Dignidad

Tenues, pudorosas, las luces del alba

se van desnudando despacio, muy lento;

se yergue la brisa, trémula y callada,

equívoca amante que besa entre sueños.

Y en esta penumbra de cortinas blancas,

mi cuerpo descansa tendido en el lecho;

como una escultura de nieve tallada,

como una pintura plasmada en un lienzo.

Mi cuerpo de cera, mi cuerpo de nácar,

de manos inertes y ojos semiabiertos;

brazos a los lados, nubla la mirada,

y una boca inmóvil sin voces ni besos.

Y la luz se crispa, y el sol se levanta,

goteando en la aurora de medio universo,

y entretanto el tiempo se escurre y se pasa,

mi cuerpo sin fuerzas no abandona el lecho.

Mi cuerpo de hielo, de espuma gastada,

mi cuerpo descansa recostado y yerto;

y este pecho mío, ˇen qué sublime calma!

Si de tan adusto, ya parece muerto.

Y yo, sin certezas, sin comprender nada,

como si en el alma tuviera un espejo,

me contemplo así, silente, desarmada,

y no me conozco, me aterro, me alejo...

ˇNo soy yo esos huesos, no soy yo esa cara,

no la indiferente inercia de ese pecho!

Ni esos ojos mudos, ni esas manos blancas...

ˇSi esa sombra helada no alcanza a ser cuerpo!

No puedo ser yo en esa quietud herrumbrada:

ˇYo soy otra cosa, yo tengo otro aspecto!

Apenas conozco esta imagen errada

que se me asemeja pero que no entiendo.

Visión, te hace indigna el reposo en que aguardas

no sé qué milagro con no sé qué miedos;

cadáver ardiente que oculta la llama,

como si la llama no ardiera en silencio...

En lo alto del cielo baila la mañana,

como convocando al mundo a estar despierto;

y hay algo, muy dentro, que se agita y clama:

ˇNo quiero esta vida, no quiero este cuerpo!

Yo quiero estar viva, de estreno, de gala,

feliz el semblante, los brazos abiertos,

erguida la frente, franca la mirada,

tendidas las manos, y el amor, y el verso...

Qu iero en mi palabra toda la ternura,

quiero en mi garganta todos los jilgueros;

quiero que en mi voz desborde la aventura

de un grito que rompa todos los silencios.

Dos labios que besen por llamarse boca,

un aire que vibre por llamarse aliento...

ˇSi llevo en mí misma la lumbre y la sombra!

ˇSi soy todo sangre, si soy todo fuego!

Y esto me hace viva, y esto me hace fuerte,

y hoy me siento entera, y hoy sé que no he muerto;

porque no le temo, no temo a la muerte:

porque tengo Vida, Vida en este cuerpo!

 

Mariela Riva

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