El testamento

 

 

De Marieta Q. a Ester Q.

Querida hermana, el abuelo ha muerto como te habrás enterado, te escribo porque me consuela un poco expresar mis sentimientos, sabes que lo quería como a un padre, todas las vacaciones escolares las pasé en su compañía, navidades y semanas santas, vos por ser la mayor y estar estudiando en ese lejano país te perdiste mucho, pero yo viví a su lado a diario, se podría decir, tengo tanto dolor, todos saben cuánto lo chineé, cuánto estuve atenta, y no me he despegado ni un minuto de su lado cuando empezó a llegar esa hora terrible, que quedará marcada en mi vida para siempre, ahora mismo que te escribo me persigno, pues el dolor es tan profundo que cada vez que menciono o pienso en ese momento elevo una oración, para él y para mí, no sé cómo podré seguir adelante.

Destrozada, Marieta, tu hermanita.

 

De Ester Q. a Camila R.

Querida y extrañada prima, les abrazo desde aquí por la muerte del abuelo. Sabes que el tema de la muerte y en especial de un anciano de 96 años como abuelo para mí tiene un significado diferente, ahora él es polvo de estrellas. Qué felicidad siento.

Prima, he recibido una carta de mi hermana Marieta, que hasta pena me da contarte, si no fuera porque sos mi confidente me lo llevo a la tumba porque causa ridículo, cualquier persona que no la conozca al leer esa carta sentiría pena por ella, imaginaría una relación de nieta y abuelo como en el cuento de Heydi, y es que de eso trata la carta es puro cuento, si la leyeras, que nadie tan abnegada y apegada con el abuelo como ella, que el dolor que siente la desgarra; Camila querida, me da un coraje tan fuerte que aún no me atrevo a contestarle porque no podría ser ni siquiera amable. Vos y yo sabemos bien que anda detrás de la herencia del abuelo, en especial ahora que su esposo es un desempleado y le fue mal con sus negocios ganaderos.

Cuéntame qué se escucha por allá sobre este tema. Solo sé por Martín, que el dinero es mucho y que aunque abuelo había heredado una parte hace 20 años, todavía quedan propiedades y dinero.

Con afecto, Ester Q.

 

De Camila R. a Ester Q.

Apreciada prima, en grande aprieto me metes al formularme esta pregunta.

Sabes que Marieta y yo tenemos serias diferencias y eso podría hacerte pensar que mi opinión está influenciada por los desafortunados desencuentros entre nosotras.

La última vez que coincidimos en casa del abuelo ellos salían de sus habitaciones, ella con los ojos llorosos, él con una mueca de furia contenida en el rostro.

Solo porque no pudieron evitarme, ella movió una mano a modo de saludo y él con sus ojos lascivos besó mi pecho que todavía siento asco de ese hombrecillo tan irrespetuoso.

Encontré al abuelo triste y con mucho esfuerzo logré que me contara.

Marieta le pintó un lúgubre cuento de sus finanzas, como la mala suerte y los peores amigos habían llevado a la ruina a su familia y que solo él podría salvar a su marido de la cárcel y la vergüenza pública.

Que ella lloraba mientras él la regañaba por perturbar la paz del abuelo ¿habrase visto mayor caradura?

El abuelo no cedió y ambos lo acusaron de avaro, ingrato, insensible y quién sabe qué cosas más que el abuelo no quiso repetir.

Por unos días dejaron de visitarlo y el abuelo se recuperó un poco, pero luego… mejor no te cuento porque estando tan lejos, no mereces escuchar tanta bajeza de tu hermana y tu cuñado.

Abrazos fuertes, Camila R.

 

De Martín Q. a Ester Q.

Extrañada hermana. Cómo te envido a esta hora. Desde mi telegrama informándote de la muerte del abuelo, no te he vuelto a escribir porque aquí las cosas están muy enredadas. Digo que te envidio porque me gustaría estar lejos de este dilema. Ahora que no vamos ni por la mitad del novenario ya algunas arpías afilan sus garras para sacar provecho de los colones del abuelo y por si eso no fuera suficientemente vergonzoso a tus primos que viven en la costa se les ocurrió cuestionar la muerte del abuelo y quieren pedir la exhumación de su cadáver; tío Fidel está haciendo el papeleo, pues consideran que no fue muerte natural. ¿Podríamos pasar más vergüenza que esa? Esta familia Q. honorable por tantos años en este escándalo que se comenta entre avemarías y padrenuestros cada tarde, diz que el abuelo estaba muy sano y lúcido y les parece muy raro que enfermera de buenas a primeras.

Todos acuden a mí por ser el mayor y como papá ya no está, me han impuesto ese rol, por ser papá el mayor de sus hijos, hasta el capitán Sánchez se acercó ayer disimuladamente en la feria a consultarme de qué murió exactamente don Cosme, quise decirle que si tenía una duda pusiera una denuncia, pero fueron los nervios y el coraje de sentirme perseguido. Te imaginas que hubiera dado esa respuesta, ya estaría en la cárcel por sospechas.

No quiero angustiarte y sé que querías mucho al abuelo, pero no puedo callar más, hay otra cosa por contarte, nuestra hermana menor nos ha puesto en ridículo también, ha montado un circo con la muerte del abuelo, se ha atrevido a pedirle dinero en su lecho de muerte y necesito que averigües con Camila si conoce los detalles, pues el abuelo antes de morir ya no quiso hablar más con nadie, creo que sí nos entendía pero lloraba y tenía desilusión en su rostro, las últimas visitas que entraban a su cuarto eran las de Marieta, salía y decía, el abuelo no quiere ver a nadie, intenté entrar dos veces casi a la fuerza y me lo impidió, yo para no hacer drama delante de familiares que se acercaban y se mantenían en la casa, me alejé con zozobra y desconfianza.

Por favor hermana, apenas tengas noticias sobre este tema, debes comunicármelo de inmediato, porque mucho dependerá de qué se haga con la herencia de abuelo, si la dejó a nosotros, pues en el secreto de esta carta te confieso que es mucho el dinero que tenía, volvería millonario a todos.

Cuídate y por aquí mejor, todavía no vuelvas.

Te quiere, Martín Q.

 

De Camila R. a Ester Q.

Mi muy querida Estercita, lo que me cuentas que te escribió Martín es poco con relación a la realidad. Hay muchas cosas que el pobre desconoce y yo trato de ocultárselas para que no aumente su pena.

Cuando vi que abuelo se agravaba, me fui para el palacio arzobispal a buscar a Monseñor Montalarosa para que lo visitara ya que fueron tan amigos.

Al abrirme la puerta doña Ágata -que de por sí nunca fue una persona agradable- me lanzó una mirada de odio y a punto estuvo de tirarme la puerta en las narices.

Creo que lo hubiera hecho si no es porque Monseñor preguntó quién estaba ahí.

No quisiera repetir sus palabras, pero lo hago presionándome para que te formes tu propio criterio.

-Es el otro engendro del diablo, la otra nieta del santo de don Cosme que seguro viene como el otro pisuicas de ayer a pedirle a usted que interceda para que deje pronto este mundo y todos sus asuntos terrenales en orden, que los celestiales les importa menos que un comino.

Me puse lívida y luego sin poderlo evitar, saltaron las lágrimas de mis ojos, pero la vieja ya estaba otra vez con su rosario de improperios.

-Por lo menos la otra ni su marido no tuvieron el descaro de llorar lágrimas de cocodrilo, se presentaron tal y como son, unos mal agradecidos, interesados, mal… no pudo terminar la frase porque Monseñor la reprendió y asomó su voluminoso cuerpo en la amplia puerta.

-Hija, me dijo, Dios se encargará de hacer justicia, yo no puedo hacer nada por ustedes y sus incorrectas inversiones. Si Marieta y su esposo están en la quiebra como dicen -y como afirman en parte fue para sostener a la hermana estudiando en el exterior y a usted mientras termina sus estudios superiores- estoy seguro de que su abuelo tendría razones justificadas para no contribuir con esos gastos.

Traté de entrar, pero el sacerdote con una benévola frase dio por terminada la conversación: “Que Dios los perdone y me permita hacerlo a mí también”.

 

De Ester Q. a Marieta Q.

Saludos hermana. La muerte del abuelo me parece una bendición, estoy segura de que dónde se encuentre recibirá la paz que le fue robada en sus últimos minutos de vida. Me refiero a su enfermedad o dolencia que tuviera, de seguro tus cuidados fueron gran alivio y alivio serán para tu corazón también, nada llena más de paz a un corazón que saberse entregado sinceramente y sin esperar nada a cambio por otro ser humano y en este caso particular hacia un abuelo tan querido como lo era para vos abuelito Cosme.

Que Dios te pague tanto sacrificio y entrega. Recibirás tu recompensa, estoy segura. Pues la ley de la compensación existe.

Que estés muy bien, Ester Q.

 

De Ester Q. a Camila R.

Recibí tu carta, prima querida, llegó un día antes que la de Martín. Estoy tan indignada y molesta por todo lo que sucede y sucedió alrededor de la cama del abuelo. Martín me ha puesto al tanto, pero como bien dices no sabe tanto como vos, él no lo soportaría. No temas entristecerme ni angustiarme pues conozco a mi hermana, sé de su corazón y sus artimañas, además necesito que me informes de todo paso que da, pues a Martín se le esconde y vos, por ser mujer, sos más suspicaz que mi atolondrado hermano que ahora con el estrés de la exhumación del abuelo se agobia y no piensa bien.

Estaré pendiente del correo todos los días.

Espero que pronto pueda darte un fuerte abrazo.

Te quiere Ester Q.

 

De Martín Q. a Ester Q.

Hola querida Ester, te escribo poco y a prisa porque las múltiples ocupaciones que ha generado la muerte de abuelo o mejor dicho, la codicia de algunos, me hacen no poder detenerme ni para respirar.

Ayer estuvo por aquí el licenciado Sotomayor quien fue el abogado de confianza de abuelo.

No sé si dejó caer las palabras resignado o con doble intención para que lo oyera, pero me dejó pensando. Mientras se sentaba pesadamente en el sillón de cuero, decía: “nadie sabe para quién trabaja, pobres ilusos”.

Más tarde, en un momento en que la conversación giró en torno a los contemporáneos de abuelo que él era de los últimos de su generación, el licenciado Sotomayor preguntó si teníamos amistad con doña Epifanía ¿te acuerdas de ella? la abuela de Enriqueta, madre de Rosita aquella enfermerita tan bonita que atendió mucho tiempo a abuelo hasta que se casó y se fue lejos.

¿Qué crees?

El licenciado también es abogado de la anciana y afirma que mantenían transacciones comerciales desde 60 años atrás y ahora parece que la señora reclama sus derechos que así como lo dijo el abogado no son pocos.

Cuando Marieta se enteró, se puso pálida y luego dijo que seguro “esa vieja taimada” -así con esas palabras- había aconsejado a la nieta para que acabara con abuelo, pero el licenciado salió en su defensa y le recordó que la joven tenía mucho tiempo de no trabajar para “don Cosme” y luego el marido amenazó al licenciado Sotomayor con darle de golpes si estaba confabulando con la señora para apropiarse de una herencia que era de Marieta, dijo.

Hasta aquí las noticias, cuídate mucho. Martín Q.

 

De Camila R. a Ester Q.

Si supieras prima, ni te saludé de la congoja. Martín y yo pudimos conversar y me puso al tanto de lo que pasó con el abogado Sotomayor, después de dos tazas de té de tilo tengo los nervios más relajados para poder escribirte; a Martín se le olvidó decirte que tío Fidel desistió de la exhumación, ya no recurrirá a eso, gracias a Dios entró en razón y evitamos un escándalo que saldría en los periódicos locales y por qué no, en el diario nacional. Agradezco al cielo que mamá no está con nosotros, que si no estaría devastada de ver lo que la muerte de su padre ha despertado en algunas personas.

Para tu tranquilidad te cuento que el mal entendido con Monseñor ya fue aclarado, tu hermano que es tan recto pidió audiencia con su Excelencia y puso los puntos sobre las íes. Eso nos alivia, querida mía, ya te imaginarás cuánto.

Martín y yo decidimos instalarnos en la Hacienda mientras se arreglan estos asuntos y esto ha enfurecido a tu cuñado quién ahora se da aires de grandeza y opina como si fuera de la Familia Q. se enfurece cuando no le prestamos atención y Marieta ha hecho un berrinche esta mañana porque dice que ignorarlo es ignorarla a ella que tiene la sangre de abuelo, Martín mejor se mordió la lengua.

Prima adorada, no es el momento quizá, pero estos días cerca de Martín en estas carreras y enredos le he visto con ojos con los que antes no le veía.

Me detengo porque la pena no me deja decir más. Iré a tomarme otra taza de té.

Atte. Camila R.

 

De Ester Q. para Camila R.

Mi nunca bien y mejor dicho querida Camilita.

Un día soñé, que Martín caminaba por un césped muy bien cuidado, iba de etiqueta y llevaba del brazo a la más linda jovencita que pudiera describirte.

Al fondo se vislumbraba la Catedral Metropolitana y el mismísimo monseñor con su más ostentosa envestidura los esperaba para casarlos.

Yo tenía curiosidad por ver quién era la novia, pero justo en el momento en que lo iba a saber, me desperté.

Ahora con las manos trémulas de la emoción, sostengo con dificultad tu epístola mientras cae el velo de mi ignorancia y brotan lágrimas de emoción.

No puedo escribirte más, pero doy gracias al Señor porque mi sueño será una realidad y entre tanto dolor, llegan tus palabras como un bálsamo a mi corazón.

Los bendice, Ester Q.

 

De Marieta Q. a Ester Q.

Hermana de mi corazón. Cuánta falta me haces ahora, justo en estos días en que se ha desatado una tormenta en mi contra. Vientos huracanados agitan la hacienda del abuelo, no he vuelto a escribirte porque la pena y el luto de mi corazón me han postrado en la tristeza, pero esta mañana he tomado fuerzas de donde no hay para pedir tu auxilio, tu intercesión, siempre has sido tan justa y sensata, debes hablar por favor con Martín, nuestro hermano se ha puesto en mi contra seducido por… no puedo ni escribirlo, no lo vas a creer, estarás tan asombrada como yo, seducido por Camila, nuestra prima, que se ha criado con nosotras como una hermana, no sé qué hechizo malévolo ha ejecutado sobre él, que ahora se ha instalado en la hacienda y no se le despega ni un minuto, pero no es eso lo que duele, querida hermana, es que lo ha enamorado con la única intención de recibir beneficios económicos de su parte, mi adorado esposo y yo hemos descubierto que está detrás de la herencia del abuelo, me parece tan incómodo y me resulta tan indignante contarte esto y sacarlo a relucir, pero conoces el temple de Martín, esa alma risueña y pacífica que ve solo lo bueno en todo, él como hijo mayor de nuestro padre y encargado de relacionarse con los abogados y ministros de la iglesia, tiene acceso a la información respecto a esa herencia, que yo ni por asomo pensaba mencionar nunca, el cariño que abuelo me dio es mi riqueza y haberlo atendido tanto y con tanto amor es mi recompensa final, pero Camila, esa niña de bonita figura y ojos seductores, ha volcado sus encantos físicos e intelectuales sobre Martín para sacar provecho de esa relación.

Amo a mi hermano y me duele que sea tratado como un títere, hermana, te suplico de rodillas que hagas algo para sacarlo del letargo en que nuestra decidida prima lo tiene.

Angustiada, tu Marieta.

 

De Ester Q. a Marieta Q.

Querida Marieta.

Con pena por no poder escribirte más letras y después de enviarte mis saludos, te diré únicamente que Martín es un adulto inteligente y estoy segura de que no se dejará manejar cuál títere como lo denuncias; quédense, tu marido y vos, tranquilos, es mejor que dediquen energías a su salud mental, pues me dejas preocupada por tu dolor y tristeza.

Recógete con él y tus hijos y lloren al abuelo lo necesario, ya que es el canal que utiliza el corazón para sanarse.

Vivamos nuestro luto primero y estoy segura de que tanto el licenciado Sotomayor como Martín cumplirán con honestidad los deseos del abuelo, que desde luego desconozco, pero si los hay en tipo testamento, nadie, ni Camila con sus intenciones que mencionas ni otra persona -digamos mal intencionada- podrán pasar por encima.

Oraré por ti y tu mejoría.

Salúdame a los niños de mi parte.

No te preocupes tanto por tu familia, dedícate a reposar y sanar tu corazón por este duelo que te agobia.

Ester Q.

 

De Martín Q. a Ester Q.

Recibe un beso en tu frente, mi muy amada hermana. Camila me ha enseñado tu carta donde apruebas, para nuestro contento y dicha, la relación sentimental que ha nacido entre nosotros. Ese sueño tuyo es un concierto de aplausos que tomamos como aceptación del cielo de esta unión amorosa que solo puede ser obra de la intervención divina.

Todo ha sido tan rápido y sin embargo tan sincero.

Han sido dos meses entre los apuros del funeral del abuelo y las negociaciones con su abogado, Monseñor, la herencia, el berrinche de Marieta, el tío Efraín, etc. que ahora que reposamos de tanto atareo, pensamos en nosotros y esa chispa que habita en los ojos de Camila encendió mi corazón y no puede más que seguir su consejo: “ámala Martín, esa mujer te la envía el cielo”; mi herencia es ésta Estercita de mi corazón, la herencia que me deja el abuelo es esta maravillosa mujer llena de talentos y virtudes y cuyos principios morales y éticos jamás deshonrarían a los míos . ¿Te imaginas nuestros hijos? Recuerdas la finca de verano, en el riachuelo donde los cervatillos acostumbran llegar con sus crías, ahí mismo, con aquellos sendos robles, querida mía, construiremos nuestra casa, la que esperamos reciba tu visita recién terminada y la llenes de tu alegría y tu amor.

Tuyo, con afecto, Martín Q.

 

De Ester Q. a Martín Q.

Querido Martín, recuerdas cómo te enojabas cuando te cantaba: "Martín tenía un violín y con él se entretenía..." Los años pasan y los recuerdos se acumulan.

Quién iba a decir que abuelo estuviera tan lúcido e informado de todo lo que pasaba a su alrededor si ya no salía de la casa. Después de la lectura del testamento donde por acuerdo entre mi apoderado legal y el licenciado Sotomayor permitieron que se hiciera un video para que mi representante me lo hiciera llegar ya que no quería perderme un solo detalle, dejarle a Marieta esa linda finca tan alejada de la ciudad para que -según dejó anotado- su esposo no botara más el dinero en los casinos, ¿cómo sabía eso abuelo? dejarle una cláusula para que no puedan vender las propiedades heredadas en los próximos 20 años, especificar que el dinero en efectivo que heredó Marieta lo pueda retirar en 10 tractos -uno por año- en el banco, fue un gran golpe para ellos. Los obligó a ordenarse y demuestra su sabiduría.

Ellos piensan que nosotros influimos para esas decisiones, pero la verdad es que aunque sabía que algo andaba mal en sus finanzas, desconocía que fuera por el juego y la ludopatía es difícil de curar.

Nosotros no tenemos la culpa de su decisión de no ponernos restricciones en lo que nos heredó.

¿Quién se iba a imaginar que no dejaría a la iglesia ni un cinco partido por la mitad? yo creo que ni Monseñor, él mucho menos, pero era su dinero y sí así lo quiso, cúmplase su voluntad.

Que sorprendente es que tuviera tan claro el monto que se le debía pagar a la abuela de Rosita y hasta tener el detalle de regalarle a la chica el monto para un auto, es de una persona agradecida.

Su testamento es un buen ejemplo de gratitud, sabiduría y conocimiento de lo terrenal, iluminado posiblemente por la luz que lo esperaba al morir para llevarlo al paraíso.

Fin.

 

Autores:

Roberto Sancho Álvarez. San José, Costa Rica.

robertosancho27@gmail.com

Vanessa González Cruz. San Carlos, Alajuela, Costa Rica.

cerezo.vanessa@gmail.com

Derechos Reservados. Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra.

 

 

 

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