DISOLVER AL PRD.

 

Por Arturo Martínez Nateras

 

¿Qué pasaría si el PRD se autodisuelve y de sus cenizas brota un nuevo partido político? Puede ser que nazca el partido que México necesita. Es hoy el momento

oportuno de lanzar la iniciativa de construir el nuevo partido político de las izquierdas mexicanas, el partido de los ciudadanos de centro izquierda.

 

El Partido de la Revolución Democrática tiene en sus manos la campanilla, el timbre del cambio. Soy un iluso. Recupero el tema donde lo dejé en ocubre de

1988, firmamos el Llamamiento y también publiqué un breve folleto: El Partido de la Revolución Democrática ¿Anunciación o retorno? Lo volví a leer el domingo

13 y caramba me duele tanto atinar en las premoniciones.

 

El PRD no debe seguir siendo un partido conservador. Sonó la hora de poner el registro, la experiencia, los cuadros y militantes al servicio de la construcción

del partido político de ciudadanos que México, su transformación democrática, requieren.

 

El PRD como es hoy, ya no tiene ninguna posibilidad de avanzar, de recuperar el crédito en la sociedad. El partido de los grupos, de las tribus es un lastre

para sus figuras, es un fardo que irriga el descrédito de algunos de sus cuadros, sobre todo después de los escándalos de hace un año. El PRD es una prisión

política para sus dirigentes, cuadros, militantes, adherentes, electores y aliados. Y escribo esto en Guerrero en donde la inmensa mayoría de perredistas

son camaradas incomparables.

 

Existen las mejores condiciones para fundar un partido, con el PRD como génesis.

 

México necesita de un partido de ciudadanos de izquierda, un partido organizado, ordenado, disciplinado en torno a un catálogo de principios, de ideas,

de ideales, de causas.

 

México necesita un partido para la contienda electoral capaz de hacer elecciones, diestro y capacitado en la ingeniería electoral, en la arquitectura de

la participación ciudadana. Un partido de ciudadanos iguales cuyas promociones dependan de los méritos en las diferentes esferas de la vida social y no

principalmente por la pertenencia a uno de sus grupos.

 

Desde mi lugar en la sociedad registro el magnífico interés por participar en infinidad de mexicanos desde los del zurco, de mero abajo hasta las élites

intelectuales.

 

Un nuevo partido podria ofrecer y convocar a personalidades como a Juan Ramón de la Fuente, a Enrique del Val, al doctor José Narro Robles, a empresarios

como al mismísimo Carlos Slim y a toda la agenda de intelectuales, artistas, comunicadores, escritores que participaron en fundación y se han venido quedando

en el camino por el sectarismo excluyente.

 

Al PRD le pasa ya lo mismo que le ocurrió al PCM, pues ya suman más sus ex miembros que los militantes en filas.

 

Un llamado a todas las fuerzas democráticas y de izquierdas; a los ciudadanos en lo individual puede conmocionar al país. Los tiempos del calendario del

PRD pasan por la elección del nuevo aparato dirigente a nivel nacional y estatal (20 de marzo); por la elección de su consejo y después, en abril realizará

el Congreso Nacional.

 

Los jefes de los grupos y las altas personalidades, entre ellas Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador y así en las entidades federativas, acuden

a las formación de las denominadas redes ciudadanas, eufemismo para simular y disimular la necesidad de ampliar el radio de incorporación para situarse

como opciones triunfadoras en los procesos electorales. No pueden prescinidir del PRD, pero hacen hasta lo imposible por esconder las siglas debajo de

la alfombra o debajo del arco del triunfo.

 

¿Y por qué no?

 

Los dirigentes del PCM (1919-1979) tuvieron la visión y la generosidad de disolver al partido más antiguo de México, de donar su registro para superiores

causas. Del PSUM surgió la iniciativa de fundar al PMS y de este al PRD (1989-2005).

 

¿Y por qué no?

 

¿Conservadurismo, culto religioso a las siglas, a la breve historia, al patriotismo de partido?

 

En mis delirios y la esquizofrenia ya veo a los medios, a los políticos sin partido, a los jóvenes, a las mujeres, y a toda esa pléyade de luchadores sociales

conmocionados, e ilusionados pues existe una ola de anhelos por la participación.

 

Carlos Fuentes no quita el dedo del renglón de las necesidad y de las posibilidades que puede generar la convocatoria a un nuevo partido político.

 

Es muy probable una ruptura en el seno del PRI si Roberto Madrazo impone su candidatura. La elección de Espino como presidente del PAN ya está provocando

una ruptura iniciada hoy con la renuncia de Tatiana Clouthier, está por estallar una verdadera conmoción que dividirá a los azules. Las disyuntivas en

el PT, en Convergencia, y en las nuevas franquicias tienen el mismo probable resultado.

 

¿Y en Guerrero? Aquí tamaña iniciativa tendría un impacto inmediato y el nuevo partido podría ser el escenario de unidad, de convergencia racional entre

los partidos y adherentes que formaron la coalición: PRS, Convergencia y esa muy importante fuerza que es Alianza por Guerrero, y mucho más allá, el Frente

Cívico de Acapulco y los que se están constituyendo en diferentes regiones y munipios podría formar parte del nuevo partido y miles, cientos de miles de

jóvenes, de mujeres sin partido que anhelan disponer de un instrumento de participación permanente.

 

El partido que imagino sería la escuela de formación de la nueva generación política, el imán para la participación de profesionistas, intelectuales, trabajadores

y hacedores de cultura, del movimiento social y sus líderes que permanecen alejados del PRD pues este abandonó las causas sociales, se convirtió en un

partido electoral, el que paradójicamente compite para ganar y gana pero carece de una verdadura estructura territorial para ganar y consolidar.

 

A mi juicio además de los anteriores rasgos el nuevo partido podría integrar elementos de identidad como ser un partido en el gobierno y un partido en la

opción de ser gobierno. Un partido de la sociedad. Un partido de causas, valores y anhelos. Un partido tolerante y educador. Un partido transparente, ordenado,

disciplinado. Un partido democrático con una intensa, libre e incluente vida interna. Un partido para legislar, para gobernar con la sociedad. Un partido

libre, integrado por ciudadanos libres. Un partido dotado de un programa de gobierno, de la agenda legislativa y los respectivos planes de desarrollo por

entidad, localidad, microregión, municipio, región, cuenca, estatal y nacional. Un partido de los pueblos originarios, de los jóvenes, de las mujeres,

de los trabajadores de la ciudad y del campo

 

Un partido del conocimiento, de la educación, de la inteligencia, de los intelectuales, de la cultura, las artes y la recreación. Un partido con una política

de organización compleja y clara. Un partido territorial construido en las secciones, los municipios, los distritos locales y federales determinantes en

la estructura electoral. Un partido que se ocupe de los asuntos del turismo como arma estratégica de la economía. Un partido sembrado en el zurco y ocupado

de la revolución productiva para una nueva sociedad rural. Un partido al que le sean propios los movimientos populares, sociales, de obreros y campesinos,

de trabajadores.

 

Un partido con finanzas sanas, libre y con una administración honesta, eficiente, eficaz y transparente. Un partido con visión nacional, solidario, internacionalista.

 

Y cuando desperté soñe que estaba soñando. ¿Será como dicen Carlos Reyes y Arturo, que esto no tiene arreglo hasta pasado el sexenio, en el 2012?

 

 

 

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