AL CUMPLIRSE
EL XI ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE
TADEO PADRE
Comentario:
Mi padre ocupó
y ocupa un espacio fundamental en mi vida y en mi crecimiento como persona; por
su puesto que tuvimos muchos años de discrepancias, como cualquier hijo con su padre,
pero tuvimos una vida inundada de amor y entrega absoluta; no podría por
ninguna razón desmerecer su trascendencia e influencia.
Dije que
escribiría algo para él cuando sienta esa necesidad de expresarme; al cumplirse
este pasado 24 de Mayo 11 años de su partida, la he sentido.
AL CUMPLIRSE
EL XI ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE TADEO PADRE
Yacen los recuerdos arrumados;
volteo mi
rostro a buscar huellas del pasado;
no será
posible revelar los misterios del dolor;
su ausencia
papá, dibujó las nuevas caras del futuro.
No hay duda:
han crecido mis brazos, mis camisas, mis días, mis debilidades, mis virtudes;
ha calmado mi
llanto;
se han
retirado las sombras de la nostalgia;
ha empezado a
imponerse el sol.
Veo todos los
días por la ventana de mi alma cómo los autos, las pisadas, los aviones, los
atardeceres, los periódicos, los transcurrir del calendario, recuerdan mis
acariciables segundos, junto a las nuevas conquistas.
Usted soñó
ver- florecer la visión de la mente avenible a las exigencias del indomable
devenir;
usted confió
en su confianza- depositada en la luz del conocimiento como la guía que jamás
renunciará a transformarse en soledad;
usted depositó
en su partida- la seguridad que haremos de la instrucción, la única razón de preservación
de la moral;
usted vive en
su universo- la tranquilidad que esta memoria no abandonó jamás este cuerpo;
usted descansa
en paz- sabiendo que la misión no concluida, será esa tarea pendiente e
interminable que será el motor para salir sonriente de casa cada mañana.
Hoy puedo asegurarle que no habrá quien doblegue este brazo;
quien disuada
la claridad de los juicios que tiene este habitante al racionalizar las
exigencias de la materia.
Querido papá:
Cuantas veces intercambiamos ideas;
cuantas veces
trasnochamos con café y apasionantes temas;
cuantas veces
reímos de nosotros mismos;
cuantas veces
leyó los libros infinitos de sus caprichosos principios;
cuantas veces
los desacuerdos fueron al final acuerdos;
cuantas veces
fueron tantas veces.
Pero sin temor a superar las fronteras del error,
aprendí de
cada lección impartida por su paciencia;
del inagotable
amor que sin restricciones ofreció a todos sus hijos;
de las
declaraciones de guerra que planteó a la depresión y a la aflicción con las
oportunas palabras, que alejaron sin retorno los fantasmas de la congoja, que
nos visitaban periódicamente.
En ocasiones siento que extraño su voz;
que necesito
su palabra de hielo para desintegrar la desolación;
no tengo duda;
no me ha abandonado;
está en uno a
uno de los recorridos que le corresponden a mi atrabiliario corazón.
Nunca le dije adiós;
Nunca he perdido la fe en volvernos a encontrar;
y con
seguridad con otra taza de café, reiremos, charlaremos, leeremos,
pero por sobre
todo, seguiremos con nuestra mirada de cara a los nuevos desafíos.
Amado papá:
Regrese al lugar de donde lo he traído con estas voces;
le agradezco
por haber asistido a esta breve reunión;
con seguridad
asistiremos a la convocatoria que nos espera;
y entonces,
con arrebato, escribiremos el cuento que conjuntamente acordamos escribir.
Autor:
Arnulfo S. Guayaquil, Ecuador.