CREATIVIDAD, BELLEZA Y PERSONAS CIEGAS

 

En 1996 recorría el teatro Heredia en Santiago de Cuba con una profesora de arte; de pronto descubrió una exposición que la dejó impresionada por su originalidad y belleza.

Se trataba de arte a partir de material reutilizado.

El conjunto era soberbio a juzgar por sus exclamaciones de persona conocedora.

Por fin no pudo aguantarse y tomó mi mano para que yo también fuera partícipe del prodigio.

¿Qué encontré? Según recorrían mis dedos las diversas texturas, tuve la sensación de estar tocando pedazos de tela vieja, cartones ajados y otros productos igualmente inútiles unidos entre sí.

Mi rostro reflejó el desencanto pero ella comprensiva me mostró otras obras menores con idénticos resultados.

Dicen que los dedos son los ojos de los ciegos pero la afirmación se queda corta cuando de ver el conjunto se refiere, esto trae a mi memoria el cuento de los sabios ciegos y el elefante donde cada uno refirió su experiencia a partir de la zona del paquidermo que palpó pero ninguno tuvo una “visión integral del mamífero”.

Claro que había arte en la exposición que dicho sea de paso, era muy visitada y celebrada pero al igual que la lectura, es diferente para personas que ven y quienes lo hacemos en Braille, la adaptación nos permite el acceso a la información.

Si tuviéramos muchas oportunidades de trabajar con materiales dúctiles para crear obras originales, muchas serían buenas y reconocidas, otras en cambio, tendrían el mismo efecto de una pintura en abstracto que tiene su ciencia pero se respeta la subjetividad del autor.

 

Si tuviera el talento y conocimiento para modelar esculturas, no sabría como hacerlo con una ballena pues lo mismo me da un cachalote, la azul, la jorobada, la gris o a Mobidick La ballena blanca de la novela escrita por Herman Melville.

Lo que pasa es que nunca las he visto y no estoy seguro de poder reproducirlas a partir de las descripciones que me han hecho.

Mencioné a la ballena pero el ejemplo vale para los ornitorringos australianos, los minotauros griegos con cuerpo de hombre y cabeza de toro; los elfos nórdicos o las divinidades aborígenes de nuestras tierras.

 

De niño y a lo mejor no tan pequeño, pensaba que los dinosaurios eran como grandes equinos hasta que leí respecto a estos animales y luego los conocí mediante representaciones hechas en plástico que mi mente no relacionaba con ellos.

De la misma forma he conocido batracios, anfibios, aves, reptiles y otros seres que por su tamaño, hábitat y otras dificultades, no podría tocar sin poner en riesgo la vida.

Cómo saber las características de un ave fénix si no me lo muestran en vidrio, plástico, cartón, piedra o madera por ejemplo.

Si alguien pudiera mostrarme ejemplares vivos del pájaro bobo, el colibrí, el quetzal o un naranjero, no podría distinguirlos, menos representarlos sin antes palparlos.

Ahora que de estas y otras cosas, tenemos representaciones mentales que si bien es posible no sean exactas a las reales, al pasar de la mente de un experto ciego a sus manos, podríamos estar ante hermosas obras de arte inéditas y dignas de admiración y hasta análisis.

Un día escuché a un psiquiatra comentar que en una clase de primaria, la maestra llevó una gallina, la mostró a los niños y pidió que la observaran para luego describirla.

Un alumno ciego del grupo, quiso verla que en su caso es igual a decir (tocarla) grande fue su sorpresa al constatar que solo tenía dos patas cuando en su imaginación, este animal al igual que los perros y gatos que había tocado, tenía cuatro y no dos patas como sería normal conforme a su representación mental.

Es posible que niños como este, quedarían perplejos si luego de palpar un corazón “de amor” Tan comunes en tarjetas, pudiera compararlo con uno de verdad porque eso que palpita en nuestros pechos, no termina en punta ni tiene esas redondeces románticas que bien pueden ser atravesadas por una flecha del no menos mitológico Cupido.

Si de ver para arriba se trata, Menudo desencanto recibiríais estudiante de la ilustración, cuando en lugar de tocar estrellas de cartulina o nubes de estereofón con formas regulares, pudiera comprobar con sus ojos, la diferencia entre los modelos bien intencionados de los maestros y los originales esculpidos por la mano divina del supremo hacedor.

 

En el museo de la ONCE en Madrid, palpé algunas esculturas realizadas por personas ciegas que en mi opinión eran de gran factura pero estas tenían la particularidad de representar personas y objetos de fácil acceso para nuestras manos.

Como persona con retinosis, hay muchas cosas que pienso conozco de cuando poseía un remanente visual aceptable aunque esto es incierto, creo disfrutar de una aproximación más o menos cercana a la realidad de los objetos pero ¿Qué pasa con las personas ciegas o con las cosas que no vimos en los primeros años de mayor capacidad visual? Sería interesante sacar estas “imágenes” del archivo personal para compartirlas con nuestros semejantes y así poder demostrar que tenemos mucho que ofrecer porque el arte no se circunscribe a la representación gráfica de lo que muestra el sentido de la vista.

 

Autor: Roberto Sancho Álvarez. San José, Costa Rica.

rsancho@ccss.sa.cr

 

 

 

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