bellísimas canciones: Para Carla Moriana y María Serena mía.

 

El 20 de julio de 1970 es otra fecha importante: Zitarrosa debuta en Buenos Aires en el teatro ABC de Esmeralda 506 y Lavalle y repite su actuación una

semana después. Los comentarios en varios diarios argentinos de artistas internacionales son concluyentes, Atahualpa Yupanqui: "Milonga del solitario la

canta mejor que yo"; Joan Manuel Serrat: "Lo considero el poeta más importante de América Latina".

 

En febrero de 1971 hace pública su adhesión al Frente Amplio, y en agosto de 1971..."hace una semana que me afilié al MPU del FIDEL. Al FIDEL lo voté en

el 62 y el 66. Vivo aquí, en la playa, en casa de la familia de mi señora. No pago alquiler, y hoy de noche se inaugura en mi casa un comité de base".

 

Luego de casi cuatro años de no poder trabajar en su país, el 9 de febrero de 1976, se autoexilia, comenzando ahí la etapa más desgarradora, más injusta,

de todas las que le tocó vivir. Serían 8 años, 1 mes, 3 semanas y 1 día que Argentina, España y México lo hospedarían físicamente: "Mi corazón y mi mente

están en Uruguay. Yo vivo aún en Montevideo. Trabajo de cantor popular exiliado. Soy cantor popular exiliado".

 

Reconocimiento de gobiernos, aplausos de pueblos de todas las latitudes, respeto y admiración de maestros musicales, guitarristas, periodistas, etc. fue

la tónica común en todo ese período. Todo eso aunado a una defensa a ultranza de la democracia y la justicia que se había perdido en Uruguay.

 

Y el 31 de marzo de 1984, apenas pasadas las 14:00 hrs. en el Aeropuerto Nacional de Carrasco, el pueblo uruguayo nuevamente se encontró con su cantor.

Decenas de miles de orientales salían ese día a la rambla de Montevideo para demostrarle al mundo que más de 8 años no alcanzaron para romper una relación

humana cantor-pueblo, cuando ella es espontánea, sentida, fuerte, real. Ese mismo pueblo que casi 5 años después, el 17 de enero de 1989, volvió a salir

a la calle para ubicarlo para siempre y, como sucede sólo con algunos, en la inmortalidad.

 

 

 

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