¿CUÁNDO MÉXICO PERDIÓ BELICE?

 

* Comentando la opinión del Cronista de Chetumal

 

En el número 53 de Pioneros, que dirige Francisco Verdalles, aparece un interesante escrito firmado por el cronista de Chetumal don Ignacio A. Herrera Muñoz bajo el título “Cuando México Perdió Belice” (por favor advierta que entre el título de don Ignacio y el del que este escribe un “inocente” acento que hace una diferencia entre ambos).

Por razones de espacio, no voy a repetir varias afirmaciones del Cronista, empero debemos empezar cuando afirma: “El gobierno de la república quien había heredado al ser reconocida su independencia los derechos que España tenía sobre Belice, estaba conciente de esta situación y por eso celebró un tratado de límites en 1893 al que se llamó tratado de limites MARISCAL SPENCER”. En efecto, con la firma de esos tratados en 1893 quedarán fijados los límites del territorio nacional en esta región fronteriza.

Quisiéramos hacer algunas precisiones: la Constitución de 1824 señala en “Artículo 2.- Su territorio comprende el que fue del virreinato llamado antes N. E., el que se decía capitanía general de Yucatán, el de las comandancias llamadas antes de provincias internas de Oriente y Occidente, y el de la baja y alta California con los terrenos anexos e islas adyacentes en ambos mares. Por una ley constitucional se hará una demarcación de los límites de la federación, luego que las circunstancias lo permitan”. ¿De donde habrá sacado don Ignacio que “El gobierno de la república quien había heredado al ser reconocida su independencia los derechos que España tenía sobre Belice”?.

La historia de Belice señala que sus primeros pobladores fueron los mayas. Luego de la llamada conquista, la Corona hizo depender ese territorio de la Capitanía de Guatemala; en realidad en Belice nunca existió una colonia española o una ocupación en lo que hoy configura su área. Durante los siglos XVI y XVII algunos colonizadores hispanos -en su mayoría religiosos- realizaron visitas ocasionales, pero no se establecieron en esa zona.

A mediados del siglo XVII comenzaron a llegar los británicos y establecieron asentamientos en el área al que denominaron Bahía de Honduras. El nombre de Belice deriva del apellido del bucanero Peter Wallace, lugarteniente de Sir Walter Raleigh. El nombre fue una distorsión de tal apellido: Wallix o Vális primero se bautizó así y posteriormente Belize o Belice, como se le conoce hoy.

Según diversos historiadores, “al principio, el lugar fue refugio de Bucaneros, pero con el tiempo se transformaron en laboriosos colonizadores y establecieron ahí sus familias. En el último cuarto del siglo XVII se vieron obligados a traer esclavos negros de Jamaica, de origen africano, para lograr la fuerza humana de trabajo para talar bosques”.

“A fines del siglo XVII y en el XVIII fueron estos colonos atacados por tropas españolas, por lo que eventualmente se retiraban de esos bosques, pero de inmediato retornaban, o sea el papel de los españoles consistió en efectuar ataques armados y retirarse sin ocupar efectivamente ese territorio”. Los diversos tratados firmados entre España y los ingleses, surgidos de conflictos bélicos, se llevaba a cabo un nuevo acuerdo sobre el control de la zona, sin embargo en el siglo XVIII España “reconocía los derechos de ocupación británica (e incluso los ampliaba), pero se reservaba la soberanía para la corona española”.

Todas las tentativas por expulsar a los habitantes ingleses fracasaron hasta la famosa batalla de San Jorge realizada el 10 de septiembre de 1798 en que las fuerzas hispanas fueron derrotadas y desde entonces Belice se mantuvo así hasta la independencia de Centroamérica en 1821.

Con la independencia de Guatemala, a partir de 1821, su gobierno comenzó a reclamar Belice como parte de su territorio, siendo rechazada de manera permanente tal pretensión por parte de los ingleses, hasta 1850, en que los EEUU y la Gran Bretaña que se disputaban el predominio económico de Centroamérica, firmaron el tratado Clayton-Bulwer y en 1856 el tratado Dallas-Clarendon, mediante el cual “los EEUU reconocía el establecimiento británico, pues Belice no estaba comprendido dentro de Centroamérica”, lo que significó en la práctica un reconocimiento de la soberanía que de hecho habían ejercido los ingleses.

Durante la última década de ese siglo, en una amplia comparecencia del entonces Secretario de Relaciones Exteriores de México, don Ignacio Mariscal, explicó ante la Cámara de Senadores la historia de esa nación y señaló que “no habiendo la nación mexicana poseído jamás lo que forma el territorio de Belice, pues, dijo, la posición que alguien, ha llamado nominal, quiere decir imaginaria, nunca ha tenido sobre él lo que se llama dominio eminente, nunca ha sido aquel su territorio. Y en cuanto a los derechos de otra naturaleza que pudiera alegar para reclamarlo, -continuó diciendo don Ignacio Mariscal- esos no podrían fundarse en títulos visibles y patentes, a no ser en los tratados que España tenía con Inglaterra, tratados que no podemos hacer valer como obligatorios a esta última nación con respecto a la mexicana, porque es punto perfectamente averiguado, lo que llaman los jurisconsultos exploratijuris, que los tratados no se heredan, no pasan de una metrópoli a su colonia cuando esta se convierte en nación; sólo obligan y dan derechos a las partes contratantes”.

El tratado de 1859 tuvo su origen en la amenaza que representaba el filibustero William Walker quien pretendía desde Nicaragua convertirse en dictador del istmo centroamericano, sin embargo su contenido a partir del Artículo VII se convertirá en el punto de las actuales reclamaciones guatemaltecas... pero eso lo comentaremos en otra oportunidad, pues es un asunto serio que merece un espacio aparte.

 

II

 

* Confusiones en la opinión del Cronista de Chetumal

 

El cronista de Chetumal don Ignacio A. Herrera Muñoz se encuentra en una confusión cuando afirma: “El gobierno de la república quien había heredado al ser reconocida su independencia los derechos que España tenía sobre Belice, estaba conciente de esta situación y por eso celebró un tratado de límites en 1893 al que se llamó tratado de limites MARISCAL SPENCER”. En efecto, con la firma de esos tratados en 1893 quedarán fijados los límites del territorio nacional en esta región fronteriza.

Luego de consumarse la independencia de México, para el año de 1825 la población de todo el país (incluida la parte norte que luego perderá por la agresión de los expansionistas norteamericanos) fue contabilizada en 6,218,343 (seis millones doscientos diez y ocho mil trescientos cuarenta y tres) habitantes, pero además, el nuevo Estado mexicano surgido con la independencia iniciaba con una gran debilidad; había que luchar mucho para consolidar la independencia y el territorio que se reconoce en la Constitución de 1824, y sabían que todo nuestro vasto territorio estaba muy despoblado y eso estimulaba las ambiciones de los expansionistas.

Don Benito Juárez (aún no cumplía 30 años) cuando se inicia el gran despojo a nuestro territorio, el 2 de marzo de 1836, al declararse la independencia de Texas y que en 1845 se convirtió en el estado número 29 de la Unión Americana, lo cual servirá de pretexto a los expansionistas norteamericanos para preparar la guerra e intervención en México y después imponer la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, mediante el cual México perderá definitivamente los territorios de Nuevo México, la Alta California y Texas.

En México sólo posteriormente a la derrota de los franceses y del llamado imperio de Maximiliano, después de iniciado el período de la República Restaurada, y durante el régimen de Porfirio Díaz es cuando se logra la consolidación del mapa del territorio mexicano.

En el año de 1897 habiéndose recrudecido la disputa entre México y Francia sobre la legitimidad de la Isla Clipperton, o Isla de la Pasión, cuya propiedad reclamaba Francia desde 1858, Díaz ordena que el 3 de diciembre de ese año zarpe hacia la isla el Cañonero Demócrata con instrucciones de establecer el resguardo naval, construir el faro y evitar cualquier intento de desembarco.

A la par, por instrucciones presidenciales don Othón P. Blanco zarpaba de Nueva Orleáns con el Pontón Chetumal, mismo que arribará a su destino el 22 de enero de 1898 para después, el 5 de mayo de 1898, fundar Payo Obispo. Se trataba del pleno ejercicio de nuestra soberanía. Los tratados Mariscal-Spencer estuvieron encaminados a esa meta.

Don Ignacio Mariscal -que no merece ser tratado con los vituperios del cronista de Chetumal- sabía y así lo hizo saber en su informe al Senado que la historia de Guatemala consigna que “La Real Audiencia de Santiago de Guatemala formó el Reino de Guatemala, en la zona conocida como también como Capitanía General de Guatemala; formó parte del territorio del Imperio Español entre 1540 y 1821, año en el que obtiene su independencia, transformándose en las Provincias Unidas del Centro de América. En esta región se encuentran hoy los siguientes países: Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, así como al estado mexicano de Chiapas. La capital se estableció en la ciudad hoy conocida como Antigua Guatemala”.

En efecto “Esta área constituyó durante la colonia una zona administrativa, políticamente dependiente del Virreinato de Nueva España, y se le llamaba Capitanía General de Guatemala, debido a que el Regente de la Audiencia era, en lo militar, Capitán General del territorio”.

“La Capitanía General de Guatemala se componía en diversas provincias, como la de Ciudad Real (hoy San Cristóbal de Las Casas, Chiapas), Comayagua (Honduras), etc. La división y límites de las provincias del Reino variaron a lo largo de los siglos. La Real Cédula de Carlos I del 13 de septiembre de 1543, fijó los límites y los funcionarios de ésta”.

“A partir de 1785 empezó a utilizarse el sistema de intendencias en la Capitanía General de Guatemala: Intendencia de Chiapas o Ciudad Real (creada en 1786); la Intendencia de San Salvador (en 1785); la Intendencia de Honduras o Comayagua (en 1787) y la Intendencia de Guatemala (fundada en 1785)”.

“En 1812, las Cortes de Cádiz suprimió el Reino de Guatemala y dividió su territorio en dos provincias: la Provincia de Guatemala y la Provincia de Nicaragua y Costa Rica, cada una gobernada con autonomía entre sí por un jefe político superior. Durante el período de 1814 a 1820 se restableció el Reino de Guatemala, que desapareció definitivamente en 1821 tras la independencia de los territorios que hoy conforman los países de Centroamérica”.

Por razones de espacio continuaremos en la siguiente entrega hablando de este tema, el cual de ninguna manera pretende “hacer menos al cronista de Chetumal, don Ignacio Herrera Muñoz”, sino despejar confusiones, para si nos equivocamos corregir el rumbo.

 

Autor: Raúl Espinosa Gamboa. Cancún Quintana Roo, México.

raesgam@yahoo.com.mx

 

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