Alcaldes en movimiento

La muerte anunciada

Por LUIS GUTIÉRREZ ESPARZA

Presidente del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI)

Suman ya de 35 a 40 los países capaces de producir armas nucleares. Los más recientes miembros del club son la India, Pakistán y Corea del Norte. Otros, cuyo historial respectivo está rodeado de secreto y una buena medida de clandestinidad, son Israel, Irak, Libia, Sudáfrica, Taiwán, Argentina y Brasil. Adicionalmente, los hay que consideran en estos momentos la posibilidad de unirse al grupo, como Japón, Siria y Arabia Saudita. Un entorno de inestabilidad y volatilidad en materia de seguridad global, precipita las decisiones, aun si por diversas circunstancias algunas naciones como Irak y Libia-han debido suspender sus actividades al respecto, debido a consideraciones económicas y a presiones externas.

Las organizaciones terroristas internacionales como Al-Qaeda, han tratado de obtener armas nucleares y tal vez dispongan ya de algunas. Los conocimientos básicos para fabricar una bomba atómica se han difundido indiscriminadamente, incluso en manuales de fácil acceso; y los componentes necesarios carecen muchas veces de la vigilancia adecuada. Al-Qaeda, por ejemplo, gracias a las gestiones del gran maestre del terrorismo global, Osama bin Laden, logró asistencia técnica del programa nuclear paquistaní.

Su participación en el narcotráfico de alto nivel representa un acceso constante a fondos frescos, independientemente de que la fortuna personal de Bin Laden sigue rondando los 30 mil millones de dólares. Así, los escuadrones de elite de Al-Qaeda disponen de recursos para desarrollar armamento nuclear y adquirir misiles u otros artefactos que permitan su empleo sobre blancos específicos.

La construcción de una bomba atómica rudimentaria por una persona de inteligencia promedio no resulta una tarea imposible. El hipotético individuo necesitaría adquirir suficiente uranio, pero no tendría que ser del tipo altamente enriquecido, tratándose de una bomba más bien primitiva, pero no por ello menos mortífera. Una persona imaginativa, altamente motivada y con ciertas habilidades básicas, podría ocasionar daños verdaderamente catastróficos con una bomba nuclear de esta naturaleza.

Mientras tanto, la nueva doctrina nuclear estadounidense anunciada por el presidente George W. Bush, que proclama el derecho de Washington a atacar con armas nucleares, de manera preventiva, a los países considerados hostiles que dispongan de arsenales de esta índole o puedan tenerlos, así como otras armas de destrucción masiva, ha provocado una respuesta inevitable de quienes, legítimamente, consideran amenazada su seguridad; por lo mismo, Rusia y China comenzaron a modernizar sus arsenales nucleares con nuevos submarinos y misiles para ser disparados por éstos; nuevas cabezas nucleares, incluidas las cabezas múltiples para los misiles; y nuevos misiles balísticos intercontinentales, los más terroríficos de todos, porque pueden llevar a un extremo al otro del mundo la muerte anunciada de la destrucción mutua asegurada.

Esta modernización cualitativa es una forma de proliferación vertical opuesta a los compromisos adquiridos para el desarme nuclear, conforme al artículo sexto del Tratado de No-Proliferación Nuclear (conocido internacionalmente como NPT, por sus siglas en inglés). El colapso del régimen de no-proliferación es evidente. La proliferación continúa pese a una serie de acuerdos internacionales para impedirla. El tráfico nuclear

ilegal, las violaciones a los tratados y el desdén con el que viene actuando Estados Unidos, particularmente durante los gobiernos de Bush padre, Ronald Reagan y Bush hijo, se han combinado para volver nugatorio e irrelevante el régimen de no proliferación.

La Agencia Internacional de Energía Atómica considera que el NPT es obsoleto porque, de hecho, ya experimentó un colapso generalizado. A partir de esta realidad, es previsible una acelerada proliferación de armas nucleares entre las naciones, los grupos transnacionales terroristas y del crimen organizado e individuos cuya motivación es ideológica, religiosa o simplemente mercenaria; a menos que un nuevo régimen de no-proliferación, bien estructurado, sólido y obligatorio, reemplace al que fue destruido paulatinamente por la ambición hegemónica de los gobiernos estadounidenses y varios de sus aliados más notorios.

Comenta Tadatoshi Akiba, alcalde de la ciudad mártir de Hiroshima y presidente de Alcaldes por la Paz, organización que representa a 539 ciudades y más de 250 millones de personas: "Estamos contra la idea de que alguien pudiera, por cualquier razón que considere legítima, desatar un holocausto nuclear. Estamos contra la idea de que se deban gastar billones de dólares en la destrucción total nuclear mientras miles de millones de personas viven en la peor de las pobrezas, que pone en peligro sus vidas.

Nuestro blanco inmediato son las armas nucleares, pero nuestra meta a largo plazo es un nuevo orden mundial. (en el que) ninguna persona deba matar o ser muerta para defender las riquezas o el ego de su amo. en el que no veamos alrededor nuestro enemigos, asesinos, ladrones, contra quienes debamos defendernos, sino hermanas y hermanos de quienes puedan depender nuestra seguridad, nuestra supervivencia y nuestro bienestar".

Los Alcaldes por la Paz estarán muy activos este año y esperan contar con el jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, si es que los escándalos políticos derivados de la corrupción, le dejan tiempo para ocuparse de lo verdaderamente importante.

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