AMOR TRIUNFANTE EN CULTURAS DIFERENTES…

 

Din, don, dan…din, don ,dan…es el sonido musical del antiguo carrillón…

 

Todo es silencio, un poco de luz trata de curiosear en el interior de aquel recinto.

Sobre el escritorio la máquina de escribir espera paciente, no la inmuta ni el rayo de luz, ni el din, don, dan de su imperturbable vecino,  que frente a ella luce su cuerpo de madera tallada, con sus silenciosos engranajes que con fidelidad dejan oír el repetido y armónico din, don, dan…

 

En el sobrio florero de cristal, las anémonas han dejado caer sus pétalos marchitos, que dejan ver aún algo de su color, que el perseverante sepia amigo del   tiempo terminará por cubrir.  Desde su lugar en un fino marco tallado, la sonrisa de Magdalena luce la vigencia de un tiempo que parece no transcurrir.

 

Un rayo de sol ilumina el rostro enmarcado en los largos y oscuros cabellos…sonríe, ajena a las anémonas deshojadas, a la fina capa de polvo que lentamente se va depositando día a día sobre todo aquello que inanimado espera…

 

Junto al ventanal que da al jardín soleado, una mujer de edad indefinida, con los cabellos recogidos en su nuca, lentamente sorbe el te de un pocillo que con gracia sostiene en su mano derecha. Sus nudosos y pálidos dedos parecen ser testigos del paso del tiempo, la esmeralda del solitario que luce su anular guarda recuerdos; en su mano izquierda el platillo en el que lentamente deposita el pocillo, que ahora descansa en su falda. Ella se mece y mira talvez sin ver hacia aquel luminoso y colorido jardín.

Hace tiempo, en aquella casa, todo era vida y movimiento…

 

Magdalena baja ágil la escalera, y con voz cantarina da los buenos días...

 

-Buenos días, hija!...el desayuno está servido.

-Gracias mamá!, exclama jubilosa Magdalena y agrega: _estos bollitos saben como la vida misma pero, esta mañana no siento apetito.

Estoy nerviosa…­_concluye, mientras la sonrisa se borra de su rostro y se retuerce las manos.

-Al menos prueba un sorbo de café y trata de serenarte. Dice la madre mientras se sienta e invita a su hija señalándole una de las sillas y agrega:-Cuáles son los planes para el día de hoy?

-Iremos al aeropuerto, dice Magdalena, hoy llegan Raúl y su familia; sabes madre: estoy emocionada y también temerosa..

-A qué temes,hija? Pregunta con naturalidad, tratando de infundir confianza a su hija.

-No se… talvez sea porque son desconocidos. Hace tanto que Raúl  habla de ellos,  que creía tenerlos ya integrados a nuestras vidas…Pero en realidad son desconocidos .

-Bien, es verdad lo que dices, pero recuerda que antes fuimos nosotras y nuestra familia los desconocidos para Raúl, que lejos de los suyos intentaba acomodarse a nuestras costumbres tan distintas a las de su tierra natal.

 

Hace tiempo que Raúl fue designado desde lejanas tierras como ayudante del Embajador que a su país representa. Se conocieron en una reunión donde Magdalena concurre invitada, por ser amiga de la familia de quienes ofrecen la reunión de bienvenida a los nuevos representantes diplomáticos, de aquel país de Medio Oriente.

 

En el grupo de jóvenes que integraron al recién llegado, decidieron rebautizarlo con el nombre: Raúl, porque facilitaba el intercambio social, ya que su nombre real era además de largo difícil de pronunciar.

Con alegría y naturalidad fue para aquel grupo solamente Raúl…y nació el amor, y todo era natural, lejos estaban de aquel lenguaje difícil, se adaptó a las nuevas costumbres y aprendió a vivir su vida separada de la de sus compatriotas.

 

Pasaron dos años. Raúl fue llamado a otro destino, entonces la máquina de escribir sonaba ligera, el sol entraba a raudales, las anémonas eran frescas, y el din, don, dan, parecía mas alegre.

A la distancia tomaron la decisión: no podían vivir separados, habría entonces boda.

 

Para que todo sucediera en forma natural, y las diferencias de cultura y fe religiosa no fuera obstáculo la boda fue solamente civil.

 

Aquel jardín luminoso y perfumado fue testigo de la ceremonia, los amigos y familiares, estaban felices al igual que la nueva pareja hoy confirmada como nueva familia.

 

A nadie extrañó cuando el adusto y misterioso AmedAbu se acercó a la pareja y mirando a ambos dijo a Magdalena: ya eres de nuestra familia.

 

A pocos llamó la atención que la familia del novio, no participara demasiado de la fiesta. Tampoco que la única mujer que integraba aquella familia venida de tan lejos vistiera de oscuro y siempre estuviera alejada, casi sin participar, pues según las expresiones de su esposo: ella no conoce el idioma.

La fiesta fue animada, la danza, la risa y los brindis y el pastel de bodas, todo al estilo occidental.

El arroz, la filmación, los novios al retirarse…todo fue como siempre.

 

Y partieron en viaje de novios, en la maravillosa y clásica luna de miel.

 

Raúl fue ascendido en su carrera diplomática, le asignaron una embajada lejana…

La correspondencia era ágil, Magdalena estaba muy feliz, ellos eran como siempre: el uno para el otro.

 

Llegó lo esperado, la maternidad, su madre quiso viajar para estar a su lado. No fue posible. Las razones…?

 

Muchas, situación de beligerancia entre países limítrofes. Imposibilidad de visar el pasaporte…el consejo de esperar un poco…

Nació la primera niña, y aún no era posible la concreción del tan esperado viaje.

Nacieron tres niños más pero todo estaba tan distante y lejano…

 

Las noticias ya no llegaron, la vida en su dinámica, fue cubriendo espacios, las visitas se espaciaron, y la nostalgia fue adueñándose de la solitaria madre, la que soñó con ver a su descendencia correr y llenar con sus risas el enorme jardín.

Muchas veces la nostalgia se vestía de esperanza, otras de rebeldía…  Una lenta lluvia de lágrimas cubrió muchas veces el rostro materno, aquí y en oriente, pero las noticias no llegaron.

 

Frente al ventanal, la dama mira sin ver… eso nos parece. Tal vez vea a su querida Magdalena… con sus cuatro niños, sin duda tendrán el cabello oscuro, los grandes ojos de sus padres, reirán como Magdalena y talvez quieran bollitos con pasas…

 

 

 

En aquella mañana, una lluvia tenue y constante, muestra la visión del jardín algo diferente. Los verdes son mas verdes, todo parece reunirse bajo la lluvia fina; es que el reino vegetal está distante?

La dama se mece sumergida en sus pensamientos, mira la esmeralda que desde hace tanto tiempo la acompaña. Siente que el verde de su reino amigo se aúna con ella y desde muy dentro de su corazón va surgiendo la convicción de que, ya es tiempo de poner principio activo al final de esa espera.

 

A su memoria llegan con nitidez las palabras de su esposo cuando al colocarle en su dedo aquel anillo, hace ya tanto tiempo: es la realidad, visible de nuestra promesa, el amor y la esperanza jamás nos abandonarán, es el faro que muestra el camino que nos une hoy y que nos unirá por siempre junto a la familia que hoy formamos.

 

Se pone de pie, en sus ojos brilla una determinación: reunirá su familia.

 

Decidida comienza el camino. Nada será fácil. Ella lo sabe.

Reúne documentación, toma su impermeable y con firmeza se dirige al estudio de su abogado.

 

Ese es el comienzo, es un difícil juego donde se reúnen el derecho internacional y muchas influencias.

Nada la detendrá.

 

El periplo es largo, los inconvenientes surgen, retorna a su hogar muchas veces cansada, otras con una rebeldía que le hace crispar la mano en un puño cerrado…pero la paz y la perseverancia terminan por aquietar esos sentimientos.

 

Los trámites son lentos y engorrosos, cada nuevo día la encuentra fortalecida y el ventanal y el jardín extrañan su presencia, su periplo le demanda tiempo.

El sillón está allí...Todo la espera…ella se ha prometido un retorno lleno de vida y risas nuevas.

 

Muy lejos, en extraña tierra, Magdalena viste colores oscuros, su risa cantarina parece estar ausente, su familia es ahora tan distinta!

Solo en la intimidad parece reencontrarse con el amor.

Quisiera hornear los bollitos con pasas…decirle a sus niños que lejos los espera otra vida…pero teme…

Ya lo intentó tantas veces…solo fueron fracasos… Está sola. Nada le parece real, y a pesar del tiempo transcurrido en su corazón sigue muy viva la esperanza.

Y esa esperanza, la que alienta en los corazones, tanto en oriente como en occidente, crece día a día, y finalmente es una realidad que se concreta.

 

La dama aborda el avión, no siente temor. Está segura, nada la detendrá.

Llega a la embajada que a su país representa, y acreditándose comienza lo que desde hace tiempo viene planificando.

 

Se producen los contactos. Deberá esperar aún algún tiempo mientras los representantes y autoridades se relacionan. Ese tiempo le parece pesado y lento…están tan cerca y tan lejos ella y su familia!

Magdalena es la gran ausente, nadie parece conocerla, solo el pequeño país que es su embajada sabe de la historia real.

 

 

En su hogar, rodeada del confort que da el dinero, con el respeto y aprecio de las muchas personas que forman parte del servicio de aquella gran casa, Magdalena y sus hijos viven su realidad. Son felices…Solo Magdalena interior, muy íntimamente conocedora de su realidad, acuna sueños…

Para su entorno el occidente no forma parte de aquella vida en ese presente se vive en lo cotidiano y nada más.

 

Hace mucho tiempo que Magdalena no llora, ha cambiado su estrategia frente a las circunstancias y hace tiempo que lee y se ilustra sobre el Islam.

Hoy conoce desde sus inicios sobre la fe musulmana, sobre Alá y su profeta Mahoma.

 

Hoy sabe con fundamentos sobre el movimiento del siglo noveno sobre el califa Al-mamun, sobre la integración del racionalismo griego y el pensamiento islámico.

Puede exponer sobre los mutasilíes y sufistas y sobre el gran filósofo  Al-kindi.

Discreta, firme, no impone su pensamiento, pero no cede terreno a la familia de su esposo, que trata desde el comienzo de imponer su muy fuerte pensamiento ortodoxo.

 

Desde su corazón, inspirada en el amor de y a su familia, crece el pensamiento sufista que se amalgama con el amor y misericordia cristiana.

Sostuvo   que la verdad filosófica es idéntica en todo el mundo y que las muchas religiones existentes son expresiones simbólicas de una religión universal ideal.

La bondad y misericordia de Alá son infinitas y protege a sus hijos. Es más importante la riqueza moral y la vida interior que las posesiones materiales.

 

Es en estos términos que Magdalena educa a su familia, de la que forman parte también todas las personas que prestan sus servicios en aquella gran casa.

Desde su lugar, como madre, Magdalena enseña a sus hijos su lengua materna, nada de lo que ella hace es ignorado por su esposo, de manera que la unidad familiar es verdadera. Estrategia y táctica fundamentadas en el amor dejan ver sus frutos.

 

Lejos está Magdalena de imaginar que muy cerca en la misma ciudad, su madre espera con ansiedad que los trámites finalicen y al fin pueda encontrarse con su familia, abrazar a su hija y conocer finalmente a sus nietos con los que tanto ha soñado.

 

 

En aquella mañana con las formalidades del caso, pero con el corazón latiendo fuerte, Raúl llega al encuentro de la dama, aquella que siempre consideró un afecto muy cercano.

 

Con él y casi sin palabras pues la emoción le oprime la garganta, se dirigen al encuentro tan esperado, grande es la sorpresa de Magdalena…grande es la sorpresa de la dama cuando los cuatro niños a coro y extendiendo sus bracitos dicen: abuela!!!

 

 

Autora: Marie Díaz. Montevideo, Uruguay.

mariediaz@adinet.com.uy 

 

 

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