MI AVEMARÍA

 

 

 

Tantas Avemarías,

Madre querida,

Suben al Cielo.

La que yo he comenzado,

Madre querida,

Queda en el suelo.

 

La Capilla se adorna

Con voces tiernas,

Florecillas que brotan

En la arboleda.

Oye cómo te cantan,

Cómo te rezan.

Llegan a tu Recinto

A ahogar sus penas.

 

En la víspera triste,

Cuando atardece,

La campana nos llama

A orar las Preces.

¡Cuántos recuerdos vagan

por todas partes!

Míralos que se acercan

A saludarte.

 

Una estela infinita

Nutre el desvelo.

Del silencio del Templo

Mana el consuelo.

Colma nuestra morada

Con tu presencia.

Y alumbre tu mirada

La extraña senda.

 

Letanías de incienso,

Auras de cera,

Silabario de nubes,

Soledad luenga.

Septembrina sonata

De almas dolientes.

Sabes que la fatiga

Lastra las mentes.

 

Si los dedos no logran

Pasar las Cuentas,

Si los labios mascullan

Frases inciertas,

Álzanos de este suelo

Pobre y pequeño.

Llévanos donde reina

La paz del sueño.

 

Cuando el Avemaría,

Madre querida,

Rezo en la cama,

Alguien me escucha,

Madre querida,

Alguien me ama.

 

 

 

Autor: Antonio Martín Figueroa. Zaragoza, España.

samarobriva52@gmail.com

 

 

 

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