Poemas de Eduardo Casar.

 

 

Heme aquí

aire que se vuelve viento,

que se afirma

en la comba impulsiva de tu vela,

en la flexible resultante

de tu equilibrado fardaje de navío,

poniendo en juego

la compleja disposición de tu ternura,

propicia y expectante y más urgente

conforme más nos ata

el compartido ritmo de esta travesía.

Debajo de nosotros se desbarata el agua

y no hay cordel más tenso que esta lluvia.       

 

 

 

 

 

Qué de inventos tiendes en mis manos,

qué de ropas sonoras te quitas cuando estás conmigo,

qué de frente me encuentro ya envuelto

cuando me hundo como hambre en tu río.

 

Y no sé en qué consiste este trago,

y no sé dónde empieza este beso.

Y no puedo alcanzarte el aliento.

 

Con qué sed se construye este bosque,

con qué grave coraje

se extienden raíces más fuertes que el viento

y nos rompen el suelo.

 

¡Ah! si pudiera callarme tu nombre.

 

 

 

 

Duermes.

A tu alrededor nada descansa.

La sábana parece enardecida,

la prueba es que se pliega:

quisiera ser arena

pues siente que eres ola.

La noche pugna también por transformarse

hasta que al fin se vuelve madrugada.

Tu sueño está despierto,

tan desvelado que incluso se confunde

y deja sueltas bocas que ignorabas.

Tus cabellos se anudan y tu temperatura

se eleva aunque permanece

bajo la oscuridad de dos frazadas.

Tu sangre misma siente

que algo como otra sangre la persigue:

alerta intenta sigilosa, minuciosa,

escapar de su circulación cercada.

Duermes

pero el reloj avanza

buscando la campanada justa

para que pueda ser tocado por tu mano.

 

Autor: Eduardo Casar. México Distrito Federal.

casarvel@prodigy.net.mx

*Datos del autor.

 

 

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