EL HELICOIDE.

 

 

El aire que me envuelve está muy fresco.

Mis cabellos sobrevuelan y se desplazan lentamente y en libertad por el espacio que me rodea.

Ahora están muy largos…Llegan casi hasta el suelo. Son muy rubios, casi blancos y llenos de ondas muy suaves…

De a momentos, el aire fresco los desplaza tapando mi visual transitoriamente.

El suelo no es perceptible. Siento que camino entre nubes algodonosas, muy mullidas y reconfortantes.

Sin embargo, brilla como si fuera un piso de cristal muy transparente.

Camino muy lentamente, y el viento suave me desplaza como acariciándome.

 Todo alrededor no es visible.

No hay límites ni horizontes…. Solo luces muy bellas y destellantes que aparecen y desaparecen, sobre un fondo muy oscuro.

Yo estoy toda iluminada y en una sensación de bienestar indescriptible para el idioma humano.

Avanzo azarosa hacia delante en actitud muy placentera sintiendo permanentes percepciones de bonanzas absolutas y purísimas.

En forma repentina, comienzo a divisar el brillo intenso e iridiscente de dos barandas de material desconocido por mí.

Los escalones son como el cristal del piso.

 Estoy junto al pié de la escalera. No me animo a apoyar mis manos sobre las dos barandas aéreas. Los soportes no existen… pareciera que las barandas estuvieran suspendidas. Sin embargo, una fuerza desconocida y benigna me impulsa a subir por esa escalera tan extraña y aérea.

Comienzo a ascenderla…. La brisa fresca que rodea todo mi cuerpo es cada vez más intensa. Descubro de esa manera mi atuendo.

Calzo sobre mi cuerpo un sayo de una tela desconocida, parece una gasa… o quizás una organza iridiscente.

 Con cada movimiento mío de ascenso, se desplazan los brillos destellantes del vestido, que es largo hasta los pies…

¡Los pies!... ¿Qué les pasa? Extremadamente delgados, blancos como la nieve y, despidiendo destellos luminosos con cada paso de ascenso.

Descubro, también cada vez más asombrada, mis manos, también muy delgadas, luminosas y extremadamente blancas, compartiendo el brillo de todos los objetos visibles del espacio reinante.

El ascenso desconocido avanza en espacio y tiempo.

Cada paso, cada pisada sobre los escalones ascendidos, hacen aparecer desde el fondo muy oscuro, estrellas de maravillosos e infinitos colores…. Desconocidos hasta ahora por mí.

Los astros se desplazan delante de mi mirada absorta. Despliegan sobre mis ojos, su amplísima gama de colores, formas y movimientos.

La brisa fresca y más reconfortante, me envuelve y me invita a continuar con el ascenso.

 

Descubro una columna central al lado de la escalera extraña. Es como un gran mástil, de color irreconocible. Brilla con luz propia… ¡Ah!, sorpresa, tomo conciencia que la escalera se distribuye alrededor de la columna central….

Yo estoy ascendiendo y girando con cada paso sobre un helicoide interminable….

¿Cuál es el destino final de mi subida?... ¿Adónde voy a llegar si continúo mi camino incierto?

Ocurre que mi sensación de bienestar es tan perfecta, que no tengo deseos de retroceder o abandonar esa sensación placentera.

 Además, a mi bienestar se suma la curiosidad y la fuerza desconocida que me impulsa a tratar de llegar a una meta.

Se le agrega a todos estos benévolos placeres, a los que considero Divinos, las imágenes magníficas, que a modo de películas, pasan por delante de mis ojos.

Estrellas de todas las formas, dimensiones y movimientos inimaginables, paisajes nunca vistos antes, ni personalmente ni en fotografías, y… ¡Lo máximo!:

Aparecen orquestas, que emiten canciones dulces y suaves, donde solo puedo reconocer algunos instrumentos antiguos, como arpas, liras, xilófonos y clavicordios….

Más mágicos son los momentos, cuando observo el desplegar de miles de alas coloridas y suaves que se agitan con el ritmo celestial de las músicas que éstos ángeles son capaces de emitir.

Deleitada con una sensación temblorosa de intensa emoción, continúo mi ascenso.

Se agregan a las maravillas percibidas, el trinar de pajarillos, muy pequeñitos y vistosos, con cánticos dulcísimos que dejan cada vez más henchida el alma.

Repentinamente percibo que mi viaje llegará pronto a su fin.

Atisbo una especie de plataforma a lo lejos, a modo de final o destino.

La luz intensísima, zenital, purísima, impecable, nunca antes percibida, ni siquiera por alguna imaginación, me está esperando.

La sensación de bondad que mi espíritu percibe, no la podría relatar.

Creo que ningún humano, que haya habitado en este planeta, podría describir la bellísima sensación de la Bondad Máxima. La Luz Única Amorosa, Y Protectora me envuelve, me cautiva… Me hace comprender la Verdad. Me hace comprender que tengo que estar muy alegre, que no tengo que dar nunca mas curso a los miedos ni a las confusiones.

De pronto comprendo los mensajes Sagrados. Comprendo que La Divinidad no desea mi dolor, ni mis angustias, comprendo…. por fin La Paz que otorga el Amor absoluto que entrega La Orden Superior.

Al fin llegué a la platea luminosa.

Mi espíritu recibe ahora, la impregnación pletórica y absoluta de la Bondad.

¿Cómo podré volver otra vez al mundo concreto y primitivo?

¿Quién o cuál ser humano, podría entregarme tan siquiera una pizca de estas sensaciones vivenciadas?

La Bondad Absoluta, me hizo comprender que no es en la tierra donde se reciben los Dones Espirituales completos, sino en los espacios Siderales de La Verdadera y Única vida que las almas debemos alguna vez alcanzar.

Está muy claro que debemos luchar mucho para llegar a esa evolución. Comprendo que no es en absoluto sencillo, ser merecedores de Tamaña Bondad. Mucho menos será fácil, poder acceder al Gran Regalo de… la Legítima PAZ.

©Renée Escape2009

 

Autora: Dra. Renée Adriana Escape. Mendoza, Argentina

rene.escape@gmail.com

 

 

 

 

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