AUTISMO

 

Por Roberto Sancho.

 

Lo QUE PIENSO ME LO GUARDO

"La vida es un arco iris que incluye el negro".

 

Yevtushenko, Yevgeny; poeta ruso.

 

 

El paso del tiempo acerca a Dellanira Elizondo a su tercer hijo, al nacer, lo acuna entre sus brazos y le prodiga todo s

amor sin saber que su pequeño David , tenía que enfrentarse a un Goliat más grande que el rey bíblico (El autismo), un síndrome que hace a los niños incapaces de utilizar el lenguaje con sentido o procesar la información que recibe del entorno.

 

Los meses se sucedían y la madre seguía a la espera de los primeros balbuceos, juegos infantiles y señales de integración al medio familiar pero en el pequeño David cuyo rostro y cuerpo era tan hermoso como el de todos los chicos de su edad,

No se manifestaba el comportamiento convencional, hasta ése momento, la familia desconocía que cerca de la mitad de los niños autistas son mudos, pero la providencia permitió que él sí hablara aunque muchas veces sólo repitiera en forma mecánica lo que escuchaba.

 

Dellanira posaba sus ojos en su retoño para sorprenderlo riéndose o palmeando como una respuesta a sus oraciones, mientras él con la mirada triste y lejana, parecía decir que el milagro ya había sido concedido pero que sólo el tiempo se lo mostraría.

Por la mente de la progenitora, pasan los recuerdos de una película que hacía unos años le impactaron, los mismos movimientos de péndulo hacia atrás, hacia adelante y a los lados, que tenía el protagonista con autismo, observaba en David y el neurólogo Dr. León demesservill le confirmó el presentimiento, aunque le aclaró que la causa, el pronóstico y el tratamiento del autismo siguen investigándose.

 

La noticia la sorprende junto a dos hijos adolescentes que al darse cuenta que su hermanito los repele para que no lo abracen ni lo besen, deciden dedicar ése tiempo a los amigos, mientras el padre, se desentiende de la situación quizás por miedo a enfrentarse a la realidad o como respuesta a una conducta agresora que durante décadas ejerció en la casa.

El primer lustro parece perseguido por las carreras de David en el hogar, a veces dándole vuelta a un plato, viendo con fascinación una moneda lanzada por él mismo o en la construcción de su ciudad erigida con el juego de "tuquitos", que permanece erguida hasta la hora de dormir cuando permite se recoja, mientras la noche vela sus sueños luego, la escuela de Neuropsiquiatría lo acoge una hora por semana hasta fin de año en que salen a vacaciones.

Dellanira, pide a la educadora las terapias y mientras la docente cambia de actividad, ella se levanta a las dos de la madrugada para cumplir con las tareas del hogar y dedicarle tiempo a su hijo.

Las carreras, los juegos, los sustos y las sorpresas, cambian de escenario al reanudarse las lecciones.

La madre llega a recoger al estudiante pero en el aula, la profesora derrama lágrimas y en el corazón de Dellanira surge la duda: ¿tan mal lo encontró que está llorando?, no, las razones eran otras muy diferentes, ella estaba sorprendida por los progresos alcanzados y como compensación, aumentan los días y las horas de clases que se extienden a lo largo de 3 años, donde alcanza la posibilidad de integrarse al sistema educativo regular.

Una educadora de integración, allana el camino con los alumnos y maestros, les cuenta quien es David, como trabaja una persona con discapacidad y que tiene los mismos derechos así como deberes que el resto de sus compañeros.

Los primeros 4 años, sonde una tranquilidad relativa, pero el siguiente curso lectivo, sorprende a David con la muerte de su padre situación que le produce un bloqueo que la maestra interpreta como un engaño porque a ella le dijeron que el estudiante era muy inteligente y a su aula llega un pequeño que sólo meses después confirma que su buena reputación no era el fruto de la mentira y así lo demuestra hasta la conclusión de los estudios primarios.

SECUNDARIA

Dellanira, escucha el consejo de varias personas y matricula a David en un colegio privado para ofrecerle mejores condiciones, como en la escuela, sigue apoyándolo en estudios sociales y español, además su hermana Leda, funge como profesora de inglés y la tutora Irma Jiménez refuerza el aprendizaje de las matemáticas.

Contrario a la primaria, David es objeto de agresiones por parte de algunos compañeros pero él se niega a denunciarlos y aunque su madre lo sabe, no puede comprobarlo.

Una alumna no oyente, es testigo de los ataques y denuncia como lo punzan con los compases pero el director aduce que éste testimonio no es categórico por provenir de una estudiante con discapacidad sensorial.

Por fin, David empieza a bajar el rendimiento y los profesores se quejan de su conducta hasta que Deyanira descubre en el brazo de David las huellas de los golpes y las punzadas.

Con mucha paciencia y rigor, la madre logra arrancar de su hijo, una lacónica confesión que inculpa a dos, uno de los cuales confiesa ante ella, su hija y la sicóloga del colegio, que sí, que el es responsable desde hace 3 años de maltratar a David, que lo hacía porque en la casa nadie lo escuchaba y en David descargaba toda la ira y frustración que sentía.

Nunca lo volvió a agredir pero Dellanira obta por no matricularlo al año siguiente porque no quiere exhibir en su hogar un título que le recuerde las lágrimas que le costó.

En la actualidad, los estudios de David, están suspendidos y mientras deciden cuando reanudar la secundaria, se prepara en cómputo, estudios sociales y por cable se mantiene al día con los acontecimientos deportivos, culturales y sociales que ocurren en el mundo.

David hace una vida bastante independiente, apoya a la familia, realizando trámites como algunas compras en el supermercado, paga recibos y Dellanira ahora tiene tiempo para plasmar en el papel sus sentimientos como éste que desea compartir con todos los lectores.

EL MAESTRO DE LA LUZ

El Maestro de la Luz, viste de túnica blanca, ha llegado en el momento en que solloza mi alma.

Leo en su pecho: Constancia.

Porta el mandato divino, de sellar el sufrimiento, de tallar en el dolor formas de vida y de gracia., de ser en la soledad, dulce canción en el alma.

De la oscuridad y el silencio, hacer brillar las palabras.

El Maestro de la luz, va sembrando la esperanza, siempre es la voz que conforta, cuando mi yo, se quebranta.

ES el Ángel del Señor y me abrigaron sus alas.

Regresar.