DE LA
INDEPENDENCIA A LA REFORMA
I
Agustín Cosme Damián de Iturbide y
Aramburu nació en Valladolid (hoy Morelia) Michoacán, el 27 de septiembre de
1783. Sus padres fueron José Joaquín de Iturbide y Arreguí, oriundo de la Villa
de Peralta, Navarra (España) y de María Josefa de Arámburu y Carrillo de
Figueroa, quien también provenía de una noble familia de Navarra y Vizcaya. Su
padre era un terrateniente español y su madre criolla noble.
Inició sus estudios en el seminario,
pero cambió su vocación religiosa por la carrera militar donde destacó en 1797
e ingresó al regimiento de su ciudad.
En 1805 se casó con la noble doña Ana
María Josefa de Huarte y Muñiz, hija del acaudalado prócer y poderoso noble
Isidro Huarte, intendente provincial del distrito y nieta del Marqués de
Altamira. La boda del gallardo alférez de veintidós años con aquella bella
mujer de apenas diecinueve, se celebró en la catedral de Morelia, entonces
Valladolid, el 27 de febrero de 1805. Ana María aportaba una sustanciosa dote
de cien mil pesos, parte de la cual empleó el novio en comprar la hacienda de
Apeo, en el pueblo de Maravatío.
En 1806 Iturbide fue promovido a
teniente y en 1810 a capitán del ejército realista. Siendo oficial del ejército
español, se negó a colaborar en el alzamiento independentista de Miguel Hidalgo
y Costilla y participó en la detención de revolucionarios en Valladolid. Cuando
las tropas de Hidalgo tomaron esa ciudad, en octubre de 1810, huyó a la Ciudad
de México y participó en la batalla del Monte de las Cruces con el grado de
capitán.
En 1811 fue destinado al sur del país,
donde combatió contra las guerrillas independentistas de Albino García (a quien
capturó en 1812) y de Ramón López Rayón, derrotándolo en el Puente de
Salvatierra en 1813. Ese año recibió los despachos de coronel, y continuó
combatiendo contra los independentistas como comandante general de la provincia
de Guanajuato.
Ejerciendo esa responsabilidad puso en
práctica el programa realista de la contra-insurgencia, siendo muy criticado
por su arbitrariedad y por su trato a civiles, incluyendo la detención de
madres, esposas e hijos de rebeldes conocidos, además de haber fusilado sin
escrúpulos a quien se supone se lo merecía, según era costumbre entre ambos
bandos. Sostuvo frecuentemente a su tropa con sus propios recursos; logró
despertar la iniciativa privada para la defensa de las localidades en campañas
locales y foráneas; se preocupó por la educación y valorización de las hazañas
de sus soldados.
En 1813 y 1814 fue acusado por otros
altos oficiales del ejército español de mantener la lucha para generar
beneficios económicos para sí mismo, a través de operaciones fraudulentas. Al
año siguiente, 1815, derrotó a José María Morelos, pero fue vencido en Cóporo
por Ignacio López Rayón. Las denuncias acumuladas en su contra, sumadas a
nuevas protestas de los comerciantes de Guanajuato, llevaron al Virrey Félix
María Calleja del Rey a destituirlo en 1816, acusado de malversación de fondos
y abuso de autoridad. Aunque fue absuelto por mediación del auditor de guerra
real, se retiró a sus propiedades en Michoacán y al año siguiente se estableció
en la Ciudad de México.
Con treinta y siete años fue nombrado
comandante general del Sur y se le encomendó la tarea de sofocar la
insurrección de Guerrero, una de las últimas que continuaban en liza. Se volvió
en contra del régimen al que había servido tan fielmente y proclamó una nueva
rebelión. Plasmó su programa en el llamado Plan de Iguala el 14 de febrero de
1821 en la población del mismo nombre, en el que se proclamaban tres garantías:
la independencia de México, la igualdad de derechos para españoles y criollos
y, por último, la supremacía de la Iglesia Católica.
El virrey rechazó el Plan y puso a
Iturbide fuera de la ley, pero la mayoría de las guarniciones y de las ciudades
le manifestaron su adhesión. El victorioso Ejército Trigarante avanzó sobre la
capital con mayor número de adeptos cada día; en vista de ello, el nuevo
representante del rey de España, Juan O'Donojú, firmó el tratado de Córdoba el
24 de agosto mediante el cual legalizó el Plan de Iguala, puso fin a la guerra
y consumó la Independencia. Iturbide entró triunfalmente en la capital el 27 de
septiembre de 1821.
Un año más tarde, Iturbide se
autoproclamó emperador (Agustín I), si bien muy pronto hubo de enfrentarse a
una conspiración de carácter republicano. Decidió entonces disolver el Congreso
y nombró una Junta que actuaba por completo a su servicio. En contra de estas
medidas, el gobernador de Veracruz, el general Santa Anna, resolvió proclamar
la República, e inmediatamente recibió el apoyo de otros generales, e incluso
de las tropas que en principio debían acabar con la revuelta. Por último,
Iturbide se vio obligado a abdicar. Se exilió en Europa (1823) y un año después
volvió al país, ignorante de que allí había sido condenado a muerte. Detenido a
su llegada, fue fusilado a la edad de cuarenta y un años.
II
La Constitución de 1824
Al consumarse la independencia por
decreto el 24 de febrero de 1822 se instala el Congreso Constituyente, pero de
inmediato se inicia la lucha entre las tendencias monárquicas y republicanas.
Ante el incremento de ésta lucha y de que el Congreso se oponía a que Iturbide
fuera miembro del Ejecutivo y generalísimo del ejército a la vez, prepara el
golpe que lo lleva al poder. El 18 de mayo de 1822, los sargentos del
Regimiento de Celaya, dirigidos por Pío Marcha, reunieron a sus tropas y
salieron a las calles gritando “Viva Agustín I, Emperador de México”.
Al día siguiente, el Congreso, bajo
presión y con la ausencia de la mayor parte de sus miembros declaró emperador a
Iturbide y dos meses después es coronado. La lucha del Congreso e Iturbide
concluyó con la disolución del Congreso, siendo reemplazado por la Junta
Constituyente. Finalmente, Iturbide fue perdiendo popularidad y adhesiones y
tras la aparición del Plan de la Casamata, en cual participarán oficiales
iturbidistas y otros miembros del ejército, abdica al trono el 20 de marzo de
1823.
A la renuncia de Agustín de Iturbide, el
Poder Ejecutivo quedó sin representante, y por este motivo el Congreso creó una
junta provisional que pasó a gobernar el país bajo el nombre oficial de Supremo
Poder Ejecutivo; el gobierno provisional formado por el general Pedro Celestino
Negrete, el general Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria; cargo que desempeñó en
solitario durante seis días (debido a que Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria no
se encontraban en la Ciudad de México).
Reinstalado el Congreso Constituyente,
por decreto del 31 de enero de 1824, se proclama el Acta Constitutiva de la
Federación compuesta por 31 artículos, cuyos postulados se plasmarían en la
Constitución de 1824, la cual fue promulgada el 4 de octubre de ese año.
La Constitución de 1824, compuesta por
siete títulos y 171 artículos, establecía la forma de República Federal similar
a la de los EEUU. Entre otras, el poder Legislativo estaba formado por dos
cámaras y el Ejecutivo se integraba por un Presidente y un Vicepresidente. Este
hecho fue motivo de serios conflictos por haber sido ocupados ambos cargos por
individuos de diferentes tendencias. Esta Constitución, además de no mantener
el equilibrio de poderes, estaba llena de contradicciones, como reflejo de las
circunstancias difíciles del país. Había una fuerte intolerancia religiosa, en
contraste con la libertad de pensamiento, imprenta y expresión, así como el
mantenimiento de fueros y privilegios para el clero y el ejército, al lado de
la igualdad ante la ley.
El 4 de Octubre de 1824, cuando Pedro
Celestino Negrete asumió la presidencia provisional, fue promulgada la
Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. El Poder Ejecutivo presidido por
Negrete que gobernó hasta el 10 de Octubre de 1824, fecha en que entregó el
poder al general Guadalupe Victoria, primer Presidente de la República
Mexicana.
Esa estuvo en vigor del 4 de Octubre de
1824 al 30 de Abril de 1836, fecha en la que fue sustituida por otra,
centralista.
GOBIERNOS CONSTITUCIONALES
Guadalupe Victoria en 1824 fue elegido presidente
de la República, cargo que desempeñó hasta 1829. Decretó la abolición de la
esclavitud y la expulsión de los españoles y consolidó las relaciones
internacionales, sobre todo con Gran Bretaña, Estados Unidos, América Central y
la Gran Colombia de Simón Bolívar. En 1826 envió un representante al Congreso
de Panamá, convocado por Bolívar, para tratar de la unión de las nuevas
repúblicas. Asimismo, se esforzó por mantener el equilibrio entre los masones
escoceses y yorkinos, haciendo frente a sus discordias y venganzas. Retirado de
la vida política, murió en 1843 en Perote (Veracruz).
Vicente Guerrero ocupó la presidencia en 1829 gracias al
levantamiento de los liberales (motín de la Acordada). Se enfrentó al intento
de reconquista protagonizado por Barradas en nombre de España, rechazó el
ofrecimiento del embajador Joel Roberts Poinsett de comprar Texas, y defendió
el federalismo frente a los repetidos y constantes intentos de los grupos
centralistas, que pretendieron inhabilitarle para gobernar. Favorable a la
reforma social, luchó contra los privilegios de la aristocracia, pero fue
derrocado por el general Anastasio Bustamante en el mismo año (1829). Tras
reiniciar la lucha desde el sur, fue hecho prisionero en Acapulco, sometido a
juicio y fusilado en 1831, en Cuilapam (en la actualidad Cuilapam de Guerrero).
José Ma. Bocanegra nació en Labor de la
Troje, Aguascalientes. Realizó sus estudios en Derecho en el Colegio de San
Ildefonso de la ciudad de México. Durante la colonia fue abogado de la Real
Audiencia y perteneció al Colegio de Abogados, también fue vicepresidente de la
Junta de Caridad del Hospicio de Pobres. Consumada la Independencia, ya en la
República, fue diputado por su provincia en el 1er. Congreso General
Constituyente y Ministro del Supremo Tribunal de Justicia. Al partir Guerrero a
combatir la sublevación de Bustamante, fue presidente interino, por el
Congreso, del 18 al 23 de diciembre de 1829.
Después ocupó el puesto de Ministro de
Hacienda del 26 de abril al 12 de diciembre de 1833; y de Relaciones Exteriores
dos veces, del 27 de octubre al 6 de noviembre de 1837; y del 18 de noviembre
de 1841 al 24 de julio de 1844. Es el autor del libro “Memorias para la
Historia de México Independiente”.
Pedro Vélez nació en la ciudad de Zacatecas.
Realizó estudios en abogacía. El 23 de diciembre de 1829, hubo un
pronunciamiento en la ciudad de México, secundado por el Plan de Jalapa, con lo
que cesó la Presidencia interina del José María Bocanegra. Por tal motivo, el
Congreso lo eligió para que ocupase la presidencia, ya que en ese momento él se
desempeñaba como Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Compartió el poder
con Luis Quintanar y el historiador Lucas Alamán. Esta junta gobernó sólo seis
días del 23 de diciembre al 31 del mismo mes, cuando Anastasio Bustamante, como
Vicepresidente de la República, tomó el mando del gobierno del país.
Anastasio Bustamante nació en Jiquilpan
(Michoacán) en 1770 Estudió artes en el seminario de Guadalajara y medicina en
la ciudad de México. En 1808 se incorporó al Ejército realista como oficial de
caballería, a las órdenes del más tarde general y virrey Félix María Calleja
del Rey. Participó en todas las acciones del Ejército del Centro y llegó a
tener el grado de coronel. Pasados los años, se inclinó a favor del general
Agustín de Iturbide y se adhirió al Plan de Iguala en 1821, ganándose la
confianza de quien, tras firmar el Tratado de Córdoba y pactar la independencia
de México, se proclamó emperador. Ocupó la vicepresidencia de la República en
1829, siendo presidente Vicente Guerrero, y dirigió un golpe de Estado ese
mismo año por el que asumió la presidencia en ejercicio, tras el gobierno de
una Junta Provisional, en 1830.
Durante su mandato tuvo que enfrentarse
a continuas sublevaciones. Desterrado en 1833, viajó a Europa y visitó
establecimientos médicos y militares en Francia. Llamado por el gobierno, luchó
en la guerra de Texas y en 1837 asumió de nuevo la presidencia de la República
con arreglo a la nueva Constitución. Se mantuvo en el poder hasta 1841, cuando
un triple pronunciamiento militar en el que participó el general Antonio López
de Santa Anna lo derrocó. En 1848 se estableció en San Miguel Allende
(Guanajuato), donde murió en 1853.
III
PRESIDENTES DE MÉXICO DE 1832 A 1855
Melchor Muzquiz nació en Coahuila, en
marzo de 1790. Estudió en el Colegio de San Ildefonso. Se incorpora al
movimiento Independentista desde 1810, obtiene el grado de coronel, y se
adhiere al Plan de Iguala.
Para sustituir al presidente Bustamante
que salía a campaña, por decreto del 7 de agosto de 1832, la Cámara de
Diputados lo declara presidente interino. Tomó posesión el día 14 de agosto al
24 de diciembre de 1832. Melchor Múzquiz muere el 14 de diciembre de 1844 en la
ciudad de México.
Manuel Gómez Pedraza nació en Querétaro
en 1789. Militar realista, se pasó a las filas de Iturbide (1821). Elegido
presidente de la República (1829), el motín de La Acordada le impidió ocupar el
cargo. A la caída del general Bustamante fue llamado a terminar su mandato
legal (del 24 de diciembre de 1832 al 31 de marzo de 1833). Muere en la ciudad
de México en 1851.
Al concluir el gobierno de Manuel Gómez
Pedraza se da la siguiente alternancia:
Valentín Gómez Farías ocupa la
Presidencia de la República:
1.- del primero de abril al 15 de mayo
de 1833
2.- del 2 al 17 de junio de 1833
3.- del 6 de julio al 27 de octubre del
1833
4.- del 15 de diciembre de 1833 al 23 de
abril de 1834
Antonio López de Santa Anna ocupa de
manera sucesiva la Presidencia:
1.- del 16 de mayo al 2 de Junio de 1833
2.- del 18 de junio al 5 de julio 1833
3.- del 28 de octubre al 15 de diciembre
de 1833
4.- del 24 de abril de 1834 al 27 de
enero 1835
5.- del 20 de marzo al 10 de julio 1839
6.- del 10 de octubre de 1841 al 26 de octubre
1842
7.- del 4 de marzo al 4 de octubre 1843
8.- del 4 de junio al 12 de septiembre
de 1844
9.- del 21 de marzo al 2 abril 1847
10.- del 20 de mayo al 16 de septiembre
de 1847
11.- del 20 de abril de 1853 al 9 de
agosto de 1855.
Lo anterior hace que de 1833 a 1855 sea
denominada la llamada “época de Santa Anna).
A partir de enero de 1835 alternaron con
Santa Anna en la Presidencia de la República:
1.- Miguel Barragán del 28 de enero de
1835 al primero de marzo de 1836
2.- José Justo Corro del 2 de marzo de
1836 al 18 de abril de 1837
3.- Anastasio Bustamante del 19 de abril
de 1837 al 20 de marzo 1839
4.- Nicolás Bravo del 10 al 19 de julio
de 1839
5.- A. Bustamante del 19 de julio de
1839 al 22 de septiembre de 1841
6.- Francisco Javier Echeverría del 22
de septiembre al 10 de octubre de 1841
7.- Nicolás Bravo del 26 de octubre de
1842 al 4 de marzo de 1843
8.- Valentín Canalizo del 4 de octubre
de 1843 al 4 de junio de 1844
9.- Valentín Canalizo del 12 de
septiembre al 6 de diciembre de 1844
10.- José Joaquín Herrera de 6 de
diciembre de 1844 al 30 de diciembre de 1845
11.- Mariano Paredes y Arrillaga del 31
de diciembre de 1845 al 28 de julio de 1846
12.- Nicolás Bravo del 28 de julio al 5
de agosto de 1846
13.- José Mariano Salas del 5 de agosto al
23 de diciembre de 1846
14.- V. Gómez Farías del 24 de diciembre
de 1846 al 20 de marzo de 1847
15.- Pedro María Anaya del 2 de abril al
20 de mayo de 1847
16.- Manuel de la Peña de la Peña del 16
de septiembre al 11 de noviembre de 1847
17.- Pedro María Anaya del 12 de
noviembre de 1847 al 8 de enero de 1848
18.- Manuel de la Peña y de la Peña del
8 de enero al 2 de junio de 1848
19.- José Joaquín de Herrera del 3 de
junio de 1848 al 15 de enero de 1851.
20.- Mariano Arista del 15 de enero de
1851 al 6 de enero de 1853
21.- Juan Bautista Ceballos del 6 de
enero al 6 de febrero de 1853
22.- Manuel María Lombardini del 6 de
febrero al 20 de abril de 1853
23.- Martín Carrera del 15 de agosto al
12 de septiembre de 1855
24.- Rómulo Díaz de la Vega del 12 de
septiembre al 4 de octubre de 1855.
Al consumarse la independencia de México la creación del nuevo
Estado surgía en condiciones muy difíciles, nacía como un Estado muy débil.
Entre las fuerzas que había en impulso el proyecto emancipador se definían dos:
la liberal y la conservadora. A mediados del siglo XIX, México enfrentaba un
problema político: consolidarse como nación soberana e independiente.
Las luchas por el control del gobierno
habían creado una situación de anarquía e inestabilidad nacional, y que unido a
la voracidad de los norteamericanos con su política expansionista (militar y
económica) daba un saldo doloroso para México, que ponía en riesgo la soberanía
de la nación.
En abril de 1853, el general Antonio
López de Santa Anna, apoyado por el grupo conservador, asumió la Presidencia de
la República por enésima ocasión. Durante el período transcurrido durante la
“época de Santa Anna” la estructura constitucional había sido transformada.
Santa Anna no tuvo límite alguno para
ejercer el poder con facultades omnímodas, siendo elevado a rango de Alteza
Serenísima. Su gobierno se caracterizó por vulnerar las libertades públicas,
destituir a funcionarios y perseguir -hasta lograr su exilio- a destacados
liberales, así como por la centralización del poder en su persona.
En su exilio en Nueva Orleans, Benito
Juárez, Melchor Ocampo y José María Mata, entre otros, esperaban el momento
oportuno para regresar a México para iniciar la lucha contra el dictador.
Su evaluación de la vida política no era
equivocada. Eran conscientes de la existencia de la inconformidad social y del
origen de un movimiento de rebelión. El gobierno centralista entraría en un
conflicto que evidenció los enormes agravios hechos a la Nación.
El primero de marzo de 1854, en la
hacienda La Providencia, localizada en el estado de Guerrero, se hizo un
llamado para terminar con la dictadura, mediante el Plan de Ayutla, en cuya
formulación participaron figuras como el coronel Florencio Villarreal, Juan
Alvarez, Ignacio Comonfort, Trinidad Gómez, Diego Alvarez, Tomás Moreno y
Rafael Benavides, todos ellos jefes militares de tendencia liberal.
El documento planteaba como propósitos
la destitución del dictador y la designación de un presidente interino que
convocara a un Congreso Extraordinario, el cual tendría el carácter de
Constituyente, para organizar al país como República representativa y popular,
creando una ley fundamental adecuada a las necesidades y características de la
Nación.
El 11 de marzo de 1854, Ignacio
Comonfort propuso algunas modificaciones al Plan de Ayutla con lo cual dio
inicio la Revolución de Ayutla.
Al iniciarse del levantamiento, Santa
Anna encabezó la tarea militar de aniquilarlo, como había hecho en otras
ocasiones pensando que se trataba de una asonada menor. Sin embargo, el
movimiento opositor al general Santa Anna adquirió mayor fuerza y penetración,
extendiéndose hacia los estados de Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán y Jalisco.
En agosto de 1855, una vez derrotadas las fuerzas santanistas, abandona la
Ciudad de México; y será en la ciudad de Perote donde firme un manifiesto, por
medio del cual renuncia al cargo de Presidente de la República. Concluía así
una etapa en la historia e iniciaba el período que daba paso al Congreso
Constituyente de 1856, y a la promulgación de la Constitución Política de 1857.
IV
LUCAS ALAMÁN Y ESCALADA
El período que atendemos tiene entre
otros aspectos importantes la presencia de personeros como don Lucas Alamán, el
doctor José María Luis Mora, Don Valentín Gómez Farías y el general don Antonio
López de Santa Anna, entre otros, que ejercieron una enorme influencia y que
representaban a las fuerzas conservadoras y a los liberales, y que se
enfrentaron buscando llevar a México al objetivo que simbolizaban.
Lucas Alamán y Escalada nació el 18 de
octubre de 1792 en la ciudad de Guanajuato. En su ciudad natal inicia sus
estudios en el Colegio de la Concepción donde estudia matemáticas, habiendo
antes, aprendido latín; más tarde ingresa al Colegio de Minería, en la capital
de la Nueva España, donde adquiere conocimientos y cursa química, física y
mineralogía pero también estudia botánica con Vicente Cervantes.
Hacia 1814 se dirige a España y
aprovecha a hacer un recorrido por Europa en el cual se dedica a profundizar
sus conocimientos, así en Freyberg, Alemania, estudia los sistemas de
explotación minera; en la misma Alemania, en la Universidad de Gotinga, aprende
metalurgia del aluminio y el manejo de instrumentos de precisión, mientras
aprende griego y en París, Francia, se concentra en el estudio de la química y
de las ciencias naturales.
De regreso a la Nueva España, don Lucas
Alamán fue nombrado Secretario de la Junta de Sanidad por el virrey Juan Ruiz
de Apoda, Conde del Venadito.
En 1821, regresa a España después de
haber sido electo diputado ante las Cortes españolas, como representante de la
provincia de Guanajuato.
Durante su estancia en España, publica
el Ensayo sobre las causas de la decadencia de la minería en la Nueva España y
ante las Cortes presenta un Dictamen sobre el importante ramo de la minería, el
cual fue aprobado en 1821, prácticamente sin discusión.
Ese mismo Dictamen también fue aprobado
por la Junta Provisional Gubernativa de México, convirtiéndose en decreto el 22
de noviembre de 1821.
Como resultado del decreto relacionado
con el citado Dictamen, las actividades mineras en México volvieron a tener
impulso por cierto tiempo.
Don Lucas Alamán fue quien redactó el
documento presentado ante las Cortes, por los diputados de la Nueva España,
acorde con el plan del conde de Aranda, el cual proponía coronar a tres
infantes de la familia real española en los tronos a erigirse en México, Perú,
y Nueva Granada, hoy Colombia, y darle al rey de España el título de emperador
de dichos territorios.
Don Lucas Alamán supo imprimir a su
discurso relacionado con el documento presentado en Cortes, que el Ministro de
Hacienda español le ofrece un cargo dentro del gobierno español en la
metrópoli, mismo que no acepta.
Antes de regresar a su patria, intenta
en París la organización de una empresa minera sin resultado alguno por lo que
se dirige a Inglaterra donde logra su propósito y se crea la "Compañía
Unida de Minas, con un capital de 6 millones de pesos.
Desembarca en Veracruz en marzo de 1823
y el Gobierno provisional integrado por Nicolás Bravo, Mariano Michelena y
Pedro Celestino Negrete, lo nombra en abril del mismo año, Ministro de
Relaciones Interiores y Exteriores.
Durante su gestión inició la
organización del Archivo General de la Nación y establece el Museo de
Antigüedades e Historia Natural. Hacia 1825, renuncia al Ministerio para
dedicarse a dirigir la “Compañía Unida de Minas” e inicia los trabajos del
primer centro de forja y herrería en el Cerro del Mercado, Durango, del México
independiente.
El duque de Terranova y Monteleone
nombró a Lucas Alamán administrador de sus bienes en México, los cuales
correspondían al antiguo marquesado del Valle de Oaxaca, mismos que había
heredado de Hernán Cortés.
Siendo presidente don Anastasio
Bustamante, Lucas Alamán fue nombrado nuevamente, Ministro de Relaciones,
abocándose al establecimiento de los límites entre México y los Estados Unidos.
Con la caída de Bustamante, Alamán fue
sujeto a proceso en la Cámara de Diputados por las acusaciones de don Juan
Álvarez, dada la permisibilidad mostrada ante la traición, captura y
fusilamiento de don Vicente Guerrero.
Para evitar ser sujeto de venganza,
Alamán hubo de esconderse y en 1834, redactó su defensa en la que rebatía los
cargos que se le imputaban, haciéndola llegar al entonces presidente Antonio
López de Santa Anna. Don Lucas Alamán y Escalada fue absuelto por la Suprema
Corte de Justicia.
Sin temor ya a ser perseguido, Lucas
Alamán incursiona en la industria textil y funda una fábrica de hilados y
tejidos de algodón en Cocolapan, poblado cercano a Orizaba, Veracruz y otra en
Celaya, Guanajuato.
A don Lucas Alamán se debió la
introducción en nuestro país de los carneros merinos, las cabras del Tíbet y
ganado caballar de razas extranjeras.
Entre su obra histórica podemos citar:
Disertaciones sobre la Historia de la República Mexicana e Historia de México,
desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de
1803, hasta la presente época.
Lucas Alamán fue el más brillante
ideólogo de los conservadores y un eminente historiador, por ello mismo y como
parte de la lucha de ideas es que algunos hayan puesto en duda “su capacidad
para escribir la historia de nuestro país no haya sido del todo objetiva y en
algunos puntos hasta parcial, dando la impresión que su trabajo histórico
estaba al servicio de la metrópoli”.
Lucas Alamán ejerció una notable
influencia en el general Antonio López de Santa Anna, y se dice que lo hizo
desatinar mucho. En la última gestión presidencial de Santa Anna, don Lucas
Alamán es otra vez nombrado Secretario de Relaciones, cargo donde le sorprende
la muerte, el 2 de junio de 1853.
V
José María Luís Mora
El doctor José María Luís Mora nació en San
Francisco Chamacuero, Guanajuato, el 12 de octubre de 1794. Inició sus estudios
eclesiásticos en el seminario de Querétaro y al trasladarse a la Ciudad de
México, los continuó en el Colegio de San Pedro y San Pablo y después obtiene
el grado de licenciado en derecho y doctor en teología en el Colegio de San
Ildefonso. Se ordenó como sacerdote en el año de 1829.
Formó parte de una Junta Soberana del
Congreso en el año de 1822. Expuso sus ideas liberales y su posición crítica a
Agustín de Iturbide en varias publicaciones como El Sol y La Libertad y el
Semanario Político y Literario. Al enemistarse con Iturbide es hecho prisionero
y recluido en el convento del Carmen. En 1827 se involucra con el partido de
los Yorkinos y escribe en el periódico El Observador, órgano de esa asociación.
En 1830 publica su obra “Catecismo de la
Federación Mexicana” y comienza a incursionar y a asesorar a los grupos de
liberales partidarios del federalismo.
Siendo diputado por el Estado de México
participa en la redacción de la primera Constitución de esa entidad. En 1833,
por ausencia de Antonio López de Santa Anna, se convierte en aliado y consejero
de Valentín Gómez Farías, quien ocupó la presidencia de la República. Participa
en la redacción y promulgación de numerosas leyes de amplio contenido social,
destacándose entre otras las de restricción a los privilegios de la Iglesia y
secularización de la enseñanza.
Su obra escrita y sus importantes
apreciaciones e interpretaciones sobre el desarrollo de nuestra historia
inspiraron a la praxis inmediata durante la administración de Valentín Gómez
Farías, que impulsó una serie de reformas y leyes donde la pluma y el consejo
de Mora eran evidentes, sobretodo en las reformas a la educación y en la
limitación a los fueros del clero y el ejército.
Como asesor en la creación de la
Dirección General de Instrucción Pública fundó la Biblioteca Nacional de México
y adoptó proyectos como el de desaparecer la Universidad Pontificia y reforzar
los colegios de San Ildefonso y el de Minería, así como la Escuela Nacional de
Medicina.
Durante el gobierno de Valentín Gómez
Farías, el proyecto de Reforma que Mora anhelaba, era en lo fundamental, crear
una sociedad laica y liberal, que garantizara la “Libertad de opiniones, y
supresión de las leyes represivas a la prensa; aboliera los privilegios del
clero y de la milicia, suprimiese de las instituciones monásticas, y de todas
las leyes que atribuyen al clero el conocimiento de negocios civiles, como el
contrato de matrimonio, etcétera”. Estos serán realidad durante el período de
don Benito Juárez.
Otros aspectos importantes visualizaban
el “Reconocimiento, clasificación y consolidación de la deuda pública,
designación de fondos para pagar su renta y de hipotecas para amortizarla;
medidas para hacer cesar y reparar la bancarrota de la propiedad territorial,
para aumentar el número de propietarios territoriales, fomentar la circulación
de este ramo de la riqueza pública, y facilitar medios de subsistir y adelantar
a las clases indigentes, sin ofender ni tocar en nada el derecho de los
particulares”.
“La mejora del estado moral de las
clases populares, por la destrucción del monopolio del clero en la educación
pública, por la difusión de los medios de enseñanza y aprendizaje, y la
inculcación de los deberes sociales, por la formación de museos conservatorios
de artes y bibliotecas públicas, y por la creación de establecimientos de
enseñanza para la literatura clásica, de las ciencias y la moral”, resultaron
básicas para la reforma educativa durante ese gobierno y después, durante la
República Restaurada y períodos posteriores.
No será casual que el 19 de octubre de
1833 don Valentín Gómez Farías expida un decreto clausurando la Real y
Pontificia Universidad de México y luego repetidamente: Ignacio Comonfort en 1857,
Benito Juárez en 1861 y Maximiliano (la última vez) el 30 de noviembre de 1865.
Poco dura dicha fase, pues al retorno de
Santa Anna, se dan nuevas contradicciones políticas y don José María Luís Mora
se exilia en París, donde pasa penurias y escribe varios de sus libros.
Mora en París publicó sus obras “México
y sus revoluciones” (1836) y “Obras Sueltas” (1837), que se convirtieron en
libros fundamentales para el estudio de la situación que imperaba en México y
que ejercieron influencia en toda una pléyade de jóvenes liberales miembros del
partido que abogaba por el establecimiento del sistema federal de gobierno.
En 1847, año en que Valentín Gómez
Farías vuelve a la presidencia en plena Intervención Norteamericana, y ante la
ausencia de Santa Anna que marcha al frente de batalla, al asumir de nueva
cuenta la presidencia nombra a Mora Ministro Plenipotenciario ante Inglaterra
para que tratara de interesar a los ingleses en la causa de México y
contraatacar de alguna manera a los estadounidenses.
Durante este periodo son famosas sus
cartas dirigidas al gobierno de México, al propio Santa Anna, en que reflexiona
sobre los acontecimientos, manteniéndose al tanto de lo que sucedía en el país
y haciendo sus agudos y visionarios comentarios en torno a los problemas
estructurales de la sociedad mexicana.
Mora destacado pensador, orador y
escritor así como ideólogo de la primera Reforma, sin embargo no pudo ver
plasmadas sus reformas en la Constitución de 1857, pues fallece en París el 14
de julio de 1850.
En 1963 se trajeron sus restos a la
Ciudad de México y fueron sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres del
Panteón Civil de Dolores (antiguamente Rotonda de los Hombres Ilustres; el
nombre se modificó por decreto del 26 de febrero del 2003, durante el gobierno
de Vicente Fox Quesada).
José María Luis Mora fue un destacado
intelectual y político mexicano del Siglo XIX, considerado como uno de los
grandes exponentes del liberalismo en México.
VI
LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA DE 1847
La Constitución de 1836 y Texas
Después de llegar al poder en 1833 con
apoyo de los federalistas (llamados también Liberales), don Antonio López de
Santa Anna rompe con estos, estableciendo una alianza más estrecha con los
centralistas o conservadores. El 23 de octubre de 1835 es suplantada la
Constitución de 1824 por el Proyecto para las Bases para la Nueva Constitución,
el 27 del mismo mes se firma el decreto para las Bases y Leyes Constitucionales
de la República Mexicana y, al año siguiente, el 29 de diciembre de 1836 ve la
luz la Constitución conocida también como “Las Siete Leyes”.
La Primera Ley expresaba los derechos y
obligaciones de los mexicanos y habitantes de la república; la Segunda Ley
presenta la organización del Supremo Poder Conservador; la Tercera Ley se refiere
a cómo debe constituirse el Poder Legislativo y la manera de legislar; la
Cuarta Ley habla sobre la organización del Supremo Poder Ejecutivo; la Quinta
Ley dispone lo concerniente al Poder Judicial; la Sexta Ley caracteriza la
división política de la república (en departamentos, estos en distritos y los
distritos en partidos), y a sus gobiernos. Por último la Séptima Ley previene
sobre las modificaciones de ese cuerpo de leyes, aclara que “corresponde al
Congreso General resolver sobre dudas y a todo funcionario público prestarle
juramento”.
Esta Constitución, aún antes de
promulgarse había sido el pretexto para la sublevación de Texas, como igual lo
sería para Yucatán. La independencia de Texas está enmarcada como parte de la
estrategia de expansión territorial norteamericana conocida como “El destino
manifiesto”.
En 1821 Moisés Austín solicitó al
gobierno colonial permiso para colonizar en el territorio texano y este permiso
será logrado por su hijo Esteban en 1822, siendo ya México un país independiente.
El gobierno mexicano alarmado por la intensa colonización intentó frenar la
migración de norteamericanos a Texas prohibiendo la entrada de estos a México
“pues no pensaban someterse a las leyes mexicanas”.
Al suprimir Santa Anna la Constitución
de 1824 para implantar el centralismo en las entidades federativas, los texanos
iniciaron su movimiento de independencia “en tanto no estuviera vigente la
Constitución Federal de 1824”. Ante esa situación Santa Anna se dirigió a Texas
al mando de un ejército de seis mil hombres, pero el 21 de abril de 1836 fue
derrotado por los colonos en la batalla del Río de San Jacinto.
El 2 de mayo de 1836 se declaró la
independencia definitiva de Texas y se eligió como presidente a David Burnett y
Lorenzo de Zavala como vicepresidente. En 1837 los EEUU reconocen oficialmente
a Texas como Estado independiente y ante el temor de los crecientes intereses
franceses y británicos en territorio texano apoyan a los colonos anexionistas,
en tanto el Congreso aprobará el primero de marzo de 1845 la anexión de Texas a
la Unión Americana.
Debido a que en 1843 el gobierno
mexicano había señalado que “consideraría la anexión de Texas como una
declaración de guerra de los EEUU a México”, la anexión de esa y el envío
posterior de tropas norteamericanas a territorio texano fue considerada como
una provocación del gobierno del vecino país. La guerra entre los EEUU y México
(1846-1848) será una larga cadena de derrotas mexicanas. El 22 de febrero de
1847 tras la derrota de la batalla de La Angostura, las fuerzas de EEUU que
ocupaba una amplia extensión del noroeste, decretó la anexión de los
territorios de California y Nuevo México, como botín de guerra.
Ocupación y Desembarco
En marzo de ese mismo año los
norteamericanos hicieron un importante desembarco de tropas al mando del
general Scott en Veracruz. Tanto la guarnición como los habitantes de esa
ciudad ofrecieron una heroica resistencia, pero los obuses de sus viejos
cañones y las balas de sus no menos anticuados rifles, terminaron siendo
vencidos por un enemigo que poseía una artillería de superior alcances.
Después de ocupar Veracruz y de
ocasionar a Santa Anna en el mes de abril en Cerro Gordo (Veracruz), el general
Scott ordena a sus tropas dirigirse a la capital del país.
En la ciudad de México se desarrollaron
otras batallas importantes como las de Piederma, el Convento de Churubusco,
Molino del Rey y Chapultepec. La defensa del Castillo de Chapultepec por parte
de los Cadetes del Colegio Militar, es otro de los grandes episodios heroicos
de nuestro pueblo que luchaba desesperadamente contra un enemigo superior. Las
batallas se prolongaron calle por calle resistiendo heroicamente al agresor que
pretendía tomar la sede del gobierno nacional.
Ocupada la capital los patriotas mexicanos
siguieron luchando por medio de guerra de guerrillas y el gobierno, que había
dejado la ciudad de México para no rendirse ante el invasor, luego de sortear
algunas dificultades propias de una guerra, decreta el 12 de octubre de 1847
que “la ciudad de Querétaro se erige en capital de la república a causa de la
invasión norteamericana a nuestro país”.
Una vez que el ejército norteamericano
ocupó todo el norte de México y la capital (histórica) de la República y que
había derrotado al grueso del ejército regular mexicano, impusieron a México un
tratado de paz brutalmente injusto donde se perdía cerca de 2.3 millones de
kilómetros cuadrados de su territorio que conformaban Texas, Nuevo México,
Arizona, Nevada y parte de los Estados de Colorado y Woyming.
Finalmente, era evidente que los EEUU,
después de tales anexiones, pusieron sus ojos en las Honduras Británicas
(correspondiente al territorio que hoy ocupa Belice que ponía en riesgo la
soberanía de una parte de la Península de Yucatán que incluía una porción del
territorio del hoy Estado de Quintana Roo); esta disputa concluye en 1850 con
el Tratado Clayton-Bulwer y en 1856 con el Tratado Dallas-Claredon, mediante el
cual “los EEUU reconocía el establecimiento Británico, pues Belice no estaba
comprendido dentro de Centroamérica”.
VII
LA REVOLUCIÓN DE AYUTLA
El 1 de marzo de 1854, en Ayutla,
Guerrero, el coronel Florencio Villarreal proclamó un plan que llamaba a las
armas contra el gobierno dictatorial del general Antonio López de Santa Anna y
declaraba que, al triunfo de la revolución, el presidente de la República que
sustituyera a Santa Anna debería convocar a un Congreso nacional, encargado de
redactar y poner en vigor una nueva Constitución.
Diez días después de la promulgación del
Plan de Ayutla se puso a la cabeza de las fuerzas rebeldes, en Acapulco, don
Ignacio Comonfort. Y bajo su mando el movimiento se fue extendiendo por
diversas regiones del país, hasta que en agosto de 1855 Santa Anna abandonó la
ciudad de México.
Al triunfo de la revuelta, el general
Juan Álvarez fue elegido presidente provisional de México, tal como lo
establecía el Plan de Ayutla. Su gobierno dio inicio al proceso que culminaría
con la organización del Congreso Constituyente de 1856, y con la posterior
promulgación de la Constitución Política de 1857. Por lo mismo, puede decirse
que el Plan de Ayutla dio origen al establecimiento de las instituciones
liberales en México.
Desde el principio de su vida como
nación independiente, hubo en México un continuo conflicto entre liberales y
conservadores. De un lado, los herederos ideológicos de los insurgentes, cuya
propuesta era el desmantelamiento de las estructuras coloniales; y del otro,
los terratenientes, la aristocracia, los mandos militares y el alto clero,
empeñados en mantener sus privilegios.
El Congreso Constituyente después de
largas deliberaciones, el 5 de febrero de 1857, bajo la presidencia de don
Valentín Gómez Farías, el Congreso aprobó la nueva Constitución que organizó al
país en forma de “República, representativa, democrática, federal”, compuesta
de 23 “estados libres y soberanos” en su régimen interior, pero unidos en una
federación. Se consolidaba así la independencia de México.
Juan Alvarez Benítez nació en Santa
María de la Concepción Atoyac, Guerrero, en 1790; murió en la hacienda de La
Providencia, Guerrero, en 1867.
Apoyó el Plan de Iguala y al proclamarse
la Independencia dio el asalto final contra la plaza de Acapulco, que capituló
el 15 de octubre de 1821. Más que las armas, empleó la persuasión y la promesa de
resolver la causa de la protesta. Esta conducta, junto a otras declaraciones y
actitudes en favor de los campesinos y los indios hacen aparecer al general
Álvarez como un liberal avanzado, precursor de las ideas de la Revolución
Mexicana. En 1847 acudió a defender la capital contra los norteamericanos; al
ser creado el estado de Guerrero, en 1840, fue nombrado gobernador
institucional hasta 1853. Al año siguiente, por conducto de Villarreal,
proclamó el Plan de Ayutla y se puso al frente del ejército restaurador de la
libertad.
Triunfante la revolución, Alvarez fue
designado presidente provisional el 4 de octubre de 1855. Renunció en diciembre
del mismo año, por haber entrado en conflicto con los liberales moderados, en
particular con Manuel Doblado e Ignacio Comonfort. En ese corto tiempo se
convocó al Congreso que había de emitir la Constitución de 1857, y promulgó la
Ley Juárez, que suprimió los tribunales especiales y modificó el sistema de
fueros. Durante la Guerra de Tres Años dirigió en su estado la lucha
constitucionalista, librando batallas en las que hubo triunfos y derrotas, pero
que le valieron ser declarado Benemérito de la Patria, por el Congreso General,
en 1861.
Poco antes de morir, el veterano soldado
de la Independencia y la Reforma pudo ver restaurada la República y libre de
invasores el país.
Ignacio Comonfort nació en la ciudad de
Puebla en 1812, murió cerca de Chamacuero, Guanajuato, en 1863.
En 1832 se sumó al movimiento que
encabezó Santa Anna contra el presidente Anastasio Bustamante. Al término de
esa campaña, fue nombrado comandante militar de Izúcar de Matamoros, donde
estuvo hasta 1834.
Proclamado el Plan de Ayutla el 1o. De
marzo de 1854, fue secundado por la guarnición de Acapulco, al mando de
Comonfort, quien viajó a San Francisco y a Nueva York, Estados Unidos, con el
fin de allegarse recursos. Álvarez renunció a la presidencia y quedó Comonfort
como presidente sustituto (11 de diciembre de 1855 al 30 de noviembre de 1857).
El 5 de febrero de 1857 se promulgó la nueva
Constitución, meses más tarde se eligió presidente de la República a Comonfort
(1o. De diciembre de 1857). La nueva carta no serenó los ánimos, suscitándose
levantamientos armados, y el Ejecutivo tuvo que pedir al Congreso la suspensión
de garantías. El 17 de diciembre el general Félix Zuloaga proclamó el Plan de
Tacubaya, por el cual cesaba de regir la Constitución; Comonfort lo aceptó
públicamente y, habiendo perdido todo prestigio, abandonó la capital. Se
trasladó a Veracruz y de ahí a Estados Unidos.
El 8 de noviembre pasó Comonfort de San
Luis Potosí a Querétaro, y el 13, camino de Celaya con una escolta de 100
hombres, cayó en una emboscada que le tendió el cabecilla Sebastián Aguirre,
quien después de herirlo le dio una lanzada que le atravesó el corazón. Al día
siguiente su cadáver fue trasladado a Chamacuero.
VIII
LA CONSTITUCIÓN DE 1857, EL GOLPE DE
ESTADO, JUÁREZ Y ZULUAGA
El Plan de Ayutla señalaba la
destitución de Antonio López de Santa Anna y la designación de un presidente
interino que convocaría a un Congreso Extraordinario, el cual tendría el
carácter de Constituyente, para organizar al país de acuerdo a las necesidades
y características de la Nación.
Al triunfo de la Revolución de Ayutla en
1855, fue nombrado presidente provisional el general Juan Alvarez el 4 de
octubre de 1855. Renunció en diciembre del mismo año, por haber entrado en
conflicto con los liberales moderados. En ese corto tiempo convocó al Congreso
que había de emitir la Constitución de 1857. Ignacio Comonfort fue designado
como presidente sustituto el 11 de diciembre de 1855. A don Benito Juárez se le
nombró ministro de Gobernación y posteriormente fue elegido presidente de la
Suprema Corte de Justicia.
Al año siguiente Ignacio Comonfort
emitió el decreto conocido como Estatuto Orgánico Provisional que “regiría en
tanto el Congreso Constituyente de 1856-57, elaboraría una nueva Constitución”,
la cual se aprobó el 5 de febrero de 1857.
La Constitución de 1857 restablece la
forma de gobierno federal, representativo y democrático con tres poderes:
legislativo, ejecutivo y judicial, sin embargo al igual que la Constitución de
1824 estos carecieron de equilibrio. Los estados de la federación adoptaban la
forma de gobierno republicana, representativa y popular, con sus poderes
representativos, pero sujetos en lo general al pacto federal. Quedaron
incluidos otros principios como la igualdad ante la ley, el derecho a la
propiedad y otras libertades típicas del liberalismo, sujetas a una concepción
moderada.
Al promulgarse la Constitución el 5 de
febrero de 1857, meses más tarde se eligió como Presidente de la República a
Comonfort.
Durante el gobierno del presidente
Ignacio Comonfort, Félix Zuloaga, encabezó al grupo de conservadores y del
clero que al ver afectados sus intereses lanzan el Plan de Tacubaya donde se
desconocía la Constitución de 1857, Comonfort quien estaba a cargo de la
Presidencia decide unirse a los conservadores, encarcelando a Juárez. Una junta
militar conservadora proclama a Zuloaga presidente.
Comonfort que había desconocido la Carta
Magna, luego del golpe de Zuloaga, liberó a Juárez y otros liberales, renunció
a la presidencia y huyó a Estados Unidos. De inmediato don Benito Juárez, como
titular de la Suprema Corte de Justicia, asume la presidencia según lo
dispuesto por la Constitución de 1857, que establecía:
“Artículo 79.- En las faltas temporales
del presidente de la República, y en la absoluta, mientras se presenta el
nuevamente electo, entrará a ejercer el poder el presidente de la Suprema Corte
de Justicia”.
“Artículo 92.- Cada uno de los
individuos (sic) de la Suprema Corte de Justicia durará en su encargo seis
años, y su elección será indirecta en primer grado, en los términos que
disponga la ley electoral”.
“Artículo 95.- El cargo de individuo
(sic) de la Suprema Corte de Justicia sólo es renunciable por causa grave,
calificada por el Congreso, ante quien se presentará la renuncia. En los
recesos de éste la calificación se hará por la diputación permanente”.
Don Benito Juárez, después de asumir la
presidencia sale de la capital y, el 19 de enero de 1858, declaraba por medio
de un manifiesto que el gobierno legal quedaba reconstituido. Se iniciaba así
la Guerra de Reforma o de Tres Años (1858-1860).
Félix Zuloaga, nació el 31 de marzo de
1813, en el mineral de Alamos, Sonora. Militó inicialmente en el Partido
Liberal, y luego pasó al Conservador. El 17 de diciembre de 1857, Zuloaga, en
compañía de otros militares, se pronunció contra la Constitución, dos días
después el Presidente Ignacio Comonfort publicó un manifiesto, adhiriéndose a
los rebeldes. Se consuma así el famoso golpe de estado contra la Constitución
de 1857.
Los liberales se opusieron a la asonada
y fueron de inmediato encarcelados, entre ellos el licenciado Benito Juárez.
Los rebeldes de Tacubaya no quedaron conformes con la Presidencia de Comonfort
y el 11 de enero de 1858, al mando de Zuloaga, vuelven a pronunciarse. Durante
10 días, Comonfort defendió la Presidencia. En ese lapso, pone en libertad a
Juárez y a los liberales que habían quedado presos para después abandonar el
poder. Zuloaga lo ocupó el 23 de enero de 1858, Juárez abandonó la ciudad de
México para establecer iniciando su gobierno itinerante.
Félix Zuloaga permaneció en el poder,
apoyado por los conservadores, del 23 de enero al 24 de diciembre de 1858, en
que, mediante el Plan de Navidad, fue sustituido por el general conservador
Manuel Robles Pezuela, que estuvo en el poder un mes, ya que Miguel Miramón
repuso a Zuloaga, quien asumió por segunda vez la Presidencia del 24 de enero
al 2 de febrero de 1859, fecha en que entregó el poder a Miramón, para
retirarse a la vida privada. Sin embargo, el 9 de mayo de 1860 se publicó un
decreto para que Zuloaga reasumiera la Presidencia.
Al día siguiente Miramón lo llevó
prisionero a las campañas del interior del país. El 3 de agosto de ese año se
escapó en León, Guanajuato, y marchó a la ciudad de México. El Consejo de
Gobierno no lo reconoció ya como Presidente, pero auxiliado por varios
militares conservadores, asumió la Presidencia, aunque sólo de facto, ya que
anduvo en campaña, del 13 de agosto al 28 de diciembre de 1862, en que
concluyeron los gobiernos de la República, para que los conservadores
prepararan el Segundo Imperio que funcionaría desde 1863. El general Félix
Zuloaga murió en la ciudad de México el 13 de febrero de 1898.
IX
LA GUERRA DE REFORMA
En diciembre de 1857, Félix Zuloaga
proclamó el Plan de Tacubaya en el que se desconocía la Constitución de 1857;
Comonfort quien estaba a cargo de la Presidencia decide unirse a los
conservadores, encarcelando a Juárez. Una junta militar conservadora proclama a
Zuloaga presidente. Comonfort que había desconocido la Carta Magna, luego del
golpe de Zuloaga, liberó a Juárez y otros liberales, renunció a la presidencia
y huyó a Estados Unidos.
Don Benito Juárez, después de asumir la
presidencia sale de la capital y, el 19 de enero de 1858, declaraba por medio
de un manifiesto que el gobierno legal quedaba reconstituido. Se iniciaba así
la Guerra de Reforma o de Tres Años (1858-1860).
Los estados de la República se
dividieron en aquellos que apoyaban a los golpistas y los que defendían el
orden constitucional. En consecuencia se dan dos gobiernos paralelos. Uno
encabezado por Benito Juárez que defendería el orden constitucional y el otro
presidido por Félix Zuloaga, que desconocía la Carta Magna de 1857.
Las entidades del país tomarían una
posición y defenderían a uno de estos dos gobiernos. El ejército y el gobierno
liberal irían sufriendo severas derrotas que lo llevaron a convertir su mandato
en itinerante. Con todo y las penalidades a que se vieron sujetos continuaron
dictando una serie de disposiciones legislativas que simbolizaron una postura
aún más radical que la manejada en el congreso constituyente de 1857. La
legislación dictada en Veracruz contempló diversos aspectos de la vida nacional
y de sus habitantes.
Las leyes decretadas en ese estado,
conocidas como Leyes de Reforma, establecieron al fin la separación de la
Iglesia y del Estado. El 12 de julio de 1859 se promulgó la Ley de
nacionalización de los bienes eclesiásticos; el 23, la Ley del matrimonio
civil; el 28 la Ley orgánica del Registro Civil y la Ley sobre el estado civil
de las personas; el 31, el decreto que declaraba que cesaba toda intervención
del clero en cementerios y camposantos. El 11 de agosto se reglamentaron los
días festivos y se prohibió la asistencia oficial a las funciones de la
Iglesia. Un año más tarde, el 4 de diciembre de 1860, se expidió la Ley sobre
libertad de cultos. Este conjunto de leyes fueron el inicio de una nueva era en
la política, la economía y la cultura.
Un hecho daría un giro radical a los
acontecimientos: en 1859, el gobierno de Washington reconoció al de Juárez, y
con ello, el jefe conservador Miguel Miramón promovió, sin éxito, una
conciliación entre ambos bandos.
Después de tres años de guerra civil,
las fuerzas liberales encabezadas por el general Manuel González Ortega,
enfrentaron la que sería la última batalla contra las fuerzas conservadoras
dirigidas por Miramón en diciembre de 1860. Los liberales vencieron en la
batalla de Calpulalpan en el valle de México, y finalmente en enero de 1861,
Juárez hizo su entrada triunfal a la capital de la República.
Poco tiempo antes de que esto sucediera,
pero convencido ya de la victoria de las fuerzas constitucionalistas sobre las
reaccionarias, Juárez expidió el 6 de noviembre de 1860, una convocatoria para
las elecciones de diputados al Congreso de la Unión y para Presidente
constitucional de la República en un plazo de dos meses. El presidente había
venido gobernando con facultades extraordinarias, por lo cual le era apremiante
restablecer la legalidad del gobierno a través del Congreso. Para este momento,
el poder legislativo había inclinado el peso de la balanza a su favor
constituyéndose sin duda en la fuerza política más importante del momento, por
encima incluso del Ejecutivo. Este, por su parte, necesitaba triunfar en las
elecciones para poder gobernar dentro del orden constitucional.
Tras una votación muy cerrada, el
gobierno juarista apenas pudo triunfar con unos votos de diferencia. El
Congreso declaró presidente constitucional a Benito Juárez y a González Ortega
presidente de la Suprema Corte de Justicia, cargo que llevaba implícito ser el
sustituto legal del presidente.
Una vez que se restableció el orden
constitucional a nivel nacional, se buscó la manera de sostener las leyes
dictadas en Veracruz y se expidieron algunas nuevas, como el decreto por el que
quedaron secularizados los hospitales y los establecimientos de beneficencia,
emitido en diciembre de 1861.
Estas medidas se consideraron como
nuevos ataques a los intereses conservadores que provocaron levantamientos por
parte del ejército reaccionario. A pesar de haber sido derrotado por los
liberales, Zuloaga hizo un nuevo pronunciamiento declarándose presidente de la
República.
La inquietud política se volvió a
desatar y produjo fuertes enfrentamientos partidistas, incluso contra el
presidente Juárez, que se esforzaba por mantenerse dentro del orden
constitucional.
Sin embargo, los asesinatos de Melchor
Ocampo y de Santos Degollado, en 1861 llevados a cabo por las guerrillas
conservadoras, contribuyeron a que la situación política, económica y social se
tornara crítica. El gobierno juarista decidió suspender pagos, buscar la forma
de allegarse recursos por cualquier medio y mantener la suspensión de
garantías.
Estas medidas resultarían insuficientes
para resolver los problemas financieros existentes y lograr la pacificación del
país. Con el fin de conseguir más recursos para frenar la guerra y arreglar la
Hacienda Pública, el Ejecutivo tuvo que tomar medidas drásticas.
La presentación ante el Congreso de una
iniciativa de ley para suspender los pagos de deudas y obligaciones extranjeras
durante dos años, fue el corolario a la angustiosa situación. Discutida en el
seno de la Asamblea Legislativa, la iniciativa fue aprobada y se publicó en
julio de 1861.
La respuesta de las potencias afectadas
fue inmediata y aunque la disposición se derogó en noviembre de ese mismo año,
fue demasiado tarde pues la actitud asumida por los gobiernos extranjeros
presagiaba el inicio de la Segunda Intervención Francesa en México.
X
LA SEGUNDA INTERVENCIÓN FRANCESA
El establecimiento del Segundo Imperio
Mexicano, sostenido por las tropas francesas, belgas y austriacas que ocuparon
el país entre 1862 y 1867.
Disputas habían iniciado
intranquilidades entre México y varios países europeos, por la suspensión de la
deuda por el gobierno de Benito Juárez.
Las complicaciones económicas causadas
por la Revolución de Ayutla y la Guerra de Reforma y, a pesar de las medidas
tomadas por el gobierno para reducir los costos de la guerra, forzaron al
gobierno a suspender la liquidación de las deudas externas por un periodo de
dos años.
España, Reino Unido y Francia formaron
una alianza tripartita el 31 de octubre de 1861, con el propósito de protestar
conjuntamente contra las políticas económicas mexicanas. Exigiendo el pago de
la deuda, aunque, aparentemente, sin la intención de intervenir en los
conflictos domésticos de México.
Para presionar al gobierno mexicano
enviaron una expedición armada que arribó a Veracruz en Enero de 1862. La
intervención tenía el objetivo de cobrar deudas acumuladas desde tiempo atrás.
Sin embargo, el gobierno juarista se vio obligado a dar una respuesta.
Reconoció la situación ruinosa del erario y, al mismo tiempo, advirtió los
esfuerzos que mantendría para enfrentar dignamente los reclamos.
El Ministro Mexicano de Relaciones
Exteriores en aquel tiempo Manuel Doblado notificó al General español Juan
Prim, a cargo del movimiento tripartita, de las complicaciones económicas del
país y logró persuadirlo de que la suspensión de las deudas era algo
transitorio. El gobierno mexicano logró llegar a un acuerdo con el
representante español y suscribir el texto conocido como “Los Preliminares de
La Soledad”, los cuales tenían como fundamento, el respeto a la soberanía
territorial, el reconocimiento de las naciones acreedoras al Estado Mexicano,
la entrada al terreno de las negociaciones para llegar a acuerdos en común, que
beneficiaría tanto a la República Mexicana, como a los intereses de las
potencias invasoras, y por último, se permitiría que los soldados de los tres
países se establecieran en las ciudades mexicanas de Orizaba, Córdoba y
Tehuacán durante las negociaciones.
Dicho documento fue avalado por los
británicos pero no así por los franceses, quienes, con este hecho, demostraron
sus intereses intervencionistas.
El 19 de febrero de 1862 se firman “Los
Preliminares de La Soledad”; España y Gran Bretaña aceptan la explicación y
zarparon de Veracruz una vez concluidas las conferencias diplomáticas de La
Soledad. Sin embargo, el 9 de abril de 1862 Francia desconoce lo pactado y se
niega a retirarse. Dubois de Saligny, representante francés, declara rotas las
negociaciones y la alianza con Inglaterra y España. El ejército francés inicia
su expedición intervencionista bajo el mando de Napoleón III, pues tenía
intenciones de instaurar una monarquía títere en México desde la que planeaba
apoyar a los confederados en la Guerra Civil Estadounidense y disminuir
drásticamente el poder de Estados Unidos en la región.
El 5 de mayo de 1862 Puebla fue atacada
por el ejército francés formado por 6,000 hombres, a las órdenes de Charles
Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, quien confiado en su superioridad
militar, su organización y su “elevación de sentimientos”, fue derrotado por el
Ejército de Oriente, primeramente al mando del General José López Uraga y
posteriormente del general Ignacio Zaragoza, hasta entonces Ministro de Guerra
y Marina, quien se parapetó en los fuertes de Loreto y Guadalupe, y se batió
con heroísmo, aunque con tropas nacionales mal armadas, pero con gran determinación.
La batalla tuvo una duración de cuatro
horas y al terminar se emitió un comunicado que decía: “Las armas nacionales se
han cubierto de gloria. Las tropas francesas se portaron con valor y su jefe
con torpeza”.
El día 6, ya con los refuerzos de Guanajuato
en los fortines, el general Zaragoza esperaba un nuevo ataque de Lorencez, pero
éste, el 8, se retiró hasta San Agustín del Palmar.
En esta batalla también participó el
general Porfirio Díaz con la División de Oaxaca, auxiliado por los Escuadrones
de Lanceros de Toluca y Oaxaca. En la contienda destacaron también los indios
de Zacapoaxtla diestros en el uso de los machetes.
El 5 de septiembre del mismo año, el
general Ignacio Zaragoza contrajo fiebre tifoidea, falleciendo el 8 de
septiembre de 1862. Dejando vacío el liderazgo de las fuerzas armadas de
México, hasta que el general Jesús González Ortega asumió el mando del glorioso
Ejército de Oriente.
Pero el 22 de septiembre de 1862
Napoleón III envía a México nuevamente una fuerza mayor, desembarcando en
Veracruz, al mando de Fréderic Ellie Forey y el armamento se enriquece con la
llegada de fusiles de reciente modelo y más de medio centenar de cañones.
Los franceses se reorganizan, y en marzo
de 1863, después de haber tomado plazas menores y subordinado a los
conservadores mexicanos por completo, el mariscal Forey sitia Puebla durante 62
días. Al cabo de ese tiempo y por falta de municiones y víveres, el general
Jesús González Ortega, defensor de la plaza, la entrega en una acción que se
consideraba ejemplar en los anales militares, destruye el armamento que aún les
quedaba. Los jefes militares hechos prisionero son enviados a Francia; en el
camino a Veracruz algunos de ellos logran evadirse, como Jesús González y
Porfirio Díaz.
El 31 de mayo de 1863, ante la
inminencia de la llegada de las tropas francesas, Juárez y su gabinete
abandonaron la capital. Ese mismo día el Congreso le dio al presidente un nuevo
voto de confianza, cerró sus sesiones y se disolvió. Sin embargo, varios
diputados, entre ellos el presidente en turno de la Cámara, Sebastián Lerdo de
Tejada, decidieron acompañar al presidente en su peregrinación hacia el norte.
Fue perseguido por los franceses, y finalmente se estableció en Paso del Norte.
Y el 25 de junio de 1863 se instala en la
ciudad de México la regencia como gobierno provisional, y para el 10 de julio
la Asamblea de Notables había nombrado como emperador de México a Maximiliano
de Habsburgo.
El 12 de junio de 1864 Maximiliano y
Carlota llegan a la ciudad de México y los invasores ocupan los principales
puntos del país.
Y el 3 de octubre de 1865 Maximiliano
emite un decreto por el cual se condena a juicio militar a quien apoye o forme
parte de la guerrilla.
En Enero de 1866 Ante la inminencia de
la guerra franco-prusiana, Napoleón III ordena se retire de México,
paulatinamente, el ejército francés.
El 8 de febrero de 1866 con la batalla
de Santa Isabel, en Parras, Coahuila, inicia el avance definitivo del ejército
republicano.
El 15 de mayo de 1867 el general Mariano
Escobedo, jefe del Ejército del Norte, triunfa en el sitio de Querétaro. Son
tomados prisioneros Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía. Se
les somete a juicio sumario y son fusilados cuatro días después en el Cerro de
las Campanas.
El 15 de julio de 1867 Juárez, en
calidad de presidente de la República, entra triunfante a la ciudad de México y
restablece los poderes federales.
Autores: Casa de la cultura de Cancún, con
la coordinación de Raúl Espinosa Gamboa y con la colaboración de Edith Marlene
Orta Carrizales y la Fundación “José Lima Zuno”. Cancún. Quintana Roo. México.
casadelaculturadecancun@yahoo.com.mx