LOS DUENDES DEL CUERPO.

 TEATRO DE SOMBRAS

 

ESCENARIO:

                 Una sala de hospital, logos que lo identifiquen como tal, al frente bambalinas con telas traslúcidas.

Como único mueble: una cama de hospital en un costado y un cuerpo muy quieto, tapado con una sábana blanca.

 

PERSONAJES:

                  Sal y Azúcar: dos sombras.

                  Sal vestida de mujer.

                 Azúcar vestida de varón.

                  Dos personalidades impetuosas que actúan detrás de las bambalinas.

                  Dos camilleros vestidos con chaqueta blanca

 

ACTO ÚNICO

 

1º ESCENA

Sal: (empujando a Azúcar) -¡Vete Azúcar, vete de mi lado, saca tu horrible energía de aquí, esfúmate, desaparece, vete te dije! ¿Acaso no te das cuenta que molestas, que haces daño, que no deberías existir?

Azúcar: –Eres mala amiga Sal, a lo mejor molesto, pero hay algo que nadie puede negar: yo gusto mucho a los chicos y a los grandes, cuánto más cantidad de mí ponen en sus alimentos ¡más sabrosos los dejo! En cambio tú eres tan salada, que produces escozor en la garganta si alguien deja caer en su plato ¡un poquitín más! Y tú pretendes ser irónica conmigo, pero no me importa (ríe a carcajada)

Sal: (continúa empujando) ¡Qué amiga ni amiga! Yo no soy tu amiga, soy tu discordia, tu antipatía, tu contraria.

Azúcar: (sin perder la calma) -¿Sabes? Hablas por envidia mal sana, ¡No eres mejor que yo! Al final somos las dos perjudiciales si nos consumen en exceso, debería darnos vergüenza, pues las dos hacemos daño al cuerpo de la gente, respecto a mi origen, ellos me inventaron, yo no existía antes que descubrieran todo mi potencial en la caña de azúcar. Son muchas las manos que trabajan para cosecharme y luego industrializarme, en cambio a ti, sólo te sacan de los salitrales, te envasan y listo (desdeña burlándose).

Sal: (agresiva) -Ignoraré tu arrogancia y los errores de quienes trabajan tanto para inventarte, también desconoceré tu agresión cuando te refieres a mis orígenes, porque después de todo, tú gustas más que yo, pero haces mucho mal a las dentaduras de los niños, aumentas glucosas al cuerpo, engordas, y a los señores mayores los enfermas de diabetes dos. Y no me contradigas, porque todo lo que te he mencionado  es así, aunque hayas nacido en cuna de oro y hagan falta millones para producirte. ¿De qué te sirve la riqueza de la que hablas? ¡Igual eres mala! ¡En cambio yo soy natural! Nací con el planeta. ¿De qué te jactas necia?

Azúcar: (se ofusca) -¡Y tú qué hablas! Eres peor que yo por lejos, también enfermas a todo el mundo, y ni qué hablar de las personas mayores que sufren de presión alta, los explotas en muy corto tiempo y sin previo aviso ¡eres como las serpientes venenosas! Te arrastras sin hacer ruido por las venas y las arterias para endurecerlas y luego romperlas provocando derrames que los lleva a la muerte segura o por lo menos a la in validez.

Sal: (sonríe burlona) -Equivocas algunos conceptos, del endurecimiento de las vías sanguíneas se encarga el colesterol, las grasas y los lípidos ellas espesan la sangre y yo sólo la empujo para que circule más rápido. Y a los niños no les hago daño, pueden consumirme tranquilos y no los lastimo, en cambio tú te aprovechas de los bebes, desde que están en la panza de sus mamás ¡Pobrecitos! Desde ahí ya los haces sufrir.

Azúcar: -Hablas de puro celo que me tienes, porque a ti los niños no te piden ¡si no existieras sería mejor para todos! Y te digo más, si nunca te probaran, nadie notaría tu ausencia. En cambio, imploran por mí, los golosos y los obesos, que me consumen en grandes cantidades.

Sal: (ríe a carcajadas)-¡A mí también! ¿Qué te has creído? Yo soy imprescindible, soy el único condimento al que nadie logra suplir, yo soy el mejor sabor de las comidas y además soy irreemplazable, en cambio a ti, ya te han sustituido por varios productos que te desplazaron casi totalmente ¡Por suerte!

Azúcar: -¿Te refieres a los edulcorantes?

Sal: -¡Sí, a los edulcorantes! Con los que hoy se hacen golosinas, chocolates, postres y todo tipo de exquisiteces y nadie se da cuenta que no estás tú en ellos, en cambio a mí, no han encontrado todavía con qué desbancarme, por eso sigo siendo la reina de los platos más gustados en todo el mundo.

Azúcar: -Me parece que ignoras algunos datos importantes y de último momento ¡ahora te sacan el sodio! Para que seas menos perjudicial. ¡Además pretenden retirarte del mercado y ocupar tu lugar por sal marina! Porque esa no tiene sodio Y además se ha descubierto que los edulcorantes que contienen cicla mato, que son la mayoría, son cancerígenos. Para que veas, son más dañinos que yo.

Sal: -¡Deja de decir tonterías! A mí nadie me sacará de las comidas, ni del mercado, ni de ninguna parte, todas las otras sales me tienen sin cuidado, no me preocupa que se quemen las pestañas estudiando como eliminarme, porque soy parte de la vida natural de los humanos, sin mí la vida no sería vida, por algo el creador me incluyó en la naturaleza, ningún ser humano me inventó ¡Nací con el planeta! En cambio tú fuiste calculada y concebida como la perfecta tentación, eres mucho más perniciosa, reconócelo, tú inundas de glucosa las venas y las debilitas al punto de agrietarlas y permitir que se derrame la sangre por donde no debe, dejas ciego a los ojos, se le cortan las piernas a las personas ¡los invalidas hasta que mueren!

Azúcar: -Eres muy mala señorita Sal, eres mala con la gente y eres agresiva conmigo ¿por qué me echas todas las culpas a mí? ¡Tú también rompes arterias y haces daños tremendos en los cuerpos y muy fácilmente los llevas a la muerte, sin que se te escape una sola lágrima! Y después de todo, esos productos que tratan de imitarme, jamás lo lograrán, porque dejan al final un sabor amargo, yo soy rica, exquisita, dulce, dulce, dulce, desde el comienzo hasta mucho después del final.

Sal: - Y sí, ¡La muerte debe ser tan dulce como tú!

Azúcar: -No seas sarcástica, nadie sabe como es la muerte, pues nadie ha vuelto de ella ¡Además yo sólo quiero hacer feliz a la gente, no es mi intensión matarlos, sólo pretendo darles los gustos en vida, quiero que disfruten de mí y de la vida apetitosa ¡no hay nada que sea más rica que yo!

Sal: (colocando su índice a la altura de la boca pide silencio a su contrincante) -SHHH escucha Azúcar… Parece que alguien viene…

 

2º ESCENA

(Entran dos camilleros para llevar el cadáver)

Azúcar: (reflexiona mirando la camilla que trasladan los camilleros hasta el lugar) -¡AHHH si, es el inconfundible sonido de la funeraria! Dejémoslo tranquilo ya se lo llevan.

(Los camilleros cargan el cuerpo y se retiran)

Azúcar: (continúa su reflexión) -Ya dejemos de discutir señorita Sal, se nos hizo tarde acusándonos de nuestras culpas, el pobre hombre ya murió.

Sal: -Tarde ¿Para qué? Y hablando de culpas ¿Cuál de las dos habrá acabado al Presidente?

Azúcar: (con ímpetus) -Al Presidente lo acabaron, los problemas, ahora lo llaman estrés, además las grasas que ingería cotidianamente en los banquetes de agasajos que le hacían para homenajearlo ¡Pobre hombre, mira en lo que terminó!

Sal: (recapacita) -Entonces, en este caso, ¿Nosotras no tuvimos nada que ver?

Azúcar: (rasca su cabeza en ademán de duda) -Y… no se con seguridad… ¡En los banquetes siempre nos usan a las dos en demasía! Pero si nos unimos, podemos declararnos inocentes señorita Sal, porque, ahora lo llaman estrés ¿o también de eso nos echarán culpas?

Sal: (reclama levantando sus brazos en son de protesta) -¡Inocentes! De tan dulce te vuelves ignorante, pero terminemos esta inútil discusión, tú y yo nunca nos pondremos de acuerdo ¡somos tan diferentes! (instante de silencio, luego expresa con alegría en brusco cambio de actitud, ahora amigable) ¡Después de todo tienes razón en algunos casos y en otros los tengo yo! (Toma del brazo a su compañera en discordia) Pero es claro, ninguno de los dos somos culpables después de todo los culpables son quienes nos consumen ¿no te parece? ¡Se supone que son ellos, y en especial los adultos, los que deben aprender a condimentar sus alimentos moderadamente, nosotros ¿qué tenemos que ver en todo esto? ¡Si no saben controlarse para cuidar su salud, es problema de ellos y no nuestro! ¿No te parece?

Azúcar: (la abraza festejando) –Tanto discutir para llegar a esta sabia conclusión! Eres más inteligente que todos los humanos… ¡Salud amiga sal!

Sal: -Dime, ¿tienes alguna golosina en tus bolsillos para convidar a esos niños que lloran en la platea?

Azúcar: (tocándose la cabeza con la diestra) -Me las olvidé en la casa del Presidente, acompáñame a buscarlas, volvemos enseguida.

Sal: -¡Qué casualidad, yo también dejé mis refuerzos en esa casa! Iremos a buscar nuestras reservas, mis sobrecitos de sal, por si alguien los necesita para agregar a sus platos de alimentos Llama al matrimonio este, Doña Pasta y Don Sepillo Dental, para que estén presentes luego de las golosinas, y así ayudaremos a la dentadura de los niños por lo menos.

Azúcar: ¡OH! Qué bueno me lo recordaste ¡vamos!

Sal: -Te acompaño, pero a mi regreso, recorreré los comedores, a ver si todos comen platos con suficiente sal.

Azúcar: - Nosotras siempre estaremos juntas, aunque seamos tan disímiles uno de la otra, y por más que nos regañemos, ambos tenemos destinos y misiones parecidas, por eso estaremos juntos para que los seres humanos nos disfruten.

Sal: -Así fue y será por siempre, después de todo, los pesares no son nuestros, sino del hombre que nos adoptó para condimentar sus comidas ¡Qué tontos! Nos hubiesen dejado en el anonimato y hubiesen comido los alimentos, tal como los da la naturaleza, y se hubiesen evitado un montón de enfermedades.

Azúcar: (reacciona) -¡En ese caso yo no existiría! Pero no nos combatamos más, seamos camaradas ¡Ven dame un abrazo y vamos rápido a buscar nuestras provisiones!

Sal y Azúcar: (se retiran del brazo cuchicheando) -Bueno, vamos, vamos.

Azúcar: -Hagámonos una promesa.

Sal: -¿Cuál?

Azúcar: -Debemos encontrar la forma para que las personas nos consuman moderadamente para que no se enfermen ¿te parece?

Sal: -¡Sí, me parece correcto encontrar el punto medio! No va a ser fácil, pero es lo único que puede salvarlos! Ya está comprobado que lo que hace mal, es el abuso.

Azúcar: -¡Esperemos que lo entiendan de una buena vez!

Sal: -¿Cual sería nuestro próximo proyecto a seguir?

Azúcar: -¿Te parece que elaboremos señales de humo cada vez que abusen de nosotros?

Sal: -¡Prefiero darles golpecitos en la panza cuando abusen de mí!

(Ríen amistosos y se alejan)

 

TELÓN

 

Autora: Clara Sofía Santana Miranda. Paraná, Entre Ríos, Argentina.

soficlabib@hotmail.com  

 

 

 

Regresar.