Eco de Luz
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El eco blanco de la luz, arriba,
como en mitad del cielo y de la noche,
como una línea larga
dejada allí
para que no midamos la distancia.
El eco blanco de la luz siendo luz
y sin sentido ni destino,
nada más porque esa noche
iba el viento detrás de las palabras.
A los lados la luz y el eco y el vacío
y tú siempre en mis entrañas,
impulsando el sentimiento y la memoria,
siempre cálida, mía, como rescoldo en invierno.
Si pudiera rebotar la luz sobre tus ojos
y hacerse más grande en tu boca y mirar tu piel
desnuda de miradas y desnuda a secas,
podríamos deslizar sobre ella
el rito-luz de la repetición de mis recuerdos.
De espaldas a la lejanía nace la nueva hora;
cada sensación escribe su llegada
sin darse cuenta
porque nada es igual y nada es diferente
cuando discurre el tiempo del amor.
Puede ser algo como la luz anclada a la luz alta,
una compensación en esta noche de náufragos
lejos de tí, del fulgor de la luz dentro de tus ojos,
de tu cabellera corta y rojiza,
de tu cuerpo delgado, de tus pies perfectos, de tus manos.
El eco blanco de la luz, arriba,
como en mitad del cielo y de la noche,
como una línea larga
dejada allí para que no midamos la distancia
de esta realidad que aún nos tiene
en planos distintos de una misma historia.
Sería fácil detener la caminata sin rumbo
y pensar: no puedo ir a verla ahora, la lejanía
es una soledad sin horizontes;
pero un día regresaré, ella vendrá de nuevo
como siempre, mejor que nunca
y entonces la luz no tendrá eco,
será luz pura y vamos a decir
quiero vivirte, tú a mí y yo a tí,
como si estar en tu luz, con tu luz,
fuera la única cosa importante de la vida.
Luis Gutiérrez Esparza