Secretaría de Cultura Casa de la Cultura
de Cancún
EL AMIGO FIEL
Como parte del compromiso de seguir impulsando
el amor a los libros, la Secretaría de Cultura, a través de la Biblioteca de la
Casa de la Cultura de Cancún, este jueves 15 de mayo, en el espacio “Círculo de
Lectura para Niños” invitó a todos los peques a compartir el Libro “El Amigo
Fiel” escrito por Oscar Wilde y publicado por Ediciones Alfaguara en 1996,
mismo que forma parte de los libros para niños en la biblioteca de esa
institución.
Como información para los propios niños,
la bibliotecaria Isabel Flota Medrano, nos comentó que:
“Una mañana, la vieja rata de agua sacó
la cabeza por su agujero.
Tenía unos ojos redondos muy vivarachos
y unos tupidos bigotes grises.
Su cola parecía un largo elástico negro.
Unos patitos nadaban en el estanque
semejantes a una bandada de canarios amarillos, y su madre, toda blanca con
patas rojas, esforzábase en enseñarles a hundir la cabeza en el agua.
-No podréis ir nunca a la buena sociedad
si no aprendéis a meter la cabeza -les decía.
Y les enseñaba de nuevo cómo tenían que
hacerlo. Pero los patitos no prestaban ninguna atención a sus lecciones. Eran
tan jóvenes que no sabían las ventajas que reporta la vida de sociedad.
-¡Qué criaturas más desobedientes!
-exclamó la rata de agua- ¡Merecían
ahogarse verdaderamente!
-¡No lo quiera Dios! -replicó la pata-.
Todo tiene sus comienzos y nunca es demasiada la paciencia de los padres.
-¡Ah! No tengo la menor idea de los
sentimientos paternos -dijo la rata de agua- No soy padre de familia. Jamás me
he casado, ni he pensado en hacerlo. Indudablemente el amor es una buena cosa a
su manera; pero la amistad vale más. Le aseguro que no conozco en el mundo nada
más noble o más raro que una fiel amistad.
-Y, dígame, se lo ruego, ¿qué idea se
forma usted de los deberes de un amigo fiel? -preguntó un pardillo verde que
había escuchado la conversación posado sobre un sauce retorcido.
-Sí, eso es precisamente lo que quisiera
yo saber -dijo la pata, y nadando hacia el extremo del estanque, hundió su
cabeza en el agua para dar buen ejemplo a sus hijos.
-¡Necia pregunta! -gritó la rata de
agua-. ¡Como es natural, entiendo por amigo fiel al que me demuestra fidelidad!
-¿Y qué hará usted en cambio? -dijo la
avecilla columpiándose sobre una ramita plateada y moviendo sus alitas.
-No le comprendo a usted -respondió la
rata de agua.
-Permitidme que les cuente una historia
sobre el asunto -dijo el pardillo.
-¿Se refiere a mí esa historia?
-preguntó la rata de agua- Si es así, la escucharé gustosa, porque a mí me
vuelven loca los cuentos.
-Puede aplicarse a usted -respondió el
pardillo.
Y abriendo las alas, se posó en la
orilla del estanque y contó la historia del amigo fiel”.
¿Quieren saber quién es “el amigo fiel”?
Si te gustó la introducción a este
cuento, solicítales a tus padres o maestros lo localicen por internet para que
terminen de contártelo.
El autor de este cuento nació en 1854 en
Dublín y su nombre era Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde. A los 37 años
publicó unos ensayos en inglés que lo enmarcan en la corriente del esteticismo,
de la que llegó a ser uno de sus máximos exponentes. Además de ensayos,
escribió poesía, cuentos, teatro y una novela, “El retrato de Dorian Gray”.
Todos sus textos están determinados por
el tono irónico y la estética por el arte, la crítica a la alta sociedad y la
superficialidad que la envolvía.
Sus primeros cuarenta años fueron de un
éxito admirable en el plano profesional, pero en la década de los noventa su
vida personal atacó imprevisiblemente todo su entorno. Aunque por su carácter
de dandi, su elegancia y su ingenio le era imposible pasar desapercibido, ello
no había supuesto ningún tipo de interferencia en su carrera ascendente.
Pero en el año de 1895, cuando fue
condenado a dos años de cárcel por homosexualidad, la sociedad que lo había
admirado, no siendo capaz de aceptar más excentricidades, le rechazó a él y a
su obra.
Así empezó su decadencia. En prisión
escribió dos obras: “La balada de la cárcel de Reading” y “De profundis”.
Cuando quedó en libertad se marchó a París, donde murió en noviembre de 1900,
pobre y olvidado.