Residencias de ancianos, asilos reciclados.

 

¿Habéis visitado alguna vez una residencia de ancianos? ¿Me estás leyendo desde la habitación de tu residencia? A lo mejor no hay instalaciones adecuadas para Internet.

 Las residencias de ancianos, son centros de asistencia a personas mayores de sesenta años en régimen de internado. Las hay, de muchas categorías, de distintos niveles, sociales y económicos. Su situación societaria puede ser el de Sociedad Anónima, S. A., Sociedad Limitada., S L., o sociedad limitada unipersonal, S L U. Esta última situación societaria, significa que la sociedad es de una sola persona. Todo esto quiere decir, que las órdenes o congregaciones religiosas, que regentaban y explotaban los asilos, que eran centros donde se recluían los ancianos, aún queda algún asilo, lo han pensado mejor, y se han adaptado a la época y a los tiempos de la tecnología, y han reconvertido sus asilos en modernas instalaciones residenciales, donde la vida del anciano, es teóricamente más cómoda y confortable. Esto naturalmente, tiene un coste importante en todos los sentidos y bajo todos los puntos de vista. El margen de beneficio, es muy pequeño; pero como quiera que la sociedad cada día tiene más viejos en su seno, la demanda de residencias ha sido de tal magnitud, que se han constituido sociedades mercantiles con el fin de construir y explotar establecimientos de asistencia y atención al mayor. Y aquí empieza el lío y el desorden que ha desbordado a los poderes públicos.

 Las administraciones públicas, con fines puramente electoralistas, quisieron estar y ser las primeras en atender y asistir a lo que empezó llamándose la tercera edad. Ya casi no se oye este desgraciado término o expresión tan desafortunada; pero la gestión pública, casi nunca funciona. La empresa privada, mucho más ágil y dinámica, con buena vista para el negocio, comenzó a construir e instalar establecimientos de estas características, teóricamente modernos y confortables que se han multiplicado a lo largo y a lo ancho de la geografía estatal, y yo no sé cuantas habrá, pero son muchísimas, bajo regímenes societarios diversos, como ya indiqué más arriba, y con un objetivo común: Hacer buen negocio con los viejos.

 Teniendo en cuenta que la media de las pensiones españolas son un sesenta por ciento aproximadamente de los países de primer nivel de Europa, la empresa privada del sector de la asistencia al mayor, no puede asumir ella sola el coste, para que el negocio sea mínimamente rentable. Las administraciones públicas, asumirán y asumen una parte importante del importe que debiera satisfacer el mayor en un centro asistencial en régimen de internado. La diferencia es con cargo a la pensión del mayor. ¡Y así estamos! Mas, Las administraciones públicas, o bien se gastan el presupuesto destinado a este fin, o carecen de tesorería, o no habían presupuestado bien, o han surgido imprevistos presupuestarios, o se ha cambiado de gobierno, etc. Etc.etc... La cuestión es, que la subvención no se recibe a tiempo, y la sociedad no es capaz de hacer frente a los numerosísimos gastos que tiene el establecimiento, y a veces se produce el caos, e incluso la ruina con el consiguiente cierre del centro. Esto es un servicio concertado, entre lo público y lo privado. Yo no tengo estadísticas; pero un buen porcentaje de residencias de ancianos, tienen un servicio económico concertado con las administraciones públicas, como ya he apuntado anteriormente.

 Existen otros establecimientos asistenciales, también en régimen de internado, que no tienen concierto económico con ninguna administración pública, y por tanto, los gastos de estancia son con cargo al residente. Estos centros son de clase bastante alta, y suelen estar formados por apartamentos que paga o bien el anciano si vive solo, o el matrimonio o pareja, porque ambos tienen ingresos, y pueden costear la estancia.

 Nos encontramos con varios problemas, que intentaremos exponer someramente:

 La actividad de los residentes, es muy vegetativa. La mayoría de ellos, tienen más de ochenta años y muchos tienen deficiencias funcionales o degeneraciones neuronales que impiden que su vida sea plena. Todos los centros cuentan con servicio religioso voluntario, gimnasio, fisioterapia, gimnasia, clínica, enfermería, manualidades, diversas actividades para la vida diaria y autonomía personal, sala de juegos, etc. Etc... La mayoría de estos servicios, o no se usan, o están desaprovechados, por falta de personal profesional especializado y porque son muchos los ancianos, ya lo hemos dicho, que su enfermedad, no les permite llevar una vida satisfactoria. Una parte importante de la población residente, tiene enfermedades cuyas consecuencias son entre otras, la demencia senil.

 Hay ancianos que están afectados por una importante disfuncionalidad motora y su movilidad, es reducida o nula. Podríamos ir enumerando problemas y no terminaríamos nunca.

 Y a mi juicio, el problema más importante es, el personal cuidador, que como siempre, bien para atenuar costes, bien para rentabilizar el negocio, es mínimo, sobre todo en el servicio nocturno. Un cuidador o cuidadora puede tener a su cargo hasta veinte ancianos, lo cual es una barbaridad.

 Hay otro apartado que no quiero pasar por alto, y es el de los residentes asistidos, que son los enfermos a los que antes ya me referí. Algunos de estos enfermos, son plenamente conscientes de su situación. Es imprescindible atenderles en sus necesidades más elementales. Por falta del personal adecuado y numéricamente suficiente para una atención elemental buena, son más de uno, los ancianos que tienen encima sus heces fecales varias horas. Yo entiendo que las autoridades sanitarias, debieran girar más de una visita de inspección a estos centros.

 Entiendo también, que la limpieza, no es solo que los pavimentos estén limpios, y sí que el ambiente no esté cargado y que no desprenda mal olor.

 Por último lamento profundamente que la mayoría de los viejos que son ingresados en esos centros, acuden allí, porque no tienen donde morir. Quién sabe si el autor de estas líneas, finalizará allí su vida.

 Madrid, 6 de marzo del 2016

 

Autor: Hilario Alonso Sáez-Bravo. Madrid, España.

hilario-conchi@hotmail.com

 

 

 

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