Páginas de Historia

 

DEMOCRACIA Y ELECCIONES (1)

Estado y Sociedad

 

Prefacio

El año anterior, el 2010, le dedicamos un espacio a temas relacionados con el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana; en estos procuramos, de acuerdo a determinadas fechas hacer una remembranza de personajes y documentos, para realizar su conmemoración con mayor información.

Ahora que hemos entrado al año 2011 que es un año preelectoral (de hecho el proceso inicia en octubre de este mismo año), nos proponemos participar opinando sobre el sistema electoral en México y esto lo haremos con la intención de tratar de mantener informados a los ciudadanos, o sea a los electores.

Esta tarea la pretendemos realizar, en forma modesta, de manera más o menos ordenada y para un mejor entendimiento en la forma en que se basa la ley respectiva, pero sobretodo tratar de explicar las distintas actividades que se realizan para llevar a cabo los comicios.

Confiamos en que seguramente otras personas podrán participar opinando sobre este tema, que sirvan de orientación para el ejercicio de este derecho que tiene también obligaciones.

 

Estado y Sociedad

 

Hace algunos años en un trabajo que realizamos y que titulamos “Democracia y partidos en México” señalamos que “El abstencionismo no es un mal endémico o un defecto de la democracia, sino más bien un fenómeno político que representa el rechazo a un sistema electoral que resulta poco atractivo como forma de definición de los concurrentes al quehacer político”.

Esta afirmación la hemos tenido siempre presente cuando analizamos los resultados de la participación en los procesos electorales y el creciente abstencionismo; sin embargo seríamos injustos si culpamos únicamente el sistema electoral y no tomamos en cuenta la evolución de los mismos partiendo de las condiciones que lo hacen posible, así como su impacto en la vida cotidiana. Empero, lo importante es detectar en qué momento el ciudadano decide no votar y cuáles son las causas, pues esa que es una decisión individual, cuando alcanza determinados porcentajes, significa que algo anda mal.

La historia de la legislación electoral en México, sobretodo a partir de 1912 corresponde a los distintos momentos de su desarrollo y, que desde luego, han tenido que ver con toda una concepción del ejercicio del quehacer político, sin olvidar que a través de ese proceso se interrelaciona el Estado y la Sociedad Civil, mediante la forma y los métodos de gobernar. Resulta muy importante la observación de no confundir al Estado con el gobierno, así como a la Sociedad Civil con las organizaciones sociales.

Si establecemos un período de transición, podríamos decir que 1968 es un año clave en la formulación de esta demanda y contra los viejos métodos de control del Estado, como la cárcel, la represión, la corrupción y el asesinato. Sin embargo este proceso de reformas político electoral se inicia en 1976 pasando por el camino de las reformas graduales hasta llegar a la situación actual, lo que se puede resumir como la evolución de los cambios cuantitativos a cualitativos, no obstante esto no ha logrado crear en el ciudadano la identificación entre la etapa autoritaria y la actual. Las instituciones surgidas durante las últimas décadas no han sido plenamente identificadas con la transición anunciada, pese a que hoy el país en sus distintos niveles es gobernado por los diversos partidos registrados legalmente.

En México, la ausencia de capacidad creativa de nuevas reglas por parte de los partidos que han participado en el esfuerzo por la democratización, se sigue manifestando en sus formas de hacer política. La llamada transición ha sido vista de manera peculiar por cada partido o corriente política; para los representantes de la perspectiva gubernamental que representaba las viejas tendencias y sectores autoritarios “la liberación política de las últimas décadas puede verse como un perfeccionamiento o ampliación de la vida democrática previamente delineada”, mientras que para otros sectores “la transición debe entenderse como la creación de un arreglo institucional en contraposición del viejo régimen autoritario que representó el sistema de partido de Estado” en donde lo predominante es el poder omnímodo del presidencialismo.

Este asunto se encuentra profundamente relacionado con los intentos de una reforma del Estado que ha sido visualizada pero no concretada. De la misma manera, la ausencia de eficaces políticas, así como la debilidad institucional ha impedido procesar de manera correcta “el camino andado”. En otras palabras podemos decir que “el camino andado” ha tropezado con factores en los cuales los cambios no han encontrado las consecuencias que respondan como producto del consenso entre las diversas fuerzas políticas organizadas y las aspiraciones concretas de la Sociedad Civil. Ello tiene su comprobación en que no ha habido hasta la fecha un momento decisivo en la llamada transición, pese a que algunos pretendieron hacer de la elección de 2 de julio de 2000 ese símbolo. En estas condiciones la realidad social mexicana se encuentra en contradicción con las instituciones políticas, que se refleja en el creciente abstencionismo.

A la vez existe una confusión sobre el papel que juegan los partidos, pues si bien son un elemento indispensable para los procesos electorales, también lo son en la construcción de la democracia. Una de esas confusiones se expresa cuando se señala a partidos “formado por gente que ha participado en diferentes movimientos y organizaciones que han impulsado causas ciudadanas desde la Sociedad Civil”. La primera confusión es perder de vista el carácter de esa “gente” que no sería otra cosa que ciudadanos.

En ese sentido debemos señalar que la calidad de “ciudadano” es el reconocimiento constitucional que el Estado otorga a los naturales de un país en el ejercicio de sus derechos y deberes. Podemos así diferenciar que si el ciudadano es un integrante de la Sociedad Civil y ésta se interrelaciona con el Estado, entonces no debemos de perder de vista que esa misma Sociedad Civil en su expresión no es homogénea y por lo tanto “las causas ciudadanas” desde la Sociedad Civil son heterogéneas. Aún así es válido el esfuerzo por encontrar la diferencia entre los partidos y éstos se diferencian en la actitud que asumen frente a la interrelación Estado-Sociedad.

 

Autor: Raúl Espinosa Gamboa. Cancún, Quintana Roo, México.

raesgam@yahoo.com.mx

 

 

 

Regresar.