Coloreando la ceguera: La multimodalidad en la enseñanza del color a niños ciegos o con baja visión grave.

 

El planeta Tierra (también conocido como planeta Azul) ostenta una vasta gama de colores cálidos y fríos, mates y brillantes, que son percibidos por el ser humano a través de los fotorreceptores (neuronas especializadas sensibles a la luz, localizadas en la retina externa del ojo), para su deleite y aprovechamiento en su vida diaria.

Pero, ante la incapacidad o dificultad para percibir el color mediante los órganos de la visión (los ojos), los niños ciegos o con baja visión grave se han visto limitados a escuchar que el cielo es azul, que la nieve es blanca, que el pasto es verde, que la sangre es roja, que la noche es negra… y nada más.

Es el caso de Carina, quien presenta ceguera congénita y cursa el tercer año de primaria. Una tarde me contó que tenía un perrito que se llama Jachi, y cuando le pregunté de qué color era, me contestó muy apenada que no sabía. Karina tampoco sabía el color del disfraz que ese día le había puesto su mamá para ir al evento de Día de Muertos de su escuela, pero sí sabía que era un disfraz de la catrina, porque se lo dijeron cuando se lo compraron.

Otro caso es el de Mariana, quien presenta ceguera congénita y cursa el primer año de secundaria. A Mariana le puse en sus manos un grupo de 40 frutas y verduras de plástico en tamaño real y le pedí que me dijera qué fruta era y cuál era su color. Sólo logró identificar una tercera parte de estos objetos, encontrando dificultades no sólo con el color sino también con la forma.

Un caso más es el de Luis, quien presenta ceguera congénita y cursa el quinto año de primaria. Llegó a clase con una pequeña colección de 10 carritos de juguete, idénticos en el diseño, pero no sabía de qué color era cada uno, sólo le habían dicho que eran de diferente color. Finalmente, David, quien presenta ceguera adquirida a muy temprana edad y cursa el tercer año de secundaria, no supo qué decir cuando le pregunté de qué color era su cabello.

La idea tradicional de no abordar el tema de los colores con los niños ciegos, ha provocado que su conocimiento sobre el color de los objetos que los rodean sea en ocasiones escasa, en otras, equivocada y en las más extremas, nula.

En este contexto surgen los siguientes cuestionamientos: ¿NO es ilógico que el conocimiento sobre el color con el que cuentan los niños ciegos sea tan limitado, a saber que el cielo es azul, el pasto verde, la nieve blanca, pero ignoren de qué color son sus ojos, cabello, piel, vestido, mascota, juguetes? o bien, ¿de qué color son las frutas y verduras que comen en casa? ¿Cómo se combinan los colores de la ropa?

Para adentrarnos un poco más en esta dialéctica entre el color y la ceguera, revisemos la siguiente definición del Diccionario en línea de la Lengua Española (vigésimo tercera edición).

Color:

1. m. Sensación producida por los rayos luminosos que impresionan los órganos visuales y que depende de la longitud de onda.

Partiendo de la teoría del color, recordemos que la percepción del color responde a una clasificación que distingue tres categorías, a saber:

Los colores primarios, o colores que no se pueden obtener de la combinación de ningún otro color, son el rojo, el amarillo y el azul. Los colores secundarios, o aquellos que se obtienen de la combinación de dos colores primarios, son el anaranjado, (fusión del rojo con amarillo), el verde (fusión del azul con amarillo) y el violeta (fusión de rojo con azul). Y los colores terciarios, o aquellos que se obtienen de la combinación de un color primario y un secundario, son el rojo violáceo, el rojo anaranjado, el amarillo

El amarillo verdoso, el azul verdoso y el azul violáceo.

En lo que toca a los colores neutros, es decir, el blanco y el negro, el primero se obtiene de la combinación de los colores luz (rojo, verde y azul); mientras que el segundo de la combinación de los colores pigmento (cian, magenta y amarillo).

La clasificación del color es mucho más extensa, pues de la combinación de todos éstos se obtienen otros más, y así sucesivamente.

Sin lugar a dudas, esta multiplicidad del color es uno de los factores que hacen de la enseñanza del color a niños con discapacidad visual un reto aún mayor. Pero si bien es cierto que no supone una tarea fácil, tampoco es imposible, y así lo han demostrado Menena Cottin y Rosana Farías, quienes se aventuraron a ir más allá de la teoría del color para acercarse a éste a través de los sonidos, texturas, aromas y sabores, como lo han demostrado en su obra titulada “El libro negro de los colores” (2006), de Ediciones Tecolote, México.

En esta útil e interesante propuesta, Cottin, diseñadora gráfica e ilustradora, responde ingeniosamente a su propia inquietud acerca de cómo las personas ciegas podrían acceder al color. Así que con recursos tales como hojas satinadas de color negro, texto (en caracteres visuales y braille) e imágenes sencillas en relieve, describe, Con ayuda de Farías, también diseñadora gráfica, cómo un niño normovisual enseña diferentes colores a su amigo ciego, Tomás, mientras pasean por el parque. Para ello, utiliza una metodología en la que se prescinde de la visión, para percibir el color a través del tacto, oído, olfato y gusto.

Es así como sintiendo, oliendo, oyendo, y probando, Tomás aprende que el amarillo sabe a mostaza, pero es suave como las plumas de los pollitos”; el rojo es ácido como la fresa, dulce como la sandía y duele como cuando sale por una herida; el azul es el color del cielo cuando el sol calienta su cabeza, pero es blanco cuando las nubes lo cubren y desatan una tormenta; el verde huele a césped recién cortado y sabe a helado de limón; el café cruje bajo sus pies cuando las hojas están secas, a veces huele a chocolate y otras veces huele muy mal; el negro es suave como la ceda cuando su mamá lo abraza y lo envuelve con su cabellera.

El trabajo de Cottin y Farías goza de reconocimiento internacional y cuenta con una versión en papel (pasta dura y blanda), así como un videocuento y un audiocuento, a los que se puede acceder en los siguientes enlaces:

Videocuento: https://www.youtube.com/watch?v=R6xNg0544sE

Audiocuento: https://www.youtube.com/watch?v=AVPMdnJIqlg  

Otra forma muy versátil y creativa de hacer accesible el color a los niños ciegos o con baja visión grave es el “Sistema Constanz, creado por la artista plástica Constanza Bonilla, bajo el nombre de Lenguaje del color que se toca”.

Para Bonilla, “el color es un concepto abstracto que se transforma bajo las pautas del “Sistema Constanz” en algo concreto y tangible; esto quiere decir que se puede construir con las manos, hecho que nos permite hacer del color una herramienta manipulable, visual y táctil; el color es aquí un objeto” (tomado de http://www.sistemaconstanz.com/ ).

En el 2004, la pintora y autora del sistema Constanz realizó la primera exposición de pintura para personas ciegas en la Galería Per For Art, en Barcelona. Más tarde, participó con cinco obras del pintor Josep Guinovart (adaptadas con su sistema) en el libro del artista “ES QUAN TOCO QUE HI VEIG CLAR”, el cual fue presentado en el 2014 en la galería FINE ART GALLERY Jean Paul Perrier.

Por otra parte, en el 2015, autoridades de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México, impartieron el curso “Braille y arte” dirigido a niños y jóvenes con discapacidad visual inspirado en el sistema Constanz.

En la realización de este curso colaboraron la Dirección de Educación Especial de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la pintora e investigadora colombiana María Eugenia Cano Aguirre, de la Universidad Católica de San Pablo, Perú.

El objetivo del curso era potencializar las habilidades cognitivas, físicas y artísticas de niños y jóvenes con discapacidad visual mediante la enseñanza del color.

Sobre el sistema constanz Cano explicó que “es como un braille, pero del color, en donde cada color primario tiene un código, en donde el amarillo se identifica con una línea en relieve, el azul con una línea ondulada y el rojo con unos picos” (tomado de https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1132475.ninos-con-discapacidad-visual-pueden-).

 Además, explicó, las personas ciegas reconocen los colores primarios de la siguiente forma: El color amarillo lo representa una línea recta en relieve que simboliza los rayos del sol; el azul una línea ondulada que simboliza las olas del mar; y el rojo picos que simbolizan el fuego

Los colores secundarios se forman de la combinación de éstos., El blanco y el negro (colores neutros) son representados con un hueco que simboliza una entrada de luz, el primero, y con un nudo que simboliza algo cerrado, el segundo.

Para los interesados en aprender este sistema, la fundación Constanz ofrece cursos en la dirección electrónica http://www.sistemaconstanz.com/curso-de-aprendizaje/ .

Sin lugar a dudas, estas propuestas son una sublime invitación a desechar la idea tradicional, obsoleta, obtusa, insensible y ausente de creatividad que sugiere que ante la falta o deficiencia grave de la visión, resulta un sinsentido o pérdida de tiempo abordar el tema de los colores con los niños que presentan esta discapacidad. En este sentido, la autora del sistema Constanz apunta: “no vale el argumento que dice: “algo que no puedes ver no te hace falta”. Desde la óptica del ciego, el color no se ve, pero está latente, revoloteando a su alrededor como mariposas invisibles”

Pensemos en el caso de una persona cuya economía no le permite viajar a Italia. No obstante, conoce Italia por sus propios medios, es decir, degustando la gastronomía de aquel país (pizza, espagueti, lasaña, etc.), viendo documentales sobre su cultura, tomando clases de italiano, sin tener necesariamente que viajar a Italia para hacerlo.

Es un hecho que existe Italia independientemente de que esta persona pueda o no viajar a aquel país, como existen medios alternativos para conocer Italia sin tener que viajar a aquel lugar.

En conclusión, sí es posible utilizar canales de percepción alternativos a la vista para colorear la ceguera de los niños con esta discapacidad y promover, así, su inclusión en el mundo del color.

El color no es monopolio de las personas con visión normal. El color está ahí, presente, silencioso, paciente, esperando ser descubierto por y para el goce de todos los sentidos.

Así que enseñemos a los niños con discapacidad visual a tocarlo, escucharlo, olerlo y saborearlo, ya que cuando de imaginación se trata, ¡el cielo es el límite!

 

Autora: Dra. Diana Rodríguez. Ciudad de México, México.

dianara_77@hotmail.com

 

*Datos biográficos de la autora.

           

 

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