Doña Bárbara, la desgracia de ser mujer.

 

Venezolano, nacido en Caracas en el año de 1884, Rómulo Gallegos fue un hombre dedicado a las letras. Habiendo quedado huérfano a temprana edad, abandona sus estudios en el Seminario Metropolitano (1896) para retomarlos en el Colegio Sucre donde se gradúa de bachiller. Incursionó en la carrera de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, la que no terminó, pero cuyos conocimientos le ofrecieron bases para su posterior carrera política. Estudió para profesor y ejerció la carrera entre 1912 y 1930, época en la que combinó su actividad docente con la literatura. Hacia 1909 fundó la revista La Alborada, órgano de difusión de artículos literarios y políticos, en donde publicó sus ensayos más conocidos. En 1929 escribió Doña Bárbara, obra en la que describe y analiza la lucha contra la opresión en Venezuela. Las críticas que incluye esta novela hacia el dictador Juan Vicente Gómez lo obligaron a exiliarse en España entre 1931 y 1935.

A su retorno, con la muerte del dictador y bajo un nuevo régimen, Gallegos aceptó ocupar diversos cargos políticos y públicos como el ministerio de Educación –desde donde intentó llevar a cabo una reforma fallida en el sistema escolar y que lo obligó a renunciar-, una diputación al Congreso del Distrito Federal y la presidencia del ayuntamiento del Distrito Federal.

En 1945, Gallegos apoyó activamente el golpe militar que condujo a Rómulo Betancourt al poder como presidente provisional, y tras el cual el propio Gallegos fue electo presidente de Venezuela. El puesto lo desempeñó entre febrero y noviembre de 1948, periodo que sólo evidenció su ineficiencia en la política. Ese año se exilió nuevamente, primero en Cuba y luego en México, donde vivió 10 largos años, hasta que en 1958 regresó a su país y donde permaneció hasta su muerte en 1969.

En 1957 se hizo acreedor al Premio Nacional de Literatura, y aún en vida, como reconocimiento a sus aportaciones a la literatura, se creó el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

Entre su prolífica obra destacan: Los Aventureros (1913); Reinaldo Solar (1920); Los Inmigrantes (1922); La Trepadora (1925); Cantaclaro (1934); Canaima (1935); Pobre Negro (1937); Sobre la misma tierra (1944); La Rebelión (1946) y La brizna de paja al viento (1952); Cuentos venezolanos (1954) y el ensayo Una posición en la vida (1954).

De su obra, se ha escrito que tiene fuertes características de la novela realista con influencia del modernismo, dada la riqueza con que describe los escenarios naturales y sus personajes que desarrolla en ambientes violentos y de constante lucha.

Doña Bárbara es un claro ejemplo de este estilo característico de Gallegos. Situada la historia en medio de ambientes rurales y atmósferas de profundas creencias sobrenaturales envueltas en la ignorancia que ofrece buen caldo de cultivo para las supercherías, la vida de los ribereños del Arauca sintetiza en su rudeza la cruda realidad en la que se desenvuelven quienes provienen también de la gran urbe.

Acostumbrados a la vida sin leyes que norman las relaciones entre hacendarios y peones, los ribereños no saben más que de servir al amo. En ese sentido, la capital se mueve igual, sólo que las leyes están hechas para que, con marcos legales, la gente se sienta obligada a servir al amo –en este caso, el dictador. Así quedan asentadas, al mismo nivel de uso para el poder, leyes y costumbres, políticos y hechiceros. Poco pudiera importar el dinero, si el poder está en el ejercicio del control, y éste se puede dar a través del conocimiento por encima de la ignorancia.

Cabe hacer mención de la obra, la riqueza de imágenes y la detallada descripción de los distintos cuadros y estampas. Gallegos hace uso del léxico oriundo y, si bien en momentos esto podría ofrecer una dificultad para comprender la historia, lo cierto es que la acompaña tan precisamente con el ambiente propio, que no es necesario hacer la consulta al vocabulario anexo. La recreación a través de los diálogos, permiten al lector/a compenetrarse en los diversos sentimientos que generan situaciones y palabras, y que pintan con todo y contradicciones, a cada uno de sus personajes.

Así, ambigua como todo ser humano lo puede ser en su proceso de vida, doña Bárbara no es más que una mujer que ha necesitado sobrevivir a las peores vicisitudes que, sólo a una mujer, le pueden suceder. Su coraza la ha forjado de magia y secretos, y la ha utilizado desplegando un entorno de miedo y poder.

-¿Hasta cuándo irán a estar ustedes con eso de los poderes de doña Bárbara? Lo que pasa es que esa mujer es de pelo en pecho, como tienen que serlo todos los que pretenden hacerse respetar en esa tierra.[1]

Aún cuando los críticos y estudiosos de la obra de Gallegos han depositado en doña Bárbara a lo más “salvaje, lo primitivo, lo irracional”[2], como la encajona Ignacio Díaz Ruiz, la personaja no es más que una mujer que deviene de la desgracia de ser mujer.

La época en que aparece esta novela no está disociada del contexto histórico. En el mundo, el movimiento sufragista, el que pone en la demanda política la exigencia femenina a la ciudadanía y con ello el ejercicio pleno del derecho al voto, está presente. Las mujeres –y Venezuela, con sus acontecimientos políticos internos no es ajena a lo que sucede en América Latina y Europa- están cuestionando su lugar en la vida pública, están demostrando que no son seres inferiores –como son tratados los esclavos, los indios conquistados, las niñas y los niños- sino seres pensantes con alta capacidad de mando, de toma de decisiones, de opinión propia. Mujeres, que por otra parte, el sistema patriarcal ha de devolver a su lugar natural –el hogar-, haciendo uso de cualquier medio, incluido la fuerza, más aún en esa “llanura semibárbara, tierra de los hombres machos”[3], que es la que precisamente llega a conquistar la mestiza.

Barbarita es producto de una violación:

“Fruto engendrado por la violencia del blanco aventurero en la sombría sensualidad de la india.”[4]

Abandonada a manos del dueño de una piragua pirata, debido a la muerte temprana de su madre, la joven no supo de otros tratos que los que de su taita recibía:

“Eran seis hombres a bordo, y al capitán lo llamaba taita, pero todos –excepto el viejo piloto Eustaquio- la brutalizaban con idéntica caricias: rudas manotadas, besos que sabían a aguardiente y a chimó.”[5]

Y al final de cuentas, debido a su “perturbadora” belleza de quinceañera, la misma que había violentado la paz de la comunidad, sucumbe en una rebelión:

“…y el festín de su doncellez para los vengadores de Asdrúbal”.[6]

Asesinado Asdrúbal, su primer amor –que implicaba para ella el conocimiento de un trato distinto al que estaba acostumbrada por los piratas, así como el aprendizaje de la lecto-escritura-, agredida en lo más profundo de su cuerpo, Bárbara no podía más que tornarse en una mujer a la defensiva, arisca con los hombres y manipuladora. En medio de unas tierras llenas de magia y superchería, la mestiza encontró ambiente propicio para remontar su ignorancia y superar a los propios.

En ese contexto, doña Bárbara no tiene más que encarnar a la “mujer que ha fustaneado a muchos hombres y al que no trambuca con sus carantoñas, lo compone con un bebedizo o se lo amarra a las pretinas y hace con él lo que se le antoja”[7].

Se dio, pues, a adquirir el conocimiento de los embrujos, de las leyendas, los que promovió y utilizó para su beneficio.

“…habían comenzado a rebullir los comentarios de siempre y a ser contadas, una vez más, las mil historias de sus amores y crímenes, muchas de ella pura invención de la fantasía popular, a través de cuyas ponderaciones la mujerona adquiría caracteres de heroína sombría, pero al mismo tiempo fascinadora, como si la fiereza bajo la cual se la representaba, más que odio y repulsa, tradujera una íntima devoción de sus paisanos.”[8]

La historia de la cacica de Arauca termina con su dulce desaparición; Gallegos describe su frustración, hartazgo, abatimiento, la renuncia, en pocas palabras, a su vida de odios y rencores, de mentiras y falsedades, y la retrata de una pieza:

“Iba absorta, fija hacia delante la vista, al paso sosegado de su bestia, las bridas flojas entre las manos abandonadas sobre las piernas”[9].

Tocada por el amor maternal del que se le pensó librada (“ni aún la maternidad aplacó el rencor de la devoradora de hombres; por el contrario, se lo exasperó más: un hijo en sus entrañas era para ella una victoria del macho, una nueva violencia sufrida…”[10]), y que se les imprime siempre a las mujeres, desatado por el espejo que le representó Marisela, Bárbara desanda los caminos que la condujeron la violencia del macho y el malogrado sentimiento noble que le profirió a Asdrúbal.


Bibliografía

Gallegos, Rómulo. Doña Bárbara. México: Edit. Porrúa, 2004

Randall, Margaret. Comp. Las mujeres. México: Edit. Siglo XXI, 1984

Michel, Andree. El feminismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1983

Varela, Nuria. Feminismo para principiantes. España: Ediciones B, 2005

Biografía. Rómulo Gallegos <http://www.mipunto.com/venezuelavirtual/temas/3er_trimestre01/romulo.html> 25/agosto/05

Salazar Valencia, Auraelena. Revista Nacional de Cultura. Versión Digital.

<http://www.celarg.org.ve/2donrg.html> 25/agosto/05

Biografía. Rómulo Gallegos.

<http://www.venezuelatuya.com/biografias/gallegos.htm> 25/agosto/05

Biografía. Rómulo Gallegos.

<http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1739> 25/agosto/05

 

Autora: Yoloxóchitl Casas Chousal. México, Distrito Federal.

acuaria1959@yahoo.com.mx

 

 

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[1] Gallegos, Rómulo. Doña Bárbara. México: Edit. Porrúa. 2004, 51

[2] Op. Cit. Prólogo, XIII.

[3] Op. Cit. 39

[4] Op. Cit. 18

[5] Op. Cit. 18

[6] Op. Cit. 21

[7] Op. Cit. 7

[8] Op. Cit. 241

[9] Op. Cit. 247

[10] Op. Cit.24