1
Llegó papalote y brisa
a las calles más desiertas,
lo negaron en las puertas
y borraron su camisa.
Nadie entendió su sonrisa
de viejo loco, de mago.
Su mirada fue un gran lago
sin dioses y tan profundo
que la soledad del mundo
se le hizo un camino aciago.
2
En la arboleda sin dueños
pintaba en cruz las caobas
y a las brujas sin escobas
iba robando los sueños.
De sus cofres más pequeños
nos dio mapas y jazmines,
historias de cien delfines,
canciones que los gitanos
soñaron en los veranos
verdeantes de los jardines.
3
Con la lluvia de aquel mayo
desapareció desnudo,
en la noche se hizo mudo
y no cantó ningún gallo.
Los niños vimos el rayo
que incendió la lejanía,
fin de la vieja sequía
y origen de la tristeza,
sin magia que en la pobreza
nos bañara de alegría.
Autor: Agustín Labrada Aguilera.
Chetumal, Quintana Roo, México.