Acurrucada en mi lecho, tibio, vacío
porque le falta la compañía de tu alma.
Solo le quedó el calor de tu amor, de
tus caricias tiernos amaneceres cuando el sol radiante nos iluminaba los
rostros.
Soñaba y de pronto sobre saltada escuché
tu voz que me llamaba, de un salto estuve con mis pies en el suelo, corrí hacia
el jardín, y el muro aquel sombrío muro me detuvo.
Y desolada comprendí que solo estás en
mi imaginación porque no puedo sacarte de mi corazón. Maldito sea tu amor que
aún me quiere, se que aún estando lejos no me dejas, tu mente me retiene a tu
lado sin estarlo. Si ya te fuiste, si estás con ella que te arrancó de mi lado,
o quizás no, pero estás si, con ella estás. Y sabiendo que estás con otra,
siento que no dejas de pensar en mí, que loco amor es el nuestro que nos ata,
con un lazo invisible. Ya tal vez nunca estemos juntos, pero tampoco separados,
cuando llega alguien a mi vida, apareces de la nada y me preguntas: ¿Qué es de
tu vida? ¿Cómo puede ser? ¿Qué sientes, o qué te anuncia que pueden arrancarme
de tu lado?
Y la ilusión naciente se desvanece, y la
incertidumbre crece, y otra vez, me acurruco en el lecho que se enfrió y el
cual húmedo quedó por mis lágrimas.
Ya se que es inexorable el destino,
jamás me olvidarás, jamás te olvidaré, no puedes dejar de amarme ni de amarte
dejaré. Y solos separados y juntos seguiremos los caminos.
Cuando las alas me transporten a otro
mundo, te llevaré en mi pensamiento, y en el tuyo me quedaré, por siempre y
para siempre.
Autora: Ariagna. Buenos Aires,
Argentina.