EL RETO DE VIVIR CON BAJA VISIÓN
Mi sueño era ser bióloga marina, tomé
conciencia de mi discapacidad visual tres meses antes de cumplir los 15
años".
La profesora Sandra Ocampo Bolaños,
presenta retinosis picmentaria, una patología ocular en la cual hay daño a la
retina que avanza con el tiempo.
Su primer contacto con la escuela fue
por tres meses, en el Centro de Educación Especial, Fernando Centeno Güell,
donde las educadoras consideraron que podía incorporarse con el apoyo de una
maestra itinerante, al Centro Educativo Rubén Darío, en Santa Rosa de Santo
Domingo de Heredia.
La "Niña" Flory Bolaños, la
apoyó en su grupo y le permitió concluir con éxito la primaria. Sandra recuerda
los mapas en plasticina y yeso que le confeccionaba para que pudiera seguir las
lecciones.
Si por su discapacidad visual, quedaba
marginada de los juegos infantiles, la maestra la tomaba de la mano y la
incorporaba al grupo que la vio llegar meses más tarde al aula, para integrarse
sin mayor dificultad.
SECUNDARIA
El Colegio Nacional de Artesanía suponía un reto mayor para
Sandra, de una maestra comprensiva en primaria, debió interactuar con 12
profesores, recibir talleres, artes industriales y otras materias que su
condición visual limitaría.
Recuerda que sus figuras de artesanía,
presentaban detalles visuales que le hacían perder puntos. Prefería trabajar
con moldes, pero, la educadora le pedía utilizar las manos, solo que al tacto,
no se notaba que una oreja de un perro, o un oso, era más grande o ancha que la
otra, situación que a simple vista era evidente.
Por el contrario, el profesor de maderas junto con el orientador,
idearon formas de adaptar las máquinas para que trabajara con la misma
seguridad que el resto de los estudiantes. Empleaban lijadoras, taladros,
tornos y cortadoras.
"Tomé conciencia de mi pérdida visual antes de cumplir los 15
años"
Sandra conocía su condición visual,
aceptaba que requería apoyo, pero, nunca como para utilizar un bastón blanco,
símbolo de la ceguera.
"Recuerdo que pedí permiso para
asistir a un campamento del colegio, mi madre me dijo que no podía
concedérmelo, porque, por la noche no veo y no usaba bastón y como casi no
salía después de las 6 de la tarde, mi vida en la casa era muy normal",
recuerda la profesora Bolaños.
PRIMER CONTACTO CON UN BASTÓN
Luego de la depresión, Sandra acudió al
Instituto de Rehabilitación y Formación Hellen Keller, donde le indicaron que tenía
que emplear por su seguridad, un bastón blanco para su desplazamiento.
Por fin y sin convicción, aceptó
emplearlo, siempre que fuera lejos de la comunidad o el colegio.
Ahora cuenta con picardía, que los
postes del barrio, parecían sus amigos o novios, pues, varias veces los abrazó
o besó.
Explica que las personas ciegas y con
baja visión, se hacen un mapa mental de los lugares, ella lo tenía, pero, en
una ocasión, pasó sobre una alcantarilla camino a su casa, sin percatarse que
le habían robado la tapa, y esto, le costó permanecer 15 días internada en el
hospital.
Para agravar su situación, al emplear el
bastón con mayor regularidad, los vecinos y supuestos amigos, pasaban a su lado
sin hablarle y poco a poco se alejaron.
DE BIÓLOGA MARINA A PROFESORA DE EDUCACIÓN ESPECIAL
Sandra soñaba con ser Bióloga Marina,
pero, aceptaba su condición y decidió estudiar su segunda alternativa. Estudió
Educación Formal Básica para
Primer y Segundo ciclo.
Trabajó como maestra regular en la
escuela Ramón Fernández en Heredia, con 35 o 40 alumnos, luego, como apoyo de
aula recurso en la escuela Rubén Darío, mientras concluía la Licenciatura en
Educación Especial.
En la actualidad, Sandra Bolaños tiene
una Licenciatura en Retardo Mental y otra en Discapacidad Visual, y, se
desempeña como profesora del Instituto de Rehabilitación y Formación Hellen
Keller y afirma que fue una buena decisión, porque, le gusta la educación y es
afín con su condición.
Autor: Roberto Sancho Álvarez. San José,
Costa Rica.