Poemas de Cristina Ruiz.

 

Reflexiones sobre el amor

 

Quisiera ser como el sol

   que a nadie pregunta su nombre,

   su edad, raza o condición social,

   y para nadie su luz esconde.

 

quisiera ser agua cristalina

   que brota de una fuente callejera,

   para que todo ser viviente

   en mí su sed saciase,

   su llanto enjugue, su angustia calme,

   su tristeza perezca y purifique su sangre.

 

y sintiéndome todos dentro

   quisiera ser fruto y aliento vital,

   cuya fuerza a nadie puede faltar,

   calor en los corazones apasionados y de nobleza henchidos,

   que todo el oro del mundo no pueden comprar.

 

de elementos tan fundamentales

   para la vida, tanto sublime como más elemental,

   el mundo adolece hoy día,

   y por eso la felicidad no puede alcanzar.

 

sales a la calle como otro cualquiera

   que a cada momento se cruza en tu camino;

   lo miras fijamente a los ojos

   y ves en el fondo de su alma,

   que, como tú, busca su bienestar,

   allanar en lo posible su camino,

   para, cuanto antes, su meta poder alcanzar.

 

cosa tan natural y legítima

   hasta un interés cuesta en cualquier sociedad,

   pues en puro instinto se convierte,

   ante el egoísmo individual,

   que hace que todos quieran

    saber quién eres, de dónde vienes y adónde vas,

   para juzgar si tienes derecho

   y el precio que debes pagar.

 

a esto llaman amor y felicidad,

   porque no sienten el agua cristalina,

   ni el sol sus destellos derramar,

   y sin esto no puede haber vida

   que con tan sublimes apelativos se pueda llamar,

   pues el amor está dentro de uno mismo,

   y es origen mismo del aliento vital,

   pues cuando este aliento falta

   la vida no es vida ya,

   sino un sinvivir sin sentido

   y un destino fatal.

 

por eso cuando despierto cada mañana

   ruego a mi ángel guardián,

   me inspire dicha fuerza

   para hacer la existencia

   algo más feliz a los demás.

 

y sólo ante él me debo excusar,

   por no haber escuchado hasta ahora sus consejos,

   y por camino pedregoso andar,

   ciegamente buscando, no sólo en vano mi felicidad,

   sino sin siquiera darme cuenta

   de que a mi lado alguien quizá sufría más,

 

y sin ser aún quien quisiera

   me siento más achicada

   si quien me rodea no es feliz

   y yo no le puedo ayudar,

   pues en esto el amor consiste,

   y no en sentimientos egoístas,

   posesión, celos y mezquindad,

   que ni conducen a buen puerto

   y su hedor es capaz de intoxicar.

   no es tanto la propia felicidad primero,

   que de nada sirve si no la posee,

   y por lo tanto no la puede dar,

   como la abnegación y constancia continuas

   que todos deberíamos buscar,

   pues éstas, a mi juicio,

   son las claves del amor y la propia felicidad.

 

así pues, amiga querida,

   un consejo te quiero dar,

   con mis mejores intenciones

   y para tu propio bienestar:

   si el amor aún no has hallado

   porque él a tu lado no está,

   no es que no te quiera,

   sino que en ti para sí

   lo mejor no ha podido encontrar,

   sino en otra persona, por mucho que te duela,

   si de verdad lo amas

   su voluntad debes acatar.

 

 

Cuando me piensas                 

 

 

   te presentaste de repente

una fría tarde de invierno

cuando de todo el mundo ausente

yo estaba en el infierno

 

   viviendo penas y sinsabores,

fruto de la desgracia ajena,

de vileza, envidia y rencores

estaba mi vida llena.

 

   llamaste pues a mi puerta

y yo no te la cerré.

necesitaba mucha fuerza

y que me la darías pensé.

 

   no me engañaba el sentido

y mi casa te brindé.

en amor tan enloquecido

jamás tuve tanta fe,

 

siendo el más sincero

que yo había conocido

quise al punto retenerlo

para que fuera compartido.

 

   orgullo y codicia litigaban

ambos por el mismo compañero

con un corazón sombrío y tierno

de cuyo hado nada esperaba,

 

sufriendo con gran ardor

y con no pocas lágrimas

cómo pasaba a su alrededor

la felicidad que tanto anhelaba

 

 cómo aquel arrendador

que de su campo nada obtenía

fijó su esperanza en momento mejor

y quedó esperando día tras día.

 

   porque así como no es rosa

lo que a penas ayer minúsculo capullo,

así tampoco parece hermosa

la felicidad en un sepulcro.

 

 

   por eso, a ti, que día y noche me piensas,

quiero decirte la verdad:

si da fruto esta cosecha

el tiempo lo decidirá.

 

 

 

Misterios en la noche

 

Huyendo de tus vagos sentimientos

 

Con paso lánguido caminaba,

 

Arrastrando el alma y el cuerpo

 

Donde alguien les diera posada.

 

Acompañábame la luz del día,

 

Apenas unos leves destellos,

 

Pero mi mente no conocía

 

Descrito por mis pasos el sendero.

 

Pero, ¿quién fue, dime amada mía

 

La misteriosa mano magistral

 

Que en la más abismal agonía

 

En gloria trocó tu eternidad?

 

¡Oh noche fría, oh, noche amarga,

 

Fuente de calma infinita,

 

Guárdame cuando torne el alba,

 

No dejes perecer mi alma fría!

 

¡Oh noche devoradora de sueños,

 

¿por qué mataste los más ambiciosos,

 

Grabándolos con vívidos destellos

 

en memoria y vergüenza de todos?!

 

Finabas con el día

 

Transparente y luminoso.

 

¡Ay qué noche, qué pesadilla,

 

Aun en el sueño no hay reposo!

 

 

 

  A  ti, que el mundo aún no conoces

         

 

te deseo con toda mi alma,

   mi corazón te está esperando,

   mi mente clara me dice

   que algún día no muy lejano.

 

serás el milagro divino,

   el agua que calmará mi sed,

   y el agua que te dará vida

   mi corazón ha de fortalecer.

 

serás el regalo más preciado,

   la cándida inocencia te envolverá,

   cual fruto aún no maduro,

   que muy pronto caerá.

 

serás la alegría del mundo,

   que el sufrimiento borrará,

   para reencarnarse muy pronto

   ¡y quién sabe cuando desaparecerá!

 

sé discreto cuando juicio tengas,

   pues todo lo que viene se va.

   sé valiente cuando luches

   para poder tu guerra ganar,

   el camino es pedregoso y sombrío,

   pero lucha siempre por la paz,

   la injusticia no toleres,

   busca el bien universal.

 

tu corazón y buen juicio

   a amarte te enseñarán

   a ser franco contigo mismo

   y a respetar a los demás.

 

si el amor algún día conoces,

   sé generoso para dar,

   nada tirano para recibir,

   y se te duplicará lo que das.

 

no lesiones el alma,

   pues el juicio perderás;

   si eres tirano y soberbio

   por el mundo vagará

   tu gélida y deforme alma

   y el amor nunca conocerá.

   ternura, pasión y cariño

   lejos de ella quedarán,

   hasta que el corazón estalle

   de puro penar

   y tus lágrimas purgantes

   el buen juicio te tornarán

   y te conducirán por el recto camino

   a un mundo de armonía y paz,

   donde hallarás sosiego

   en tu propia interioridad,

   compadeciéndote de ti mismo

   y comprendiendo a los demás

   rico serás en sabiduría,

   que el oro no puede comprar,

   pues cuantiosa suma se requiere

   con la que se compra también la voluntad

   de quien deseos materiales tiene

   y por dinero hace mal.

 

pero el verdadero sabio

   no ansía poder y riquezas,

   sino compenetración con sus semejantes

   en el anhelo espiritual

   de conocer su naturaleza,

   de dónde viene y adónde va,

   pues la muerte es una incógnita,

   cuyo secreto nunca desvelará.

 

disfruta entretanto, hijo mío,

   del amor y la amistad,

   y de todas las artes existentes

   que enriquezcan tu interioridad,

   para que cuando un día te falte

   sepas que nos volveremos a encontrar,

   no sabemos cuándo ni dónde,

   pero, tarde o temprano,  así será.

 

          (2003)

 

 

Autora: Cristina Ruiz. Madrid, España.

cristi_carrion@yahoo.es

 

 

 

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