Éxtasis.

 

Qué dirá en ésta ocasión El Consorsio

 

Caminé y caminé no sé por cuantas horas, ni tantos minutos en busca de eso, de eso que me hiciera alucinar, en busca de un viaje. Pero cual sería la salida perfecta, cuál sería la droga que hiciera que yo me elevase hasta el techo, que me permitiera tomar el mundo con mis manos y navegar por todos los hemisferios en el mismo tiempo, sin duda alguna ésta tiene que ser la droga del amor, la que se puede inhalar de varias maneras: Cuando estás cerca, con tus bezos, con tus abrazos o con una palabra tulla de agrado.

 

Si tal cosa sucediese, ya estaría en el inicio del viaje, pero si tus palabras se elevarían a lo alto de los cielos y dijeran te amo, mi éxtasis sería ya incontrolable, no tendría ya una regresión al punto de partida, de nada serviría una desintoxicación, porque de tu amor solo la muerte sería el único remedio que haría posible que yo me arrancase esta adicción por tenerte, por olerte cerca de mi y por amarte. Y lo que resulta cotidiano, con todos los consumidores, es que somos fastidiosos y solo hablamos de lo mismo y cada vez queremos más, realizamos hasta lo imposible por un pase, ¡un pase! Porqué no me das tu ese pase, por la alucinación de ser amado, quiero navegar ésta noche, por otra parte se dice que los adictos somos egoístas ya que nunca compartimos nuestro producto, con mucha más razón en mi caso, ya que poseo la droga más preciosa del mundo, la que nadie podría valorar de incondicional y la que no alcanzan las horas y los minutos para amarla y drogarse con ese amor infinito.

Esa droga eres tu, miador, tu que has alumbrado mi vida, definitivamente el psicotrópico que rellena toda fisura sin fondo que a veces pueda existir en mi alma. Bien que eres mortal, porque si te vas de mi lado, bien podría morir echo pedazos y en presencia tulla, nunca volví a ser yo jamás, en las madrugadas, despierto implorando tu nombre con fuerza y mi desesperación alcanza el grado máximo al ver que no llegas, entonces dime que debo hacer amor mío, solo tu con esa sonrisa trastornadora, podría hacer que yo vuelva a la realidad, pero siento que eres una droga fuerte, infinitamente, más fuerte que yo, y un súbito jalón a el mundo que conocemos podría provocar en mi, un daño irreparable del que no podría reponerme, lo mejor será que me dejes vivir intensamente, los efectos alucinadores que provocan tus encantos y tu belleza, que seamos el conjunto de pares que nada ni nadie pueda separar.

 

Sustancia  mágica que recrea mi vida, alucinante divino que me eleva hacia las estrellas y que me recibe convertida en un caudal de pasión y amorosas entregas, debes saber amor mío, que entre más te menciono, más fuerte se vuelve el deseo de tenerte ya junto a mi y descansar en la satisfacción infinita, que nunca más te irás de mi lado. Es por tanto que mi canción se eleva por el infinito y los Hipnos sonoros del amor, nos dan el saludo de victoria porque nuestro amor ha triunfado al fin, en los lugares especializados para tratar a los alucinantes, ya me han dicho que yo soy un caso perdido, que no tengo remedio, a lo que les he contestado de forma segura y decidida, que tu eres mi remedio, el que cura todas mis aflicciones, la que convierte un día oscuro y frío, en un día cálido y lleno de luz, pues mi mejor vicio ha sido amarte, el mejor deseo, es estar en tus brazos y tocar esa piel que hace que se estremezcan todas las piedras, mi sublimación es infinita, porque adicto a ti, camino derecho por el ancho sendero, mis pasos son seguros y decididos y mi pensamiento solo pronuncia un nombre en silencio, pero deseando explotar y gritarlo a todo el mundo, que te amo U….

 

No me está permitido aún mencionar tu nombre, más soy yo quien me pongo tal prohibición pero no la de amarte, me castigué durante un tiempo indefinido, pues a la hora de lo permitido por las sombras de la noche, no te había consumido. Desde las primeras ocasiones que penetrabas en mi, te amoldaste de modo divino en mi cuerpo, mi sangre y mis venas te aceptaron de inmediato, recorriste por todos mis huesos y el sobrecogimiento, fue tal que ya era imposible que diera un paso atrás, no te reprocho amor mío el haber entrado en mi cuerpo, más me reprocho el permitir que te escapes y quieras profanar otros corazones y ahorcar el mío, quizá me vuelva egoísta y nunca hable de ti, por temor a que te requisen de mi lado, más aconséjame tú, qué debo hacer? Te amo, te quiero, te consumo y más te deseo y me tortura la idea de alucinar acerca de una realidad utópica, que me ayudaste a construir.

 

Ahora me pongo el chaleco de la prisa y salgo a la calle en busca tulla mi psicotrópica del amor y me doy cuenta que por ti, berrearía hasta no poder, me desplomaría en el suelo, para que tu me levantes, me congelaría bajo cero, para que tu me calientes con tu fuego candente que me guía como amar, subiría hasta la luna para encontrar un sitio solitario para beberte e inhalarte, sin que nada ni nadie nos separe. Y tu catarsis divino que has pensado, estás dispuesta a penetrarme, quiero que me sublimas y me conviertas en esa alma que va errante por el camino, que sube al monte y proclama la victoria, porque la sustancia injerida, me ha heredado amor, me regala pasión y me coloca en este mundo, para que te ame y en este estado de sublimación, ya sea que estés fuera de mi o adentro, solo puedo decirte ¡Te Amo! Y no puedo, ni quiero dejarte, ya somos un solo ser, vivamos como tal.

 

Tú U… y yo, sustancia perfecta e incomparable, la mejor hipótesis comprobada con la que se alucina consiente, que te necesito y que solo el éxtasis de tu presencia, hace posible la esperanza de que algún día llegues a sentir, lo que hoy siento por ti mi amor.

 

Autor: Profesor de Filosofía Esteban Segura Peñaranda. Heredia, Costa Rica.

estebansegurap@gmail.com

 

 

 

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