Contaminan sin piedad a la vena azuerense.

 

Me apasiona la cultura del Antiguo Egipto, sus imperios faraónicos, su forma de vida, costumbres, gastronomía y tradiciones existentes en la sociedad egipcia.

Pero, sobre todo, la principal fuente de riqueza: el río Nilo, el más importante en lo referido al nacimiento de civilizaciones, lo que nos revela su importancia

como fuente vital para cualquier nación. Su cauce transcurre a lo largo de siete territorios, y llega a recorrer los 6,700 kilómetros hasta su desembocadura

en el mar Mediterráneo.

Los ríos son las venas de una gran parte de la humanidad, desgraciadamente, sus aguas contaminadas son portadoras de enfermedades que llegan a matar a

unas 25,000 personas diarias, principalmente en los países subdesarrollados. Más del 66% de los ríos de la India están contaminados y son causa del 90%

de la mortalidad infantil del país. La sedimentación de aguas negras, las sustancias químicas y numerosos compuestos inorgánicos provenientes de las plantas

industriales son algunos de los factores que envenenan las aguas de los ríos del mundo.

Panamá es la segunda nación más rica de Latinoamérica, con un crecimiento estimado del 7.3% en 2014, sostiene un incremento urbano vertiginoso, sin embargo,

como cualquier ciudad del mundo, va aparejada con contaminación del aire, suelo, mar y río, y nos genera lo que hoy vive el pueblo azuerense con su recurso

acuático más valioso, como es el río La Villa, el mayor afluente por longitud de la península de Azuero. En su recorrido de Oeste a Este, atraviesa pueblos

como Macaracas, La Villa de Los Santos o Chitré. Lastimosamente fue contaminado con atrazina, un potente herbicida prohibido en Europa en 2006. Su consumo

puede traer serias consecuencias para la salud humana y ambiental, tal como lo demuestran numerosos estudios y cuya solución ha resultado difícil y costosa,

lo que significa que estamos ante un grave caso de salud pública y ambiental que afecta principalmente a las comunidades de las provincias de Herrera y

Los Santos.

Por mis venas corre sangre santeña, mis ancestros yacen en esta región y mis familiares en la actualidad residen en estas hermosas y fructíferas tierras,

de gente noble, trabajadora y pujante, no merece la situación que les aqueja. Al tomar mi ordenador, acepto que no puedo hacer nada para solucionar las

penas del mundo, pero mucho puedo hacer para colaborar en el pedacito de mundo que me toca, e ir plasmando mi malestar y dolor ante la inconsciencia, insensibilidad

e indolencia de los responsables, quienes voz en cuello negaron los efectos tóxicos a la salud, porfiaron que este herbicida es inofensivo al ser humano

y que el agua era apta para el consumo humano. En honor a la verdad, qué poca estima al intelecto y respeto a la vida nos revelan, pues sabemos que la

atrazina es también un xenoestrógeno tan potente que es capaz de cambiar el sexo de los peces de los ríos que acaba contaminando. Además, un número considerable

de tumores cerebrales son sensibles a los xenoestrógenos, la atrazina puede producir enfermedades, tales como cáncer en la piel, pulmonar, leucemia, trastornos

teratogénicos, mutaciones, malformaciones, esterilidad, alergias respiratorias, problemas gastrointestinales, dermatitis de contacto y, sobre todo, afectaciones

a los individuos con la aparición de problemas de salud en ellos y su descendencia.

Por último, la contaminación a la vena azuerense debe asumirse como un desafío a nivel de Estado y que ocupe tanto a la sociedad civil como a medios de

comunicación, y adoptar una hoja de ruta común contra esta injusticia y atropello a la tierra de la heroína Rufina Alfaro.

 

Autora: Elodia Magdalena Muñoz Muñoz. Panamá, Panamá.

Comunicadora social.

elodia.magda@gmail.com

 

 

 

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