Poemas de Paco Maín. (70)

                                               

Sin temor.

 

Hoy doy gracias a Dios por estar vivo,

Y el vivir se festeja, sí señor,

Porque la “adversidad” no me ha vencido,

Y afronto el destino sin temor,

 

Hoy quiero que festejes tú conmigo,

Porque tu reto enfrentas con honor,

Pues la penumbra no nos ha podido,

Y seguimos luchando con valor,

 

Por eso el porvenir no nos asusta,

Porque nuestro Señor nos da el coraje,

De lograr la victoria más augusta,

 

Por impetuoso que sea el cruel oleaje,

Haremos con pasión lo que nos gusta,

Porque el valor es ya nuestro ropaje.

 

 

Insomnio.

 

En lo más profundo y absurdo de mi insomnio, como siempre reina tu recuerdo, e invariablemente, como cada noche, anhelo tu presencia, suspiro por tus besos, añoro tu ternura y deseo tu cuerpo; y entre el pensamiento y la melancolía, siento tu fragancia, saboreo tus labios, percibo tu pecho unido al mío, me aferro a la almohada, sueño y desvarío, creyendo tenerte tan sólo conmigo, sintiéndote mía, diciendo amoroso tu adorado nombre, creyendo escuchar de tu dulce voz decir que me amas, sentir tus caricias, admirar tu rostro, tu dulce mirada tu radiante sonrisa, tu hermoso cabello cual bruno velo cubrir tus encantos y te siento mía, más mía que nunca y el frío de la noche me vuelve al tormento de este cruel castigo de sentirme solo, de no estar contigo.

 

Y un mar de suspiros inunda mi alcoba, discreta una lágrima recorre mi cara, un puño de hielo oprime mi alma y una voz mordaz cuestiona incesante: “¿mía?... ¿mía? … ¿mía?...”

 

¿Cómo es que eres mía si estás tan distante? Si no tengo tus besos, ni escucho tu risa, ni aspiro la brisa de tu fiel fragancia, ni veo tu rostro de sin igual belleza, ni en tus dulces pupilas miro mi reflejo, ni tengo tu abrazo, y menos tu cuerpo…

Y vuelve la rabia y la cruel impotencia de no hacer realidad mi perenne sueño de este amor furtivo.

 

Mas mi alma grita: “¡claro que eres mía! ¡Cómo no has de serlo! Si ardiente tu nombre late entre mis venas, si perennemente te llevo en mi mente, en mi pecho y en mi alma; si mi corazón no cesa de amarte, qué importa que de mí tú estés tan distante, si estás más en mí que contigo misma, que como yo ¡nadie puede amarte!”.

 

Y el día me sorprende, como todo el tiempo, en mi dulce delirio, y en hondo suspiro beso tiernamente tu semblante de fragante lirio, musito amoroso tu arcano nombre ¡y ruego al Creador que guíe tus pasos y que te bendiga mi amada princesa!

 

 

A Louis Braille.

 

En un mundo de penumbra,

Una gran luz ha brillado,

Que a todo ciego ha brindado,

El resplandor que hoy alumbra,

Su vida, y lo acostumbra,

Con un sistema eficiente,

Para ser independiente,

En el mundo del saber,

Al escribir y leer,

Y sentirse competente.

 

Fue gracias a un accidente,

Que le privó de la vista,

Lo que permitió a este artista,

Llegar a ser excelente,

Al diseñar concluyente,

Un sistema, en relieve,

Que por el tacto promueve,

Acceder a la cultura,

Vía la lectoescritura,

De aquel cuya mente mueve.

 

Su gran legado lo forman,

Los seis puntos singulares,

Que al combinar sus lugares,

Al momento se transforman,

En los signos que conforman,

Las palabras y oraciones,

Que harán que sin dilaciones,

El que carece de vista,

Pueda emprender la conquista,

De sus sueños y pasiones.

 

Estos puntos en cuestión,

Además de literales,

Pueden formar numerales,

Lo que nos da la ocasión,

De aprender con precisión,

Todas las exactas ciencias,

Que engrandecerán conciencias,

En procesos matemáticos,

Físicos e informáticos,

Incrementando sapiencias.

 

Así mismo se ha podido,

Ingresar en los anales,

De las notas musicales,

Porque se escribe el sonido,

Lo que al ciego ha permitido,

Por medio de este sistema,

Descifrar en un esquema,

Toda musicografía,

De sublime sinfonía,

E interpretar todo tema.

 

Hoy tiene un puesto de gloria,

Louis Braille, el gran portento,

De cuyo insigne talento,

Festejamos la memoria,

Pues lo registra la historia,

Con letras de oro grabada,

Con los grandes comparada,

Porque a la ilustre creación,

Del sistema de expresión,

Fue su vida consagrada.

 

¡Demos reconocimiento!

¡Con fervor agradecidos!

¡Por los bienes recibidos!

¡De este insigne talento!

¡Y al sistema de portento!

¡De cuya mente creadora!

¡Prolija y libertadora!

¡A quien Dios tenga en la gloria!

¡Lo mismo que hoy la historia!

¡De Louis Braille! ¡En buena hora!

                                                              

 

Autor: Luis Francisco de Jesús Maín Rodríguez. Xalapa, Veracruz, México.

lfdejmr@hotmail.com

 

 

 

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