“Crisis de la rehabilitación”.

Alerta roja en América Latina.

 

Mi saludo a todos.

Hoy me animo a publicar un artículo que escribí hace 28 años y que me gustaría pudieras leer cuando dispongas de un tiempo, para que compruebes que los hechos actuales en América latina con el tema de la rehabilitación para las personas ciegas, es fruto de una tendencia que se venía gestando en la Región, y de la que, los gobiernos en los últimos años no protegieron, y las asociaciones de personas ciegas, no supieron defender.

Ha sido un proceso donde lo importante es la CANTIDAD y no la CALIDAD, donde se trata de GASTAR MENOS y NO INVERTIR, tiempos donde la paradoja está entre la gran siembra de disposiciones legales nacionales e internacionales promoviendo la inclusión y el bienestar de las personas con discapacidad, y por otro lado, los organismos económicos internacionales que condicionan el accionar de los gobiernos y que generan situaciones como en la que estamos inmersos.

Dicho de otra forma, una vez más vemos que el discurso va por un lado y los hechos por otro.

A su vez te podrás preguntar por qué hago esto, muy sencillo, porque no puedo quedar indiferente a la enorme cantidad de dificultades que tienen y tendrán nuestros compañeros con discapacidad visual, que lamentablemente continúan ingresando a este colectivo.

 Procuro que seas tú quien piense y reflexione si las personas jóvenes o adultas que adquieren la discapacidad visual, tienen hoy en América latina los medios institucionales que les brinden servicios de rehabilitación acordes a sus reales necesidades y que respeten sus decisiones.

Recuerdo lo expresado en el capítulo de introducción del Manual Técnico de Rehabilitación de la Unión Latinoamericana de Ciegos y pregunto:

¿Dónde están en cantidad y calidad en América latina los distintos Modelos que conjuguen filosofía, protocolo y programas integrales de la rehabilitación?

 Te dejo con el artículo, que contiene algunos términos propios de aquellos años; gracias por tu atención, y por supuesto que si quieres dar tu opinión, sea cual sea ella, aquí estoy para intercambiar sobre la enorme pérdida que vamos teniendo en este campo.

No dejemos que nos gane la indiferencia, no más migajas de los iluminados que quieren pensar y hacer por nosotros, y no con nosotros.

 

Cualquier discapacidad es un hecho no deseado; la ceguera o la visión subnormal aún menos, por el agregado de que ésta tiene una trascendencia en el hombre que va mucho más allá del hecho de no poder ver total o parcialmente; es una limitación que impone una gran dependencia, sumada al miedo, la vergüenza y el desequilibrio psicoemocional que sumerge, en la mayoría de los casos, a la persona en un caos del que no sabe cómo salir.

La familia tampoco sabe qué hacer; el desconcierto, la angustia, la impotencia ante un hecho no deseado, hacen que comience muchas veces un largo peregrinar en favor de una recuperación visual que muy difícilmente llegará.

El transcurrir del tiempo va provocando un cambio de roles en el núcleo familiar; éste se encuentra ante una situación que rechaza; la misma persona ciega o con visión subnormal también la rechaza, pero el desconocimiento de cómo encarar el hecho, va envolviendo a la persona en el quietismo y la sobreprotección.

La angustia de no saber qué será de ella, el miedo a moverse y la vergüenza de cómo será vista, junto a la imposibilidad de poder tomar decisiones, la irán replegando a un micro espacio físico y anímico, donde su autoestima cada día es menor.

La ceguera o la visión subnormal no es un accidente, será para la persona una dura realidad de la que podrá salir a través de un conjunto de medidas y de acciones que hay que hacerle conocer y poner a su disposición.

Para revertir situaciones así, a partir de 1955 un grupo de profesionales norteamericanos diseñan, estructuran y ponen en marcha el primer Centro de Rehabilitación para personas con ceguera adquirida, a las que se le facilitarían las herramientas para que, partiendo de su propia decisión y esfuerzo, pudieran reintegrarse con el mayor grado de independencia al medio familiar y social al que pertenecían.

A 37 años del surgimiento de la Rehabilitación, ya estamos viendo como su filosofía, procedimientos y programas se van desvirtuando en instituciones que pierden poco a poco la esencia que dio lugar a su nacimiento, que el hombre y la mujer fueran superando tan difícil condición a través de su propio esfuerzo y no con acciones asistencialistas que ya no debieran tener lugar culminando el siglo XX.

Para sobreponerse a una pérdida tan importante, tan trascendente, no habrá soluciones ni caminos fáciles; se hace necesario contar con servicios de rehabilitación que le muestren a la persona, cómo y de qué manera podrá ser capaz de salir adelante.

Está demostrado que a través de la rehabilitación, las personas ciegas o con visión subnormal pueden volver a tomar un rol protagónico, pero también ha quedado claramente en evidencia, que esta discapacidad exige de un proceso de rehabilitación inequívoco, un proceso de rehabilitación integral, donde se conjuguen dos etapas fundamentales, primero la de rehabilitación básica funcional o rehabilitación visual (según el grado de limitación) a través de la cual la persona retome poco a poco su autonomía funcional, desde la cual pueda comenzar a creer en sí misma, que sea capaz primero de valerse en todas aquellas cosas que están tan ligadas a la dignidad humana, y esto no se está cumpliendo por parte de muchas instituciones, lo que da lugar a pensar que estamos entrando en una crisis que mucho nos perjudicará.

Superada esta etapa de autonomía funcional, en la que también va mejorando la autoestima y se recobra el equilibrio psicoemocional, se hará necesario para todas aquellas personas que necesiten acceder a un trabajo, transitar por la etapa de rehabilitación profesional, que les permitirá aspirar en mejores condiciones a un empleo remunerado.

Los hechos han demostrado que las personas ciegas o con visión subnormal necesitan disponer de las oportunidades para acceder a un proceso de rehabilitación integral, única forma de poder obtener, conservar y desarrollarse en un empleo remunerado; no será sólo con hábitos y capacitación para un trabajo, será también con una efectiva autonomía funcional para resolver cada día todas las contingencias, a la vez que orientarse y moverse con independencia, sumando las mejores condiciones para comunicarse con sus pares y con quienes ven.

Por lo tanto se hace imprescindible tener una articulación prevista, preparada dentro del propio Centro de Rehabilitación, o bien coordinando con otros programas existentes en la comunidad, para cuyas acciones habrá que tener un protocolo que asegure la eficiencia en el proceso.

Esta articulación entre ambos procesos es un factor clave para acotar al mínimo posibles errores, por ende posibles frustraciones.

Debemos recordar la premisa que nos dice que no hay rehabilitación profesional, si ésta no culmina con la obtención de un puesto de trabajo remunerado.

 

Las claves:

 

  1. Independencia funcional.

 Adecuado equilibrio psicoemocional.

 Apropiada interrelación con el medio.

 Valoración de los antecedentes y preferencias.

 Formación para el trabajo.

 Apoyo para la ubicación laboral.

 Verificación de los resultados.

Son muy pocas las instituciones que en estos momentos cumplen con estas claves verdaderamente integrales, vale preguntarse por qué será.

Si bien el protagonista es la persona ciega o con visión subnormal, -lo que hoy llamamos personas con discapacidad visual, o disminuidos visuales-, no es menos cierto que la familia o su entorno tienen un rol trascendente durante todo el proceso de rehabilitación, proceso que debe contar con los profesionales, técnicos y docentes con la idoneidad que requieren las circunstancias.

El participante, su familia y los rehabilitadores deberán constituir equipos de trabajo donde cada cual debe ir asumiendo su propio espacio, sus acciones y sus responsabilidades, para que de esa forma, cuando se cumpla el proceso de rehabilitación, el mismo dé como resultado el gran objetivo perseguido: el mayor y mejor nivel de integración de la persona ciega o con visión subnormal a la sociedad.

En América Latina se están desvirtuando estos principios y estamos siendo testigos de la pérdida de calidad y confiabilidad.

No debemos quedarnos pasivos ante esta realidad, la Unión Latinoamericana de Ciegos debería buscar y encontrar las formas y medios para generar un Foro de intercambios técnicos/profesionales que ayuden a corregir este panorama y que la Rehabilitación no sea desvirtuada por razones económicas, por la falta de personal capacitado o por otros intereses que están muy lejos de ser los que más pueden favorecer a las personas con discapacidad visual, quieren hacernos creer que aprendiendo a usar un bastón y leer braille ya estamos rehabilitados.

Luchemos por no perder la premisa de ser vistos, considerados y tratados en el proceso de rehabilitación, como seres biopsicosociales, que salir adelante está en nuestra voluntad y fuerzas, con el apoyo de los rehabilitadores que deben ser los facilitadores y no los dueños de nuestras decisiones.

Vamos camino a entrar al siglo XXI, no dejemos que nos escamoteen la filosofía y alcances del proceso de rehabilitación integral, ya no más tutelaje, proteccionismo ni asistencialismo.

 

Montevideo, septiembre de 1992.

Publicado en la revista “Los ciegos en el mundo” de la Unión Mundial de Ciegos

Este artículo promovió un amplio debate en todas las Regiones de la Unión Mundial de Ciegos, donde se generó el Primer Foro Mundial de Rehabilitación, realizado en Tailandia en noviembre de 1994, donde se preparó un excelente documento técnico y político, pero que, la realidad nos mostró, que no pasó más allá de eso …

 

 

Autor: Prof. Ángel Aguirre Patrone. Montevideo, Uruguay.

 Ex director del Centro de Rehabilitación para Ciegos Tiburcio Cachón de Montevideo.

 

Angelaguirre.50@gmail.com

 

 

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