EROS Y AFRODITA

 

DEDICATORIA: Este cuento va dedicado a una persona que quise mucho, una persona que amé con todo mi corazón, una persona que en su momento llenó mi vida

de una inmensa alegría satisfacción y felicidad. Gracias solecito por haberme brindado tantos momentos tan lindos y por haberme hecho feliz cuando estuvimos

juntos.

 

De parte de una colombiana con cariño y respeto.

 

Él no sabía de la existencia de ella y ella mucho menos de la de él.

 

Ella se llamaba afrodita y el Eros. Los dos existían, los dos vivían y tenían una vida normal, tan normal como la de cualesquier otro ciudadano en cualquiera

parte del mundo, es decir, tenían una familia, un trabajo, unos amigos y realizaban unas actividades cotidianas.

 

Cada uno de ellos tenía sus propias tristezas, miedos, inseguridades, dolores, en fin, por separado eran solo dos personas, dos como cualesquiera más del

universo.

 

Afrodita, hasta ese entonces era una joven recién graduada como profesional, con un trabajo, no muy bueno y poco rentable, pero que la hacía sentir feliz;

un trabajo que le estaba permitiendo realizarse como profesional. Era una persona famosa, no por su plata o por haber actuado en la tele, no nada de eso.

Era una persona reconocida en su sitio de trabajo y estudio. Todos la conocían porque siempre ella era una joven amable, sonriente, con un buen sentido

del humor, siempre queriendo ayudar a los demás y relacionándose de la mejor manera posible con todo el mundo.

 

De él… Bueno por el momento es poco lo que se puede decir. Sabemos que era un joven un tanto opuesto a ella. Él es el mayor de tres hermanos. Joven brillante

también tanto en su estudio como en su trabajo. Era y aún sigue siendo un buen hombre en todo el sentido de la palabra, es buen cristiano y siempre cumple

con sus obligaciones religiosas y familiares; es bastante altruista ya que siempre busca ayudar a los demás de una manera muy desinteresada. Aunque es

un tipo tímido y con pocos amigos, todos quienes están a su alrededor lo quieren mucho, ya que es una persona tierna y cariñosa. Aunque reservado, siempre

deja ver a través de la limpieza de su alma, sus pensamientos y sus sentimientos.

 

Un día ella comenzó a relacionarse con mucha gente, pero no personalmente, sino de una manera virtual, a través del uso del computador, listas de correo,

Messenger, etc. Todo esto sucedió, ya que ella recién comenzaba a ingresar en el auge de la tecnología, así, que su fiebre por ésta era ya bastante. Por

su parte, él también estaba ya metido en la tecnología, claro que él ya llevaba más tiempo y su fiebre no era tanta como la de ella; así que él participaba

de una manera más pacífica, no consiguiendo amigos, sino en las listas de correo enviando bellos mensajes, los cuales le ayudan a la gente en esos momentos

difíciles.

 

Todos los días, noche tras noche él enviaba sus mensajes con la firme intención de que éstos pudieran cautivar a la gente, ayudarle en un momento de crisis

y por supuesto, hacer su contribución a la lista. A partir de ese momento aquel joven tímido comenzó sin proponérselo a hacerse famoso y reconocido, pues

desde todas partes del ciberespacio, Argentina, Perú, España, Colombia, Estados Unidos y su mismo país natal le empezaron a llegar mensajes de felicitación

y reconocimiento.

 

Ella, todas las noches esperaba impacientemente sus mensajes y con avidez, buscaba de entre los tantos de su bandeja de entrada el correspondiente a su

participación. Al comienzo por él, sólo sintió mucha admiración y respeto por aquel ser, que como ella pensaba era tan maravilloso. Inexplicablemente,

ella comenzó a sentir una especie de deleite, gozo, y alegría con cada uno de esos mensajes. Sin saber porqué cuando él no podía enviar ningún mensaje

a la lista, ella inexplicablemente se entristecía.

 

Pasaron muchos, muchísimos días, él aún ignoraba que ella existía; todavía ignoraba que en otro lado muy lejano a su país natal había alguien que lo conocía

así fuera por sus mensajes, alguien, que como muchas otras personas lo admiraba. Que iba a saberlo, si jamás se habían hablado, jamás se habían escrito,

jamás se habían cruzado una palabra.

 

Con tal cantidad de hermosos mensajes y solo por sus palabras y sus mensajes ella comenzó a formarse una imagen tal vez un poco idealista de él. Lo concebía

como un ser con un alma pura y cristalina como el agua; un hombre gentil, amable, detallista y lo más importante para ella con muy buenos valores y sentimientos.

 

Al fin llegó el día tan anhelado por ella. Una comunicación vía correo, ¡que bella fue esa comunicación, que emotiva! Así, por ese medio, se presentaron

y se empezaron a conocer. Al comienzo sólo eran simples correos llenos de palabras, las cuales cada vez más les permitían a cada uno irse formando una

imagen del otro. Era difícil la comunicación, pues en ese diálogo con un desconocido, sólo mediado por una máquina de qué se podía conversar.

 

Conversaciones muy espaciadas, cada veinte días, luego cada ocho, bueno luego… todos los días. Esas conversaciones poco a poco comenzaron a llenar sus almas

de una nueva ilusión, de una expectativa frente a la vida. Sin darse cuenta que esos correos comenzaron a hacer parte muy importante de sus vidas, pues

al recibirlos, sus corazones palpitaban más de prisa de lo normal, sus manos se tornaban heladas y sentían que por sus estómagos bajaban incesablemente

mariposas dando saltos ; sentían alegría, emoción, nervios, susto, en fin de todo un poco. Sin saberlo la comunicación con el otro comenzó a hacerse más

imprescindible y tomó el carácter de necesidad. Ya no bastaba solo con un correo al día, se necesitaban uno, dos, tres y hasta cuatro; crecía una ferviente

necesidad y deseo por saber del otro, por contárselo todo, por decir: "aquí estoy y pienso en ti".

 

Sin que cada uno lo supiera, comenzó a incubarse en sus almas un bello sentimiento. Sentimiento que al comienzo los llenó de mucho temor y dudas. Las cuales

les provocaron ganas de correr de esconderse y de no saber nunca más del otro.

 

Decidieron un día hablar de sus sentimientos, de lo que pasaba por sus cabezas, de lo que sentían al recibir sus correos, al hablar, ya no por medio de

un computador con el otro, sino por medio de un teléfono así, tal vez compartiéndolo sería más fácil sobrellevar ese extraño sentimiento que crecía constantemente

cada vez más en sus corazones.

 

Pero al contrario de lo que ellos pensaban, el hablar de sus sentimientos, tal vez les ayudaba a sentirse un poco más livianos, un poco más libres, pero

con muchos más temores que al comienzo. Así entre muchos correos, muchas conversaciones, muchas fotos, muchos planes, muchos deseos de tocarse, sentirse,

besarse, acariciarse, decidieron vivir el cuento de hadas más hermoso de sus vidas: su propio cuento de hadas, lleno de ilusiones, sueños, fantasías, príncipes,

princesas, hechos de carne y hueso, cuyos corazones vibraban a la distancia al unísono. Era como si el destino, la distancia y la red hubiesen hecho que

dos almas gemelas hechas la una para la otra, se encontraran en el difícil trasegar de la vida

para así ser felices durante muchísimo tiempo.

 

Autora: Día.

Medellín, Colombia.

dianaiglesias@epm.net.co

 

 

 

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