Lo narco: entre lo mediático  y  lo real.

 

Desde los medios de comunicación se han tratado un sinfín de temáticas que llaman la atención de las audiencias, pasando por lo económico, lo político, lo bélico, lo medioambiental, lo cotidiano, lo social, lo íntimo, entre otros.

Sin embargo, estas tópicas tendrán una exposición efímera o prolongada en las pantallas de nuestro televisor, dependiendo del tratamiento que se le otorgue, es decir, el tipo de encuadre con que se presenta una noticia influirá directamente en la manera que esta será acogida por los televidentes, lectores o radioescuchas, si se quiere, la forma de producción mediática será la que influya sobre la gente.

” […] Tankard et al., concibieron el framing de los medios de comunicación como la idea central organizadora del contenido noticioso, que proporciona un contexto, y sugiere en qué consiste el asunto, mediante la selección, el énfasis, la exclusión y la elaboración”[1]

Por tanto; la forma de mostrar el acontecimiento incidirá en la respuesta de las audiencias frente a un hecho determinado: “Las peores noticias nos tranquilizan; los titulares más amenazadores nos fortalecen”[2], es decir que las estratagemas que se utilizan para reforzar el mensaje de un acontecimiento y cómo es presentado en los medios, podrán producir una diversa y heterogénea gama de respuestas ciudadanas. En este proceso de mostración, interviene protagónicamente el newsmaking[3] , como elemento validador que seduce a la retina ciudadana, a la cual se le presenta la realidad que fue seleccionada por los media para que sea asumida como verdad irrebatible, como modelo a imitar o como contra ejemplo societal. Es decir que esta verdad mediática, a través de la seducción, cautiva a la sociedad y sus miembros.

Este fenómeno acaece con lo narco, que a través de novelas emitidas por grandes corporaciones televisivas han sido objeto de varias críticas, pues por un lado, este tipo de programación tal vez fue pensado bajo la estrategia[4] de un fin concienciador y debelador de la realidad que conlleva: violencia, confort, mujeres, dinero, poder, corrupción, asesinato. No obstante, está la corriente que acusa que este producto televisivo, valido de un sutil escamoteo, no es más que un detonante apologético que invita a reproducir/consumir los narco modelos mediáticos creados bajo un régimen mercantilizante de industrias culturales que están incidiendo sobre las audiencias en forma de series, novelas, música, noticias y cualquier otro producto info-comunicacional.

En definitiva, la producción de una cultura narco presenta una estrategia visible que pretende propiciar espacios de reflexión ciudadana acerca de los riesgos de optar por esta forma de vida, empero también está aquella táctica inmaterial que provoca en los consumidores reacciones tan diversas que quizá obedecen al efecto obnubilador del poder que poseen los capos. En otras palabras, las conductas sociales que se deriven del consumo de lo narco, es una respuesta consiente/inconsciente derivadas de la capacidad seductora del poder y de las mediaciones de cada sujeto que determine su respuesta/consumo de esta producción mediática.

 

Bibliografía:

 

1.       Checa Fernando, El extra: Las marcas de la infamia, aproximación a la prensa sensacionalista, Quito, Avya-Yala, 2003.

2.       De Certeau Michel, La invención de lo cotidiano: I. El arte de hacer, México D.F., Universidad Iberoamericana, 2000.

3.       Sádaba Teresa, Framing: El encuadre de las noticias El binomio terrorismo-medios, Buenos Aires, La crujía, 2008.

4.       Serrano Pascual, Medios violentos: Palabras e imágenes para el odio y la guerra, Quito, Editorial Quipus, 2010.

 

 

Autor: Lcdo. Lenin Alejandro Carrera Oña. Quito, Ecuador.

alejokyl@hotmail.es

 

 

 

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[1]Teresa Sádaba, Framing: El encuadre de las noticias El binomio terrorismo-medios, Buenos Aires, La crujía, 2008, p. 11.

[2]Pascual Serrano, Medios violentos: Palabras e imágenes para el odio y la guerra, Quito, Editorial Quipus, 2010, p. 234.

[3] Proceso de producción informativa cuyas lógicas y rutinas permiten una determinada puesta en escena de la realidad, su construcción y representación mediática. En Fernando Checa, El extra: Las marcas de la infamia, aproximación a la prensa sensacionalista, Quito, Avya-Yala, 2003, p. 76.

[4] Acciones que, gracias al principio de un lugar de poder (la propiedad de un lugar propio), elaboran lugares teóricos (sistemas y discursos totalizadores) capaces de articular un conjunto de lugares físicos donde se reparten las fuerzas. En Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano: I. El arte de hacer, México D.F., Universidad Iberoamericana, 2000, p. 78.