DECLARACIÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL LATINOAMERICANA

Estados Unidos: una agresión creciente contra América Latina

 

Existe un nuevo equilibrio político en América Latina que genera malestar y preocupación en la Casa Blanca. Se habla incluso de un nuevo “eje del mal”, constituido por Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Para agredir a los gobiernos de esos países, Estados Unidos recurre a la propaganda política, étnica y religiosa, así como a la presión económica, mediante inserciones disimuladas en los medios de comunicación, que aparentan ser noticias, reportajes, crónicas e, incluso, artículos de opinión y editoriales.

Dispone para ello de millones de dólares y de las armas de la guerra sicológica desarrolladas por expertos de la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado. Paga a periodistas, compra medios de comunicación o grandes espacios en periódicos, revistas, radiodifusoras, canales de televisión; utiliza técnica y científicamente, con profusión, el ciberespacio y las nuevas tecnologías de comunicación.

En la “lista negra” que le provoca insomnio a Washington figuran los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Bolivia, Evo Morales; de Ecuador, Rafael Correa; la presidenta de Argentina, Cristina Fernández; el presidente de Uruguay Tabaré Vásquez; el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y seguramente la presidenta electa, Dilma Roussef. Por supuesto, Cuba ocupa un lugar prioritario, con Fidel Castro como líder de la Revolución y Raúl Castro como presidente.

Ante esta nueva realidad, Estados Unidos no se ha cruzado de brazos. Los expertos de la CIA y otras agencias de inteligencia, el Pentágono y el Departamento de Estado, han planificado y ejecutan una serie de acciones públicas y clandestinas tendentes a neutralizar a los gobiernos que considera peligrosos y enemigos de los intereses estadunidenses.

Washington trata de neutralizar los planes integracionistas, los procesos de unidad, los acuerdos económicos, comerciales y políticos entre los pueblos y gobiernos de América Latina. Para ello, ha ordenado a sus principales agencias militares, civiles y encubiertas, como la CIA, la DIA (agencia de inteligencia del Pentágono), la Agencia de Seguridad Nacional, la USAID, el NED, el diseño de un vasto programa de desestabilización que acabe con los gobiernos con visiones nacionalistas, latinoamericanistas, con énfasis social y una orientación general de izquierda.

Esos planes incluyen proyectos de golpes de Estado, financiamiento a la oposición, intensificación de la dominación económica y política, actividades encubiertas, mediáticas y de otra índole, sin excluir ninguna de las opciones militares y de asesinatos políticos, como ocurrió repetidamente con Fidel Castro y posteriormente con Hugo Chávez y hasta Evo Morales.

La CIA y otras agencias estadunidenses cuentan con expertos profesionales en propaganda negra y en guerra sicológica. Dedican grandes esfuerzos para predisponer a la opinión pública latinoamericana e internacional contra de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Brasil. Sistemáticamente, los medios de comunicación estadunidenses mienten, engañan, tergiversan realidades y hechos económicos, sociales, políticos y culturales para difamar a las naciones latinoamericanas.

La Casa Blanca y el Departamento de Estado por medio de la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional, la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), el Fondo para el Desarrollo de la Democracia (NED), las agencias de cooperación e incluso algunas de organizaciones no gubernamentales (ONG) y religiosas, distribuyen millones de dólares entre la oposición política de los gobiernos independientes, para causar problemas, intentos de golpes de Estado y programas desestabilizadores como ocurrió en Venezuela, Bolivia y últimamente en Ecuador; golpes de Estado, como en Honduras; o escándalos de corrupción como el desatado en torno al Partido de los Trabajadores de Brasil, el de Lula.

En un documentado artículo publicado en el portal del North American Congress on Latin America (NACLA)1, Dawn Paley señala que una nueva serie de proyectos de promoción de la democracia con financiamiento estadunidense, podrían representar un refuerzo fundamental para el proyecto político de quienes impulsaron el golpe de estado en ese país contra el presidente Manuel Zelaya. La USAID ha estado presente en Honduras desde la década de 1960 y su derrama de millones de dólares ha favorecido a los empresarios y a grupos proestadunidenses.

En Bolivia, una investigación2 de Jeremy Bigwood y Eva Golinger, reveló que la USAID ha destinado casi 100 millones de dólares desde 2002, para promover proyectos de “descetralización” y “autonomía regional” –vinculados con los grupos secesionistas, principalmente de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija—y los partidos políticos afines a los intereses de Washington. Adicionalmente, ha invertido unos 85 millones de dólares anualmente para programas relacionados con seguridad, democracia, crecimiento económico y desarrollo humano, cuyos beneficiarios son asimismo sectores vinculados con una Oficina para las Iniciativas de Transición (OIT), promotora de políticas alternativas u opositoras al gobierno de Evo Morales.

En Venezuela, la Oficina para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, del Departamento de Estado estadunidense, canalizó, entre 2007 y 2009, por lo menos 700 mil dólares destinados a becas y programas de capacitación para periodistas3 opositores al gobierno de Hugo Chávez. Los fondos fueron manejados por la Fundación Panamericana de Desarrollo (PADF, por sus siglas en inglés), un organismo creado como pantalla por el gobierno estadunidense.

El intento de golpe de Estado en Ecuador, a principios de octubre de 2010, estuvo ligado asimismo a esquemas de cooperación entre Estados Unidos y las estructuras militares y policiales ecuatorianas, apoyadas por sectores políticos afines a Washington, que actuaron al margen del gobierno del presidente Rafael Correa. Porque no fueron solamente policías los involucrados, sino también efectivos de la fuerza aérea y figuras públicas opositoras, como el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, comentó el politólogo Atilio Borón, entrevistado por el diario El Telégrafo, de Guayaquil4.

Otra organización estadunidense que se debe investigar, es la denominada Oficina de Iniciativas para la Transición, seguramente a cargo de la CIA y de las mafias de la Fundación Cubano-Americana, con sede en Miami. Tiene un presupuesto de millones de dólares y actúa en muchos países de América Latina.

Desestabilizar, desacreditar, dividir, estrangular económicamente, manipular políticamente a través del engaño y la mentira, es la estrategia permanente de Estados Unidos en la región, orientada asimismo a frenar los procesos de integración, como el Mercosur y la Alba, o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Como parte de su estrategia de división, Washington ha desarrollado un acercamiento económico con Uruguay, ha acelerado los tratados de libre comercio en América Central y ha dividido a la zona andina, al firmar TLC con Perú y Colombia.

Washington exacerba las tensiones en América Latina. La guerra desatada a través de los medios de comunicación se encamina a recuperar el terreno perdido en la región. Dentro de este mismo esquema, en el cual figuran de manera importante las estrategias para manipular procesos electorales y crear inestabilidad social, están incluidas la reactivación de la IV Flota y el incremento de bases militares estadunidenses, que forman parte, además, del proyecto de globalización de la OTAN.

A lo anterior, se suma el envío de siete mil Marines estadunidenses a Costa Rica, un país que carece de fuerzas armadas y se ha visto involucrado en un diferendo territorial con Nicaragua. La presencia militar de Estados Unidos en territorio costarricense, tiene como pretexto el combate al narcotráfico; y los especialistas avizoran la futura aplicación de un Plan Centroamérica, parecido al Plan Colombia o a la Iniciativa Mérida, que se lleva a cabo en México5.

Para ello, la Casa Blanca recurre a las tácticas y estrategias de la Guerra Fría. Descalifica y demerita a los pueblos latinoamericanos, impone condiciones a los gobiernos, crea nuevos paradigmas, como la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado internacional, mientras penaliza la migración, construye un muro gigantesco a lo largo de la frontera con México y siembra de miseria a América Latina en nombre de la libertad.

 

Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI) – México

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz – Argentina

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos – Argentina

 

Enviado por: Luis Gutiérrez Esparza. México, Distrito Federal.

mexluis@hotmail.com

 

Regresar.