DESAFIANDO AL OCULARCENTRISMO DESDE EL NO-VER.

 

Ponencia presentada en la conferencia internacional de Investigación de la Comunicación y IX Seminario Red AMLAT.

 

Abstract: La forma de ver de las personas sin visión es un claro ejemplo de provocación directo al ocularcentrismo, pues entender la manera de percepción que posee este grupo resulta interesante, tomando en cuenta que en la contemporaneidad el reino de las imágenes lo domina todo; por lo que surge el no-ver como fenómeno extraordinario de apreciar el mundo y a las personas, debido que desde esta perspectiva el color, el movimiento y las formas adquieren otro sentido.

Tags: No-videntes, ocularcentrismo, no-ver, visión, imagen, ver

El ver está concebido como cualidad sublime de las personas, pues gracias a esa capacidad visora los seres humanos pueden extasiarse del mundo y todos los

elementos que lo conforman; sin embargo hay que detenerse un instante y preguntar ¿qué es ver?

Para resolver esta primera interrogante podríamos acudir a la medicina para explicar al ver como aquel proceso de recepción de estímulos lumínicos que se dan gracias a todos los componentes anatómicos del ojo humano, no obstante conformarse con esta premisa sería reducir considerablemente el panorama de análisis y entendimiento que inspira esta disertación.

Y de esta última idea surge otra interrogante adicional ¿qué es no-ver?

Si retomamos la explicación médica planteada líneas atrás, el no-ver es la incapacidad de abstracción de estímulos lumínicos con los ojos; no obstante este es el punto de partida para la reflexión planteada en este trabajo. Pues al no poseer la función visora las personas desarrollan una forma disímil de abstracción, misma que se intenta explicar a continuación.

Con el objetivo de ampliar la reflexión se tomará como punto de partida la visión de las personas no-videntes en el imago mundi, lo que supone una primera complejidad investigativa, ya que, plantear una forma disímil de ver que rebase a las convenciones tradicionales de ver, resulta en una deconstrucción y a su vez una resignificación de su concepto tal como se lo ha entendido hasta ahora.

Esto último conlleva a un primer examen de la visión y su dominio en la contemporaneidad, puesto que, la imagen ha invadido todos los estamentos societales, desde las esferas privadas hasta los escenarios públicos; es decir, que lo visibiliza todo, permitiendo ver y ser visto a cada instante. Claro que si se lo plantea así, esto apuntaría estrictamente a la capacidad visora de las personas; dejando de lado otras formas de asimilar el mundo y todos los elementos que lo conforman.

Cuando se analiza a la visión se la asocia con el proceso bio-anatómico de captar estímulos lumínicos y transformarlos en imágenes a través de los órganos de la visión, pese a esto, el ver no solo se limita a eso, pues si se la entiende como la percepción del entorno tendríamos que oídos, manos, nariz y gusto son vías senso-perceptoras que permiten abstraer todos los fenómenos que acaecen alrededor, es decir, que si ampliamos la acepción de -imagen- más allá de las cuestiones escópicas resulta que puede tener formas sonoras, olfativas, gustativas y táctiles que permiten tener una panorámica clara del mundo, ya que “[…] no hay nada en el intelecto que no haya estado primero en los sentidos”[1]



Dicho de otra forma, para que una idea se le atribuya un concepto en la mente, primero tuvo que haber pasado un filtro sensorial que lo antecedió y propició su conceptualización

Para ejemplificarlo, si en el intelecto se instaura el significado de árbol; antes fueron los ojos quienes percibieron esa figura; o en su defecto las manos, las que palparon su textura; quizás fue el olfato que permitió aspirar su aroma particular; probablemente fue el oído, el que reconoció el agitar de las ramas y si no estuvo primero el gusto que probó la particularidad de sus sabores.

En otras palabras, antes de todo estuvieron los sentidos como vínculos de abstracción sensorial que permitieron conocer y reconocer cada uno de los elementos que conforman el entorno socio-ambiental y por ende son los sentidos los que dan sentido a todo Independientemente de cómo se abstraiga la realidad o cómo se la conciba, ésta estuvo primero en las vías sensoras; lo que significa que si una de estas vías no es capaz de percibir el resto de ellas la compensan y permiten que las personas puedan conocer y reconocer su alrededor, entonces se puede Esto se lo entendería de mejor manera, cuando se toma como ejemplo la forma de percepción de las personas no-videntes, quienes al no ver con sus ojos, se valen de otros sensores para constatar lo que ocurre en su entorno, en otros términos, los sentidos y los cuerpos son las ventanas primigenias de cognición del mundo, que en armonía con factores externos les permiten construir el sentido de la realidad tal como lo evidencia el testimonio recogido por Oliver Sacks, quien visitó la isla de Pingelap, donde una gran parte de sus habitantes poseen acromatopsia, condición que impide ver los colores, por lo que estas personas están supuestamente impedidas de abstraer la realidad en toda su magnificencia, empero tal como lo afirma James, nativo de la isla “no nos guiamos únicamente por el color. Nosotros vemos, sentimos, olemos, sabemos. Nosotros nos fijamos en todo, pero ¡vosotros sólo os fijáis en el color!”[1]asegurar que es imposible aislarse y dejar de sentir.

A pesar de que la visión no esté activa o se encuentre atrofiada, esto no significa que se deje de percibir, pues sin la capacidad visora el cuerpo acude a otras formas sensoras, es decir, que entra en funcionamiento todo un complejo sistema senso-perceptivo que facilita la abstracción del entorno, esto en contradicción a lo que los estereotipos sociales se han encargado de construir en torno a las personas no-videntes.

Claro que esto, se contrapone directamente al reino de las imágenes, pues en el ocularocentrismo se ha otorgado una primacía total al ver y todas sus derivaciones; por tanto, se relega a un plano menor al resto de vías sensoras y es en este punto que surge la provocación de las personas sin visión, puesto que ¿si no tienen la capacidad visora cómo se desenvuelven en los dominios visuales?

Para responder esta interrogante me permitiré compartir una anécdota personal que acaeció luego de perder la visión a los 18 años.

Mi mundo sensorial se transformó drásticamente, puesto que pasé de verlo todo a percibirlas cosas con una agudeza que no lo había vivido antes, particularmente esto ocurrió cuando tuve la oportunidad de adentrarme por los senderos del refugio de vida silvestre Pasochoa, lo que al principio despertó cierto temor en mí, ya que al no tener la visión sentí que no podría transitar por el lugar, ni apreciar su belleza, incluso me invadió un miedo inexplicable; qué equivocado me encontraba, puesto que al llegar todos mis sentidos entraron en acción al dejarme oler el verdor de la vegetación, escuchar ruidos de la naturaleza, tocar las disímiles texturas del ambiente y degustar sabores particulares de la zona; aunque suene fantasioso este breve relato, fue una experiencia increíble, pues en ese momento pude redescubrir cómo mi sistema sensorial estaba en acción; de tal manera que me deleité con el paraje que me rodeaba en una forma indescriptible; con esto alejé de mí el temor de haber perdido la visión, pues si se piensa que sin visión el mundo se termina, creo que en aquel instante pude entender que no era así, sino que recién empezaba una aventura de redescubrimiento senso-perceptiva, a diferencia de lo que se piensa erróneamente de las personas no-videntes y su condición tal como lo señala Le Breton, quien recoge lo expuesto por Pierre Villey “En nuestras sociedades, la ceguera se asimila a una catástrofe, a la peor de las invalideces. Según una representación común, tanto ayer como hoy, si se trata del ciego, “toda su actividad e incluso su pensamiento, organizados en torno a impresiones visuales, se le escapan, todas sus facultades envueltas en tinieblas quedan como baldadas y fijas; parece sobre todo que el ciego permaneciera aplastado por el fardo que lo agobia, que las propias fuentes de la personalidad las tuviese envenenadas”

En la cosmovisión occidental la ceguera es uno de los peores males que puede padecer una persona, pues lo estaría condenando a una existencia aislada, inerte e irracional; empero este déficit de visualidad no impide que se abstraiga la realidad o que se deleite en ella.

No solo la visión es la ventana por la que se puede abstraer el mundo sino es el cuerpo en toda su extensión el que facilita mirarlo todo y cuando se habla de mirar hay que hacer una distinción con ver, pues mirar y ver se suelen utilizar como palabras sinónimas, empero existen diferencias que vale la pena tomar en cuenta, sobre todo en este análisis que tiene como objeto entender el ver desde la otra mirada.

Esto último da paso a un examen conceptual que permitirá esclarecer el no-ver de las personas sin visión, pues en ocasiones se dice que las personas con esta característica no pueden ver, sin embargo y objetando esta afirmación puedo decir que si pueden mirar e incluso poseer una percepción más aguda y profunda.

Cuando se habla de ver, implica aquella capacidad física y anatómica de “percibir con los ojos algo mediante la acción de la luz”.

dicho en otros términos; ver implica abrir los ojos y capturar la imagen de todo lo que está alrededor y justamente este es el proceso por excelencia a través del cual el oculocentrismo se perenniza y consolida en la contemporaneidad. Ya que, al estar validado por imágenes visuales, estas son vistas y capturadas por la retina social que vive un encanto ícono-visual que la cautiva, atrae y aprisiona.

En este punto, vale analizar la visión de quienes no la tienen, pues al recordar nuevamente su definición, ver se asocia con la posibilidad biológica de captar luz con los ojos, entonces quienes no poseen esta cualidad, en el más estricto sentido de su acepción, no verían nada de lo que les rodea. 

Claro que en este punto hay que hacer una aclaración, pues las personas pueden ver además de con sus ojos con su mente, es decir que el proceso físico de ver culmina en la creación de imágenes mentales, sin embargo esto es posible no solo a los ojos sino a todo el cuerpo y su capacidad sensora, es por ello que es preciso distinguir el ver del mirar.

Mirar es un proceso que no solo se reduce al ver con los órganos visores, sino que involucra todo el cuerpo, además de ser un acto consiente, deliberado y voluntario; pues mirar implica “dirigir la vista hacia algo y fijar la atención en ello”

entonces se entiende que mirar es mas profundo que ver y que incluye toda la capacidad sensora del cuerpo, no solo a la percepción visual sino a toda la habilidad sensitiva de las personas En definitiva, los seres humanos no ven todo lo que miran y no miran todo lo que ven.

Entonces, el mirar implica un acto donde se inmiscuyen todas las capacidades sensoras del ser humano, además de las habilidades racionales, cognoscitivas e intelectuales de forma consiente.

Al decir mirar con el cuerpo se entiende que en ningún instante se deja de percibir el entorno, sin embargo la consolidación de la imagen como medio primordial de abstracción produce que se deje de prestar atención al cuerpo El cuerpo es aquel medio altamente sensible, ya que “nuestros cuerpos pueden casi todo”

El tacto se presenta como el medio sensitivo que nos deja tocarlo todo, el gusto surge como el vínculo entre nuestro ser y el sabor del mundo, mientras que el oído nos acerca al sonido de la vida, el olfato es la percepción de aromas y fragancias inimaginables y la vista es el éxtasis de las formas y el movimiento; aunque suene idílica esta descripción del cuerpo resulta una confesión sincera que permite comprender de alguna forma los alcances sensoriales del cuerpo humano.

Asimismo, otro escenario donde se evidencia la alta sensibilidad corporal es en la atmósfera urbana; ya que, actualmente las personas están bajo la influencia del marketing multisensorial, es decir, una manipulación de vivencias y emociones a través de sensaciones táctiles, olfativas, visuales, auditivas e incluso gustativas “De hecho, hoy en día estamos siendo colonizados a través de todos los sentidos. Conceptos como marketing multisensorial, marcas de los sentidos, persuasión sensorial, explotación del subconsciente sensorial, canalización del espacio mental o hipersensualidad del mercado contemporáneo se utilizan para describir las nuevas estrategias sensoriales de un marketing científicamente informado”

Cada vez es más fácil vivir experiencias sensitivas derivadas de prácticas mercantiles tal como ocurre con los catálogos de perfumes que están plagados de fotografías que influyen sobre la visión, pero que sin embargo, tienen un probador de olor que al pasar el dedo emana una fragancia que hace reaccionar al olfato; captando de inmediato la atención y muchas de las veces motiva a comprar el producto.

Este ejemplo, lo que demuestra nuevamente es que si acaso la visión no está activa en las personas no-videntes, existen otras formas de despertar su interacción multisensorial, ahora que sea utilizado para prácticas comerciales es quizá criticable, pero tanto en los ambientes naturales como urbanos las personas que no poseen visión viven una experiencia multisensorial que les hace sensible en extremo a los acontecimientos que acaecen en su entorno.

Entonces, el hecho de no tener visión no implica incapacidad de abstracción sino más bien es la condición propicia para que surja el no-ver como habilidad sensorial de percepción.

Si se trata de definir al no-ver, se puede decir que es la habilidad primero de permitirse escuchar al su propio cuerpo y mediante este entender y comprender al mundo y todos sus fenómenos.

En otro sentido, el no-ver es la posibilidad que obtienen las personas para contestar al oculocentrismo y equiparar a la visión con el resto de vías sensoras y es por ello que los no-videntes poseen una ventaja innata, ya que, al no tener la visión acuden a todo su cuerpo como medio de cognición, mientras que las personas que si pueden ver al estar bajo el reino ocularcéntrico dan primacía a lo que sus ojos pueden detectar y menor medida prestarán atención a sus otros sentidos.

Claro que, esto no significa que las personas con visión no pueden no-ver al contrario al tener capacidad visora y escuchar su cuerpo podrían experimentar situaciones de percepción increíble que les permita descubrir una realidad que gracias al imperio ícono-visual no han podido percibir.

Otro punto que hay que aclarar es que, las personas no-videntes por su condición, inmediatamente no pueden escuchar su cuerpo y valerse del resto de sus sentidos para reconocer el mundo; esto es un proceso que implica permitirse potenciar cada uno de los sentidos, de tal manera de explotar toda su magnificencia. En definitiva para poder deleitarse con los alcances del no-ver es preciso decidirse a hacerlo, pues el cuerpo no solo es una estructura anatómica que permite la vida, sino más bien como una instancia compuesta por sensaciones, emociones, percepciones, elementos anatómicos, incluso por componentes intangibles; que brinda a las personas la oportunidad de conocer y reconocer al resto y a uno mismo.

Referencias:

1.  Le Breton, David. El sabor del mundo: Una antropología de los sentidos. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2009, 51.

2.   Oxford University. Oxford Dictionaries. < http://www.oxforddictionaries.com/es/definicion/espanol/mirar>. Consulta: 21 de Octubre de 2015.

3.  Pallasmaa, Juhani. La imagen corpórea: Imaginación e imaginario en la arquitectura. Barcelona: Gustavo Gili, 2014, 12.

4.   Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 23a ed., en < http://dle.rae.es/?w=ver&m=form&o=h>. Consulta: 21 de Octubre de 2015.

5.  Sacks, Oliver. La isla de los ciegos al color y la isla de las cicas. Barcelona: Anagrama, 2010, 47.

6.  Serres, Michel. Los cinco sentidos: Ciencia, poesía y filosofía del cuerpo, Bogotá: Taurus, 2003, 4.

7.      Serres, Michel. Variaciones sobre el cuerpo. Buenos Aires: Fondo de Cultura, 2011, 9.

 

 

Autor: Lcdo. Lenin Alejandro Carrera Oña. Quito, Ecuador.

alejokyl@hotmail.es

 

                       

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