consideraciones acerca de la educación a distancia en Los procesos de formación continua del técnico Medio EN Informática.

 

Licenciado Luis Enrique Castillo Villar.

 

Palabras claves: Educación a distancia, Pedagogía, técnico Medio, Formación continua.

 

Línea temática:

La formación profesional y la educación para el trabajo.

 

La problemática de la permanente necesidad de superación que hostiga a los profesionales, cualesquiera sean sus perfiles y naturaleza formativa, ya para actualizar sus conocimientos o para complementar carencias que se originaron durante su proceso formativo, compele a no pocos estudiosos a la búsqueda de alternativas que aseguren tal aspiración. En este caso tal profesional es el egresado del nivel medio de Informática y la alternativa se asienta en los fundamentos de la Educación Avanzada, como una de las ciencias de la educación, en particular desde las facilidades que brinda la Educación a Distancia, considerada como una de las tecnologías de aquella.

 

La Informática muestra el más acelerado ritmo de progreso tecnológico jamás visto, dándose casos de proyectos que quedaron obsoletos durante sus etapas de desarrollo en los propios gabinetes de diseño o laboratorios de investigación o de innovación desarrollo. Su presencia en todos los sectores y ramas de la sociedad y de la economía le confieren, a su vez, cada vez mayor complejidad, mayor diversidad, haciéndose, por ello, más inabarcable por un único profesional en una misma área de actuación.

Este vertiginoso desarrollo, por una parte, y esa diversidad funcional por la otra, obligan a la permanente e imperiosa atención del profesional del ramo a su formación continua. Pero, esta necesidad no es privativa de estos, es común a todas las profesiones, por más sencilla que pueda parecer alguna.

A propósito, es oportuno esclarecer ¿qué es un profesional? Defendemos, como otros investigadores: Añorga (1996), Álvarez de Zayas (1992), Makienko (?) y otros, que es todo aquel que ejerce una labor, para la que se preparó formal o informalmente, en beneficio de la sociedad y percibe por ello una gratificación o recompensa material o espiritual; a lo cual añadimos que todo profesional para mantener una competencia profesional adecuada está obligado la autopreparación constante y a desarrollar actividades de ampliación de conocimientos de manera permanente, al decir de Morles (1996), lo que significa que tiene que involucrarse en procesos de superación frecuentemente a lo largo de toda su vida profesional, por vía formal o no, con asistencia de expertos o por procesos de autoformación, pero indeclinablemente,

Se ha podido observar, y constatar por diversas vías que, al menos los egresados de la especialidad de Informática, una vez ubicados laboralmente disponen de escasas y limitadas opciones de formas de superación técnica, ofrecidos institucionalmente por el sistema de capacitación de las entidades. Tampoco existe esta forma de formación continua para los egresados del nivel medio superior profesional desde el propio subsistema educacional que los formó.

Todo lo anterior nos lleva a identificar un problema científico: la insuficiente posibilidad de actualización y complementación de su formación profesional en los egresados de la especialidad de Informática del nivel medio profesional limita su cabal ejercicio profesional, el cual lo vemos y tratamos dentro del objeto de investigación que denominamos proceso de formación continua del graduado de nivel medio en Informática de la Educación Técnica y Profesional; del cual se delimita como campo de acción a las formas de organización de la Educación a Distancia. A propósito de estas premisas se declara como objetivo la fundamentación de un sistema de formas de organización de la Educación a Distancia, y su interrelación dialéctica con los métodos y los medios, dentro de un modelo didáctico para propiciar la formación continua del graduado de nivel medio en Informática, a fin de mejorar constantemente su competencia profesional.

En el transcurso de la investigación que se lleva a cabo en esta dirección se revelan algunos aspectos interesantes que convendría compartir, en virtud del poder de la socialización, no solo para intercambiar criterios, posiciones, enfoques, etc., sino para la toma de decisiones más adecuadas que coadyuven a la eficacia y a la eficiencia del proceso que se sigue.

La necesidad de la formación continua de un profesional se fundamenta en diversos argumentos, entre los cuales tienen un indiscutible peso los cambios que se operan en el plano socioeconómico a resultas de los adelantos científico-tecnológicos, lo que se traduce en nuevos conocimientos a los cuales es necesario acceder.

Todo proceso de formación profesional dota de conocimientos, desarrolla habilidades, crea hábitos y valores, provee, en fin, las capacidades que luego permitirán el ejercicio profesional, pero este solo no garantiza mantener un nivel óptimo de desempeño, ni favorece un incremento sostenido de la experiencia, que junto al desempeño van a demandar y condicionar la formación continua, que finalmente tributará, al igual que la experiencia, al mejoramiento de dicha formación profesional. En estas condiciones acudimos a la Educación a Distancia como una vía alternativa que apoye al proceso de formación continua. El mapa conceptual que se muestra, ilustra esta concepción nuestra.

 

Algunas reflexiones acerca de factores que inciden o tienden a inducir hacia determinados objetivos la formación continua de los técnicos de nivel medio en Informática

La formación continua del profesional es la necesaria respuesta a una expresión consustancial derivada del progreso científico-tecnológico que con el tiempo tiende a incidir, incluso decisivamente, en el ejercicio profesional pleno de cualquier profesional.

Sin embargo la superación continua hay que verla en la multiplicidad de formas que puede adquirir. Como sostiene Añorga (2000) puede ser a través de la recalificación, de la superación técnica, de la especialización, u otras.

En su tesis doctoral Ávila Pérez (2012) realiza un pormenorizado análisis y sistematización de los conceptos formación y autoformación, fijando posiciones al respecto que nos resultan muy atinadas y, por consiguiente, las asumimos como nuestras. Solo en un enfoque no hay plena coincidencia: en nuestra opinión el proceso de crecimiento, de mejoramiento profesional y humano -al decir de Añorga (1996)-, debe nombrarse, de preferencia, formación continua, en lugar de formación permanente, dado que inferimos que continua, en este caso, alude a: (1) mejoramiento gradual, escalonado, por aproximaciones sucesivas, tal como nos señala la segunda ley de la Epistemología; y (2) sin interrupción, a lo largo de toda la vida, de acuerdo con lo que hemos aprendido de la teoría histórico-cultural.

En cambio, permanente, desde la semántica, es: “lo que permanece: lo que dura mucho o no se altera” (Moliner, 2001); y no vemos tal proceso para que resulte inalterable, estático.

Desde otra posición, si se alude con estos adjetivos a calificar el proceso en sí, tal no es tampoco inalterable, duradero, perenne. Se va produciendo a intervalos y es cambiante en cuanto a formas, contenidos, métodos, etc. sin embargo, cualesquiera sean las expresiones de estas categorías lo que si resulta incuestionable es que se van sucediendo unos intervalos a otros, indefinidamente, lo cual es coherente con el término continuo: “Sin interrupción en el espacio o en el tiempo”. (Moliner, 2001).

Siendo consecuentes, además, con lo que el propio Ávila Pérez (2012:28) afirma y nosotros asumimos: “la formación se realiza a lo largo de toda la vida del sujeto, se concreta en diferentes tiempos y espacios. Se forma en las instituciones educativas, en la familia, en la comunidad, y con los medios de comunicación, lo que supone la formación a través de diferentes modalidades. Asimismo con el paso del tiempo, las necesidades y los intereses del sujeto cambian según el contexto y las condiciones histórico-sociales”. Con razón, continua.

Una tendencia muy común es la de pensarse que la vía natural de superación para un graduado del nivel medio superior profesional es la continuidad de estudios en el nivel superior. Lo cual es inobjetablemente una legítima y encomiable aspiración.

En nuestro trabajo explicábamos que: “(…) la introducción (en 2005) de un grupo de transformaciones en la Educación Técnica y Profesional, (…) con el pretendido objetivo de equiparar al egresado de ella con el bachiller que entrega la Educación Preuniversitaria, se implementaron los programas de las asignaturas de formación general, propios de esta, en los planes de estudio de todas las especialidades de aquella, sin distingos de su naturaleza. Surgió así el bachiller técnico en sustitución de la anterior acreditación.

Sin embargo, tal implementación se introdujo en la práctica pedagógica de los centros de la Educación Técnica y Profesional sin considerar las diferencias que hay entre el proceso pedagógico general y el proceso pedagógico profesional, que aunque nacido de aquel acusa diferencias distintivas. (…)

Y aunque tal denominación, bachiller técnico, desapareció pocos años después (2009), y se recuperó su habitual designación (técnico medio), todavía hoy continúan vigentes los programas de preuniversitario en la Educación Técnica y Profesional, en un intento por mantener la “equiparación” con el bachiller, que aun así no se logra -por varias razones que este trabajo no tiene la intención de tratar-, y que, en cambio, de algún modo sustantivo, niega o distorsiona el propio fin de la ETP, que ha sido, es, y deberá seguir siendo, formar un profesional de nivel básico (obrero calificado) o de nivel medio (técnico medio) apto para incorporarse de inmediato a la producción o a los servicios; y no para competir en la continuidad de estudios en el nivel superior, salvo excepciones, por interés de la sociedad, con la Educación Preuniversitaria.

Este fenómeno contribuye, asimismo, a afianzar la vieja tendencia a creer, y estimular, que la vía natural para la superación de este tipo de profesionales es la continuidad de estudios en la educación superior y no en otras modalidades de la formación continua, lo que en nuestra opinión es contraproducente, máxime en las circunstancias actuales de nuestro estadio socioeconómico”. Salgado y col. (2012:2-3)

Volviendo sobre estas ideas queremos abundar desde los siguientes argumentos:

Hoy se orienta por las “autoridades competentes” (léase directivos y metodólogos) que en la profesionalización está la solución al problema de la inserción de las asignaturas de formación general en los planes de estudio de la ETP. Y, en efecto, ahí está una buena parte de la respuesta que se necesita; pero ¿a qué llaman profesionalización? pues a la “adecuación” de los ejercicios al lenguaje del entorno de la especialidad de que se trate, manteniendo inalterable el programa. Sin embargo, profesionalización es mucho más que eso, es la adecuación del contenido que requiere la especialidad, es ir a la esencia de ella, es poner el contenido en función de la especialidad: no requiere el mismo contenido de Matemática el agrónomo que el electricista, el mecánico que el contador, el constructor que el electrónico, y esa ha de ser la meta.

Antes se decía que el técnico medio no podía acceder directamente a la Universidad, que previamente tenía que recibir una nivelación para conseguirlo. ¿Y ahora, acaso no necesita otra nivelación para complementar su formación profesional? Si no ¿de qué modo consigue ser un profesional competente si no domina la esencia de las leyes, principios y categorías de las ciencias más generales que fundamentan las particulares de su especialidad? No olvidemos que son las de formación general las que contribuyen a formar y desarrollar las habilidades intelectuales, las del pensamiento lógico, que luego propician la asimilación de las habilidades profesionales mediante las de formación técnica específicas.

En lo expresado -en el fragmento citado- subyacen otras dos cuestiones más, por una parte, la aludida inserción de las asignaturas de formación general en los planes de estudio de la ETP sirven –de algún modo- de acicate, de estímulo y hasta de justificación para el egresado de este tipo y nivel educacional, para su familia, e incluso, en buena medida, para la sociedad, para procurar continuar estudios universitarios, olvidando que siguiendo esta “natural” tendencia al cabo de algún tiempo este profesional se habrá convertido en “otro profesional”, del cual la sociedad esperará “otro resultado”, perdiéndose así al profesional “primario”. La adquisición, por vía de estudios superiores, de otra profesión interrumpe el ejercicio profesional que venía desarrollándose, dando lugar a una nueva etapa cualitativamente diferente, y por tanto, abriéndole nuevas necesidades de “desarrollo de actividades de ampliación de conocimientos”, según lo que ya vimos de lo planteado por Morles (1996)

Tal situación, sin ánimos ni visión economicista, nos lleva a valorar el asunto desde otra arista: en los últimos años se viene defendiendo, con toda justeza, que los procesos formativos no deben ser vistos como un gasto, sino como una inversión, posición con la cual concordamos plenamente. Sin embargo, al ocurrir lo anterior, con la pérdida de un profesional, se pierde la inversión, entonces sí que lo que queda es el gasto. Y esto ha venido ocurriendo regularmente en nuestro contexto nacional desde hace varios años, en una elevada proporción de los egresados de la ETP, solo por la citada tendencia.

Nuestra intención, en cambio, está encaminada a conseguir fundamentar una nueva concepción didáctica para la educación a distancia de modo que pueda ser marco y plataforma para el establecimiento de un sistema de formas de organización de la formación continua dirigidas al profesional de nivel medio desde este estado, sin discriminar al que accede a las aulas universitarias, pero si desde la restricción de que se dirige a los que no rompen con su condición de técnicos de nivel medio, para que llegue a convertirse en un profesional con una sólida formación técnica, una probada competencia y una vasta experiencia profesional a resultas de su ejercicio continuado como técnico de nivel medio.

Tal vez esta tendencia aquí aludida, tenga su asiento en la formación postgraduada, que está concebida, organizada, estructurada, normada y ejecutada, como respuesta organizada a las necesidades de la formación continua, para los profesionales de nivel superior –los únicos que son mayoritariamente reconocidos como profesionales, en menoscabo de los de otros niveles inferiores.

Proyección de las alternativas para dar respuesta a las necesidades de formación continua del técnico medio en Informática

Precisamente la existencia de este sistema de trabajo que, con sus matices, existe en cualquier centro de altos estudios en el mundo, es lo que nos motiva a utilizarlo como plataforma modelo de su estudio y proyección para el contexto del nivel medio profesional, y es por ello, entre otras razones, tan poderosas como estas, que acude a la educación a distancia como vía para la formación continua del técnico medio en Informática, para desde la propia institución que lo formó –como hacen las universidades- brindarle una alternativa para que actualice o complemente sus conocimientos profesionales

La educación a distancia no es precisamente una modalidad nueva. Diversas son las formas de organización y las vías mediante las cuales se ha concretado a lo largo de los tiempos: cursos por correspondencia, por televisión, por radio, semipresenciales, dirigidos, hasta llegar a las formas más actuales asistidas por las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Muchos son los investigadores que han estudiado, y formado, fomentado y enriquecido la teoría que hoy la sustenta y el perfeccionamiento de la práctica pedagógica que se ha seguido por años. Unos trabajaron la fundamentación de su inserción didáctica hacia una determinada modalidad; otros abordan sus características y posibilidades en ciertos medios; la mayoría trató sobre los medios y vías que le han servido de soportes, siendo particularmente profusas las incursiones en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones; también hay modelos de análisis para la evaluación del rendimiento académico en esta variante educacional; o compendios de definiciones del término educación a distancia; por sólo mencionar algunos ejemplos. Como regla el contexto educacional en el que se trabaja es el de la educación superior.

Ninguna de las investigaciones precedentes, si bien hay experiencias en el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones en función de los objetivos de la educación a distancia, no se ha encontrado alguna que lo refiera en el contexto del proceso de educación continua del profesional de nivel medio, ninguno aborda como experiencia la educación a distancia para el egresado de la Educación Técnica y Profesional, ni se ha podido encontrar una concepción didáctica que dé fundamento y organicidad a su empleo en nuestro contexto de interés investigativo.

Tampoco se pudo constatar la existencia –ni actual ni precedente- de un sistema o programa para la superación post-egreso para los graduados de la Educación Técnica y Profesional, ni en Cuba ni su equivalente en otros países. Ni como experiencia particular de alguna institución ni mucho menos como política oficial para todo un país.

Y es precisamente en esta dirección que se proyecta nuestro interés, en el que subyace la necesidad de justificar, desde la teoría, un modelo que tenga como esencia un sistema de formas de organización de la Educación a Distancia, y su indeclinable relación con los métodos y los medíos, como triada dialéctica, para favorecer el desarrollo de una vía alternativa del proceso de formación continua del profesional de nivel medio –en nuestro caso del técnico medio en Informática, pero válido, al menos como referencia, para otras especialidades de la Educación Técnica y Profesional-, con la asistencia de las prestaciones que brindan las tecnologías de la información y las comunicaciones, dirigidos, en lo fundamental, a la actualización y a la complementación de sus conocimientos profesionales y propiciar así el mejoramiento creciente de sus capacidades, que le permitan un óptimo ejercicio profesional.

Esta proyección tiene, además, en su génesis, nuestra convicción de que una importante fortaleza para el planteamiento de estas ideas está en que las instituciones educacionales destinadas a la formación de los profesionales de nivel medio constituyen, o pueden constituir, una amplia red, que cuentan con una dotación tecnológica, no solo de soporte sino de interconexión para acceder a los últimos adelantos y para el intercambio con los interesados; un capital humano de alta preparación técnica y pedagógica, que le confiere una singular importancia por su capacidad para diseñar y ejecutar cada preparación, a lo cual se suma un aspecto nada despreciable: la dimensión afectiva, por una parte la inmensa mayoría de los interesados son egresados de esta propia institución, lo que presupone la existencia de lazos afectivos precedentes entre ellos y los docentes; pero por otro lado la institución siempre será responsable, al menos en el plano moral, por el desempeño profesional de sus egresados y contribuir a su perfeccionamiento sería un modo de conseguir que se concrete que el maestro hable en voz de sus alumnos como sentenció Varela.

Conclusiones

Se constata que ser profesional no entraña una condición suficiente para ejercitarla por siempre sin formas concretas de desarrollo de actividades de ampliación de conocimientos que propicien su constante actualización para un ejercicio cabal. Que la formación continua es indeclinable en el aseguramiento de la competencia profesional óptima del técnico medio.

De igual modo es inobjetable que dentro de las vías de la formación continua del profesional de nivel medio, la continuidad de estudios superiores lo convierte en “otro profesional” cualitativamente diferente con necesidades de formación continua también diferentes, dado el presupuesto de que un profesional se forma para toda la vida, y no como se demuestra hoy que es solo un período de tránsito hacia otra profesión que entraña mayor preparación porque es más compleja. De tal modo el profesional no llega a madurar profesionalmente dado lo efímero de su ejercicio profesional real.

La existencia de recursos tecnológicos y humanos, por una parte, y la experiencia de la institución dedicada al proceso formativo profesional, como ocurre en las universidades, por la otra, son ventajas que tiene el proyecto que se presenta.

 

 

Autor: Lic. Luis enrique Castillo Villar. Ciudad de Las Tunas, Cuba.

miguel par17@gmail.com

 

 

 

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