ELECCIONES 2009: SALDOS Y PERSPECTIVAS
El contexto de las elecciones del 5 de
julio
Las elecciones del pasado 5 de julio de 2009
se realizaron en uno de los momentos más difíciles de la historia reciente del
país. Más allá de la profunda crisis económica y del rezago social acumulado a
lo largo de tres décadas, todos los indicadores apuntalan el riesgo de una
situación de ingobernabilidad, sin que se advierta en el horizonte algún
intento por construir un espacio de entendimiento que enfrente la polarización
política y el fracaso de un modelo económico que se ha colapsado.
La economía no sólo no crecerá sino
caerá por lo menos en ocho puntos, lo que significa que el desempleo abierto
pasará de 2 millones 400 mil mexicanos sin trabajo registrados al cierre de
junio, a cerca de 3 millones de desempleados en 2010, ya que tan sólo este año
se perderán un millón de empleos. La actividad industrial se ha desplomado en
más de 13% durante el primer cuatrimestre, al igual que la industria
manufacturera, que ha caído en 18%. Esto alentará el crecimiento de la economía
informal —la que representa ya 29% de la actividad económica del país y da
ocupación a más de 12 millones de mexicanos—, así como los flujos migratorios
hacia Estados Unidos, donde, dicho sea de paso, las remesas que envían los
trabajadores mexicanos desde ese país se desplomaron en 11%.
Los poderes fácticos consolidan sus posiciones
y privilegios. En tanto el titular de Hacienda señala una caída de 20.6% en los
ingresos del sector público en mayo y de 28% en la captación de impuestos y
derechos por la venta de productos petroleros, las grandes empresas evaden al
fisco. La evasión alcanzará los 172 mil millones de pesos, particularmente por
concepto de IVA y por los regímenes fiscales especiales calificados como
“gastos fiscales”. Así, empresas como Wal-Mart, Bimbo y Coca-Cola seguirán
pagando entre 1% y 2.5% de impuestos sobre sus ganancias, a lo que se suman las
millonarias devoluciones de impuestos a empresas de este tipo.
El Estado se ha debilitado en tanto los
grupos de facto militan activamente en la política con candidatos propios en
distintos partidos, lo que sería un signo positivo de no ser, como en el caso
del duopolio de las televisoras, por el uso indebido de una concesión pública
para denostar la política, los partidos y las instituciones públicas,
intentando erigirse en “guía moral” de la sociedad.
La violencia y la inseguridad crecen.
Delitos que habían sido controlados, como el secuestro, repuntan, en tanto la
violencia ligada a la delincuencia organizada pone en riesgo a la democracia y
supera las 12 mil ejecuciones en lo que va del sexenio, de las cuales 769 se
registraron en junio, el mes más sangriento de los últimos años.
La militarización y la presencia de las
fuerzas federales avanzan en el territorio nacional, sin frenar la violencia.
El Ejército mexicano asume responsabilidades que competen a la autoridad civil,
y lo mismo persigue dirigentes sociales en Guerrero que hace decomisos de
piratería.
La derechización y las tentaciones
autoritarias se profundizan. Tras la intención de “guanajuatizar” al país se
encuentra no sólo la prohibición de besarse en lugares públicos, penalizar el
aborto, perseguir a la diferencia, sino la búsqueda de una legitimidad fundada
en el autoritarismo. De ahí la intención de dotar de atribuciones al Ejército
en materia de seguridad pública, lo que viola la norma constitucional y
restituye la intervención de las Fuerzas Armadas en los asuntos políticos del
país, al otorgárseles facultades, por ejemplo, para restablecer el orden
público.
La corrupción y la impunidad prevalecen
como signo del régimen político. Además de los negocios al amparo del poder
público, se soslayan y protegen actos arbitrarios de las viejas estructuras
corporativas y cacicazgos priístas en diversos estados, y sucesos que agravian
a la sociedad, como el incendio de la guardería en Hermosillo, donde no se deciden
a fincar responsabilidades.
Esta situación presenta una disyuntiva
en torno a los escenarios de desenlace de esta crisis: si al igual que a
finales de los años 50 y especialmente en 1968, los reclamos democráticos se
toparán con las puertas cerradas del autoritarismo, o si es posible avanzar
hacia construir una salida democrática que conduzca al cambio de régimen
político, en el que además de replantear el modelo económico se redefinan las
reglas de la convivencia política, en el marco de una lucha contra la
desigualdad. Escenarios que no modifican necesariamente con la nueva mayoría
constituida por el PRI en la próxima Cámara de Diputados.
Las lecciones de la elección
La elección del 5 de julio dejó tras de
sí un sinnúmero de lecturas y lecciones no sólo para la izquierda sino para
todo el espectro de las fuerzas políticas y para
la sociedad.
1. Como se esperaba, la elección
registró un bajo índice de participación. Si bien la jornada electoral se
desarrolló de manera regular, salvo incidentes muy graves en los estados de
Guerrero antes y durante la jornada electoral y en el Estado de México, ésta
representó un profundo cuestionamiento al régimen político, a los partidos y a
la situación imperante en el país.
El alto abstencionismo y el incremento
significativo del número de votos nulos; es una llamada de atención que hay que
entender como un cuestionamiento y un voto de castigo al sistema de partidos y
a las instituciones electorales.
2. La reforma electoral no cumplió con
su objetivo central. Más allá de los obstáculos impuestos al régimen de
coaliciones y a la participación de los candidatos independientes, así como del
descrédito de las instituciones electorales, en particular del TRIFE por su
recurrente intromisión en los asuntos internos de los partidos, fue incapaz de
contener y regular el papel del dinero y la participación de los poderes
fácticos.
La reforma no sólo no reguló el papel
activo de los medios de comunicación, sino que éstos la incrementaron,
triangulando contratos, encubriendo propaganda como noticias, promoviendo
candidatos y partidos afines, lo que pone en evidencia la necesidad de una
reforma a los medios de comunicación como parte central de la agenda
legislativa.
3. El PAN sufrió un estrepitoso desplome
en su posicionamiento político y electoral. Con excepción de Sonora,
prácticamente perdió todas sus posiciones, registrando la mayor caída electoral
de su historia, al pasar de 206 diputados en 2006 a 127 en 2009, perdiendo las
gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, y las principales ciudades que
gobernaba en el Estado de Jalisco, México, Morelos y otras entidades.
Esta derrota del PAN debe considerarse
como un referéndum reprobatorio y una clara derrota de Felipe Calderón, ya que incluso
el propio PAN hizo de ésta una elección plebiscitaria al sustentar su campaña
en el apoyo al “presidente en su lucha contra el crimen”.
La derrota del PAN se acompaña de una
recomposición de las relaciones de los poderes fácticos con los partidos de la
derecha, y si bien los medios de comunicación se beneficiaron -pese a la
reforma- con la canalización de mil 200 millones de pesos de propaganda
oficial, éstos no fueron suficientes para evitar el corrimiento de los poderes
fácticos, en especial de los medios de comunicación, hacia el PRI, ante la
incapacidad e inoperancia del panísmo, que no les garantiza estabilidad en la
conducción del país.
5. Por su parte el PRI se ha
reposicionado electoralmente y si bien capitalizó la incapacidad del PAN, el descontento
con la crisis y la ausencia de una izquierda opositora con una propuesta clara,
su nuevo posicionamiento no obedece necesariamente a una mayor aceptación en el
electorado. Por el contrario, ante la ausencia de los ciudadanos en las urnas,
fueron las estructuras corporativas, los que se impusieron y llevaron a la
conformación de una nueva mayoría en la Cámara de Diputados –absoluta por su
alianza con el PVEM al sumar a los 233 diputados priístas los 22 del PVEM- bajo
el control de los gobernadores priístas que impusieron la estructura del
aparato partidario, sus estructuras corporativas y el peso del dinero y sus
cacicazgos.
Es la derecha con matices en un discurso
que se presentará como del centro progresista, pero es a final de cuentas un
lamentable vuelco al pasado.
6. El PRD, obtuvo un fracaso electoral,
al caer al 12 por ciento de la votación nacional. Ello representa una severa
caída en la representación del PRD en la Cámara de Diputados, que pasará de 127
a sólo 72 diputados, en una legislatura en la que continuará predominando la
alianza entre el PAN y un priísmo desbordado.
La caída es mayor al analizar el
comportamiento del voto perredista por estado, donde se registra una caída
desproporcionada en su posicionamiento regional: en algunas entidades
(Campeche) se cae hasta el sexto lugar de la votación, y al menos en siete
entidades (Aguascalientes, Baja California, Colima, Chihuahua, Durango, Nuevo
León y Sinaloa) cae al quinto lugar, al igual que en Coahuila, Guanajuato
Jalisco, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán, donde ocupa
el cuarto lugar. Manteniendo sólo el primer lugar en 4 entidades (Baja
California Sur, Distrito Federal, Michoacán y Zacatecas), lo que significa que
estados gobernados por el PRD caen a la segunda posición (Chiapas y Guerrero)
junto con Nayarit y Tabasco.
Sin embargo estos no son los datos más
desalentadores, pues el colapso en las elecciones municipales, hacen que al
amanecer del 6 de julio, el PRD había dejado de gobernar a cerca de ocho millones
de mexicanos, lo que cierra un año lamentable para la plataforma política que
representan para la izquierda los gobiernos municipales que encabeza, ya que de
julio de 2008 a julio de 2009 el PRD pasó de gobernar 409 municipios a 346, y
de gobernar 25 millones 400 mil mexicanos a 17 millones 855 mil.
Ante estos resultados, la izquierda y en
particular el PRD, requieren revisar con serenidad sus resultados y hacer un
análisis de fondo en torno al largo proceso de distanciamiento, no solamente
del partido respecto a sus militantes, sino de su electorado. Es preciso reconocer que más allá de la falta de
unidad interna y del desenlace de la cuestionada elección interna, fracasó la
línea política y la estrategia electoral impulsada durante la campaña. Se careció
de una propuesta clara y el discurso del partido no impuso agenda, fue ambiguo
y eludió la diferenciación con los otros partidos, e incluso la propia campaña
en los medios lejos de promover la propuesta partidaria y a los candidatos se
desperdició en la promoción personal.
Tres heridas del PRD
Los resultados son también reflejo de
que las cosas no están bien, no hay una conducción política clara, se
privilegian más las componendas dentro de los grupos, se cierra los espacios a
la participación de muchos militantes que han buscado la opción en las filas de
otros partidos políticos.
El caso de Iztapalapa es revelador. La
estructura del partido se rebeló contra una resolución del Tribunal Electoral
que intentó imponer una candidatura que no contaba con la simpatía de los
militantes. La diferencia en la votación es elocuente.
Ésta recomposición tiene que atender
tres asuntos fundamentales:
a) La
falta de definición de una línea política que refleje las necesidades de los
sectores mayoritarios del país y de un proyecto claramente definido con la
democracia, la izquierda y las transformaciones que México necesita.
b) El
secuestro del partido por las corrientes que impiden que el grueso de la
militancia participe en la toma de decisiones, la integración de la dirigencia
y las candidaturas a los órganos de representación popular, los que se definen
a partir de cuotas de las corrientes, y
c) El
divorcio del partido respecto a la sociedad. El PRD se ha con vertido en un
partido que vive hacia dentro, que privilegia su vida interna y que no se
vincula hacia fuera con los intereses reales de la gente, sus organizaciones y
movimientos.
Al mismo tiempo se debe tener claro que
una crisis de esta magnitud y naturaleza no se resolverá en la vieja lógica de
las purgas y renuncias que caracterizaron durante décadas la práctica sectaria
de la izquierda. La migración de militantes hacia otros partidos da cuenta de
un severo problema de exclusión de un sinnúmero de militantes, ya que de
acuerdo con información del PRD, al menos 648 militantes del partido
participaron como candidatos a diputados federales de otros partidos –incluidos
el PAN y el PRI- sin considerar a quienes lo hicieron en las elecciones locales
concurrentes, por lo que no es buscando responsables fuera o dentro del partido
como se va a resolver este problema, pues se tiene que reconocer que lo que nos
ha llevado a esta situación es resultado de un largo proceso de deterioro de la
vida interna del partido; que se ha agotado el modelo de partido seguido hasta
ahora, y que existe un divorcio, tanto en el discurso como en la acción, del
PRD respecto de las preocupaciones de la sociedad.
No es posible que el partido continúe
con una vida tribal donde no hay rotación de dirigentes, donde se excluye a los
miembros del partido, donde el discurso es ajeno a los problemas de la
sociedad, en medio de una crisis económica, de deterioro de la vida
institucional, de un clima de violencia e inseguridad, que requiere de tomas de
posición puntuales.
No funcionó la dirección actual, ni el
discurso que se planteó, ni la actitud de colaboración con el Gobierno Federal,
y por el contrario se ha desdibujado nuestro discurso sin diferenciarnos de los
otros partidos, se ha perdido la iniciativa política y la visión crítica que ha
caracterizado a la izquierda, en momentos en que el movimiento social exige un
cambio de actitudes en todos los partidos.
La actual dirección no puede seguir
actuando de manera excluyente, menos aún cuando la mayor parte de los triunfos
de mayoría que se obtuvieron fueron justamente de un sector distinto del
partido.
Nos pusieron en manos del tribunal, se
comprometió la autonomía e independencia del partido frente a un órgano del
Estado y hoy pagamos las consecuencias. Sin embargo, es posible y es necesaria
esta renovación, a ella todos debemos contribuir pensando en el futuro de la
izquierda como un referente nacional alternativo.
El PRD requiere de una verdadera
renovación, y esta tendrá que darse desde la base del partido, de abajo hacia
arriba. No es posible pensar en superar esta crisis, como siempre, a partir del
acuerdo cupular, entre los principales dirigentes o las corrientes, sino con el
establecimiento de una vida democrática a su interior y asumiendo que esta
derrota electoral exige una renovación ética en el partido, un cambio cultural
que conduzca al desmantelamiento de los grupos de interés y de los grupos que
han sometido el interés partidario a los gobiernos estatales, para dar paso a
nuevas prácticas políticas que permitan recuperar nuestro vínculo con la
sociedad. Se requiere reconstruir y afirmar nuestra identidad con el partido
por encima de la identidad con las corrientes.
Al mismo tiempo el PRD debe recuperar su
vocación unitaria. La izquierda no se agota en nuestro partido, e incluso en
los partidos con los que nos hemos aliado anteriormente (PT, Convergencia) por
lo que se debe promover una apertura hacia la construcción de nuevas alianzas y
compromisos con las izquierdas del país para construir nuevas modalidades
orgánicas y frentistas para actuar políticamente de cara al 2012. Los
resultados nos indican que si el PRD se divide y no toma la iniciativa
unitaria, no tendrá viabilidad como proyecto alternativo en el país. Una
posibilidad es la conformación de un Frente Político Electoral de las
Izquierdas hacia las elecciones del 2012, el cual tendría condiciones reales de
competitividad pues al tomar en cuenta la suma de votos del PRD, PT y
Convergencia se obtiene un 18% que constituye una plataforma de arranque
básica.
Ante ello, convoco a los militantes y
simpatizantes del PRD y de otras expresiones de la izquierda a iniciar un
proceso de reflexión para repensar el papel que se debe cumplir frente a la
crisis en el país, sus retos y perspectivas, y a conformar un amplio Movimiento
Nacional por la Renovación de la Izquierda que nos permita crear un espacio de
encuentro, dentro y fuera del PRD, para impulsar estas transformaciones.
Hacia una política legislativa
Para la próxima legislatura en el
Congreso de la Unión, se requiere de una política legislativa integral para los
representantes populares del PRD. No basta con un listado de temas que
requieren un cambio en el marco jurídico; más allá de una agenda legislativa
tradicional, es preciso definir el papel que deben cumplir los legisladores de
izquierda considerando:
• Que
se trata de una legislatura de fin de sexenio y por lo tanto es la legislatura
de la sucesión presidencial.
• Que
se trata de la legislatura que atenderá los asuntos de la más profunda crisis
económica del país, la crisis de violencia e inseguridad y la que enfrenta el
profundo deterioro de la vida institucional y de la moral de las instituciones
públicas.
• Que
en esta legislatura la correlación de fuerzas es favorable a la derecha, que
presumiblemente consolidará la alianza del sector neoliberal del priísmo con
Calderón y que intentará imponer la continuidad de la llamada reforma
estructural, lo que implicará una confrontación que requiere acompañarse del
movimiento social, para frenar las medidas impopulares que se pretenda imponer,
promoviendo a la vez iniciativas que estén acompañadas del movimiento social
para darles viabilidad.
• Que
este grupo parlamentario requiere promover y posicionar una propuesta
alternativa de nación, como plataforma legislativa y electoral hacia 2012. Esta
visión propositiva no debe confundirse con un cretinismo parlamentario, donde
se piense que sólo con la negociación con los partidos de derecha y sus
gobiernos se podrán lograr cambios favorables para la sociedad.
Nuestra política legislativa debe
comprender un código de ética de los legisladores de izquierda, apegándose a
valores y principios que den pauta a una conducta ejemplar de los legisladores
del PRD en su desempeño público que se caracterice por:
1. Austeridad
2. Transparencia
del uso de recursos (la cámara tiene el primer lugar de opacidad en la
percepción de la gente)
3. Rendición
de cuentas real, no con publicaciones de informes ni con la promoción de la
imagen personal
4. Vínculo
con la sociedad, a través de mecanismos verificables de gestoría eficaz y de
representación real de las demandas de los grupos locales y nacionales de los
diferentes sectores.
5. Agenda
vinculada con las necesidades de la sociedad, convocando a sectores sociales e
instituciones académicas a participar en el contenido de las iniciativas y
concitar un apoyo social para darles viabilidad.
6. Ejercicio
pleno de las facultades de control sobre el Poder Ejecutivo Federal
(presupuesto, gasto público, comparecencias) conformar espejos en cada una de
las áreas del ejecutivo para cuestionar y confrontar proyectos y posiciones
diferenciadas del proyecto.
Impulsar un trabajo legislativo con una
política integral implica abordar por lo menos los siguientes siete ejes:
1. La crisis económica y los problemas
del desarrollo con equidad. Tomar iniciativas que además de atender la
situación coyuntural de la crisis y la necesidad de un programa de emergencia,
permita abordar aspectos fundamentales para el desarrollo del país. El Estado
debe asumir su responsabilidad social y la rectoría de la economía para abatir
los graves problemas de inequidad y pobreza que vive la mayoría de la
población, proponiendo cambios en las políticas públicas que permitan la
construcción de nuevos derechos, la redistribución del ingreso, medidas
fiscales equitativas, el fomento a la producción y abasto de alimentos, el
desarrollo regional, el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas, y una
política social a favor de los grupos más desprotegidos.
2. Los problemas de seguridad pública y
el combate al crimen organizado. Enfrentando de manera integral acciones que,
sin conculcar derechos y garantías de los ciudadanos, permitan la
profesionalización de los cuerpos de seguridad, la prevención del delito, las
tareas de investigación e inteligencia policial; así como el desarrollo de
nuevos instrumentos para desmantelar el poder económico del crimen organizado,
asumiendo que los problemas que se derivan del narcotráfico son asuntos que
deben abordarse como asuntos de salud pública, falta de oportunidades y
exclusión social que impide la inserción de los individuos en la sociedad.
3. La ampliación de las libertades
democráticas, los derechos ciudadanos, el desarrollo humano y la equidad de
género. Fomentando el desarrollo de una cultura democrática con valores como la
tolerancia, el respeto a la diversidad, el reconocimiento, promoción y defensa
de los derechos humanos de las mujeres, en particular para decidir sobre su
propio cuerpo, combatiendo toda forma de exclusión, discriminación y violencia,
así como en la defensa de los derechos de los pueblos indios y las minorías.
Eliminando la desigualdad que se establece desde las relaciones de poder y en
la toma de decisiones. Promoviendo la igualdad de oportunidades, así como
acciones afirmativas que faciliten el ejercicio del derecho a educación, salud,
empleo y a una vida sin violencia, como parte de una política pública para
reducir la pobreza e instaurar un desarrollo sostenible.
4. Impulsar la reforma del Estado.
Impulsando un nuevo federalismo basado en el equilibrio entre poderes; la
descentralización del poder público y el fortalecimiento de los gobiernos
locales y de la vida municipal; la Constitución Política del Distrito Federal,
así como el ejercicio de una nueva generación de derechos ciudadanos que
favorezcan el ejercicio de la democracia directa y la construcción de
ciudadanía.
5. Desarrollo sustentable y protección
de los recursos naturales. Incorporar la dimensión ambiental como un eje
fundamental de nuestro trabajo legislativo. La izquierda debe abanderar la
defensa del capital natural de nuestro país, promoviendo iniciativas y acciones
que permitan revertir los daños ambientales derivados de la acción del hombre,
proteger los recursos naturales existentes como base del desarrollo actual y
futuro del país, haciendo un uso racional de los mismos para garantizar el
desarrollo de las futuras generaciones.
6. Debate político y alianzas con la
sociedad: Retomar uno de los rasgos distintivos de la izquierda que permitieron
su arribo a la lucha parlamentaria: hacer de la Cámara de Diputados un espacio
de debate público; una caja de resonancia de las preocupaciones de la sociedad,
superando el divorcio que existe con el movimiento y las causas sociales;
promoviendo un discurso que coadyuve en la conformación de un proyecto
alternativo de nación y a la creación de una opción capaz de conducir los
destinos del país.
7. La defensa de los gobiernos locales y
municipales de la izquierda, de su autonomía, sus presupuestos y recursos, de
nuestro proyecto de gobierno, en un escenario de recurrentes agravios y
restricciones financieras unilaterales.
Debemos proponernos alcanzar reformas y
transformaciones sustantivas en la vida pública del país, y al mismo tiempo
establecer una clara alianza con los movimientos que se dan desde la sociedad.
Para ello no se parte de cero, existe
previamente un largo debate en torno a la reforma del estado y lo que debe
considerar una agenda de compromisos legislativos de la izquierda. En ambas
hemos participado un buen número de intelectuales, académicos especialistas,
legisladores y dirigentes políticos, en especial de las izquierdas, que
sintetizan años de elaboración y discusiones, que son un punto de partida en la
definición de nuestra agenda legislativa. Qué y cómo negociar
En este contexto el debate no es sí se
continúa o no la vía de las reformas, pues ésta es la ruta que hemos elegido en
nuestra lucha democrática. Pero debemos asumir que las grandes transformaciones
que se han logrado en México han sido resultado de la lucha social. Que los
partidos somos importantes para organizar a sectores de la sociedad y dar cauce
a sus inquietudes, pero es insuficiente. Que la lucha electoral y parlamentaria
son muy importantes, pero tienen limitaciones, y que los cambios profundos se
logran a partir de posiciones y equilibrios de fuerza construidos desde la
sociedad.
Para ello es indispensable la unidad de
los legisladores de la izquierda en el Congreso de la Unión, el cual será el
escenario de una disputa política frente a la derecha representada en una
mayoría priísta en alianza con Calderón y el PAN, que puede vincular el
quehacer legislativo con los movimientos sociales, con una visión abierta,
plural y alternativa como corresponde a una izquierda democrática.
Es claro que tenemos diferencias al
interior del partido. Éstas las he expresado y he defendido públicamente mis
ideas. El momento político exige actuar con responsabilidad. Escalar la
confrontación interna significa allanar el camino a la derecha en el Congreso y
continuar con la regresión democrática en el país y en la espiral de retroceso
electoral de nuestro partido. Nuestro adversario está claramente identificado,
es la derecha autoritaria y conservadora representada por el PAN y el PRI, que
han conducido a la ruina a nuestro país.
¿Se puede negociar con ellos? La
respuesta va más allá de la voluntad política de hacerlo y dependerá tanto de
la correlación de fuerzas dentro y fuera del Congreso de la Unión, como de las
garantías para el cumplimiento de los acuerdos. Así, el problema a resolver es:
qué, cómo y en qué condiciones se negocia. En primer término el PRD debe
definir sus parámetros de negociación identificando los temas y asuntos en que
no habría posibilidades de conceder ningún tipo de acuerdo, reconociendo que al
igual que los otros partidos existen temas ideológicos y programáticos
irreductibles, como la despenalización del aborto para el PAN o el IVA en
alimentos y medicinas para el PRD.
De la misma manera es necesario
esclarecer que la negociación es la construcción de un acuerdo que da
satisfacción a las partes que lo construyen, donde no se doblega a ninguna de
ellas ni se regatea un toma y daca, con lo que se evita una de las peores
prácticas parlamentarias que es el mercadeo legislativo: “tu me apruebas una y
yo te apoyo en otra”, que tanto ha desvirtuado el trabajo legislativo en el
país.
Para resumirlo en una frase: Necesitamos
tanto parlamento como sea posible y tanta movilización como sea necesaria.
Julio 11,2009
Autor: Alejandro Encinas
Rodríguez. Morelia, Michoacán. México.