DESDE QUE CONOZCO MÁS A LA HUMANIDAD, AMO MAS A MI PERRO

PRESENTACIÓN

Deseo con este título no herir los sentimientos de algunos humanos; lo bueno que en mi vida me he hecho rodear de gente positiva y agradable, pero con los desagradables acontecimientos en diferentes partes del mundo te pones a pensar de como somos, tenemos que pasar sobre el otro, para ubicarnos mejor en el trabajo.

Pero no quiero tomar este tema, él ánimo de este artículo es el de platicarles de un perro de color negro, grande, cruzado de labrador con una raza corriente, su pelo corto negro pero en la punta del hocico unas escasas canas que van aumentando con el tiempo; fiel a su dueño, que pese a que no le daba de comer porque vivía en la ciudad de México y nada mas visitaba Cuernavaca los fines de semana, pero no dejaba comida al perro; él no se quitaba de la puerta de la casa, la cual cuidaba celosamente, una vecina le aventaba tortillas que le gustan mucho, al fin que a buen hambre no hay pan duro; cuando sus dueños iban a la casa el perro brincaba de alegría porque le daban una caricia y por ese fin de semana iba comer mas que tortillas, o sea, sobras de la comida, pero había fines de semana que los señores no asistían.

EL ENCUENTRO

Cuando mi suegro, que se llama Sóstenes caminaba por ahí para ir a su negocio veía al perro que le ladraba a la gente que se acercaba al portón; Don Sóstenes se cruzaba la calle y pasaba con precaución y le decía al perro: "quieto ahí, negro"; así se repitió la escena pero un día, a cierta distancia el perro lo acompañó hasta el negocio de Don Sóstenes y se regresaba a la casa. Los siguientes días el perro agarró la costumbre de acompañar a Don Soste a su negocio y regresarse, el otro día Don Soste desayunaba y el negro llegó meneando la cola y mi suegro se atrevió acariciarlo, el perro agradeció la caricia con el meneo de la cola y mi suegro le regaló unas tortillas, el perro se las comió y se fue; después de un tiempo de constantes visitas al negocio y de caricias cuando se encontraban, un día mi suegro vio a la vecina que le daba tortillas al perro y le dice a la señora:

-Que se me hace que me voy a llevar este perro.

Y ella le contesta:

-Pues lléveselo, sus dueños ni le dan de comer y nomás le ladra a la gente que pasa por aquí.

Así que Don Soste le dice al perro:

-Negro ˇvente!

Mi suegro se puso a caminar hacia la casa y el perro que lo sigue, como buen perro callejero corría de una acera a otra, marcando territorio de poste a poste gruñendo a cuanto perro se le acercaba y seis cuadras después llegan a la casa y se mete como si ya la conociera. A partir de ahí le cambiamos de nombre a Sirius Black.

LA FAMILIA

Mi familia se compone de mi esposa que es maestra, y a la cual no le gustan los animales; una hija de 20 años, que le fascina su gata, la cual se puso como energúmena cuando vio al perrote; un hijo de 21 años, que es tan animalero como yo; mis suegros que les gustan los animales pero no dentro de la casa, únicamente en el patio y un cuñado que con los animales ni fu ni fa; el perro no le ladró a nadie y estuvo en la casa como si fuera de él y nos conociera de hace mucho tiempo.

Mi suegra le da de comer las sobras de la comida a diario, muy aparte de yo que le compro un costal de comida de perro; pero el único que le hace caricias soy yo y mi hijo rara vez juega con él, por lo tanto el perro seguía a Don Soste y poco a poco a mi, que cuando lo baño el perro se pone muy contento porque le preparo su agua tibia, lo enjabono bien y le echo shampoo para las pulgas; el perro se deja y hasta se tira, se abre de patas para que lo moje todo; cuando cree que ya terminé, se me escapa y hecha a correr por todo el patio, yo le grito porque se mete en la arena y se revuelca, teniendo que mojarlo de nuevo y amarrarlo para que no se revuelque, Le gusta que lo seque con una toalla frotándolo enérgicamente y luego empieza la gran batalla de morder y jalar la toalla; después le cepillo el pelo, lo cual al principio se queda quieto y al cabo de un rato me empieza a morder el cepillo; bueno queda el animal brillante con su pelo negro y muy sedoso, como para anuncio de televisión.

LAS ESCAPADAS

En los primeros días el perro se escapó de la casa y regresaba a su antiguo hogar, veía pasar a mi suegro y le meneaba la cola, pero al no encontrar en su antigua casa el cariño que le dábamos, regresó y tocó la puerta, entró y no volvió a salirse por días como hacía; se nos llega a salir para marcar territorio y regresa luego, luego a la casa sediento, siempre le tenemos un traste con agua, y lo curioso es que llega cansado y con tanta sed, que se echa y abraza el cazo y se pone a tomar agua; yo siempre he visto a los perros tomar agua parados, pero este tiene su estilo muy especial de hacerlo echado y abrasando el cazo.

Cuando se nos escapa le tratamos de tapar el paso, pero se pasa en estampida y se va gruñendo como diciendo groserías; pero un día lo atrapé y le pegué un manotazo en el lomo para que no se saliera y se regresó llorando como un niño porque no lo dejé hacer lo que quería; no me gusta que se salga porque en primera le ladra a la gente, siempre llega con las heridas de riñas con otros perros o golpes de la gente y además muy sucio; yo no sabía que los perros dan como el pésame, donde muere un perro ellos huelen y se revuelcan en ese lugar, y si el difunto tenía tiempo ahí, se le impregna el olor a perro muerto; yo no creía esto hasta que lo vi personalmente con otros perros. En una ocasión se escapó cuando yo estaba trabajando y al regresar a casa vi que el Sirius corría a un lado del carro, me paré le abrí la puerta y él se subió y se sentó como si siempre hubiese viajado en coche y esto también se repitió con un cuñado que vive a otro extremo de la colonia que encontró al perro, lo llamó y el perro lo reconoció y se subió al auto y se sentó y mi pariente lo trajo a la casa y el perro se bajó del coche, tocó la puerta y en cuanto le abrimos se fue a su cazo de agua a abrazarlo y a echarse a seguir tomando el preciado líquido.

Un día que mi suegra abre el portón para ir al médico, y era el momento que el Sirius aprovechaba para salir corriendo, con su tamaño, el perro empujó a mi suegra mandándola al suelo, ella atorada entre la pared y el carro no se podía parar y quejándose le dice al perro: –"ya me tiraste condenado perro"– y éste como sabiendo que había hecho mal, empezó a lamerle la cara como pidiendo disculpas; mi suegra con lo asquerosa que es no podía ni levantarse, ni quitarse al Sirius que le pedía perdón por haberla tirado, y por los gritos salimos en su ayuda.

LA PERRERA

Un día en un bazar encontré una perrera de gran tamaño en forma de iglú de plástico duro, se la puse a un lado de la entrada de la casa guarecida en la sombra, pero el Sirius ni caso le hizo, le echaba comida dentro de la perrera se metía, comía y se salía, dormía a la intemperie y cuando llovía se hacía bolita en un rincón, pero a la perrera no se metía, ya tenía como 4 meses con el estorbo aquel y hasta pensé en deshacerme de ella porque el perro no la utilizaba; cuando en una ocasión lavé mi carro y me gusta sacar todo de la cajuela herramientas, llantas, un tapete de hule y un pedazo grande de alfombra la cual aspiraba para dejar todo el carro limpio, en ese momento sonó el teléfono y me metí a la casa a contestar el llamado y me tardé unos 10 minutos en la conferencia; cuando salgo al patio a seguir mi labor de limpieza del auto, no encuentro la alfombra, sorpresa me dio ver esta, la mitad metida en la perrera y el perro tratando de meterla toda; entonces desarmé la perrera, extendí la alfombra y armé la perrera,; a partir de esa noche el Sirius durmió en su perrera; cuando Don Soste sale muy temprano a su negocio, el Sirius sale con mucha flojera de su perrera estirándose cuan largo es, para despedirse de él.

TARDES DE TELEVISIÓN

Como les conté en un principio, a mi esposa no le gusta que el perro se meta a la casa, que porque suelta el pelo y mete tierra; pero Sirius siempre se aprovecha cuando estoy yo, porque sabe que lo acaricio cuando veo la tele y se hecha a un lado de mi sofá, estiro la mano y le rasco el lomo, y él humildemente me lame la mano o se pone a morderme los pies; cuando se pone pesado le digo que se salga y él se echa a un lado muy quieto y hasta pone su cabeza en mi pie como almohada; cuando ya es hora de dormir, mi hija sierra las ventanas para que su gata no se salga de la casa, pero tiene que sacar al Sirius, éste siempre se hace el dormido, mi hija le da la orden de que se salga y el perro como muerto, le palmea y nada, le grita y nada, lo agarra de las patas traseras y lo arrastra por toda la sala y el comedor y el perro no se levanta, cuando lo saca al patio la cabeza cae en el pequeño escalón que hay en la entrada y le cierra la puerta, el perro se levanta refunfuñando y se mete en su perrera.

SIEMPRE COMPAÑERO

Cuando mi esposa y mi hija bajan al patio a tender la ropa limpia para que se seque, el perro aunque esté dormido sale a acompañarlas y está jugueteando en el patio hasta que ellas terminan con su labor y de tanto correr como loco pasa cerca de ellas y a veces las arriesga a caer, porque el perro es pesado y las empuja, siempre jugando; en una ocasión mi esposa lo sacó al patio y le cerró la puerta; cuando ella salió a recoger la ropa seca, se encuentra que únicamente la ropa de ella estaba descolgada en el suelo, el condenado perro se vengó de que lo sacó de la casa y ponía una cara de: "yo no fui".

Casi todas las noches es una ladradera, porque escucha al perro que tiene el vecino del lado oriente y si no fuera porque hay una buena barda ya se hubieran peleado a muerte, Sirius tiene un ladrido combinado con gruñido que se oye en forma muy imponente digno al Oscar de película de terror; la barda queda arañada de que quiere traspasarla y enfrentarse al que vive del otro lado.

DESPEDIDA

Bueno, no quiero seguirlos aburriendo con la historia de un perro común y corriente, más corriente que común, eso sí, fiel como ningún otro, buen compañero, juguetón, buen guardián, que sin hablar con su mirada te hace reír, te saca algo de comer, cuando es la hora de comer, porque sabe que no debe de entrar al comedor cuando estamos ahí, pero un día entró agazapado, hasta que llegó a un lado mío a pedirme comida con su pata, un animal muy agradecido, porque si le das mucho o poco siempre está a tu lado, sale a recibirte con alegría; es peor que una esposa celosa, porque sabe cuando he agarrado a otro perro, porque te olisquea y de coraje marca territorio en las llantas de mi carro; pero en fin, mi perro es un gran amigo. Gracias por su atención.

Autor: Roberto Manuel Aguilar Núñez.

Cuernavaca, Morelos. México.

tetsuroaguilar@yahoo.com.mx

 

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